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LAS TÉCNICAS DE ATLETISMO

Manual práctico de enseñanza

JOSÉ CAMPOS GRANELL

JOSÉ ENRIQUE GALLACH LAZCORRETA

Departamento de Educación Física y Deportiva Universidad de Valencia

Diseño cubierta: David Carretero

© 2017, José Campos Granell

José Enrique Gallach Lazcorreta

Editorial Paidotribo

http://www.paidotribo.com

E-mail: paidotribo@paidotribo.com

4ª reimpresión de la 1ª edición

ISBN: 978-84-8019-785-4

ISBN EPUB: 9788499108049

BIC: WSK

Fotocomposición: Editor Service, S.L.

Diagonal, 299 – 08013 Barcelona

ÍNDICE

PRÓLOGO

CAPÍTULO I. GENERALIDADES

I.INTRODUCCIÓN AL ATLETISMO

1.Historia (orígenes y evolución)

1.1.En la Grecia Clásica

1.2.En el Reino Unido

1.3.En Alemania

1.4.En España

2.Especialidades atléticas

2.1.Carreras y concursos

2.2.Marcha, relevos y pruebas combinadas

3.La instalación

II.ASPECTOS GENERALES DEL ENTRENAMIENTO

1.Factores condicionantes

2.Acondicionamiento físico, preparación genérica y preparación específica

3.Las líneas generales del plan anual de entrenamiento

4.Principios básicos en la edad escolar

4.1.El entrenamiento y la edad

5.Formas y sistemas básicos de entrenamiento en carreras

6.Descripción de cada uno de ellos

6.1.Sistemas naturales de entrenamiento

6.2.Sistemas fraccionados de entrenamiento

6.3.Sistemas mixtos

7.Otras clasificaciones

8.Características generales de los esfuerzos

8.1.Esfuerzo anaeróbico-aláctico

8.2.Esfuerzo anaeróbico-láctico

8.3.Esfuerzo aeróbico

9.Sistemas complementarios

9.1.De la fuerza-potencia

9.2.Los circuitos

CAPÍTULO II.CARRERAS Y MARCHA

I.LAS CARRERAS

1.Reglamentación básica

2.Fundamentos mecánicos

3.Técnica de carrera y sus fases

4.Errores fundamentales

5.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

II.LAS SALIDAS

1.Reglamentación básica

2.Tipos de salidas

3.Fundamentos mecánicos

4.Colocación de los tacos de salida

5.Voces

6.Descripción técnica del gesto

6.1.La salida en curva

7.La llegada a meta

8.Errores fundamentales

9.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

III.CARRERAS DE RELEVOS

1.Reglamentación básica

2.Fundamentos técnicos

3.El 4 x 100. Aspectos tácticos

3.1.Descripción técnica del gesto

4.El 4 x 400. Aspectos técnicos

4.1.Descripción técnica del gesto

5.Errores fundamentales (4 x 100)

6.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

IV. CARRERAS CON VALLAS

1.Reglamentación básica

2.Reseña histórica

3.Descripción técnica del gesto en 100 y 110 m vallas

4.La prueba de 400 m vallas

5.Algunas diferencias entre hombres y mujeres

6.Errores fundamentales

7.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje en 100 y 110 m vallas

V.LA MARCHA

1.Reglamentación básica

2.Fundamentos mecánicos

3.Descripción técnica del gesto

4.Errores fundamentales

5.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

CAPÍTULO III. LOS SALTOS

I.SALTO DE LONGITUD

1.Reglamentación básica

2.Fundamentos mecánicos

3.Descripción técnica del gesto

3.1.La carrera de impulso

3.2.La batida

3.3.El vuelo

3.4.La caída o recepción

4.Errores fundamentales

5.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

II. TRIPLE SALTO

1.Reglamentación básica

2.Descripción técnica del gesto

2.1.La carrera de impulso

2.2.La batida

2.3.El primer salto

2.4.El segundo salto

2.5.El tercer salto

2.6.La caída

3.Distribución y ritmo de los saltos

4.Errores fundamentales

5.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

III.SALTO DE ALTURA

1.Reglamentación básica

2.Descripción técnica del gesto: el Fosbury-flop

2.1.La carrera

2.2.La batida

2.3.El vuelo

2.4.El franqueo del listón

2.5.La caída

3.Errores fundamentales

4.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

IV.SALTO CON PÉRTIGA

1.Reglamentación básica

2.Descripción técnica del gesto

2.1.La carrera de impulso

2.2.Presentación y clavado

2.3.La batida

2.4.Péndulo y penetración

2.5.Recogida y agrupamiento

2.6.Extensión y giro

2.7.Franqueo del listón

2.8.Caída

3.La pértiga y la elección adecuada

4.Errores fundamentales

5.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

CAPÍTULO IV. LANZAMIENTOS

I.LANZAMIENTO DE PESO (técnica lineal O’Brian)

1.Reglamentación básica

2.Variantes técnicas en el lanzamiento de peso

3.Descripción técnica del gesto: Estilo O’Brian

3.1.Posición de partida

3.2.Fase de desplazamiento

3.3.Fase preparatoria

3.4.Fase final

3.5.Fase de recuperación

4.Errores fundamentales

5.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

II.LANZAMIENTO DE DISCO

1.Reglamentación básica

2.Descripción técnica del gesto

2.1.Movimientos preliminares y salida

2.2.Entrada en giro

2.3.Fase de vuelo

2.4.Fase preparatoria

2.5.Fase final

3.Errores fundamentales

4.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

III.LANZAMIENTO DE JABALINA

1.Reglamentación básica

2.Descripción técnica del gesto

2.1.Fases de lanzamiento

2.2.Descripción de las acciones técnicas fundamentales

3.Errores fundamentales

4.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

IV.LANZAMIENTO DE MARTILLO

1.Reglamentación básica

2.Descripción técnica del gesto

2.1.Forma de sujetar el martillo

2.2.Posición de partida

2.3.Los volteos

2.4.El desplazamiento

2.5.El final

3.Errores fundamentales

4.Parte práctica: ejercicios de aprendizaje

5.Material alternativo para el aprendizaje de la técnica básica

CAPÍTULO V. BIBLIOGRAFÍA

CARRERAS Y OBSTÁCULOS

SALTOS

LANZAMIENTOS

PRÓLOGO

El libro que se presenta es fruto del trabajo y de la colaboración de dos profesionales de la docencia y del atletismo, ya que ambos son profesores universitarios y entrenadores nacionales de atletismo.

Su trabajo compartido, no sólo entrenando e impartiendo clase, sino dando cursos para la propia federación y conferencias, les otor-ga un profundo conocimiento del atletismo que les ha permitido desarrollar un programa que han ido mejorando día a día, y es ahora, con más de 30 años de experiencia a sus espaldas, cuando se han decidido a presentar esta obra.

Junto a una parte introductoria en la que se exponen los antece-dentes históricos y los aspectos básicos del entrenamiento, se tratan todas las técnicas del atletismo, tanto en carreras y marcha (salidas, relevos, vallas) como en concursos (saltos y lanzamientos), por lo que se trata de una obra que abarca todas las pruebas del calendario olímpico, y de ahí que se pueda considerar un manual básico y completo de atletismo.

Conocedores de lo farragoso y amplio que resulta el reglamento en su conjunto, han seleccionado los aspectos más importantes relacionados con cada prueba, que se reflejan al inicio de cada capítulo, ya que muchas veces condiciona la propia técnica y la comprensión de la complejidad que rodea a cada disciplina. Ello, unido a la explicación sencilla tanto de los fundamentos mecánicos como de los aspectos técnicos, convierte este libro en un referente.

Conscientes de la importancia de la ejecución correcta de los ejercicios en las fases de iniciación, los autores han seleccionado una amplia gama de ejercicios en todas las especialidades, que no sólo se describen destacando sus aspectos más importantes, sino que se reflejan en series fotográficas que aclaran mejor cada uno de ellos.

Precisamente este aspecto, y su trayectoria docente en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Valencia, en la que ambos imparten clases desde hace más de 15 años, han decidido a José Campos y José E. Gallach a realizar el esfuerzo de revisar todo su material y darle la forma y el rigor que un libro exige.

CAPÍTULO I

GENERALIDADES

I. INTRODUCCIÓN AL ATLETISMO

1. HISTORIA (ORÍGENES Y EVOLUCIÓN)

Actividades como correr, saltar y lanzar son tan antiguas como la propia humanidad. No en vano, permitieron al hombre primitivo so-brevivir a los ataques de los animales y cazarlos para alimentarse. Pero sin lugar a dudas y a pesar de ello, no podemos decir que sea el deporte más antiguo puesto que en este planteamiento no se daba la competición.

El atletismo moderno es un “deporte olímpico”, competitivo y re-gido por unas normas que tiene sus orígenes mucho más recientes. El nombre lo toma del griego atlos, que significa esfuerzo, porque, en un principio, los ejercicios que se practicaban eran: «El pugilato, la lu-cha, la carrera, los lanzamientos de jabalina y disco, el tiro con arco, las carreras de carros y los saltos».

Seguramente y por razones de todo tipo (sociales, religiosas, etc.), con el paso de los años los otros deportes perdieron protagonismo y el atletismo quedó reducido a lo que hoy en día entendemos como tal, habiéndose añadido también nuevas pruebas.

«Dos razas europeas, situadas en dos extremos del continente, fueron las primeras en practicar regularmente un atletismo de competición en la misma época, aproximadamente 2.000 años antes de nuestra era, en la Edad de Bronce. Estos pueblos fueron los irlandeses del período precéltico y los griegos de Acadia, así como sus veci-nos los cretenses de la época minoica. Es muy probable que se igno-rasen unos a otros. Sin embargo, un poema histórico de Aristeo, cro-nista de la isla de Mármara, menciona un atletismo practicado por los “escitas hiperbóreos”. La leyenda se confunde con la realidad, las hazañas son fabulosas y los vencedores aparecen como semidioses, las proezas descritas sobrepasan lo humano» ( Bravo J., 1990 ).

1.1. EN LA GRECIA CLÁSICA

Los testimonios existentes de esta civilización son numerosísimos y de distinta índole. A las múltiples esculturas, vasos y bajorrelieves, debemos añadir las extraordinarias descripciones que nos han llegado merced a Homero tanto en la Ilíada como en la Odisea, escritas en el siglo VII a. C.

«En cuanto a la leyenda irlandesa, está contenida en un manuscrito conservado en el Trinity College, de Dublín, titulado Book of Leins (1160). En él se describen los Juegos de Tailtí, aldea del conda-do de Meath, organizados a partir del siglo XIX antes de nuestra era y que continuaron durante el asombroso período de 25 siglos» (Bravo J., 1991).

Platón en sus Leyes, Homero, Pausanias y Luciano en obras como la Ilíada, la Odisea o Hermotimos, nos han dejado suficiente infor-mación como para aceptar que las normas entonces existentes (muchas de las cuales perduran todavía) convirtieron al atletismo griego en el antecesor directo del actual.

Existían las distancias usuales aún hoy para carreras cortas, medias y largas, y estaban reguladas tanto las competiciones como las grandes pruebas de resistencia.

Las representaciones de los vasos reproducen con gran fidelidad el estilo, la posición del busto y la dinámica de los brazos y las piernas al avanzar, diferenciando incluso a los velocistas de los fondistas.

Aunque las distancias se dividieron en tres subgrupos, como es natural no eran exactamente iguales a las de hoy, aunque tampoco existen grandes diferencias.

Del mismo modo que la vara castellana y la aragonesa no medían lo mismo o que la milla terrestre y la marina no tienen la misma di-mensión, el pie tenía un valor en cada región y por ende el estadio (que tenía una longitud de 600 pies) variaba entre 150 y 200 metros.

La distancia más corta sobre la que se competía era el estadio, se-guida del diaulus (dos estadios) y el hippios (cuatro estadios), que sería el equivalente al 800 actual.

En los juegos olímpicos, las carreras de larga distancia variaban entre las de 7, 10, 12, 20 y 24 estadios. En Delfos tenía lugar una carrera de larga distancia, de 12 vueltas a una pista de 177,5 metros (total 2.130 metros). Se menciona además una serie de carreras de resistencia que Filostratos atribuye, razonablemente, a una unidad mi-litar. Los corredores de largas distancias se entrenaban corriendo dia-riamente de 8 a 10 estadios. Se dice de Ageos de Argos que después de haber vencido en la carrera de larga distancia, en la 113 Olimpiada, en el mismo día volvió corriendo a su ciudad natal, situada a 100 kilómetros, para dar la noticia. También Drymos recorrió la distancia que le separaba de Epidauro –140 kilómetros a vuelo de pájaro– tras su victoria olímpica.

Los espartanos consideraban distintas categorías entre los deportistas, que variaban desde los niños que no habían competido antes

(apodromoi) hasta quienes llegaban a competir durante 10 años consecutivos (decadromo).

«Los jóvenes corrían sobre distancias más cortas que los adultos; según Platón, los niños corrían la mitad de la pista, o sea unos 95 metros, y los jóvenes imberbes, los dos tercios de la pista, distancia equivalente a 130 metros. Para las mujeres, en cambio, el filósofo propu-so las tres distancias grandes.

Una afirmación de Filostratos, según la cual los ejercicios se hacían sobre foso de arena, ha sido rebatida por las excavaciones. En Olimpia al menos se halló una capa de arcilla verdosa, bien nivelada y cubierta con un finísimo revestimiento de arena blanca. Por la gran cantidad de pistas dispuestas en hilera –hasta veinte en Olimpia– resulta fundada la suposición de que podían competir muchos participantes en cada carrera. En los vasos quedan siempre reproducidos cuatro, cinco o seis participantes, aunque las citas clásicas hablan a menudo de nueve o doce. Si su número era excesivo, se hacían carreras eliminatorias, como en la actualidad» (Diem C., 1966).

La salida

En las competiciones clásicas, la salida se realizaba con el cuerpo erguido, a la voz de va. Para ello se disponía una losa de piedra en el extremo de la pista, que señalaba el punto de partida, colocada per-pendicularmente a la dirección de carrera. Dichas losas tenían por lo general dos ranuras, separadas entre sí unos 15 cm, en las que se apoyaban los pies.

Algunas veces se producía una salida prematura, lo que era considerado como «hurto» no permitido. El que salía antes de que fuese dada la señal era castigado con golpes de vara (que se puede ver en la mano de los entrenadores en algunas pinturas).

«Más tarde, y quizá por la experiencia de las carreras de caba-llos, se introdujo la barrera automática para la salida, consistente en una cuerda o vara que se colocaba ante los corredores y de la que se tiraba hacia arriba, o se hacía caer al suelo. Por el empleo de este método se explican las muescas en las columnas de meta y en los bordillos de salida que hallamos por ejemplo en el gimnasio de Olimpia –aunque no en el estadio–, en las pistas del Agora de Co-rinto, en el templo de Dídima y, por último, en el antiguo estadio de Istmia. Éste estaba dirigido hacia el altar de Poseidón, y disponía además de la línea normal de salida, hecha de piedras con las habi-tuales ranuras, otra línea con barrera automática a continuación. La pista tenía 20 metros de anchura, y en medio, detrás de la línea de salida, había un hoyo redondo de aproximadamente 1 metro de profundidad, donde se situaba el encargado de dar la salida. De este punto partían 16 cordones, que pasaban por estaquillas de bronce y estaban alojados en unas ranuras de 1 cm de profundidad y anchura, llegando hasta cada una de las columnas de salida en las 16 pistas, cada una de las cuales tenía 1,50 metros de anchura. Las columnas seguramente sustentaban las barreras horizontales, que en el momento de comenzar la carrera eran alzadas o abatidas por medio de los cordones.

Se conserva una imagen del dispositivo de salida anteriormente descrito en un manuscrito medieval, el Codex Coburgensis; el dibujo es una copia de modelos antiguos: los corredores esperan detrás de la barrera, que descansa sobre unos apoyos situados a la altura de las ingles. Se conserva un fragmento de un relieve que confirma esta dis-posición.

En Luciano leemos las baladronadas del bocazas Pluto: «Tan pronto como caiga la cuerda de salida, me proclamarán vencedor, después de cruzar el estadio de tal modo que ni se me verá».

El sorteo de las calles tenía lugar según un ceremonial que descri-bió Luciano en su Hermotinos. En Olimpia, se empleaba una urna de plata consagrada a Zeus, siendo las bolas del tamaño de un altra-muz” (Diem C., 1966).

Algunas carreras, como las que se celebraban con el equipo mili-tar, han dado lugar a nuevos deportes como el biathlón, y otros que no se celebraban en los juegos de la Olimpiada se han incluido en el programa actual, como es el caso de la carrera de las antorchas.

Los relevos

Esta modalidad estaba muy extendida, sobre todo en las competiciones de carácter funerario. El objeto primitivo era seguramente el de transportar la llama de un fuego sagrado a algún lugar de las co-linas, por medio de una antorcha hecha de la médula del arbusto narthex. Lentamente fue evolucionando hacia una carrera ritual, siempre de un altar a otro. En la célebre carrera de relevos de Atenas, se encendía la antorcha en el altar de Eros, erigido en la Academia de Platón, y se llevaba sobre una distancia de 1.600 metros, aproximadamente, a la necrópolis honoraria del Kerameikos. En el Museo Bri-tánico de Londres hay un relieve en el que se puede ver a la diosa Ar-temis Bendis portando una antorcha; al lado de la diosa hay dos gimnastas barbudos vestidos con túnicas, uno de los cuales entrega una antorcha. Les siguen ocho atletas, en dos equipos de cuatro; el primero lleva también una antorcha. Tenemos por lo tanto dos antorchas, dos profesores y dos equipos de cuatro hombres; lo que significa una carrera de 4 x 400, sobre un trayecto de 1,6 km. Las antorchas eran de cera y con plato para proteger las manos.

Unas instrucciones anónimas para rectores del año 8 a. C., indican claramente su carácter de carreras de relevos: «Así como en la pales-tra el que recibe la antorcha es más veloz que el que la entrega, ya que el corredor cansado da la antorcha al corredor fresco...» (Diem C., 1966).

Los saltos

«La afición a los saltos es cosa tan natural que no podía faltar entre los helenos. Lo extraño es que nunca se menciona el salto de altura, aunque sí el de longitud, si bien en una única ocasión –en unos juegos Eleusinos– como competición separada; normalmente formaba parte del pentatlón. En cuanto a saltadores notables, se citan los nombres de Phayllos de Crotona (498 a. C.), uno de los más célebres atletas de la antigüedad, dos veces vencedor del pentatlón de Delfos y varias veces en carreras de velocidad, con un salto de 55 pies délficos, y el espartano Chionis, que saltó 52 pies en la 29ª Olimpiada (664 a. C.). Estas distancias equivalen a 16,28 y 16,31 metros, lo que es imposible, a menos de tratarse de un triple salto» (Diem C., 1966 ).

También, en nuestra opinión, sería posible justificar tales marcas si se tratase de premiar la regularidad y el resultado de la competición fuese la suma de los tres saltos. No obstante parece más probable que fuera un triple salto, aunque sorprende la preferencia de los griegos por esta modalidad.

«Los saltadores siempre son representados con halteras en las manos, que se utilizaban seguramente para facilitar la caída. De los textos e imágenes se desprende que los pesos deben favorecer la labor de los brazos y el torso, alcanzándose una mayor distancia en el salto.

Del salto con pértiga sólo nos ha llegado el nombre, sin que dis-pongamos de ningún testimonio acerca de marca deportiva alguna; sin duda era utilizado para saltar sobre el caballo. Esto no deja de ser curioso pues saltar sin ayuda de ningún recurso a lomos de los caba-llos helenos (de alzada relativamente reducida) no era precisamente una proeza gimnástica» (Diem C., 1966).

También aparecen grabados en los que vemos a los atletas pro-vistos de una pértiga saltar sobre el minotauro.

Los lanzamientos

«Los helenos empleaban dos instrumentos de lanzamiento: el disco y la jabalina. El disco se hizo de piedra al principio, luego de plomo y por último de bronce fundido o bien repujado. También había discos de madera. El peso y diámetro de los discos podía va-riar mucho; de los hallados, el más ligero pesa 1,3 kg, y el más pe-sado, de las excavaciones de Olimpia, 6,6 kg. Sus diámetros varían entre 17 y 31 cm. Sabemos por Pausanias que los juveniles utilizaban discos de menor tamaño, como ocurre con los aparatos em-pleados en las actuales competiciones femeninas. El disco olímpico debía de tener unas medidas fijas y conocidas por todo el mundo, puesto que Filostratos dice en la historia de los héroes, refiriéndo-se a un atleta, que lanzaba el disco «a más de 100 varas» y en altura «hasta las nubes», aunque era «de doble tamaño que el disco olímpico».

Entre los discos que se conservan actualmente los hay de un gran valor artístico, con magníficos cincelados, representaciones de saltadores y lanzadores de jabalina, o bien con figuras incrustadas, como delfines de plata, un perro corriendo, una lechuza sentada y otras ornamentaciones.

Hay que distinguir entre los objetos dedicados al uso y las obras de arte hechas con carácter votivo. Es de suponer que los discos emplea-dos en las competiciones se guardaban en el lugar de su celebración, como la casa del tesoro en Sicione para la competición olímpica.

«Del atleta Phlegyas se dice que su distracción favorita era lanzar el disco por encima del río Alpheios, en su parte más ancha y sin que nunca le cayera al agua. Esta indicación es muy vaga, aunque se supone que se trataría de 50 a 60 metros, marca que es posible con un disco de poco peso. La técnica puede verse en múltiples reproducciones, pero sobre todo en el discóbolo de Mirón, cuyo original no se ha conservado aunque sí numerosas copias.

Los griegos tenían suficientes conocimientos físicos como para obtener el pleno rendimiento del movimiento helicoidal de los músculos y la fuerza de las piernas por medio de una trayectoria horizontal determinada por la fuerza centrífuga del disco. El lanzamiento, sin duda, debía realizarse partiendo de una línea, y no desde una pequeña plataforma alzada como se suponía a causa de la interpretación errónea de la descripción de Filostrato.

En el canto XXIII de la Ilíada, Homero describe la acción: «El deportista secaba el disco y sus manos con arena, retrocedía para tomar impulso, giraba rápidamente sobre sí mismo y acto seguido arrojaba el disco». Como testimonio de que se daba un impulso giratorio se tienen los poemas romanos, entre los que podemos citar la Thebaís, de P. Papinus Statius de Nápoles (siglo I d. C.)” (Diem C.,1966).

Del lanzamiento de jabalina también poseemos amplias referencias por las reproducciones de los vasos. «La jabalina deportiva, en contraste con el arma del soldado, era muy ligera, de madera de sa-úco y con punta roma; su longitud era algo inferior a la altura hu-mana, y algo detrás del centro de gravedad, como hoy en día, llevaba enrollado un cordón o tira delgada de cuero, formando tres vueltas estrechas, dos vueltas amplias y otras tres estrechas, y finalmente un lazo. En este lazo se colocaban uno o bien dos dedos que lo ten-saban, y mientras la otra mano conducía hacia atrás la jabalina, los restantes dedos asían la guarnición de cuero. Se tomaba impulso a la carrera y se arrojaba el aparato desde una línea que no debía sobre-pasarse. El lazo aseguraba el impulso, y tal vez también un giro que podría interpretarse como impulso circular, y podría ser del brazo ac-tuante, o el del cuerpo al describirlo sobre sí mismo. El lanzamiento de jabalina se practicó en principio como tiro de distancia, casi siempre formando parte del pentatlón, aunque hubo competiciones especiales en Koressia, isla de Keos. Otra variante que atestiguan las imágenes es la de tiro al blanco desde el caballo, formando el blanco unas grandes planchas provistas de aros» (Diem C., 1966).

1.2. EN EL REINO UNIDO

Desde 1660, fecha de la Restauración monárquica llevada a cabo por los Estuardo, existieron numerosos corredores profesionales, que actuaban en los espectáculos circenses o estaban al servicio de la nobleza rústica en calidad de correos ligeros. Estos footmen lleva-ban las noticias hasta la ciudad y precedían el coche de su señor para anunciar la llegada del mismo, cosa que no era nada extraordina-rio dadas las malas condiciones en que se hallaban los caminos, lo cual imposibilitaba que los coches se desplazaran con rapidez. Estos corredores participaban en competiciones a las que asistían sus se-ñores, quienes apostaban grandes cantidades por sus respectivos servidores o premiaban largamente al vencedor. En una carrera celebrada en Woodstock Park en el año 1720 fueron ofrecidas 1.000 libras al ganador. Una gran multitud asistió a la competición (Diem C., 1966).

Los artesanos participaban en la vida deportiva en la misma medida que los burgueses. Se cuenta que los sastres de Londres se entrenaban en los parques de dicha ciudad a las cinco de la mañana, antes de empezar el trabajo. También tomaban parte en concursos deportivos, juntamente con miembros de otras clases sociales. Hubo un tiempo en que el mejor corredor fue un sastre de nombre Ta-wersham. Las carreras cubrían desde 100 y 200 yardas hasta 80, 100 y 150 km.

Los entrenamientos de Allardice fueron los primeros que tuvieron una verdadera sistemática. Se reconoció la importancia que algunos ejercicios poseían para la función respiratoria, en general, y para el desarrollo de la caja torácica, en particular. También se llegó a la con-clusión de que el deporte influía en las funciones mentales, mejorando el nivel general de la inteligencia y la facultad de concentración.

El interés por el pedestrismo crecía sin cesar en Inglaterra. El primer libro sobre la materia, escrito en 1813 por Walter Tom, tenía un largo título: Pedestrianísin, or an account of the performances of Ce-lebrated Pedestrians during the last and present Century with a Na-rrative of Captain Barciay’s public and private Matches, and an Essay on Training. Los tramos largos han tenido siempre muchos amigos en la isla. En 1911 se fundó la asociación The Centurions, cuyos miembros eran atletas no profesionales que debían ser capaces de cubrir en 24 horas las cien millas. Una relación de miembros del año 1929 totaliza 98 afiliados. El primero de ellos fue F. W. Baker, que en junio de 1926 recorrió la distancia que separa Londres de Brighton, en un sentido primero, y en el inverso acto seguido, en un total de 18 horas, 5 minutos y 51 segundos.

Los primeros campeonatos de atletismo ligero celebrados de acuerdo con reglas fijas tuvieron lugar en Eton en el año 1845. Una competición parecida se había celebrado un año antes en la Universidad de Dublín. Las diferentes universidades solían medir sus fuerzas recíprocamente. Es característico el ejemplo de Oxford y Cambridge, que se han enfrentado más de 80 veces. Al principio se celebraban carreras cortas, medias y largas. Posteriormente se introdujeron las carreras de vallas y de obstáculos. Siguió la adopción de los saltos de altura y longitud. Finalmente, entraron a formar parte de las pruebas el lanzamiento de bola y el cricketball, que más tarde se cambió por el lanzamiento de martillo.

Los primeros campeonatos irlandeses de atletismo tuvieron lugar en 1873, es decir, siete años después de los ingleses. Pero mucho antes se celebraron ya competiciones locales de carreras a través de bos-que, carreras de obstáculos, levantamiento de peso y saltos (Diem C., 1966).

1.3. EN ALEMANIA

Para la práctica del atletismo se buscaba un terreno plano y con césped, como por ejemplo el de Tempelhof, al sur de Berlín. Allí se delimitaba la pista con una cinta blanca en el suelo y se practicaban todos aquellos deportes que los ingleses incluyen bajo el nombre de «athletic sports».

Las primeras competiciones se celebraron a finales de 1880-1890 gracias a la labor del Club de Fútbol de Frankfurt, que se había fundado en Berlín. Al lado izquierdo del campo de Tempelhof se celebró un pequeño festival de atletismo al que acudieron los miembros del Club de Fútbol Germanía de Berlín, los del Club de Cricket de Berlín y algunos gimnastas. Varios compatriotas suyos realizaban, por aquel entonces, grandes esfuerzos para que se pudiesen celebrar en Hamburgo los primeros festivales deportivos.

En 1890, el Club de Cricket de Berlín celebraba en un campo de la Motzstrasse, y con gran éxito, el primer festival de atletismo. Un año más tarde se celebró otro festival que tuvo gran expectación. Se medían entonces los recorridos en unidades inglesas: por ejemplo, se co-rría la milla en 4 minutos 34,4 segundos. Pronto se vio la necesidad de introducir el sistema decimal y de implantar unas reglas fijas. Con ese fin se creó en 1893 la Asociación de Atletas Alemanes Amateurs y en 1894 la Federación General del Deporte Alemán, pero ambas entidades no perduraron por mucho tiempo. Por fin, el 31 de enero de 1898, se reunieron en Berlín los representantes de las asociaciones deportivas de seis grandes ciudades alemanas, y fundaron la Autori-dad Competente en el Atletismo Alemán. La labor de esta entidad la continúa realizando hoy en día la Asociación de Atletismo (Diem C., 1966).

1.4. EN ESPAÑA

Las asociaciones deportivas

A finales de 1800 las prácticas deportivas eran todavía patrimonio casi exclusivo de las clases altas y los nuevos deportes anglosajones apenas estaban implantados. Cuando el barón de Coubertín se dirige a la Reina solicitándole un nombre para su Comité Olímpico, le pide que sea aristócrata y con solvencia económica.

En la carta de aceptación del conde de Mejorada del Campo de fecha 21 de febrero de 1902, éste le dice al restaurador de los Juegos que tiene otros dos títulos de nobleza heredados de su familia (mar-qués de Villamajor y duque de las Torres). En la carta también menciona los deportes nacionales: «el juego de pelota y el manejo de los toros»… y que hacía esfuerzos para enviar un equipo de corredores y otro de esgrima a los Juegos Olímpicos (no se participó con equipo hasta los Juegos de 1920).

Los gimnasios son, seguramente, el embrión de los primeros clubes de atletismo. En Madrid, la Sociedad Gimnástica Española (fundada el 2 de marzo de 1887) organiza competiciones atléticas desde primeros de siglo.

El Gimnástico de Tarragona es fundado en febrero de 1886 (hasta 1914 hacían gimnasia y otras actividades, con un número limitado de 15 socios dentro del club social; a partir de 1914 hacen deportes al aire libre, «incluso atletismo»).

También la Federación Atlética Vizcaína tiene su origen en un gimnasio. En 1879, José Zamacois funda la Sociedad Gimnástica Zamacois.

Las primeras publicaciones en idioma español sobre atletismo incluyen secciones de gimnasia y otros deportes atléticos (casi siempre copiando de Francia).

Los franceses se dejan notar sobre todo en Guipúzcoa, y los reglamentos que utiliza la Confederación Española de Atletismo en los primeros años son un calco de los de la Union des Sociétés Françaises de Sports Athlétiques (USFSA).

Los entrenadores de las federaciones regionales y de la nacional serán en la mayoría de las ocasiones alemanes o franceses.

Las primeras federaciones regionales

La Federación Atlética Catalana, la primera en organizarse, celebra una primera reunión preparatoria el 30 de marzo de 1915. En el local de la Real Sociedad Colombófila de Cataluña tuvo lugar, el jueves día 2 de septiembre de 1915, la asamblea de constitución de la Federación Atlética Catalana. En 1916 adoptará el nombre de Real Federación Atlética Catalana, con el que seguirá hasta 1918. La forman 16 clubes.

La Federación Atlética Guipuzcoana tiene su antecedente en la Federación Atlética Donostiarra, creada el 15 de abril de 1915 por Manuel Orbea. Parece que la constitución definitiva se produjo a primeros de junio. Se afiliaron 13 clubes donostiarras, tres de Eibar y uno de Vergara.

La Federación Castellana de Deportes Atléticos, luego Federación Castellana de Atletismo, se inicia con una primera reunión el 24 de agosto de 1916 en la que se acuerda por unanimidad constituir la Federación Atlética Castellana.

Los Estatutos son aprobados en la asamblea (la forman 11 clubes) del 30 de septiembre de ese mismo año. Se tendrán en cuenta los reglamentos de la Unión de Sociedades Francesas de Deportes Atléticos (USFSA). Los Estatutos de la federación Castellana de Deportes Atléticos (aparecerá a veces como FAC y otras como FCA) son aprobados el 10 de octubre de 1918 y editados inmediatamente. Dicen, entre otras muchas cosas, que será misión suya: la organización de pruebas oficiales y la formación y conservación del censo atlético de la región, así como la estadística y movimiento de ré-cords regionales.

La asamblea constituyente de la Federación Atlética Vizcaína se realizó el 3 de diciembre de 1917. Hay que mencionar una primera FAV que organizó pruebas entre 1906 y 1909.

Las regionales adheridas posteriormente a la nacional

Una quinta Federación viene a unirse a las cuatro anteriores: la Federación Atlética Montañesa. A finales de 1918 o principios de 1919, y con el objeto de poder presentar un equipo en el Cross Nacional de San Sebastián, se constituyen en Comité.

La primera reunión para aprobar el Reglamento de la Federación Atlética Montañesa se celebró el día 1 de noviembre del año 1919. La nueva Federación es reconocida legalmente por el Gobernador Civil el 27 de noviembre de 1919.

La Federación Atlética Levantina se debe a José Agulló Aseu-re, presidente de la agrupación de periodistas deportivos de Alicante, que ya asiste a la Asamblea de 1919. En 1928 se integra en la Federación Valenciana, que se había creado en diciembre de 1924.

La Federación Gallega de Atletismo tiene su primer antecedente en la Agrupación Pedestrista Gallega, que asiste a la asamblea del 27 de marzo de 1920 en Bilbao. El 11 de marzo de 1921 son aprobados los Estatutos por el Gobierno Civil de la provincia, y el 27 del mismo mes se reúne la asamblea constituyente.

La Federación Aragonesa de Atletismo, en preparación según el acta de Santander de 1921, tardó algo más en gestarse. A principios de octubre de 1919 se crea la Federación Zaragozana de Sociedades Deportivas. El 2 de enero de 1923 varios deportistas se reúnen en Huesca y tratan de crear la Federación Regional de Deportes. También a primeros de año aparece la Unión Atlética Aragonesa como sección de Atletismo de la Asociación Aragonesa de Cultura Física.

Los documentos indican que es a finales de mayo de 1923 cuando se crea la Federación Aragonesa de Atletismo, que se afilia a la Confederación Española de Atletismo.

Otra Federación a la que también se da como ya fundada es la Federación Atlética Asturiana. En la asamblea de federaciones del 26 de marzo de 1921 figura que los asturianos envían su adhesión y que estaban en preparación. Otra nota, esta vez oficial de la Federación Asturiana de Atletismo del 12 de noviembre de 1927, atestigua su existencia. Se compone de 3 clubes.

La Federación Valenciana de Atletismo. Desde 1908 es posible seguir los resultados de competiciones atléticas celebradas en Valencia y su región. El 25 de noviembre de 1917, en la plaza de toros, tuvo lugar la I Olimpiada Valenciana. Hubo una Federación Levantina, con sede en Alicante, que pervivió hasta 1928. En la Asamblea Nacional del 25 de marzo de 1926, la Federación de Alicante (Levantina) se integra en la de Valencia. El 25 de diciembre de 1924 se constituye la Federación Valenciana de Atletismo, filial de la Real Confederación Atlética Española.

La Federación Navarra de Atletismo. A primeros de 1924 dos sociedades deportivas navarras acaparan el pedestrismo. Intentan afiliarse a la Federación Atlética Guipuzcoana, pero no son admiti-das y se les indica la conveniencia de crear una Federación Navarra.