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© Phil Wood and Joan Smith. This translation of Educational Research is published by arrangement with Crown House Publishing Ltd.

www.narceaediciones.es

Traducción: Sara Alcina Zayas

ISBN papel: 978-84-277-2382-5

Todos los derechos reservados

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

En memoria de Kathleen Smith (1926-2015)

Índice

PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA. Gregorio Rodríguez Gómez

1. ¿Qué es investigación?

Fundamentos de una buena investigación educativa

La naturaleza interdisciplinar de la investigación educativa

Alfabetizarse a nivel investigador

Estructura de la obra

2. Cuestiones éticas en investigación educativa

Principios básicos de la investigación ética

Gestionar los sesgos y el posicionamiento del investigador

Algunos dilemas éticos

3. Lectura y redacción críticas

¿Qué entendemos por “criticidad”?

Pensamiento crítico, redacción y amistad

Lectura y redacción críticas en investigación

El marco teórico

Exposición y análisis de los hallazgos

Escribir con claridad y de forma crítica

4. Pensar en lo fundamental

Intereses que inducen a investigar

Contexto de la investigación

Preguntas de investigación

5. Visiones del mundo y metodologías de investigación

La filosofía que subyace en toda investigación

Metodologías: investigación-acción, encuesta, estudio de caso, metodologías experimentales y métodos mixtos

6. Recogida y registro de datos

Muestreo

Recogida de datos: cuestionarios, entrevistas, observación y métodos visuales

7. Reflexionar sobre los datos

Validez y fiabilidad

Análisis cuantitativo de datos

Análisis cualitativo de datos

8. Proyectos de Investigación a pequeña escala

Planteamiento y desarrollo de un Proyecto de Investigación

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BIBLIOGRAFÍA COMENTADA

Prólogo a la edición española

Cuando recibí la invitación de realizar el prólogo de este libro lo tomé con la alegría de colaborar con la editorial Narcea en su esfuerzo divulgativo sobre la Educación, y tras la lectura del mismo esta alegría aumentó y es justo felicitar a Narcea en su decisión editorial por un doble motivo. En primer lugar por la actualidad, de hecho hace poco menos de un año que se publicó este texto en su versión inglesa; y, además, por su oportunidad. Son muchos los textos que en la actualidad se presentan como textos de introducción a la investigación educativa, pero pocos lo hacen con la sencillez y claridad con que Phil Wood y Joan Smith lo plantean, y no podía ser menos siendo un texto fruto de la experiencia de ambos en su ejercicio profesional como profesorado de educación secundaria.

Para los profesionales de la educación, la innovación y la mejora conforman dos aspectos básicos y consustanciales a su actividad; de hecho, su desarrollo profesional pasa inexorablemente por preguntarse insistentemente sobre los cambios e innovaciones que podrían incorporar en su actividad educativa, con la clara intencionalidad de mejorar su práctica profesional y, por ende, el aprendizaje del alumnado. La respuesta a esta necesidad de mejora y cambio sólo se puede sustanciar desde el análisis y la reflexión sistemática sobre la realidad y la práctica cotidiana educativa. Curso tras curso, el pasar de los años lo único que incrementa es la edad y la antigüedad en el ejercicio de la docencia; pero únicamente la reflexión sistemática y crítica sobre la práctica educativa, sus resultados y consecuencias, aportan experiencia y desarrollo profesional.

A lo largo de los capítulos que constituyen este texto Phil Wood y Joan Smith nos introducen de una forma precisa, sencilla, clara y comprensible en los aspectos básicos que ha de enfrentar el profesorado que esté dispuesto a iniciarse en el atractivo, complejo y adictivo campo de la investigación educativa con el objetivo de comprender los problemas educativos, dudar de las preconcepciones, cuestionar las ideas, identificar prácticas exitosas o encontrar la luz en los errores. En definitiva, enfocar la actividad docente desde la enseñanza basada en las evidencias.

Cuando se habla de investigación nuestro imaginario nos conduce a la certeza, a la credibilidad, de tal forma que todo lo que tiene que ver con la investigación se rodea de un halo de misterio, complejidad y certidumbre. Nada más lejos de lo que los autores plantean. El primer paso es posicionarse en torno a lo que entendemos y concebimos como investigación educativa y, en este sentido, los autores aportan un interesante aviso para navegantes: la investigación nos puede ayudar a adquirir nuevos conocimientos, puede facilitar una mejor comprensión de los problemas educativos, pero raramente conducirá a conclusiones sólidas y universales. Quienes intentamos practicar la enseñanza basada en la evidencia somos conscientes de esta falta de generalización y cómo prima lo idiosincrático, lo particular, lo concreto y el contexto en el que se desarrolla la actividad educativa.

Los cambios sociales, económicos, culturales y tecnológicos nos condicionan constantemente. Lo que funcionó ayer, hoy no funciona; lo que resultó un éxito con el grupo de la tarde se convirtió en un fiasco con el grupo matutino, pero sólo a través de la comprensión profunda de por qué y cómo sucede seremos capaces de mejorar nuestra práctica profesional docente y aprender de ella.

Resulta interesante el énfasis de los autores en la importancia que otorgan a la dimensión ética de la investigación educativa, considerando ésta como algo que es transversal a todas las fases y etapas de la investigación. Frente al oscurantismo, la transparencia; contra la imposición, el diálogo y el consentimiento; y contra el daño la protección de todos los participantes, incluido el propio investigador. Es el propio investigador, a través de sus preconcepciones, intereses o motivaciones, una de las fuentes principales de sesgo en la investigación educativa, de ahí que los autores dediquen un apartado específico a presentar estrategias que eliminen o al menos reduzcan esos posibles sesgos o desviaciones.

Las tecnologías al uso y el rápido acceso a una gran multitud de fuentes de información han posibilitado la cultura del conocimiento superficial, cuya máxima expresión es el tuit de 150 caracteres o la cultura del “corta y pega”. Si deseamos alcanzar una comprensión profunda de lo que sucede en nuestras aulas, en nuestros centros educativos, sólo lo podremos hacer mediante la lectura y redacción críticas, a través de las cuales seamos capaces de cuestionar, valorar, asimilar ideas complejas, proponer alternativas y dar forma a nuevas formas de actuar y proceder.

Pero la investigación educativa no surge de la nada, nace esencialmente a partir de las motivaciones que el investigador tenga, tanto a nivel personal, porque desea satisfacer su curiosidad sobre algún problema concreto; a nivel de generación del conocimiento, porque se desee aportar nuevas ideas o innovaciones; o desde una perspectiva social porque se quiera cambiar, transformar, o modificar alguna práctica educativa que se considere ineficaz, ineficiente o injusta.

Estas motivaciones tendrán que concretarse en cuestiones o problemas de investigación que guiarán y orientarán todo el proceso de investigación intentando dar respuesta a cómo, por qué o para qué de una situación, hecho o interacción.

Cuando nos embarcamos en un proyecto de investigación lo hacemos con todo nuestro bagaje, con nuestras ideas y concepciones sobre el mundo, con nuestro conocimiento sobre la realidad educativa, y podemos abordarlo desde diferentes perspectivas metodológicas sobre las que tendremos una mayor o menor habilidad. Es preciso tomar conciencia de nuestro posicionamiento teórico y filosófico porque será éste el que condicione en gran medida la elección de unos métodos u otros.

Si bien hasta la década de los 70 del siglo pasado fue predominante en la investigación educativa el uso de la metodología cuantitativa, a partir de entonces, de forma progresiva, se ha ido reconociendo el valor de las metodologías cualitativas y no fueron pocos los investigadores que reclamamos la complementariedad metodológica, el uso de unos métodos u otros o una combinación de ambos (cuantitativos y cualitativos), en función del problema que se quiera abordar. Esta situación ha llegado a materializarse en lo que ha venido a denominarse el tercer paradigma de investigación.

Es evidente que desde el inicio de este siglo XXI podemos decir que se ha consolidado una tercera vía entre el colectivo de investigadores educativos preocupados por la mejora y el cambio educativo que se concreta en lo que conocemos como métodos mixtos, es decir, una investigación en la que se recopilan y analizan datos, integrando los resultados y estableciendo inferencias desde el doble enfoque cuantitativo y cualitativo.

Si hay algo que caracterice al proceso de investigación educativa es la necesidad de recabar y analizar datos. La educación basada en la evidencia ha de sustentarse en el análisis crítico de los datos recogidos, utilizando para ello las técnicas estadísticas o las estrategias cualitativas más adecuadas a la naturaleza de los datos, con el objetivo de dar respuesta a los interrogantes planteados inicialmente y con suficientes garantías sobre la validez y fiabilidad, sobre la legitimidad de las inferencias que hagamos.

Comparto con los autores su visión sistemática de la investigación educativa y considero que la finalidad de la misma deber ser, por un lado, identificar y comprender el significado que tiene la educación para todos los grupos de interés (profesorado, estudiantado, administración educativa, gobierno, gestores, comunidades de aprendizaje, sociedad, etc.) y, por otro, desarrollar teorías que expliquen y resuelvan los problemas que se desprenden de la práctica educativa. Los autores nos incitan a “tirarnos a la piscina”, a que seamos capaces de empezar con proyectos sencillos y este texto resulta una guía clara y accesible para lanzarse y pegarse el chapuzón en la investigación educativa, de forma especial para iniciarse en proyectos a nivel de aula o centro educativo.

De forma sencilla y clara los autores nos presentan un resumen de todas las áreas que un neófito investigador educativo podría tomar en consideración para empezar a nadar. Los ejemplos y casos nos iluminan para ser críticos constructivos. No es un libro para la academia sino para los profesionales de la educación, de gran valor y utilidad para todos aquellos que nos cuestionamos diariamente de forma crítica y constructiva nuestra actividad como maestros y profesores.

GREGORIO RODRÍGUEZ GÓMEZ
Maestro de escuela y Profesor universitario
Universidad de Cádiz

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¿Qué es investigación?

Desde el año 2010 existe un interés creciente por el papel de la investigación en educación, particularmente en las escuelas. Al principio este interés tendía a hacer hincapié en la idea de descubrir “lo que funciona” en las aulas. Este planteamiento no resulta sorprendente dado que existe una fácil atracción por considerar la investigación como un medio para “resolver” los problemas de las escuelas, y particularmente en las aulas. Puede dar la impresión de que, en última instancia, la investigación conducirá a un libro de recetas en el que podemos encontrar la manera “correcta” de enseñar o garantizar un buen comportamiento durante las clases. Pero la investigación es un proceso complejo que se puede plantear de muchas maneras diferentes para ofrecer distintas percepciones de una muy amplia gama de asuntos. La investigación puede jugar un papel importante a la hora de ofrecer ideas y percepciones en torno a cuestiones educativas, pero siempre debe entenderse y utilizarse a través del filtro de los valores y del criterio profesional, y nunca como un conjunto de recetas para seguir al pie de la letra.

En 1983, Donald Schön escribió The Reflective Practitioner, que consistía en un argumento para situar la práctica reflexiva en el centro del trabajo del profesor. Identificó dos formas de reflexión:

La reflexión en acción. Es la capacidad que desarrollamos dentro de nuestra propia práctica y que se centra en nuestra evaluación constante de lo que estamos haciendo mientras lo hacemos. Cuando valoramos que algo no está funcionando, usamos nuestra experiencia y conocimientos para alterar la actividad en ese momento. Esto ocurre a menudo cuando sucede algo fuera de lo común, y que nos da una razón para alterar nuestra práctica mientras el acontecimiento en cuestión se desarrolla.

La reflexión sobre la acción. Se basa en la descripción, el análisis, la revisión y la valoración de la práctica más allá de la inmediatez del aula para así adquirir una comprensión más profunda de nuestro trabajo, particularmente para contribuir a identificar áreas de mejora en el futuro.

La práctica reflexiva se ha convertido en una actividad importante que se espera que los docentes emprendan para mejorar su tarea. Pese a ser valiosas, estas actividades se basan predominantemente en la percepción individual. Poco garantiza que lo que nosotros consideramos como respuesta a nuestras necesidades de desarrollo, sea lo que en verdad nos hace falta, ya que nuestras propias percepciones pueden darnos una visión muy parcial del reto o del problema al que nos estamos enfrentando. En cambio, si decidimos que queremos adquirir unos conocimientos más estructurados y posiblemente menos sesgados, que partan de nuestras reflexiones, como una manera de interrogar nuestras propias percepciones, o si queremos implicarnos con evidencias que provengan de lugares más allá de nuestra experiencia inmediata de aula, entonces nos estaremos empezando a desplazar de un proceso reflexivo hacia un proceso de investigación.

Al escribir este libro, tenemos dos objetivos en mente:

1. Introducir algunos de los conceptos y conocimientos básicos que subyacen a la comprensión de la investigación. Esto es importante, dado que esta tiene un lenguaje especializado propio. Para sumergirse en la investigación y criticarla debemos ser capaces de comprender cómo y por qué se ha desarrollado una determinada investigación del modo en que lo ha hecho.

2. Brindar al lector algunos marcos básicos para el desarrollo de sus propios proyectos de investigación a pequeña escala. Como demostraremos más tarde en este capítulo, ¡creemos que una de las mejores maneras de profundizar en la comprensión de la investigación es realizar una propia!

Por tanto, mezclaremos los debates en torno a algunos de los principales conceptos y conocimientos que atañen a la investigación educativa, con algunos marcos y planteamientos básicos para implementar en nuestros propios proyectos.

FUNDAMENTOS DE UNA BUENA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA

Si investigación no es sinónimo de reflexión profesional, debemos tratar de definir qué es y cuáles son algunos de los rasgos básicos que debería tener una buena investigación. No hay una sola definición de investigación para todas las materias (ahondaremos en esto más adelante), e incluso dentro del campo de la educación existen diferentes planteamientos y tradiciones que comprenden la investigación de distintas maneras.

A continuación, ofrecemos una definición como un mero punto de partida para contribuir a la reflexión acerca de qué debería incluir una buena investigación. Debería incluir:

La investigación sistemática y el estudio de materiales, fuentes, situaciones y personas, para explorar y comprender problemas identificados, con el objetivo de alcanzar nuevos conocimientos1.

Esta definición subraya la noción central de que toda investigación debe ser, en cierto modo, sistemática. ¿Pero qué entendemos por “sistemática”? En esta obra lo explicamos como que el trabajo que se ha emprendido incluye cierta forma de planificación, orientada alrededor de un enfoque claro y con un conjunto lógico de actividades planeadas para recoger “datos”.

Las actividades de investigación que se desarrollen variarán ampliamente dependiendo del enfoque de la investigación. Un investigador puede estar interesado en una cuestión histórica que requiera mucho trabajo con documentos, mientras que otro puede que esté interesado en la práctica de aula, que requiere herramientas muy diferentes, y tal vez múltiples. Cada proyecto de investigación requiere una cuidadosa consideración de cómo y por qué se recogen los datos, y de los supuestos subyacentes en los que se basa.

La investigación consiste en explorar y comprender problemas. Como tal, no debe contemplarse como una empresa lineal que brinda automáticamente mejoras para la práctica. La investigación puede conducir a resultados inesperados (a menudo vistos como “negativos”) o a encontrar escasas evidencias de cambio o mejora. En cualquier caso, no hay que considerar la investigación como un fracaso; todo conocimiento es importante y, con frecuencia, es precisamente la investigación que resulta ser paradójica la que conduce a nuevas e interesantes preguntas y a enfoques sobre los que trabajar ulteriormente.

Para garantizar que no tratamos de anticiparnos y producir unos conocimientos que encajen con nuestras ideas preconcebidas, tenemos que desarrollar unos planteamientos lógicos y considerarlos detenidamente –unos planteamientos que compartiremos de forma transparente con los demás. Revelar plenamente nuestros planteamientos de investigación en la divulgación es crucial para que los lectores puedan criticar e implicarse honestamente con nuestro trabajo.

Buena parte de la investigación existente en educación se sumará a nuestros conocimientos acerca de cuestiones prácticas, pero rara vez, si es que alguna vez sucede, nos brindará verdades o leyes absolutas. Esta es la razón por la que sugerimos que la investigación nos puede ayudar a adquirir nuevos conocimientos, pero raramente conduce a conclusiones sólidas y universales.

Partiendo de esta consideración de la naturaleza de la investigación, indicamos a continuación los que creemos que son los rasgos de una buena investigación en educación. Estos principios subyacen a nuestra discusión en torno a los métodos de investigación a lo largo de este libro:

Se centra en una cuestión o problema definible. La investigación debe estar centrada en un área de exploración clara. Si es demasiado amplia se vuelve poco manejable, lo que hace que sea difícil recoger datos significativos. Al tratar de desarrollar un foco de investigación coherente, es extremadamente importante un uso apropiado de las preguntas de investigación.

Hace hincapié en un planteamiento ético. Toda investigación en educación debe desarrollarse con el acuerdo explícito de que tiene que ser un proceso ético. La mayoría de la investigación en este campo incluye de alguna manera la participación de sujetos; nuestra investigación siempre debe proteger el bienestar y dignidad tanto de estos como de los investigadores. Este es a menudo el propósito que se declara en la ética de la investigación, los aspectos “legales” que son el foco principal de los comités de revisión. Sea como sea, insistimos en que la investigación ética también debe enfocarse a la necesidad de una divulgación honesta y transparente de modo que la obra pueda ser leída de forma crítica y justa por los pares. Esto incluye la divulgación de los planteamientos de la investigación, los conflictos de intereses y el contexto de la misma. También requiere que, cuando nos basemos en la obra de otros, los citemos correctamente de manera que les estemos dando el merecido reconocimiento a su trabajo.

Presenta de manera clara el contexto de la investigación. El proceso educativo es altamente complejo. Por tanto, cuando escribamos sobre la investigación siempre es importante dar a los lectores un contexto claro (aunque anónimo). Por ejemplo, si se realiza un estudio a pequeña escala, con una clase de alumnos de 12-13 años de un centro educativo urbano, compuesto predominantemente por alumnos de altas capacidades, es esencial que el lector tenga esta información de modo que pueda comprender el contexto de los datos recogidos. Este hecho también le permite considerar el grado de relevancia de la investigación para su propia situación.

Utiliza la literatura de investigación para sustentar el propio diseño de investigación. La mayoría de investigaciones se construyen sobre el trabajo ya hecho. Es importante empezar a conocer las investigaciones que se han publicado previamente en nuestra área de interés. Debemos aplicarnos en la lectura y la valoración de las investigaciones de modo que podamos juzgar el grado de evidencia sobre el que deberá basarse nuestro propio trabajo.

Plantea con claridad la metodología y métodos que se han empleado para recoger los datos. La investigación ética debe hacer que la metodología y los métodos sean transparentes. Los lectores deben saber cómo se ha realizado la investigación, ya que es crucial para que sean capaces de interpretar los datos, y por lo tanto implicarse de forma crítica con las afirmaciones que se hacen. Explicando las decisiones que conciernen a las metodologías escogidas se da una perspectiva del modo en que se posiciona la investigación y la naturaleza de las afirmaciones que contiene.

Por las mismas razones es igualmente importante dar cuenta de las herramientas de recogida de datos (métodos). Si en un estudio se han utilizado entrevistas, ¿las preguntas se reportan de modo que se pueda juzgar el nivel de neutralidad? Cuando se emplean observaciones, ¿se explica el enfoque y el método de recogida de datos? Si no se piensan, se reportan y luego se toman en consideración estas cuestiones a lo largo de la investigación, no se podrá lograr una lectura crítica de la investigación.

Cuando la investigación se produce a un meta-nivel –por ejemplo, por medio del uso de revisiones de la literatura existente sobre el tema–debe incluir la metodología que subyace a los criterios de búsqueda, los procesos de filtrado y cómo se han analizado las publicaciones. Si la revisión de la literatura sólo presenta un área de investigación, sin ninguna metodología, habrá que leerla con cautela, ya que no hay manera de evaluar su validez.

Usa métodos apropiados que se vinculan claramente con las cuestiones/problemas iniciales y las preguntas de investigación. Una investigación bien concebida será capaz de dejar claro de qué modo esos determinados métodos contribuyen a indagar en las cuestiones y preguntas de investigación que se han escogido; esto le da coherencia a la investigación.

Analiza los datos recogidos de un modo transparente. De la misma manera que es importante considerar cuidadosamente la divulgación de la metodología, de igual modo sucede con el análisis de los datos que se han recogido. A menudo el análisis no se considera con el mismo nivel de detalle que la metodología y la recogida de datos, pero es crucial a la hora de garantizar una reflexión razonada y válida de los datos, particularmente cuando se trata de minimizar los sesgos y el uso selectivo de los mismos. Para hacer que el proceso sea transparente, es esencial informar de cómo se han analizado los datos.

Desarrolla las explicaciones y los debates que se derivan de los datos. Una buena investigación es aquella que desarrolla un debate claro partiendo de los datos recogidos. Esto está en el centro de la divulgación de la investigación, del mismo modo que lo está cuando se desarrolla la interpretación del proyecto. Es crucial que las explicaciones partan de los datos brindados y que no sean disonantes con las evidencias. Además, la discusión de los datos debe estar relacionada con la literatura existente que se ha empleado, que es la base sobre los que se asienta la investigación.

Ofrece unos conocimientos/conclusiones medidos. Una buena investigación se mide por las afirmaciones que hace. La investigación a pequeña escala no puede realizar fácilmente afirmaciones extrapolables a mayor escala; en otras palabras, el análisis de un ciclo de acción investigadora que se centre, por ejemplo, en mejorar las prácticas de cuestionamiento de una clase, no puede actuar como la base para una política nacional. Sea como sea, aun así, la investigación a pequeña escala puede brindar información útil acerca de dónde hallar buenas prácticas. En investigación a gran escala, los proyectos se fundamentan a menudo en análisis cuantitativos. En este caso, los conocimientos tienden a basarse en manipulaciones estadísticas que ofrecen una exploración constructiva de patrones y tendencias. Sin embargo, las explicaciones en profundidad a veces son más problemáticas, ya que es más probable que este tipo de investigación brinde respuestas al “qué” en vez de al “porqué” de las cosas.

Toda investigación tiene potenciales defectos porque no hay planteamiento perfecto o que tenga todas las respuestas en un área de interés determinada. A menudo, los conocimientos profundos se producen a través de la aplicación a largo plazo de muchos planteamientos cualitativos y cuantitativos que generan un aumento de la comprensión y ofrecen progresivamente unas perspectivas más completas y críticas sobre un tema.

LA NATURALEZA INTERDISCIPLINAR DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA

Muchas disciplinas académicas tienen un planteamiento filosófico de la investigación y de la generación de conocimiento generalmente bien entendido y aceptado. Como resultado de ello, no hacen de sus fundamentos filosóficos un elemento explícito de formación; los supuestos subyacentes de lo que constituye el conocimiento y cómo este se ha “descubierto” acostumbran a estar implícitos en los métodos de investigación. Sin embargo, la educación no es una única disciplina; es interdisciplinar (véase figura 1.1). Esto significa que la educación como área de indagación recibe el impacto de diferentes perspectivas disciplinares que se superponen.

Esto es lo que tal vez conduce a debates –acusaciones a veces– en torno a la presencia dentro de la investigación educativa de diferentes planteamientos metodológicos. Sea como sea, es importante que cuando participemos en investigaciones en educación intentemos comprender y aceptar estas diferentes visiones del conocimiento y de las metodologías que emergen. Es por medio del desarrollo de una comprensión de estas diferentes perspectivas que podemos empezar a implicarnos positivamente y criticar la obra de otros. En este sentido, ser “positivamente crítico” significa comprender e implicarse con investigaciones de otras tradiciones filosóficas, incluso si las propias creencias son bastante diferentes. A largo plazo puede que le demos menos importancia a esas obras, o incluso menor crédito a determinadas perspectivas, pero ampliando nuestro horizonte y desarrollando múltiples perspectivas nuestro pensamiento estará más sustentado y será más riguroso.

Figura 1.1. La educación como un campo interdisciplinar. En los intereses educativos convergen muchas disciplinas.

ALFABETIZARSE A NIVEL INVESTIGADOR

Los métodos de investigación son un área rica en contenido conceptual y en materia de conocimientos. Esto significa que desarrollar una comprensión profunda y crítica requiere tiempo e implica una gran dosis de esfuerzo sostenido. Leer e interaccionar con la investigación a un nivel crítico precisa un cierto nivel de alfabetización investigadora; esto es, la capacidad de comprender el posicionamiento de una investigación, las conjeturas subyacentes a la misma y cómo ésta ha influido en el cambio resultante.

Sostenemos que para desarrollar un buen nivel de alfabetización investigadora se requieren tres elementos (resumidos en la figura 1.2):

1. Conocimiento. Un conocimiento operativo en relación a los métodos de investigación, que va desde las tradiciones/fundamentos filosóficos hasta los aspectos prácticos del diseño de investigación, crucial para comprender tanto las investigaciones de otros como para desarrollar nuestros propios proyectos de investigación. Sin ningún conocimiento corremos el riesgo de producir investigación pobremente diseñada y, por tanto, poco fiable y no válida. Cuando se lee investigación, la falta de conocimiento también conduce a una incapacidad para valorar hasta qué punto somos capaces de confiar en los resultados de la misma.

Figura 1.2. Un esquema simple de alfabetización investigadora.

2. Conceptos umbral (threshold concepts). La teoría de los conceptos umbral se ha hecho cada vez más popular en la investigación en educación superior desde que Meyer y Land popularizaron la idea en los primeros años de la década del 2000 (véase Meyer y Land, 2003). Descansa sobre la noción de que las disciplinas tienen determinados marcos conceptuales y que algunos de los conceptos implicados son centrales y transformadores para nuestra comprensión. Sea como sea, estos conceptos a menudo son difíciles de comprender bien e interaccionar con ellos en profundidad puede requerir mucho tiempo y esfuerzo. Los métodos de investigación no son una excepción. Algunos de los conceptos que son centrales para adquirir una comprensión crítica de los métodos de investigación incluyen la ontología, el muestreo y la metodología, por nombrar solo unos pocos. Por lo tanto, tenemos que dedicar tiempo al desarrollo de nuestra comprensión de estas ideas si pretendemos interaccionar de forma crítica con la obra de otros y desarrollar nuestros propios proyectos de investigación.

3. Aplicación. Desarrollar y realizar proyectos de investigación no es una ocupación para cualquiera. No creemos que sea necesario que todos los educadores se dediquen a la investigación como actividad principal, aunque es aconsejable que los individuos desarrollen su alfabetización investigadora. El desarrollo de investigación a pequeña escala puede tener ventajas para el desarrollo de una alfabetización investigadora más amplia. En primer lugar, emprender una investigación a pequeña escala es un proceso de aprendizaje experiencial por derecho propio, que requiere que comprendamos cómo algunos de los conceptos y conocimientos sobre los que tal vez hayamos leído al respecto de hecho se unen para dar forma a un proceso de investigación. Leer sobre investigación permite un buen nivel de comprensión teórica, pero ponerlo en práctica nos aporta una percepción más profunda. También conduce a otro importante aspecto de la aplicación, la adquisición de conocimientos sobre las complejidades de la toma de decisiones, el desarrollo y el desorden de la investigación en tanto que actividad “viva”. Al aplicar parte de nuestros conocimientos emergentes podemos construir una perspectiva más crítica y matizada cuando leamos la obra de otros.