La publicación de esta obra la realizó

Producciones Educación Aplicada

s. de r.l. de c.v.

para la composición de texto

se usaron los tipos scala,

diseñado por martin majoor,

syntax, diseñado por hans eduard meier,

y regia, diseñado por gabriel martínez meave.

para la composición de las citas se usaron las fuentes

scala, syntax & splendid, ésta última

diseñada por frantisek storm.

interstate, diseñada por tobias frère-jones

y trajan, diseñada por carol twombly.

se terminó de imprimir en febrero de 2009

en los talleres de Green Leaf, S. de R.L. de C.V.

Paseo San Isidro 658 Int. 9

Barrio del Espíritu Santo

C.P. 52149, Metepec,

méxico

“Los hombres no se perturban por las cosas que les suceden, si no por sus opiniones sobre las cosas que suceden”

Epicteto

Capítulo I
Hacia una pedagogía de la no-violencia

1.1 • Campo de aplicación y objetivos de este libro


Este libro pretende ayudarte, maestro, en tu transición hacia la función de facilitador de aprendizaje. Efectivamente, el papel del maestro requiere de una evolución, de un proceso en el cual reconozcas que el conocimiento no es exclusivamente tuyo. En la actualidad cualquier niño es capaz de obtener información amplia sobre la materia de tu especialidad si cuenta con una conexión a internet y sabe cómo buscar información.

Algunos profesionales de la educación me han manifestado sus temores y reservas con respecto al papel del maestro en la escuela del futuro; otros, se aferran a esquemas caducos, intentan seguir con patrones memoristas, dictan apuntes que no han actualizado en años y controlan a sus grupos con amenazas sobre las calificaciones.

Se acabó el tiempo de las vacas sagradas de la educación, tiempo en el cual los maestros eran los únicos poseedores de la información, no aceptaban cuestionamiento alguno de sus planteamientos e incluso castigaban con ironía o agresión abierta el conocimiento o las iniciativas de participación de sus alumnos.

 

“Ojalá puedas hacer una declaración de dignidad para ti mismo y la profesión de maestro cuando reconozcas que tú marcas la diferencia. Que tú representas algo para los alumnos y eres una referencia clave para ellos. Tal vez nunca te des cuenta de la magnitud del impacto que tú produces en la vida de un niño o de un joven. Eres indispensable para esta sociedad y serás respetado en la medida en que seas consciente de que has elegido la profesión más noble que puede haber: la de proporcionar conocimiento y sabiduría para vivir con carácter, virtudes, principios y buenos hábitos”.

Harry K. Wong

 

Este libro pretende ayudarte a crear entornos propicios para el aprendizaje. Auxiliarte en la tarea de convertir tus espacios educativos en ambientes que verdaderamente fomenten el desarrollo de las capacidades de tus alumnos, mediante el reconocimiento, la aceptación y el estímulo de las diversas inteligencias en las que destacan.

El antecedente de este libro es el título Disciplina inteligente. Manual de estrategias actuales para una educación en el hogar basada en valores, el cual escribí pensando en la educación en el hogar y su público objetivo lo constituyen los padres de familia en interrelación con sus hijos. Los principios fundamentales son los mismos; sin embargo, las aplicaciones en el contexto escolar le otorgan una orientación estratégica diferente.

Evidentemente, no es lo mismo tratar de educar a tus hijos en casa que educar a 20, 30 o más alumnos en un aula; además, la escuela persigue objetivos educativos diferentes a los del hogar y, por lo tanto, requiere procedimientos diferentes.

Este libro plantea cómo rescatar tu pasión por educar, cómo restaurarte diariamente y disminuir el desgaste en tu labor docente. Educar, estoy seguro de que lo sabes, puede ser un verdadero placer que le otorga sentido a la vida del educador... y en ocasiones a la del educando.

Este no es un libro que parta del supuesto de que lo estás haciendo mal y por eso necesitas estudiarlo; por el contrario, pretende enriquecer y actualizar tus estrategias para enfrentar los comportamientos inaceptables en la escuela y actuar con eficacia ante ellos.

Es un libro que intenta cerrar posibles brechas entre los valores que ostenta la institución educativa y las prácticas que realmente ocurren en el aula. Habla de las interrelaciones humanas dentro de esa institución, ya que la oferta educativa de una escuela debe revisarse periódicamente de manera detallada a fin de actualizar las estrategias que permitan ser congruentes con ellas.

Este es un libro que le será útil tanto al docente como al directivo, pues trata de la vinculación entre ideario y práctica escolar, aspecto fundamental para corresponder honestamente a los padres de familia que nos confían a los seres que más aman: sus hijos.

En muchas ocasiones los problemas disciplinarios son consecuencia de una didáctica inadecuada, pues los niños y jóvenes de hoy cuentan con una serie de recursos para obtener información mucho más interactivos que los que podemos proporcionar los maestros. Sin embargo, en esta obra nos centraremos en los elementos emocionales y relacionales que generen entre maestros y alumnos el interés y la colaboración mutua, de modo que se ayude a mejorar la atmósfera del aula y ésta sea propicia al aprendizaje.

Tomando las ideas del maestro Harry K. Wong (1), ojalá puedas hacer una declaración de dignidad para ti mismo y para la profesión de maestro cuando reconozcas que tú marcas la diferencia, que representas algo para los alumnos y eres una referencia clave para ellos.

Se trata de que la escuela sea placentera para ti, maestro, gracias a que tus alumnos compartan contigo el placer de aprender con ellos. Se trata de rescatar la raíz de la palabra educar: sacar a la luz lo mejor de ellos y lo mejor de ti.

 

Para ser maestro hay que ser profeta, porque uno está tratando de preparar gente para un mundo que está a 30 o 50 años en el futuro.
Gordon Brown

 

1.2 • Hacia una pedagogía de la no-violencia

 

Se trata de un nuevo llamado por una práctica educativa en la que no haya crueldad social, en la que no haya hostigamiento o abuso entre los protagonistas del acto educativo. Una llamada más, entre tantas, contra la apatía y la inercia, así como contra las relaciones que requieran la sumisión de alguna de las partes.

La pedagogía de la no-violencia intenta eliminar del contexto escolar las prácticas basadas en el maltrato y todas las variantes que se utilizan con el fin de controlar el comportamiento de los menores o simplemente para ejercer poder y dominio sobre los demás. También significa educar en la paz y para la paz, con base en valores primarios y en los derechos humanos.

¿Por qué no mejor nombrarla pedagogía de la paz?

Porque el momento histórico en el que esta obra se realiza es particularmente violento, enfermo y decadente. Porque quiero enfatizar contra qué se debe luchar. Se puede argumentar que al propiciar la paz se erradicará la violencia. Coincido en parte, pero también creo que la violencia está arraigada socialmente de una manera muy perniciosa, y estamos tan acostumbrados a ella que puede pasar inadvertida, por lo que vale la pena no negarla ni en cuanto a su nombre.

Paulo Freire menciona: «…creo que la crisis no es propia de la educación sino que es la crisis de la sociedad toda, es la crisis del sistema socioeconómico en el cual estamos insertos que necesariamente se refleja en la educación… La educación es una práctica eminentemente política. De allí la imposibilidad de implementar una pedagogía neutra. En el fondo, no hay nada neutro».(2) Debemos asumir una posición: o nos oponemos a la violencia con prácticas conscientemente incluyentes o somos parte de la violencia que excluye, que segrega, que somete.

Dependiendo de nuestras prácticas educativas, podemos sacar a la luz lo mejor o lo peor de alguien. La violencia y el miedo, con todas sus variantes, formas y manifestaciones, sacan a la luz lo peor de un ser humano. Sale a la luz lo peor de la víctima y lo peor del victimario. Esta práctica tiene raíces muy profundas y antiguas. Es un cáncer que carcome los cimientos de la autoestima, la creatividad y la iniciativa para intentar lo que en la vida vale la pena.

 

“La tarea fundamental de educadores y educadoras es vivir éticamente, practicar la ética diariamente con los niños y jóvenes; esto es mucho más importante que el tema de la biología, si somos profesores de biología. Lo importante es el testimonio que damos con nuestra conducta. Inevitablemente cada clase, cada conducta, es testimonio de una manera, ética o no, de afrontar la vida”.

Paulo Freire

 

Los niños, al llegar diariamente a su escuela, no están pensando en las materias que van a estudiar sino en las relaciones con sus amigos o, lamentablemente con demasiada frecuencia, en las relaciones con quienes no lo son.

Normalmente se dice que a la escuela “se va a aprender”, considerando exclusivamente los contenidos académicos. No es así. Hacer amigos, tener enemigos, jugar en equipo, solidarizarse con quien cometió una falta o con quien fue víctima de dicha falta, tomar partido, conquistar el primer amor, ser rechazado, saber sobrevivir a los embates de los niños mayores, emularlos; todo esto, y más, es lo primero que los niños aprenden en la escuela. Luego tal vez vendrá, si usas una didáctica adecuada, lo que los programas de estudio intentan enseñar al alumno.

Las prioridades de los niños y jóvenes por lo general no coinciden con las de los adultos.

 

Si partimos de la máxima de que nadie enseña nada sino que cada persona aprende lo que quiere, el profesorado actual se encuentra muy frustrado, ya que su finalidad es “enseñar” un programa y el alumnado lo que desea es aprender a vivir; el alumnado aprende lo que le interesa, desestima lo que se le quiere enseñar y memoriza —sin sentido— conceptos carentes de utilidad que olvida en cuanto “puede comenzar a vivir”. Y mientras esto sucede, durante casi dieciocho años de la vida, para unos, y una media de casi cuarenta años para otros, una estructura de piedra, rejas, puertas cerradas, castigos, calificaciones, horarios rígidos, programas, exámenes, etcétera, ahoga las ansias de vida y felicidad de unos y otros.

Pasarse la vida profesional tratando de imponer a la gente joven el aprendizaje de unos larguísimos programas, realizando constantes y traumáticos exámenes, aburridísimas evaluaciones, otorgando implacables notas y frustrantes suspensos... con uno que otro aprobado y pocos notables y sobresalientes, no parece un resultado muy gratificante para la realización personal de los trabajadores de la enseñanza y la educación. No es de extrañar el índice tan alto de profesionales de este ramo que sufren depresiones u otras psicopatologías.

Sabemos que un estado de frustración continuo ocasiona más o menos manifestaciones de violencia y esa violencia se hace manifiesta en las relaciones existentes entre alumnado y profesorado, alumnado contra alumnado, profesorado, alumnado y familias en desacuerdo y con finalidades e intereses diferentes. Todo un cúmulo de realidades que consigue que nos encontremos con unas generaciones jóvenes desajustadas, violentas, competitivas, discriminativas, apáticas, acríticas, apolíticas y expresamente conservadoras. Todo ello, consecuencia directa del sistema educativo que se padece.

Toda esta situación ha producido una importante crisis de valores, porque se han considerado valores el dinero y el éxito personal, por encima de los valores humanos universales. Y la escuela se ha hecho eco de ellos y ha colaborado en desestimarlos y obviarlos, mientras potenciaba un sistema competitivo que reforzaba la construcción de personalidades carentes de objetivos “nobles” en sus vidas, buscando una cotidianeidad acomodaticia, sin compromiso y explícitamente conservadora».

Josefa Martín Luengo (3)

 

La escuela proporciona conocimientos, saberes, pero principalmente sirve como laboratorio de relaciones interpersonales y de habilidades sociales. Lamentablemente, no todas las escuelas enfatizan suficientemente la enseñanza de habilidades sociales, de acuerdo con las necesidades de la mayoría de los niños que tienen problemas con ellas. La convivencia es fuente de posibilidades y fuente de conflictos, manantial de dichas y desventuras.

La escuela es el reflejo de la sociedad en la que está inserta; sin embargo, no debe claudicar de su misión fundamental: proponer mejores formas de convivencia.

La escuela es el sitio donde muchos niños pueden adquirir hábitos útiles para hacer frente a su vida, pues en muchas ocasiones la familia no les ofrece aprendizaje funcional sino todo lo contrario; muchos hogares fomentan la neurosis y la incapacidad de sus hijos para hacer frente a la vida de manera autónoma y constructiva.

En la escuela se funda el futuro. La escuela es la institución social que representa el pasaporte para ingresar al futuro y, por lo tanto, debe marcar pautas y romper esquemas viciados que evidentemente no han dado, no dan y no darán resultados.

Los valores son su punto de partida y su fin.

La pedagogía de la no-violencia es un llamado a crear un futuro basado en valores primarios que penetren en todas nuestras elecciones: respeto, responsabilidad, honestidad. La aplicación de estos valores en las diversas esferas de la vida de una persona nos dará la posibilidad de que el respeto por los derechos humanos sea verdaderamente una práctica cotidiana.



Para algunos niños, la escuela es su único salvavidas. Una isla donde pueden tener amigos, conocer la solidaridad y el compañerismo que un hogar en crisis no les puede ofrecer.



No se trata solamente de desarrollar las habilidades de los alumnos, sino de desarrollar su capacidad para elegir en un marco de valores, a fin de que den un uso constructivo a sus habilidades.

Como diría Germán Dehesa, es tiempo de que nuestros hijos y alumnos “observen que la decencia es un elemento indispensable para vivir civilizadamente en sociedad, contrarrestando las cam-pañas de medios empeñados en ‘informar’ mediante noticias exclusivamente de nota roja. Es tiempo de que observen que el trabajo recompensa, que no siempre ganan los tramposos y los perversos, que se puede alcanzar la dicha sin consumir todo lo que la publicidad nos muestra, que se pueden sobrellevar las penas y se puede ascender económica y moralmente sin necesidad de atropellar a nadie”.

La ciencia sin conciencia es peligrosa. Los conocimientos no son suficientes. Los saberes sin valores que los encaucen pueden ser peligrosos. Esto puede significar que las personas con conocimientos lleguen a ocupar puestos de poder y los utilicen con fines mayormente destructivos para su entorno social. Esta es una realidad que todos conocemos y hemos padecido.

Alcanzar la excelencia académica es un factor clave para el futuro profesional y económico del alumno, pero el dinero o el éxito profesional no sustituirán el valor que tendrá para su vida desenvolverse como un buen padre o una buena madre de familia, un buen hijo o como alguien capaz de llevar una relación de pareja viva y nutricia.

La pedagogía de la no-violencia sugiere que los principios de universalidad, humanismo, socialización y ética se coloquen por encima de la formación tecnológica, la cual debe ser orientada por ellos.

Uno de los principales propósitos de esta pedagogía es formar seres humanos sensibles a los problemas del mundo que habitan y no sólo personas con metas de consumo.

El término más afortunado que se ha acuñado para este concepto es educación emocional (4), la cual está encaminada a favorecer la madurez emocional del sujeto, permitiéndole comprender y trabajar con los demás, así como comprenderse y trabajar consigo mismo.

Estamos frente a una revolución emocional que afecta la psicología, la educación y la sociedad en general, y esta revolución propone que la educación emocional llegue a la práctica educativa para crear metas orientadas hacia la estructuración futura de la sociedad de forma tal que posibilite un mundo más inteligente y más feliz.La escuela es la institución social con más posibilidades de influir positivamente en las familias y los individuos. La escuela debe rescatar su misión propositiva para el cambio social.

 

1.3 • Los objetivos de la escuela tradicional

 

Cuando cargamos un recién nacido no vemos a un niño inteligente o torpe; vemos el milagro de la vida que se reproduce a sí misma. La pérdida de la conciencia es la mayor pérdida que nos acarrea el sistema prevaleciente de educación, en la escuela y fuera de ella.
Peter Senge

 

De acuerdo con la tesis de Peter Senge (5), el objetivo fundamental de la escuela tradicional es insertar a los egresados en un mundo de corte industrial, cuyas prioridades son la productividad, la eficiencia, las utilidades y “el éxito”.

El sistema escolar de la era industrial está diseñado a imagen de las líneas de montaje y producción de las fábricas. El conocimiento está fragmentado, especializado. La escuela funciona de manera uniforme, con timbres o chicharras y con supervisores tipo capataz que se aseguran de que los alumnos (obreros) hagan lo que deben hacer.

El maestro/supervisor debe cubrir un programa en un tiempo determinado sin considerar variables de velocidad, preferencias o posibilidades de aprendizaje de sus alumnos; primero está el programa, luego el alumno. Es un modelo de escuela separada de la vida diaria, del alumno, de escuela gobernada de manera autoritaria, destinada a dar un producto estándar.

Una de las grandes mentiras de la escuela tradicional es la creación de clasificaciones artificiales para los alumnos: “listos y tontos”, “aplicados y burros”. Los que no aprenden a la velocidad de la línea de producción corren el riesgo de considerarse scrap (desecho, lenguaje utilizado en el mundo industrial) y simplemente unirse a las filas de los desertores escolares.

 

“Hemos convertido la escuela en una tribuna donde hay un auditorio condenado a escuchar, aunque sea de un modo aburrido y somnoliento. Hemos reducido la escuela a un lugar para aprender cosas, cuando debe ser un lugar para vivir, relacionarse, cooperar. Un lugar de amistad y de encuentro”.

Dr. José María Valero García

 

La curiosidad natural del niño por aprender y construir conocimiento no es considerada en absoluto; el maestro debe saber “motivarlo”, aunque este concepto no se entienda del todo y presuponiendo, erróneamente, que el alumno es un sujeto pasivo que requiere de estimulación externa, pues es incapaz de autogenerar interés por los contenidos o actividades escolares.

La disciplina, en lugar de ser un proceso que a la larga conduzca a una conducta auto regulada, de auto contención, de aprendizaje para la convivencia civilizada, se convierte en una serie de reacciones punitivas de los adultos ante los estímulos que los menores presentan, faltando a las reglas y fomentando la doble moral para evitar castigos.

La evaluación sirve para pasar exámenes que no necesariamente muestra las competencias. Guy Avanzini (6)menciona: «Se considera fracasado al alumno cuyas notas son generalmente inferiores a la media que se sitúa al final de la clasificación. Sin duda se trata de determinaciones relativas y parcialmente discutibles, ya que podría objetarse con razón que el sistema de notas es muchas veces criticable».

En la escuela tradicional, el estudiante es el producto del aprendizaje y no el creador del aprendizaje. Es un objeto pasivo que no influye en su propio proceso. En una sociedad industrial, se puede decir que este modelo educativo funciona (con reservas) para sus propios fines, pero en una sociedad convulsionada por la transición tecnológica, en la cual los modelos y papeles sociales están transformándose profundamente, la escuela tradicional ha quedado rezagada y en muchos casos ha caducado.

 

Hemos hecho una escuela triste, monótona, pasiva. En no pocas escuelas predomina la rutina, el cansancio, el aburrimiento. Es interesante ver un aula de estilo tradicionalista cuando el maestro se ausenta de la clase. Al instante se percibe una sensación de liberación, que se traduce inmediatamente en jolgorio e indisciplina.
Dr. José María Valero García (7)

 

“La ironía del punto de vista deficitario está en que sustituye el autodominio por un dominio ejercido por padres y maestros. En lugar de cultivar el sentido de responsabilidad personal del niño haciéndole ver las consecuencias de sus actos, lo que hace en realidad es provocarle un hondo sentido de victimización y falta de responsabilidad”.

Peter Senge

 

Volviendo a citar a Peter Senge (8), los principales objetivos de la escuela tradicional nacen de supuestos erróneos, algunos de los cuales son:

 

Suposición errónea 1: La “perspectiva deficitaria del aprendizaje”. (9) La cual parte de la creencia de que la escuela existe para compensar fallas innatas del estudiante mismo. Siendo la estandarización de resultados el gran objetivo de la escuela, toda desviación es considerada un defecto.

Todo alumno diferente es visto como algo que no encaja en la línea de producción y tiende a desecharse del sistema. Al reprobar o ser criticados por no desempeñarse de acuerdo con el estándar esperado, los niños son golpeados seriamente en su autoestima e interiorizan un par de conclusiones sencillas pero devastadoras:

"A mí no me respetan” y “Yo no valgo”.

Dice Senge: La perspectiva deficitaria supone que algo está roto y hay que arreglarlo. Es una manera razonable de pensar en las máquinas porque las máquinas no se pueden arreglar ellas mismas. Pero es una pobre manera de ver los sistemas vivos, como son los niños que crecen y evolucionan por su propia cuenta.

Esta perspectiva es especialmente nociva, pues la mayoría de los adultos la damos por hecho y no se discute, pues tiene antecedentes que van más allá de la era industrial; incluso algunas actitudes religiosas señalan que los niños nacen malos y “hay que volverlos buenos”. La psicoanalista alemana Alice Miller (10) cita el aterrador término Pedagogía Negra (Schwarze Pädagogik) para referirse a la práctica dirigida a quebrantar y quitarle la voluntad al niño mediante diversos métodos como manipular, amedrentar, quitar el cariño, aislar, desconfiar, humillar, despreciar, burlarse, avergonzar y aplicar la violencia.

Aunque son innegables los avances contra la pedagogía negra y en su mayoría las escuelas ya no son los centros represivos de antaño, desgraciadamente algunos de sus métodos sobreviven en muchos hogares y en algunas escuelas.

 

“Es hora de que las escuelas, así como los padres, empiecen a centrar su atención en las capacidades interiores de todos y cada uno de los niños. Hemos sabido durante muchos años que los seres humanos utilizamos sólo una mínima fracción de nuestro potencial. La parte del cerebro que prospera mediante hojas de ejercicios y conferencias de los profesores probablemente ocupa menos del uno por ciento del total disponible para el aprendizaje”.

Thomas Armstrong (11)

 

Incluso muchos padres de familia sufren y se descalifican a sí mismos como tales al tener un hijo que reprueba o tiene malas calificaciones, considerándolas como criterio o referencia válida para evaluar su propio desempeño como padres. Algunos, al observar los problemas escolares que padecen sus hijos, recuerdan sus propias angustias cuando estaban en edad escolar y le proyectan diversas ansiedades mediante exigencias neuróticas.

Un niño que reprueba su primer examen de aritmética probablemente no llegue a la conclusión de que las respuestas eran equivocadas, sino de que él mismo es una equivocación. Experimenta su avance o su retroceso en la escuela como una auto evaluación positiva o negativa de su persona.

 

Suposición errónea 2: El aprendizaje es un proceso exclusivamente intelectual. Como lo explica Howard Gardner (12), el aprendizaje involucra toda una serie de inteligencias que abarcan destrezas musicales, visuales, cinéticas, interpersonales, emocionales, al igual que intelectuales-cognitivas. El énfasis que las escuelas tradicionales ponen en el proceso cognitivo, hace que muchos niños con habilidades en otras áreas e inteligentes de forma diferente, tengan una pobre imagen de sí mismos al creerse incapaces, por su imposibilidad para “estarse quietos y atentos”, de aprender. Cada quien posee énfasis en diferentes canales corporales para procesar la información del medio ambiente. De acuerdo con la tesis de la Programación Neurolingüística o PNL (13), hay tres clases de sistemas de representación para entrar en contacto con la realidad: auditiva, visual y cinética; es decir, cada persona estructura las percepciones provenientes de los sentidos en forma diferente; hay personas que aprendemos mejor escuchando, otros observando y otros haciendo y manipulando objetos.

 

“Más educación puede ayudarnos sólo si produce más sabiduría”.

E. F. Schumacher (14)

 

La escuela tradicional simplemente hace que los niños se sienten quietos y escuchen, viendo un pizarrón sobre el que el maestro escribe. Por supuesto, para el cinético la clase será desesperante y probablemente sea acusado de “hiperactivo” y se le obligará a ser valorado para ver si presenta algún trastorno neurológico.

Se considera que materias como matemáticas, física o química son indispensables, y arte o deportes son opcionales o menos importantes. ¿Por qué? ¿Para quién? ¿Por qué el desprecio hacia aquellas actividades no relacionadas con la lógica y la cognición? No creo que en la actualidad alguien se atreva a decir que un deportista o un artista no logre hacerle frente a la vida y necesariamente “fracasará” económicamente. Además, ¿es la economía el único indicador que estamos usando para evaluar el éxito?

Si se considera que el aprendizaje es un asunto puramente intelectual, que sólo se aprende con la cabeza, entonces el resto del cuerpo se podría dejar a la entrada del salón de clase. El resultado es un ambiente pasivo de aprendizaje.

 

Todos los niños pasean cada día por los pasillos de su escuela llevando a cuestas su perfil mental, una lista en parte oculta de virtudes y defectos personales. Y este perfil es puesto a prueba cada instante a lo largo de la jornada escolar. Algunos niños tienen la suerte de contar con perfiles que encajan perfectamente con las expectativas ajenas, mientras que otros cargan con perfiles que no concuerdan con estas exigencias... Creo que gran parte de la educación de los niños consiste en ayudarles a superar las épocas en las que se sienten incompetentes. Esto es algo que nos pasa a todos de vez en cuando.
Mel Levine (15)

 

Suposición errónea 3: El buen desempeño escolar garantiza el éxito en la vida. Se nos hace creer que una mala calificación es una especie de boleto al infierno futuro: “Serás un don nadie”. La vida es mucho más que lo que la escuela puede ofrecer. El supuesto de que quien tiene buenas calificaciones es automáticamente inteligente y el que reprueba es por default un tonto, es una falacia dañina, muy dañina.

 

“El mundo no es. El mundo está siendo... No sólo soy objeto de la Historia sino que soy igualmente su sujeto... Al comprobar, nos volvemos capaces de intervenir en la realidad, tarea incomparablemente más compleja y generadora de nuevos saberes que la de simplemente adaptarnos a ella... Nadie puede estar en el mundo, con el mundo y con los otros de manera neutral... En mí la adaptación es sólo el camino para la inserción, que implica decisión, elección, intervención en la realidad... ¿A favor de qué estudio? ¿A favor de quién? ¿Contra qué estudio? ¿Contra quién estudio?... Cambiar es difícil pero es posible”.

Paulo Freire (16)

 

De hecho, la dosis de estrés que acompaña los exámenes, los festivales escolares donde se reconoce a los mejores estudiantes, los padres que presionan para que sus hijos aparezcan en el cuadro de honor, son formas de preparar el terreno para el combate despiadado, sin ética y de doble moral que caracteriza a nuestra decadente sociedad. Seguramente recordarás algunos casos de estudiantes pésimos cuya vida no fracasó, pues tuvieron la fortuna o las agallas de demostrarse a sí mismos que tenían talentos que, aunque en la escuela no eran valorados, en la vida son muy útiles. En mi caso personal, todavía recuerdo a un compañero de secundaria etiquetado como problemático y “burro”, que sin embargo, era el único que siempre tenía dinero propio, pues poseía una gran habilidad para vendernos lo que todos necesitábamos en el momento oportuno: sándwiches, refrescos, gomas, estampas, etcétera, y además era una persona muy agradable y siempre con conversación interesante. A pesar de que iba a exámenes extraordinarios en casi todas las materias, en su vida le ha ido bastante bien, y no sólo económicamente.

Citando a Juan Domingo Argüelles (17), la empresa escolar ha obedecido casi exclusivamente a la preocupación dominante de mejorar las técnicas de adiestramiento para que el animal sea rentable; es decir, en lugar de proporcionar una educación humanista, se transita por el camino de las conveniencias, que conduce, nada más, a la certeza de un empleo y un salario, y a últimas fechas ni siquiera a esa certeza: tan sólo a una vaga esperanza de un posible empleo futuro.

 

“Toda la educación parte de una determinada imagen del futuro. Si la imagen del futuro que tiene la sociedad es gravemente imprecisa, su sistema de educación traicionará a su juventud”.

Alvin Toffler

 

Aquellos conocimientos que no se adquieren en las aulas acaban teniendo el estigma de la duda, de la sospecha y hasta de la invalidez: como si únicamente la escuela pudiera generar educación.
Raoul Vaneigem (18)

 

Así las cosas, vale la pena plantearnos una misión clara para el acto educativo. Si pretendemos tener un mejor futuro, debemos tener una imagen de dicho futuro y educar en esa dirección a nuestros niños; de otra forma, la inercia de la decadencia nos puede arrastrar de manera irremediable.

 

1.4 • La posible misión de la escuela posible

 

¿Qué es una misión para cualquier organización productiva?

Es su razón de ser, es la respuesta a la pregunta que todo grupo debe hacerse a sí mismo: ¿para qué existimos?

Como parte de una profunda revisión escolar, es necesario hacerse esta pregunta y que los directivos la respondan de manera concisa. No dar nada por hecho o por entendido, sólo se deberá enfatizar la razón de ser de la escuela.

"Esta institución educativa existe para....”, podría ser un buen inicio para la redacción correcta de una misión clara y concisa, que toda la comunidad educativa conozca, entienda y comparta.

En términos generales, y con variantes en su redacción, una misión educativa debería incluir la idea de contribuir al desarrollo humano de todos los integrantes de la comunidad educativa.

Por desarrollo humano entiendo el florecimiento de atributos y capacidades que contemplen las siguientes esferas de la vida:

una

El concepto de desarrollo humano que expongo a lo largo de esta obra incluye estos aspectos, y parto del supuesto de que compartes conmigo que el desarrollo de tales esferas es un propósito educativo por el que vale la pena trabajar con pasión y vocación, invirtiendo tu energía vital en él.

Estos seis aspectos deben considerarse en cualquier proyecto educativo, sea familiar o escolar. De hecho, en una sociedad civilizada la función primordial de los adultos respecto de los menores, es contribuir a su desarrollo humano integral.

Esta función debemos desarrollarla directamente con nuestros hijos, en nuestra propia familia, pero la institución social que los seres humanos hemos creado para este fin, y a la que por antonomasia le corresponde esta función, es la escuela.

La escuela debe ser un centro para el desarrollo físico, intelectual, emocional, ético, espiritual y social de sus alumnos. Toda oferta educativa debe partir del principio de que el cambio es posible en todas y cada una de estas esferas, de que podemos ser mejores de lo que somos en la actualidad.

Los objetivos, contenidos, metodologías, actividades, la “transversalidad de contenidos en el currículum”, etcétera, deberán contemplar todos y cada uno de los factores arriba enunciados —alineándolos para su desarrollo— y considerarlos para su evaluación.

Considéralo en detalle. Las carencias en el desarrollo físico, las atrofias intelectuales, el daño emocional, el retraso moral, el vacío espiritual y la conducta antisocial, son la base de todos nuestros males.

Los adultos no estamos haciendo lo suficiente por nuestros niños, y los efectos de esta insuficiencia la padecemos todos. Basta verla descomposición y el deterioro de lo que nos rodea social, política, económica y moralmente.

Sé que en el campo educativo somos muchas las personas, profesionales y no profesionales, que deseamos marcar la diferencia en este sentido. Sin embargo, tenemos que empezar por replantearnos a fondo hacia dónde vamos, para entonces revisar lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo.

Una educación que no se base en el miedo puede ser un buen punto de partida. Una educación sin simulaciones o manipulaciones. Generar un cambio social que, aunque difícil, es posible mediante niños sin miedo, capaces de amar la vida e interesarse en ella.

 

La finalidad de la educación —en realidad la finalidad de la vida— es trabajar con alegría y hallar la felicidad. Felicidad quiere decir interesarse en la vida o responder a la vida no sólo con el cerebro, sino con toda la personalidad... La educación debe ser a la vez intelectual y afectiva.
Erich Fromm (19)

 

¿Cuál debería ser el resultado deseable de la educación? Bruno Bettelheim lo expresa de manera clara y brillante: “Amar y ser amado por las personas con quienes se comparte la vida, así como ser útil a la sociedad, de tal modo que puedas enorgullecerte justificadamente de lo que consigues hacer, a pesar de las inevitables penalidades de la vida y prescindiendo de lo que otros puedan pensar de tus logros”. (20)

Debemos estar a favor de que los hijos se independicen de sus padres y se hagan realmente autónomos; estar a favor de que amen la vida y sean promotores de ella. Esto implica estar en contra de quien suprime la libertad humana y promueve una cultura de la muerte directa o indirectamente.

 

“Sólo el individuo autónomo puede ser realmente solidario, porque sólo él puede elegir entre serlo o no serlo”.

Fernando Savater (21)

 

Hay que tomar partido por la vida y los valores que la convierten en experiencias significativas, profundas, disfrutables.

Por lo tanto, los valores morales que la escuela ostente deberán ser suficientemente explícitos en su ideario, con el fin de que toda la comunidad educativa tenga claro un punto de partida desde el cual orientar sus decisiones hacia el propósito que su misión escolar le marque.

Los valores morales son guías para la toma de decisiones y poseen contenidos cognitivos y afectivos. De hecho, podrían describirse como guías afectivo-cognitivas para la toma de decisiones, e influyen de manera determinante en las relaciones interpersonales, en los usos y costumbres escolares, así como en los estilos disciplinarios que la escuela acostumbra practicar.

Con frecuencia, el tema de los valores tiende a ser vago y ambiguo; algunos lo consideran un tema estrictamente teórico y poco práctico. Sin embargo, podemos observar que tanto padres de familia como educadores estamos ávidos de información y estrategias prácticas al respecto. En el capítulo correspondiente a los valores se profundizará en estos conceptos y estrategias.

Existen algunas escuelas cuya oferta educativa pregona una serie de objetivos o intenciones pedagógicas que no coinciden con lo que ocurre en el interior de sus aulas respecto de sus métodos, prácticas y sistemas disciplinarios; por ejemplo, se ofrece “el desarrollo creativo del niño”, y nos encontramos con niños a quienes se les exige sujetarse implacablemente a patrones de trabajo totalmente rutinarios, que operan sobre la base de la obediencia y el miedo. ¿Y la creatividad ofrecida? ¿Qué espacios se ofrecen y qué metodologías se aplican para el desarrollo creativo?

Otras escuelas proponen la autonomía del individuo como objetivo final de su proceso formativo. Sin embargo no se llevan a cabo programas debidamente estructurados de valores, que sustenten dicha autonomía y, sobre todo, que la guíen. En ocasiones, dichos in-tentos de programas de valores se limitan a colocar el “valor del mes” en cartulinas por diversos espacios de la escuela y en el periódico mural, pero dicho valor no aparece transversalmente en el currículo que trabajan todos los maestros de la escuela.

 

“El sistema educativo está más interesado en enseñar conocimientos que en saber si los jóvenes estarán vivos la semana que viene para poderlos utilizar. Manifestaciones del analfabetismo emocional entre jóvenes en edad escolar son: depresión, ansiedad, estrés, desórdenes de la comida (bulimia, anorexia), suicidios, violencia, delincuencia, drogas, alcoholismo, conducción temeraria, etcétera. Todo ello tiene una incidencia social preocupante y supone elevados costes económicos y humanos. Nadie está exento de riesgo... Es urgente la alfabetización emocional”.

Rafael Bisquerra Alzina (22)

 

La escuela actual debe dejar de ser “el rito de iniciación que conduce a una sociedad orientada al consumo progresivo de servicios cada vez más costosos e intangibles” (23) y dejar de producir “analfabetas” emocionales de alto nivel académico.

La escuela contemporánea está obligada a incluir en sus programas el desarrollo de habilidades para la vida, no sólo para que se aprueben los exámenes y se crea entonces, gracias a la aprobación, que los alumnos estarán listos para enfrentarse al mundo. Es indispensable proporcionar a los estudiantes competencias y habilidades sociales que les permitan tomar decisiones acertadas en sus respectivas vidas y para que superen inclinaciones neuróticas y auto derrotistas (de origen familiar y social). En la actualidad se cuentan con abundantes recursos para hacerlo, tales como las enseñanzas derivadas de la teoría de las inteligencias múltiples (24), los enfoques de la terapia racional emotiva o cognitiva-conductual (25), la difusión de los conceptos de inteligencia emocional de Daniel Goleman (26) y estos mismos aplicados a los niños (27), las habilidades de relaciones interpersonales planteadas por Mel Silberman (28), el manejo de técnicas de asertividad y del manejo de la agresividad (29), guías prácticas para la prevención de conductas destructivas de niños y adolescentes (30). Entre otros recursos disponibles, éstos hacen injustificable que las escuelas de hoy no hagan lo suficiente para proporcionarle a su comunidad (alumnos, padres y maestros) elementos que les ayuden a hacer frente a la vida de manera más plena y satisfactoria.

La escuela no puede limitarse a desarrollar contenidos académicos, debe evolucionar y proporcionar competencias y habilidades que mejoren la calidad de la vida en sociedad. A esta revoluciónemocional contemporánea se le puede llamar Educación Emocional, y a la escuela actual le corresponde actuar como principal promotora comprometida con el cambio social.

La disciplina inteligente planteada en la presente obra, fomenta y refuerza, en su intento por regular el comportamiento social en la escuela, dicha educación emocional.

 

Volviendo a la tesis de Peter Senge (31), el proceso educativo se debe sustentar sobre:

De otra manera, la escuela perderá vigencia y se volverá obsoleta.

Hay muchos autores contemporáneos que observan la necesidad imperiosa de estos cambios.

Según Gordon Dryden y Jeannette Vos (32), debido al hecho de que cada estudiante puede obtener información por su cuenta cuando así lo requiere, el papel principal del profesor ya no será el de un proveedor de información; llegan los autores al extremo de asegurar que el antiguo modelo escolar está tan muerto como la revolución industrial que lo generó. El aprendizaje sólo puede ser efectivo, afirman, si nos permite a cada uno vincularnos directamente con las necesidades de la nueva era.

Los grandes educadores han sabido siempre que el aprendizaje no es algo que se limite a las aulas, o que tenga que efectuarse obligatoriamente bajo la supervisión de profesores.

Algunos temen que la tecnología deshumanice la educación formal. Pero cualquiera que haya visto a los niños trabajar juntos con una computadora, o que contemple la interacción de los estudiantes entre aulas separadas por océanos, sabe que la tecnología puede humanizar el entorno educativo.

Las corporaciones están reinventándose a sí mismas en torno a las flexibles oportunidades que brinda la tecnología de la información; las aulas tendrán que cambiar también.

La lentitud con que las escuelas adoptan la tecnología es reflejo, en parte, del conservadurismo que existe aún en muchos lugares de la esfera educativa. Denota incomodidad o incluso aprensión por parte de los profesores y administradores… También refleja los minúsculos presupuestos escolares asignados a la tecnología educativa.

La escuela primaria o secundaria común va considerablemente a la zaga de las actividades económicas en lo que se refiere a disponibilidad de nueva tecnología de la información. Los niños familiarizados con los teléfonos celulares, con los sistemas de correo electrónico y con las computadoras personales ingresan en jardines de niños donde los pizarrones y los proyectores de transparencias evidencian el rezago tecnológico.

Bill Gates (33)

 

Además, independientemente de los posibles métodos que la escuela adopte, otro tema central respecto de su misión es el de los contenidos; es decir, qué debe enseñarse en las escuelas.

Howard Gardner (34), autor múltiplemente citado en esta obra, plantea que existen tres elementos que deben animar la educación:

 

“La calidad de nuestro pensamiento determina la calidad de nuestro futuro”.

Edward de Bono

 

La verdad. Saber distinguirla de lo falso.

La belleza. Saber diferenciarla de lo vulgar.

La moralidad. Saber decidir, diferenciando lo bueno de lo maligno.

 

Estos elementos deben integrarse como parte del “currículum oculto” de los contenidos y actividades escolares. Ciencias y humanidades. Arte, ética, todas las posibles materias deberán tener estos tres factores implícitos.

Respecto a las metodologías de enseñanza-aprendizaje, se deberán adoptar, eclécticamente, todas las opciones posibles del llamado aprendizaje acelerado, los maestros deberán comprender y practicar su nuevo papel como facilitadores para fomentar alumnos capaces de autogestionar su propio aprendizaje.

Ha muerto la escuela en la que el maestro habla y el alumno sólo escucha y almacena (en el mejor de los casos).

 

En la edad media no se disponía de libros y por tanto no había otra solución que escuchar a los grandes maestros.
Dr. José María Valero García (35)

 

Con tantas facilidades que ahora existen para que el estudiante obtenga información, el maestro debe ser un estimulador del deseo de aprender, debe ser capaz de despertar el interés en el tema, relacionando su materia con la vida cotidiana de sus alumnos. Debe ser una especie de traductor, de vinculador del conocimiento con la sabiduría, la cual es más que el conocimiento, ya que es la aplicación sensata del conocimiento.

Según Edward De Bono (36), el conocimiento consiste en profundizar cada vez más en un mismo tema hasta hacerse especialista en las particularidades del mismo; es como cavar cada vez más profundamente en un mismo punto. La sabiduría sería más parecida a subirse a un montecito para tener un panorama más amplio; no esprofundizar en un mismo punto, es ser capaz de percibir más puntos y relaciones entre diferentes temas para su aplicación juiciosa.

Aunque no se tenga la profundidad en un solo tema, se tiene la percepción ampliada que permite relacionar más elementos con una determinada realidad. Entonces, la sabiduría es percepción ampliada, es conciencia de las diferentes opciones que tengo para aplicar mis conocimientos.

 

... pues el conocimiento no es lo mismo que la información, las sociedades actuales son sociedades de la información pero con muy poco conocimiento. El conocimiento es reflexión sobre la información, es la capacidad de administrarla, de organizarla, de jerarquizarla, de desechar lo trivial y retener lo importante.

Fernando Savater (38)

 

Una de las principales funciones del maestro actual, realmente comprometido con el aprendizaje significativo, es trabajar sobre las interpretaciones que los alumnos construyen de la realidad (39), modificar el significado de lo que perciben, no sólo explicar sin saber si realmente aprenden.

Hay que recordar nuestra intención pedagógica básica: aprender no significa repetir la información presentada, sino transformar nuestra interpretación de la realidad para mejorar las condiciones de nuestras vidas.

El aprendizaje es una actividad inteligente porque no consiste en registrar la información de una fuente (profesor, libro, película, etcétera) sino en construir por sí mismo una imagen útil de hechos y actividades que haga posible el actuar con facilidad en diversas circunstancias. Modificar los significados es el requisito indispensable para modificar las conductas.

 

“Si hemos sido capaces de cambiar el mundo natural, que no lo hicimos, que ya estaba hecho, si mediante nuestra intervención hemos sido capaces de agregar algo que no existía, ¿cómo no vamos a ser capaces de cambiar el mundo que sí hicimos, el mundo de la cultura, de la política, de la explotación y de las clases sociales?”

Paulo Freire (37)

 

Lo que cambia la práctica es el ser consciente de las propias teorías.
J. Elliot (40)

 

Por lo tanto, redefinir la misión de la escuela es hacer un alto en el camino para abrir un espacio a la autocrítica y para tomar conciencia de nuestra propia teoría educativa, y como en el caso del alumno que transforma su modelo de la realidad para interpretarla de manera diferente, esta conciencia nos permitirá cambiar nuestra práctica educativa y estar a la altura del reto que los niños y los jóvenes de hoy nos imponen.

¿Cuál es la misión de tu escuela? El futuro de nuestra sociedad y de nuestros hijos depende de tu claridad al respecto.

“Sin bondad ni amor,
no estamos educando correctamente”.

J. Krishnamurti (1)

Capítulo 2
La disciplina inteligente en la escuela inicia con la disciplina preventiva en el aula

 

2.1 • Estilos disciplinarios en la escuela

 

El término disciplina tiene muchas y variadas acepciones y contambién notaciones, es decir, no sólo tiene significados diferentes sino también se asocia conciente o inconscientemente con diversas prácticas y contextos.

La raíz del término, transcribiendo su etimología, se presta para asociar la palabra con aspectos particularmente represivos:

Disciplina “doctrina, ciencia”, 2ª mitad S. XIII; “sumisión a las reglas”, “azote de penitente”, 1335: lat. Disciplina “enseñanza, educación, disciplina”; disciplinar “someter a disciplina”, 1490; “azotar”, 1611…” (2)

"Disciplina viene de la forma latina disciplina derivada del verbo discere ‘enseñar’. Los mismos dos sentidos que conserva el español estaban presentes en latín, de modo que disciplina(3)