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PIERRE MAC ORLAN

BREVE MANUAL
DEL PERFECTO
AVENTURERO

traducción del francés

de juan manuel salmerón arjona

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I.
PRÓLOGO

Parece evidente que los jóvenes de hoy sienten cierto desprecio por la literatura de aventuras. Los adultos pueden, pues, aconsejar tranquilamente a los adolescentes a su cargo que lean novelas de aventuras que, por otra parte, ellos tampoco leerán.

A nuestro juicio, lo anterior se debe a que la picardía y la perversidad se han desterrado, nadie sabe por qué, de esa clase de libros, de modo que los jóvenes prefieren leer novelas de amor a la francesa —esto es, llenas de adulterios— o libros de aviación —que pueden dejarse en manos de cualquiera.

Es fácil, en efecto, comprobar que los autores de novelas de aventuras se caracterizan por una afición a la castidad que hoy en día resulta incomprensible. Pese a que en sus libros abundan las islas desiertas donde los náufragos se dedican a las más variadas tareas de supervivencia, pocas veces aparece una mujer, ni aun de índole dudosa.

Sin duda, la presencia de una mujer entre las víctimas de una catástrofe náutica lleva a evocar imágenes tan explícitas, como las de ciertas estampas japonesas que a nadie recomiendo ver. Si combináramos con medida un poco de ese escabroso espíritu médico que hizo famoso el «naturalismo», los yerros de una imaginación pervertida por los caprichos del azar y «la inconstancia de los malos ángeles», por decirlo con Pierre de Lancre, obtendríamos una novela de aventuras de mucho éxito.

Los jóvenes que descubrieran en ella las imágenes prohibidas que sólo hallamos en la clase de novelas que solemos exportar al mundo la leerían con gusto; la hermana seguiría al hermano, y así, por poco que un escritor audaz introdujera una historia picante en la novela de aventuras, este género literario atraería la atención del gran público y volvería a estar en auge.

Este breve manual no quiere engañar a nadie. Por eso nos ha parecido necesario prescindir de la forma novelesca, que, repitámoslo, solamente sirve para enseñar las reglas del adulterio a los adolescentes de ambos sexos con las modificaciones que la moda impone.

Leyéndolo, un joven algo pusilánime y sin una vocación precisa puede convertirse en un aventurero hecho y derecho sin ensuciarse las manos, lo que sin duda es menos absurdo que gemir en prisión por haberse fiado en exceso de la elasticidad de las leyes en materia comercial.

Advertimos que este libro contiene ciertos pasajes —no anticipamos cuáles— que incluso a una imaginación pobre pueden hacerle concebir ideas lúbricas sobre la vida aventurera; sin embargo —y aunque esté destinado a los adolescentes de ambos sexos—, no rebasaremos los límites de cierta decencia, entendamos lo que entendamos por esta palabra que, como todo en este mundo, es de lo más relativo.