Advertencia

Este libro contiene sugerencias y consejos para comenzar a introducir alimentos sólidos en la dieta de tu hijo. No sustituye la atención ni el consejo médicos. Todos los niños y todas las familias son diferentes, así que te pedimos que comentes este proceso con tu pediatra y otros miembros de tu equipo de apoyo.

Agradecimientos

Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no entregarlo.

WILLIAM ARTHUR WARD

A Jani Moore: si no fuera por Chris y tú, ni siquiera sabríamos de la existencia de este asombroso e increíblemente lógico modo de alimentar a nuestras hijas. Vosotros nos aportasteis el coraje necesario para ser audaces y hacer oír nuestra voz.

A nuestra editora, Nicole Frail: gracias por contestar nuestras interminables preguntas, aportarnos observaciones estupendas y ayudar a que Todo sobre el baby-led weaning se hiciera realidad.

A nuestro agente, Matt Wagner, de Fresh Books, Inc.: gracias por apoyarnos y por tu infatigable búsqueda de un hogar adecuado para Todo sobre el baby-led weaning.

A nuestros asombrosos revisores expertos que dedicaron su tiempo desinteresadamente para mejorar nuestro libro. Gill Rapley: sin ti, nunca habríamos conocido el baby-led weaning. ¡Eres una pionera y tus opiniones fueron muy útiles! Katja Rowell: tu apoyo y revisiones nos ayudaron a hacer de Todo sobre el baby-led weaning un gran recurso para todos los nuevos padres. Nos sentimos honradas de haber podido utilizar recursos de tus maravillosos libros en Todo sobre el baby-led weaning. A Jacqueline Henry: nos ayudaste a ver a través de los ojos de una disciplina diferente y nos ofreciste sugerencias estupendas para hacer que este libro les resultara más fácil de usar a los padres. Gracias a todas por ser las primeras críticas de Todo sobre el baby-led weaning. ¡Nuestra editora también os lo agradece!

A nuestra editorial, Skyhorse: os agradecemos muchísimo que nos dierais una oportunidad. Apreciamos todo lo que habéis hecho para que Todo sobre el baby-led weaning fuera exactamente como lo queríamos.

A nuestra diseñadora de portadas, Jenny Zemanek: te dimos un montón de detalles aleatorios y fuiste capaz de crear una portada preciosa y feliz que refleja justo lo que queríamos. ¡Gracias!

A nuestra ilustradora, Holly Kennedy: tus dibujos hicieron que nuestras palabras cobrasen vida y creaste imágenes divertidas y adorables para transmitir nuestras ideas. Apreciamos todo el tiempo que le dedicaste al proceso y nos encanta que también seas una mamá comedora nata.

A nuestras amigas y colegas que aportaron historias, probaron recetas, revisaron el borrador y nos apoyaron durante el proceso: Rebecca Scritchfield, Janet Borland, Blair Mize, Julie Hight, Jane Grey Bledsoe, Katie Ferraro, Sidney Fry, Lindsay Stenovec, Lindsay Livingston, Kristen Cook, Heather Wosoogh, Mimi Powell y Courtney Hansen. Nos entusiasma que todas contribuyerais a ampliar nuestros conocimientos, compartierais vuestros temores y experiencias con la alimentación autónoma, probarais recetas y confiarais en nosotras para seguir el método. Formáis un fuerte y potente grupo de mamás.

A nuestro asesor de investigación (el brillante y dulce marido de Leslie), Brian Schilling: tu habilidad en el campo de la investigación y tus conocimientos sobre el discurso científico nos resultaron tremendamente útiles, y te damos las gracias por ello.

A nuestras familias: siempre nos habéis alentado, amado y apoyado, incluso cuando no teníais ni idea de qué nos traíamos entre manos. ¡Muchas gracias!

A nuestras niñas: habéis cambiado nuestras vidas y nuestros mundos de la forma más hermosa. Nos habéis demostrado cuán grande es nuestro valor.

Tablas de conversión

Conversiones al sistema métrico e imperial

(Las cifras se han redondeado por comodidad)

Ingrediente

Tazas / Cucharadas / Cucharaditas

Gramos / Mililitros

Onzas

Avena

1 taza

150 gramos

5,5 onzas

Azúcar blanco

1 taza / 1 cucharada

200 gramos / 12,5 gramos

7 onzas / 0,5 onzas

Azúcar moreno, compacto

1 taza

200 gramos

7 onzas

Especias: canela, clavo, jengibre o nuez moscada (molida)

1 cucharadita

5 mililitros

0,2 onzas

Extracto de vainilla

1 cucharadita

4 gramos

0,2 onzas

Fruta deshidratada

1 taza

120 gramos

4 onzas

Frutas o verduras trituradas

1 taza

245 gramos

8,5 onzas

Frutas o verduras troceadas

1 taza

de 145 a 200 gramos

de 5 a 7 onzas

Harina común

1 taza / 1 cucharada

125 gramos / 8 gramos

4,5 onzas / 0,3 onzas

Harina integral

1 taza

120 gramos

4 onzas

Líquidos: nata, leche, agua o zumo

1 taza

240 mililitros

8 onzas líquidas

Maicena

1 cucharada

8 gramos

0,3 onzas

Mantequilla

1 taza / 16 cucharadas / 2 barras

230 gramos

8 onzas

Miel, sirope de arce o sirope de maíz

1 cucharada

20 gramos

0,75 onzas

Queso para untar

1 cucharada

14,5 gramos

0,5 onzas

Queso rallado

1 taza

110 gramos

4 onzas

Sal

1 cucharadita

6 gramos

0,2 onzas

Temperaturas del horno

Celsius

Fahrenheit

Horno de gas

110 °C

225 °F

¼

120 °C

250 °F

½

140 °C

275 °F

1

150 °C

300 °F

2

160 °C

325 °F

3

180 °C

350 °F

4

190 °C

375 °F

5

200 °C

400 °F

6

220 °C

425 °F

7

230 °C

450 °F

8

Folleto:
Puntos básicos
del baby-led weaning

Los indicios de disposición según el desarrollo pueden incluir:

Lista de comprobación de medidas de seguridad

Consulta los capítulos del 5 al 9 para más información sobre etapas de alimentación, listas de comprobación y progresión en la introducción de alimentos.

División de responsabilidad

Contén tus expectativas

Cosas que hay que evitar

Elaborando el plato del bebé

Alimentos ricos en hierro/proteínas + alimentos energéticos + frutas/verduras

Por favor, consulta el capítulo 14 de Todo sobre el baby-led weaning para más información sobre cómo preparar los alimentos de forma apropiada y sugerencias de presentación.

1. Todos hemos nacido para comer

Es muy sencillo opinar sobre la crianza de los hijos, pero muy complejo llevarla a cabo.

MATT WALSH

Leslie y su marido entraron nerviosos en la consulta de su pediatra. La última vez que habían acudido, su pequeña, CC, tenía cuatro meses e iban a revisarle el frenillo labial superior. Sin embargo, en esta visita, se esperaban un sermón sobre prácticas alimenticias habituales. Estaban rompiendo moldes, iban a contracorriente, no seguían las normas convencionales sobre la introducción de sólidos en la alimentación de su bebé. Su hija tenía unos siete meses y participaba en las comidas familiares, durante las cuales ingería alimentos sólidos. Probaba y comía lo mismo que comían Leslie y su marido. Ambos se esperaban una regañina mientras aguardaban para contarle al médico cómo estaban alimentando a CC sin purés ni comida para bebés. En lugar de un sermón sobre purés y texturas, el pediatra les dijo: «¿Por qué iba a oponerme? Así es como la mayoría de la gente alimenta a sus hijos». Leslie y su marido se miraron con incredulidad y entusiasmo.

Nada en este mundo nos ha parecido más sensato. Los seres humanos existen desde hace miles de años. Y en este tiempo no solo hemos progresado, sino que hemos prosperado. Y sin comida para bebés. Piensa en ello: la raza humana ha conseguido llegar hasta aquí consumiendo en su mayor parte alimentos naturales. Ha sido en las últimas décadas cuando hemos empezado a planificar y procesar en exceso la comida, lo que nos ha conducido a ponernos constantemente a dieta, padecer enfermedades crónicas y sumirnos en una monumental confusión sobre cuál es el mejor modo de alimentarnos a nosotros mismos y a nuestras familias. Los humanos comemos por naturaleza. Se trata de una habilidad innata que hemos complicado en exceso y no hemos sabido valorar. Nos parece que lo más natural es empezar por el principio: con nuestros bebés. La mayoría de ellos, cuando se han desarrollado lo suficiente, pueden comer lo mismo que nosotros y acabar convirtiéndose en comedores sanos y felices, disfrutando en el proceso de comer alimentos naturales.

Ha sido en las últimas décadas cuando hemos empezado a planificar y procesar en exceso la comida, lo que nos ha conducido a ponernos constantemente a dieta, padecer enfermedades crónicas y sumirnos en una monumental confusión sobre cuál es el mejor modo de alimentarnos a nosotros mismos y a nuestras familias.

En muchos países, aparte de Estados Unidos, se alimenta a los bebés de este modo en cuanto están listos en el plano físico y de desarrollo. Y los padres siguen sin temor un sistema basado en la ingesta de alimentos naturales o en el baby-led weaning. Desde que nacen, a los bebés repartidos por el planeta se los alimenta de diferentes maneras, ya sea con leche materna, biberón, comida masticada previamente o comida que un cui- dador sostiene con las manos o usando una cuchara. En muchas culturas se alimenta a los bebés con la misma comida que consume el resto de la familia y preparada del mismo modo. También existen lugares del mundo en los que las familias no elaboran o no tienen acceso a alimentos para bebés y, sin embargo, sus hijos están nutridos y se desarrollan correctamente.

El uso y la fabricación (o invención) de alimentos comerciales para bebés se hizo popular a finales de la década de 1920. Hasta entonces, no habían hecho demasiada falta alimentos especiales para bebés, puesto que en aquella época no se recomendaba introducir sólidos hasta que el niño cumplía aproximadamente un año. No obstante, a medida que las mujeres se incorporaron al mercado laboral, la demanda de un modo práctico de alimentar a sus hijos fue cada vez mayor. La edad a la que se recomendaba empezar a introducir sólidos se fue reduciendo, en algunos casos incluso a unas semanas después del nacimiento. En los años cincuenta, los alimentos comerciales para bebés ya eran lo convencional y se promocionaban como un modo más moderno de alimentación. A menudo se comercializaban como alimentos de mayor calidad que los que los padres podían elaborar en casa. A la larga, los alimentos comerciales para bebés se convirtieron en un artículo práctico dirigido a la mujer moderna. ¿Quién no querría hacer lo mejor para su bebé? La creación y la existencia de alimentos para bebés hoy en día nos parece algo lógico y comprendemos por qué hay personas que deciden emplear algunos de estos productos. Los padres y los cuidadores están ocupados y quieren lo mejor para sus niños.

Pero ¿y si volviéramos atrás? ¿Y si regresáramos a una época sin alimentos para bebés, en la que la comida que consumieran nuestros niños fuera la misma que compusiera la dieta de toda la familia? ¿Y si los padres pudiéramos proporcionar alimentos a la familia sin tener que preocuparnos de congelar bandejas ni de comprar caras batidoras? ¿Y si esto significara la posibilidad de desarrollar mayor confianza en el propio cuerpo y una relación saludable y de por vida con la comida? Ese momento ha llegado. Este es el enfoque de Todo sobre el baby-led weaning. Opinamos que es menos confuso, probablemente más nutritivo e incluso (¡sorpresa!) más sencillo a la larga que las actuales recomendaciones convencionales.

No insinuamos que la gente que ha empleado alimentos para bebés se equivocara. Solo planteamos que existe otro modo.

Consideramos que en realidad no existen los alimentos para bebés; ni para niños, de hecho. Hábiles campañas de marketing y menús de restaurantes hacen todo lo posible por convencernos a los padres de que ciertos alimentos envasados y, en la mayoría de los casos, excesivamente procesados son lo mejor para nuestros hijos. También nos han convencido de que a los niños no les gusta la denominada comida de adultos o normal. Muchas personas creen que es habitual que los niños se limiten a comer palitos de pollo rebozado, patatas fritas y hamburguesas, puesto que no les gustan las verduras. Aunque este tipo de alimentos nos parecen apetecibles para todas las edades en determinados momentos, esa noción anda muy desencaminada, y nos entusiasma poder corregirla. No nos malinterpretes: existen estupendos alimentos preparados adecuados para bebés que utilizamos cuando estamos muy ocupadas o salimos de viaje, pero, en la mayoría de las comidas diarias, nuestras niñas comen lo mismo que nosotras. Esa es la filosofía del baby-led weaning. En algunos casos, hemos modificado la forma de preparar nuestra comida para hacerla más adecuada para bebés, como descartar alimentos con demasiada sal o azúcar añadido y preparar o dividir el plato del bebé de forma diferente al nuestro. Pero, en general, lo que preparamos para cenar es lo que come toda la familia. Y a nuestros pacientes les alegra mucho saber que en los hogares que practican el baby-led weaning hay auténticos chefs.

Me di cuenta de que este sistema les resultó muy natural a mis dos hijas. Creo que era ideal para mi familia porque supone un ahorro de tiempo y dinero y te hace implicarte más en la alimentación de tu bebé; decir: «Esta es la ensalada de atún de la abuela» significaba más para mí que: «Aquí tienes pollo triturado».

REBECCA SCRITCHFIELD, dietista, experta en alimentación y preparación física y autora de Body Kindness

En resumen, en cuanto se ha desarrollado lo suficiente, el bebé puede consumir de forma autónoma los mismos alimentos que el resto de la familia a la vez que recibe tomas de leche materna o preparada a demanda. Esto elimina por completo del proceso la necesidad de administrarle purés a cucharadas, ya que el bebé se alimenta solo. Nosotras, Leslie y Wendy Jo, empleamos a menudo de forma intercambiable los términos «baby-led weaning» y «alimentación autónoma». Existe cierto debate acerca de la terminología, pero no nos obsesionemos con eso. El enfoque de este libro se basa en fomentar que el bebé coma de forma autónoma, incluyendo precauciones y consejos nutricionales. Aunque la alimentación autónoma no se considera un método tradicional, no es algo nuevo. Lleva empleándose miles de años.

El término «baby-led weaning» (BLW) fue acuñado por Gill Rapley y Tracey Murkett en su libro El niño ya come solo: consiga que su bebé disfrute de la buena comida. Este libro nos resultó muy útil a ambas y agradecimos poder contar con él. La doctora Rapley ha sentado las bases de un enfoque natural de la alimentación que se centra en los alimentos que consu- me toda la familia. Además, su libro también ha propiciado la aparición de un floreciente número de estudios. Como amantes de la buena comida y terapeutas nutricionales, deseábamos profundizar en este estupendo material y demostrar que un sistema de alimentación puede influir no solo en lo que comen los bebés, sino también en su relación de por vida con la comida y su propio cuerpo.

Como ya hemos mencionado, nuestro sistema no es solo un método de alimentación que emplea el baby-led weaning o técnicas de alimentación autónoma: es una filosofía. Como ya habrás deducido, opinamos que los humanos hemos nacido para comer. En cuanto nace, un bebé siente el impulso de comer. Fíjate en cómo un recién nacido mueve la cabeza buscando el pecho o el biberón a los minutos de llegar al mundo. Nacemos con habilidades innatas que guían nuestro deseo de alimentarnos. En los primeros años de vida, podemos tomar algo que la naturaleza ha diseñado con tanta belleza y respaldarlo por medio de la crianza, lo que es muy probable que nos conduzca a una relación saludable y de por vida con la comida y nuestros cuerpos.

La filosofía baby-led weaning comienza con un bebé que aprende a comer solo, pero abarca mucho más. Opinamos que cualquier padre, adulto o niño puede adoptar los valores fundamentales del método:

  1. Comer alimentos naturales siempre que sea posible, desde que el bebé se ha desarrollado lo suficiente hasta la edad adulta.
  2. Respetar y apoyar la autorregulación de las necesidades alimenticias del cuerpo.
  3. Cuando sea posible, comer en familia.
  4. Implicarse y mostrarse proactivo con la comida.
  5. Fomentar la salud de nuestro cuerpo demostrándole fe, confianza y gratitud.

Desglosemos un poco estos puntos…

Comer alimentos naturales siempre que sea posible

Con frecuencia empleamos los términos «natural» y «real» de manera intercambiable, pero intentamos ceñirnos al término «natural». En nuestros respectivos empleos, solemos tener que explicar lo que significa para nosotras. Estamos programados para comer alimentos reales y naturales, pero los alimentos reales no siempre resultan evidentes. Nos bombardean con mensajes sobre salud y productos que apenas se asemejan al alimento natural que fue en su origen. Las palabras de moda más comunes, y engañosas, podrían ser «saludable», «integral» y «perder peso». Es como si se pudiera colocar cualquiera de esos tres términos en una caja para vender prácticamente lo que sea. A primera vista, nos inclinamos a creer que lo que oímos y leemos es cierto, sobre todo cuando respetamos la fuente de la que procede. ¿Por qué iban a engañarnos los fabricantes, los profesionales sanitarios o los medios? La respuesta corta es: para vender un producto. No nos malinterpretes (existen muchísimos profesionales solícitos y versados en las técnicas más actuales, así como productos de gran calidad en el mercado), pero, en última instancia, opinamos que tú decides qué comer (vas a encontrarte esa frase muy a menudo). Podríamos seguir explayándonos, pero estas son nuestras pautas generales para un estilo de alimentación basado en más alimentos naturales.

Nuestra definición esencial para un alimento natural (o real) es «un alimento que no haya sido excesivamente proce- sado ni elaborado específicamente como un producto de dieta o cuyo aporte de grasas haya sido alterado». Hoy en día, todos los alimentos han sido procesados de algún modo hasta llegar al supermercado, pero cuando hablamos de alimentos excesivamente procesados, nos referimos a algo que incluya gran cantidad de aditivos e ingredientes refinados. Un buen ejemplo es una barrita de cereales: un producto considerado saludable, con una ingente cantidad de fibra que es probable que te haga pasarte el resto de la tarde escondiéndote o en el baño. Si quieres ingerir más fibra, te aconsejamos que comas más frutas y verduras, no algo elaborado para contener fibra y que se venda con un halo de producto saludable.

Cuando sea posible, recomendamos elegir siempre alimentos naturales o con un único ingrediente (muchos de ellos ni siquiera incluyen una etiqueta con la información nutricional). Unos cuantos ejemplos son: tomates (ingrediente: tomates), bistec (ingrediente: ternera), huevos (ingrediente: huevos) o almendras (ingrediente: almendras). Ya te haces una idea. Plantéate recorrer el perímetro del supermercado en busca de alimentos frescos y naturales como frutas y verduras, carne, lácteos, artículos a granel como frutos secos, avena, quinua, etcétera. Aunque hay muchos alimentos naturales repartidos por todo el supermercado, como en las secciones de enlatados y congelados, a nosotras nos gusta empezar por el perímetro.

A continuación, intentamos comprar productos con pocos ingredientes que no elaboremos o no podamos elaborar por nuestra cuenta. Por ejemplo, no preparamos mantequilla, pero comemos muchísima. Sí, has leído bien. Mantequilla. Ingredientes: nata y sal. ¡Aprobado! Unos cuantos ejemplos más serían queso, yogur, crema de cacahuetes, galletas con pocos ingredientes, etcétera.

También nos gusta elegir alimentos cuyo aporte en grasas no haya sido modificado. No estamos seguras de si el debate de la grasa acabará algún día: rico en grasa contra reducido en grasa contra sin grasa. El equipo de Todo sobre el baby-led weaning elige leche entera y yogures y quesos elaborados con leche entera. No compramos crema de cacahuetes con menos grasa, queso sin grasa (brilla, ¡qué asco!) ni panes reducidos en grasa. La grasa es fundamental para el desarrollo, la producción de hormonas e incluso favorece la capacidad natural de nuestro cuerpo para regular el hambre y la saciedad. Por lo general, los productos bajos en grasa y sin grasa están llenos de cosas como azúcar añadido y otros espesantes para compensar el sabor de la grasa que falta. Esto suele tener como resultado más procesado y aditivos y posiblemente que acabemos comiendo mucho más porque no nos sentimos saciados. Nosotras usamos la versión real cuando podemos y opinamos que, aunque las recomendaciones tradicionales se han quedado obsoletas (y existen múltiples posibles razones para ello), los estudios apoyan el uso de alimentos normales, sin reducción de grasa.1 David Ludwig, profesor de Pediatría en la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Infantil de Boston, escribió lo siguiente en un artículo publicado en CNN.com: «Como respuesta a las nuevas evidencias, las pautas alimentarias publicadas por el Gobierno estadounidense en 2015 aumentaron el límite en la ingesta de grasa, poniéndole fin extraoficialmente a la era de la dieta baja en grasa. Pero nadie lo diría, porque no se ha llevado a cabo un balance completo de este experimento fallido».2 Así que, siempre que sea posible, nosotras vamos a ceñirnos a productos normales y con su aporte de grasa natural.

No consumimos comida de dieta.

Nos encanta decir: ¡come comida real, pero no te obsesiones! Se trata de una estrategia aplicable la mayor parte del tiempo, o un enfoque al 80/20. Esto quiere decir que la mayoría de las veces planeamos y consumimos alimentos naturales de gran calidad. Así que si en una fiesta de cumpleaños nos comemos un pastelito o un trozo de pizza que no hayamos preparado personalmente, no pasa nada. ¡Nos sentamos y también disfrutamos del pastelito! No obstante, si uno acaba rebuscando en la basura de dicha fiesta el envoltorio de los pasteles para inspeccionar los ingredientes… a eso nos referimos con obsesionarse. Claro que esto no es aplicable a los padres de niños con alergias. Ten por seguro que si estuviéramos en esa fiesta, ¡rebuscaríamos en la basura contigo!

Respetar y apoyar la autorregulación de las necesidades alimenticias del cuerpo

Todos hemos experimentado hambre física. Nuestro estómago gruñe, nos sentimos un poco decaídos o puede que notemos una ligera sensación de vacío en el estómago. También se puede decir sin temor a equivocarse que la mayoría de la gente ha experimentado la sensación de estar satisfecha o de comer lo suficiente y necesitar más comida un par de horas después. Por otro lado, muchos, si no todos nosotros, probablemente hemos tenido la sensación de estar demasiado llenos, casi con ganas de vomitar: como en Nochebuena después del postre. Ver a un bebé darle la espalda a la comida, apartarla o apretar los labios para negarse a comer supone un indicio visual de esta asombrosa e innata habilidad de autorregulación. Este es nuestro «no» favorito porque así demuestran que están en sintonía con sus cuerpos, y respetamos su sensación de saciedad. Apoyar a un niño mientras aprende a comer solo o permitirle respetar las señales de hambre y saciedad que le envía su cuerpo se denomina «alimentación perceptiva». Opinamos que así se puede cimentar una confianza de por vida en el propio cuerpo junto con habilidades para comer solo.

En la sociedad acelerada y, por desgracia, obsesionada con las dietas en la que vivimos, solemos ignorar y desconfiar de las señales intuitivas que nos envía nuestro propio cuerpo para alimentarnos. Nosotras somos partidarias de promover la autorregulación en nuestros hijos y también en los adultos, aunque tengamos que volver a aprenderlo. No hay sitio para dietas ni hábitos restrictivos en los hogares que siguen el método.

No nos gustan las dietas ni las recomendamos. Hacer dieta predice trastornos alimentarios y sobrepeso. Comemos por naturaleza, no estamos hechos para privar a nuestros cuerpos de alimento.

Cuando sea posible, comer en familia

En este ajetreado mundo nuestro, todos debemos esforzarnos para encontrar el momento de sentarnos, bajar el ritmo para tomar un respiro o incluso saborear una comida. Pero necesitamos hacerlo. Debemos hacerlo. Nuestra salud, y la de nuestra familia, depende de ello. Las comidas familiares les sirven de ejemplo a nuestros hijos sobre cómo comer, cómo comportarse en la mesa y cómo probar nuevos alimentos. A una edad muy temprana, los bebés observan a sus padres sujetar los cubiertos, masticar la comida y saborear (y rechazar) lo que comen. Es importante que los bebés vean a sus cuidadores masticar, beber de un vaso, usar un tenedor, disfrutar de los sabores y escucharlos describir lo que comen. Comprendemos lo que es llevar una vida atareada, sobre todo si tienes varios hijos; sin embargo, cuando sea posible, siéntate a la mesa, haz una pau- sa entre cada bocado, descríbeles a tus hijos lo que estás sa- boreando y disfruta de las alegrías de una comida en familia. Y son muchas. Existen múltiples razones para convertir las comidas familiares en una prioridad, y muchas de ellas implican mucho más que simplemente comer. Hablaremos de ello con más detalle en el capítulo 10.

Implicarse y mostrarse proactivo con la comida

Creemos que la comida que elegimos consumir merece toda nuestra atención. Cuando nos implicamos con nuestra comida, podemos apreciar cómo nos hace sentir. Puede hacernos experimentar placer por medio del sabor o la textura y luego hacernos sentir satisfechos cuando hemos comido lo suficiente. Implicarnos (lo que significa eliminar las distracciones: como la televisión, el correo electrónico, las redes sociales, los juegos, etcétera) nos permite disfrutar realmente de la comida, tanto fisiológica como psicológicamente. También opinamos que parte del componente de satisfacción de comer consiste en experimentar placer, ya sea al satisfacer el hambre o al estimular nuestras papilas gustativas. Mostrarse proactivo con la comida significa pasar cierto tiempo planeando experiencias relacionadas con ello, como almuerzos y meriendas. No hace falta tener un plan detallado minuciosamente, pero es buena idea saber qué hay de cena, ya que puede afectar a las elecciones alimenticias que se tomen a lo largo del día.

Cierta planificación puede permitirte aprender acerca de numerosas cuestiones relacionadas con la comida, como el valor nutritivo que aportan determinados alimentos, además de apreciar y aceptar una variedad de sabores. ¿La comida es picante, dulce, ahumada, amarga o agria? Con frecuencia, nos terminamos un plato sin pararnos a pensar ni un instante en qué estamos saboreando… no solo comiendo, sino saboreando de verdad la comida que tenemos delante. Esto es implicarse con la comida. Constantemente debemos instruir a nuestros pacientes para que desconecten de sus empleos siempre que puedan y tomen un almuerzo de verdad. Solemos recomendar evitar el televisor o la pantalla del ordenador para poder conectar con la comida y así experimentar y saborear los alimentos que tenemos delante. Por otro lado, es igual de importante permitirnos abandonar una comida si no es del todo satisfactoria. Esto solo puede lograrse si nos implicamos con nuestra comida y la experiencia de comer.

Nos entusiasma poder compartir nuestro método de exploración de la comida en tres bocados en el capítulo 13, donde te detallaremos cómo conectar con la comida para que puedas compartirlo con tus hijos. Cuanto antes empiecen los bebés a experimentar con los sabores y las texturas, mayor será la probabilidad de que prueben nuevos alimentos en el futuro. Y no creemos que «asqueroso» y «espantoso» sirvan para describir la comida. Implicarnos y mostrarnos proactivos con los alimentos ayuda a moldear a nuestros hijos y les proporciona las herramientas necesarias para confiar en sus propias habilidades de autorregulación y buscar el placer de la comida para satisfacer el hambre fisiológica.

Fomentar la salud de nuestro cuerpo demostrándole fe, confianza y gratitud

Es difícil llegar a sentir que se lleva un estilo de vida saludable si uno cree que su cuerpo no funciona bien. Como hemos mencionado anteriormente, nacemos con las habilidades necesarias para regular nuestros cuerpos. No sentirnos capaces de autorregularnos, ya sea como resultado de hacer dieta o simplemente por no prestar atención a lo que comemos, puede acabar minando la fe en nuestro cuerpo. Esto sienta las bases para una relación muy poco saludable con la comida y nuestros cuerpos. Deseamos ayudar a erradicar este escenario de la alimentación, tanto de bebés como de adultos, y por ello creemos que el enfoque baby-led weaning, que incluye a toda la familia, puede tener tanto impacto. Cuando tenemos fe en que nuestro cuerpo está preparado para autorregular factores como la necesidad de comida (hambre), la señal para dejar de comer (saciedad) o la necesidad de dormir (cansancio), no buscamos modos externos de controlarlo. Experimentar este tipo de fe en el cuerpo a edad temprana cimenta nuestra confianza en él. Si confiamos en que nuestros cuerpos pueden guiarnos, es menos probable que busquemos medios externos de control (como dietas o hábitos de restricción de alimentos) porque dispondremos de años de experiencia durante los cuales nuestros cuerpos habrán hecho justamente aquello para lo que están diseñados: autorregularse.

Como padres y cuidadores, es importante fomentar esa confianza interna en los bebés y los niños, ya signifique per- mitirles dejar de comer tras apenas un par de bocados o ser francos acerca de lo que tienen delante. También seguimos la norma de ser sinceros acerca de la comida. La confianza es fundamental en cualquier relación, y eso incluye a las que tenemos con la comida y nuestros cuerpos. No vamos a sugerirte que escondas ciertos alimentos o que mientas sobre lo que pones en el plato; así no se establece una relación de confianza con la comida y, con el tiempo, puede sabotear la relación niño-cuidador. Ahora bien, no pretendemos decir que debas detallarle a tu bebé de seis meses cada uno de los ingredientes de la comida. Pero, a medida que nuestros niños crecen, no tiene nada de malo describirles qué están comiendo y todos los beneficios que tiene para sus cuerpos. No debemos asumir que no va a gustarles algo (como las verduras) y añadir una cantidad minúscula a una receta. Eso no es lo que consideraríamos una victoria ni los llevará a confiar en la comida.

La confianza es fundamental en cualquier relación, y eso incluye a las que tenemos con la comida y nuestros cuerpos.

Cuando empezamos a entender lo que los alimentos que tenemos delante pueden hacer por nuestros cuerpos, disponemos de la oportunidad de enseñar y expresar gratitud. La gratitud por lo que tenemos ante nosotros (como una comida caliente, familia y amigos, una mesa en la que comer o variedad de alimentos) puede proporcionarnos a nosotros y a nuestros hijos una perspectiva positiva acerca de la comida. La gratitud no se acaba en la mesa del comedor, pero es un lugar magnífico en el que empezar. Practicar la gratitud nos ayuda a apreciar nuestros maravillosos cuerpos y cómo digerimos y utilizamos los nutrientes de cada bocado que comemos. La energía que obtenemos de los alimentos es el combustible de nuestras vidas. Nos permite jugar, bajar por un tobogán, saltar, ayudar a otros, aprender, leer un cuento antes de dormir o dar un abrazo enorme. Practicar la gratitud forma parte del método.

Las dos estamos agradecidas. Muy agradecidas. Estamos agradecidas de haber empleado, recopilado y cosechado los beneficios de este método en nuestras propias vidas. Y estamos agradecidas de que sostengas este libro en tus manos ahora mismo. Deseamos compartir contigo las alegrías del baby-led weaning.

Referencias del capítulo 1

1.

Siri-Tarino, P. W.; Sun, Q.; Hu, F. B., y Krauss, R. M., «Meta-analysis of prospective cohort studies evaluating the association of saturated fat with cardiovascular disease», The American Journal of Clinical Nutrition, marzo de 2010, vol. 91, n.º 3, págs. 535-546, DOI: 10.3945/ajcn.2009.27725.

2.

Ludwig, David, «Doctor: Low-fat Diets Stuffed with Misconceptions», CNN.com, 6 de octubre de 2016. Fecha de acceso: 6 de octubre de 2016, <http://www.cnn.com/2016/10/05/opinions/debate-low-fat-diet-ludwig/index.html>.