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primera edición, 2015

© siglo xxi editores, s. a de c. v.

isbn 978-607-03-0689-1

primera edición en inglés, 2008

título original, latin america and global capitalism.

a critical globalization perspective

© the johns hopkins universtiy press

primera edición digital, 2016
eISBN 978-607-03-0729-4

conversión digital: eBookBurner Technologies

prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio.

AGRADECIMIENTOS

Es un honor y un placer poder extender estos reconocimientos y agradecimientos a las compañeras y los compañeros que en especial hicieron posible esta edición de América Latina y el capitalismo global para Siglo XXI Editores. Son numerosas las personas que han hecho posible este estudio; algunas de ellas están vinculadas de manera directa a las ideas y al contenido por lo que ya están mencionadas en la Introducción.

Aquí deseo hacer mención especial a algunas personas muy queridas que colaboraron en esta edición. Juan Manuel Sandoval ha sido amigo y compañero de lucha desde hace muchos años. Es ejemplo luminoso de valor y compromiso humano desde su puesto como director del Seminario Permanente y de Estudios Chicanos y de Fronteras (SPECHF) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México y, además, uno de los dirigentes de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (REMALC). Agradezco también el apoyo y la amistad que me han brindado siempre Javier Guerrero, Rosa María Vanegas y Víctor Hugo Villanueva del SPECHF.

Mis agradecimientos especiales para los compañeros de la REMALC: Marcela Orozco, Alberto Arroyo, Alejandro Villamar, Iván Jiménez y Malin Johnsson. Marcela es además catedrática de relaciones internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México, y trabajó sin cesar para organizar exitosamente un ciclo de conferencias, titulado “Reflexiones sobre una teoría del capitalismo global”, en abril de 2015.

Tuvieron amplia participación en las conferencias varios eruditos destacados de la academia mexicana y las mismas sirvieron para entablar un importante debate público sobre el sistema contemporáneo del capitalismo global, de la crisis que enfrenta la humanidad y de los desafíos para los de abajo en la construcción de futuros alternativos para los “miserables de la tierra”.

Finalmente, un agradecimiento muy especial para Myrna Alonzo y Víctor Acuña, los traductores de la presente edición. Esta pareja de economistas realizaron una traducción fiel e impecable de los conceptos y lo hicieron en apenas cuatro meses. En el transcurso de este tiempo tuvimos la oportunidad de entablar una estrecha amistad y me da placer y orgullo tenerlos como amigos queridos.

William I. Robinson
Los Ángeles, septiembre de 2015.

PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL

CRISIS GLOBAL

Han transcurrido unos ocho años desde que concluí las investigaciones para la edición en inglés de América Latina y el capitalismo global. Pero, !cuán rápido es el tiempo de los cambios en nuestro mundo globalizado! ¡Yo podría ocupar otro libro aquí en abordar el proceso de maduración de los temas tocados en la presente obra! Desde que escribí las últimas líneas de la edición en inglés a principios de 2007 la economía global experimentó el desplome de 2008 y la sociedad global se revuelca en un caos cada vez mayor. Más que una crisis económica enfrentamos lo que califico como una crisis de la humanidad. Estamos viviendo momentos de gran conmoción, incluyendo la verdadera posibilidad de un colapso así como la amenaza creciente de los sistemas represivos de control social para contener las contradicciones explosivas de un capitalismo global envuelto en una profunda dislocación estructural, ambiental y cultural. El impulso implacable del capital transnacional de acumular a escala mundial está precipitando un holocausto ecológico y la guerra sin fin. Más que nunca, América Latina está envuelta en esta incierta coyuntura global.

En el capítulo 5 de la presente obra analicé la financiarización de la economía global, el crónico problema de la sobreacumulación y las tendencias hacia el estancamiento y la pauperización de las grandes mayorías. Estas tendencias se han profundizado desde 2007, pero es evidente que la crisis estructural (¿sistémica?) que experimentamos en América Latina así como en el sistema global va más allá de anteriores crisis estructurales. En particular, como he resaltado en mi obra más reciente en inglés (Global Capitalism and the Crisis of Humanity, publicado en 2014), la actual crisis se destaca por seis aspectos particulares al presente momento que la hacen distinta y más grave que las crisis anteriores:

1] El sistema llega rápidamente a los límites ecológicos de su reproducción; posiblemente llegamos a un punto sin retorno. Los científicos observan que por primera vez la actividad humana comienza a transformar los sistemas naturales a gran escala, de tal manera que el colapso de la sociedad humana es una verdadera posibilidad. De los nueve “parámetros o fronteras planetarios” cruciales para mantener un ambiente en el sistema de la tierra donde los humanos (y otras formas de vida) puedan existir, ahora hay cuatro que experimentan degradación ambiental irreversible, y en tres de ellos –el cambio climático, el ciclo de nitrógeno y la pérdida de la biodiversidad– ya hemos pasado estos parámetros. De hecho se habla de la “sexta extinción masiva”. Las primeras cinco extinciones masivas en la historia del planeta se debían a causas naturales mientras ésta –si llegara a darse– seria causada por la actividad humana.

2] El alcance y la magnitud de las desigualdades globales es sin precedente. En enero de 2015 la organización prodesarrollo Oxfam emitió un informe sobre la acelerada concentración de la riqueza global. De acuerdo con el informe, el uno por ciento más rico de la población mundial posee más riqueza que el resto del mundo. Este uno por ciento pasó, entre 2009 y 2015, de controlar el 44 por ciento de la riqueza mundial a controlar más del 50 por ciento. Es más, el colapso de 2008 aceleró la concentración mundial de riqueza. El informe de Oxfam reporta que las 80 personas más ricas del mundo experimentaron un incremento de 50 por ciento de su riqueza entre 2008 y 2014, mientras el 50 por ciento de la humanidad más pobre experimentó un descenso de 50 por ciento en los ingresos que le correspondieron, es decir, una enorme cantidad de riqueza pasó directamente de las manos de los “miserables de la tierra” a la cúpula de la clase capitalista transnacional a raíz de la crisis que causó esa misma clase con su actividad rapaz y predadora.

3] La magnitud de los medios de violencia, el alcance de éstos, y su concentración en manos de pequeños grupos poderosos no tiene precedente. La guerra se normaliza. Hemos llegado a la sociedad de la vigilancia panóptica y la época de control del pensamiento por agentes que dominan el flujo de información y la producción y circulación de símbolos, como confirman las revelaciones del exagente de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, Edward Snowden.

4] Estamos llegando a los límites de la expansión extensiva e intensiva del sistema capitalista. El capitalismo es como una bicicleta, en el sentido de que si dejas de pedalear se cae la bicicleta; el sistema capitalista experimenta un colapso si deja de expandirse. En crisis anteriores el sistema experimentó una nueva ola expansiva para contrarrestar las contradicciones internas a ello, en particular el estancamiento y la falta de salidas para el excedente acumulado. Hoy día no hay nuevos territorios para conquistar, los espacios del capital alcanzan profundidades jamás vistas y cada aspecto de la vida social se mercantiliza. ¿Hacia dónde se podrá expandir el sistema ahora?

5] En el capítulo 5 de la presente obra, hablé de la expansión de las filas de los marginados y los “redundantes”, es decir, de la masa de las personas expulsadas de la participación productiva en la economía y la sociedad globales y condenadas a ser “humanidad superflua”, sujeta a sofisticados sistemas de control y represión –hasta genocidio– enfrentando un ciclo mortal de despojo-explotación-exclusión. El desafío sobresaliente que enfrenta la élite global es la problemática del control de la rebelión real o potencial de la masa de la humanidad desposeída y marginalizada. Como vemos en América Latina, así como alrededor del mundo, la humanidad “superflua” se concentra en las periferias urbanas de las megaciudades del mundo en condiciones de precariedad. Estas periferias –el mundo de las favelas– constituyen nuevos campos de batalla donde brotan nuevas resistencias así como nuevos sistemas de represión de masa.

6] Se manifestó de manera muy clara a raíz del colapso económico de 2008 el desfase entre una economía en vías de globalización y un sistema de autoridad política basado en el Estado-nación. Los aparatos del Estado transnacional siguen siendo incipientes y no pueden organizar ni estabilizar el sistema. Desde que publiqué la edición en inglés de la presente obra las élites globales claman cada vez más por mecanismos transnacionales de coordinación y regulación que pudieran refrenar las fuertes contradicciones y contrarrestar la anarquía del sistema.

Desde la agravación de la crisis global la clase capitalista transnacional ha abordado tres mecanismos que se perfilan más claramente desde 2008 para echar adelante la acumulación global frente al estancamiento. Uno de éstos es la acumulación militarizada, es decir, el lanzamiento de guerras e intervenciones y la provocación de un conflicto tras otro a fin de echar a andar ciclos de destrucción y reconstrucción con el propósito de acumular capitales y hacer ganancias. Se trata de una permanente economía global de guerra –una economía criminal y mafiosa– donde la acumulación se vuelve en sí el objetivo independientemente de consideraciones geopolíticas, es decir, la militarización de las fronteras, la criminalización de las comunidades, la producción de los equipos bélicos, la construcción de los complejos de detención y vigilancia, los ejércitos de guardias privadas y seguridad personal, la gentrificación (aburguesamiento) militarizada de las zonas residenciales exclusivas, las farsas de las guerras “contra las drogas”, “contra el terrorismo”, “contra los maras”, “guerra contra inmigrantes”, todo esto y mucho más, se vuelve eje central de acumulación en la economía global frente a la crisis de la sobreacumulación analizada en el capítulo 5 de la presente obra, y con ello, se desarrolla una cultura de capitalismo global que es bélica, agresiva, y que glorifica la dominación, es decir, la cultura fascista.

Un segundo mecanismo es el pillaje y el saqueo de las finanzas públicas. Desde 2008 se da una transferencia de riqueza sin precedentes del público a las arcas del capital transnacional. Se socializan las pérdidas en un momento en que las empresas transnacionales registran niveles récord de ganancias. El capital transnacional se destaca como predador mientras los ingresos futuros de las clases trabajadoras –tambaleadas por la incesante austeridad– están empeñados con el capital financiero transnacional. En 2014 el mercado global de bonos rebasó los ¡100 billones de dólares! Es decir, los estados juegan el papel de extraer cada vez más excedente de los pueblos para entregárselo al capital financiero transnacional. Grecia es el modelo de este mecanismo de saqueo, aunque América Latina también nos ofrece una clara ventana abierta a su funcionamiento.

Y tercero, no hay final a la vista de la frenética especulación financiera que desde el siglo pasado ya había convertido a la economía global en un gigantesco casino. De hecho la especulación financiera se ha agravado de manera exponencial desde el colapso de 2008, lo que augura un nuevo colapso por delante aún mayor. Ya en 2008 cuando salió publicado en inglés el presente libro, los mercados financieros comercializaban derivados cuyo valor en un solo mes ¡superaba el PIB anual del mundo entero! Y estos mercados de derivados –es decir, mercados de puro capital ficticio creados para la acumulación por medio de la especulación– alcanzaron en 2014 un valor (ficticio) de 2.3 billones de dólares al día, un monto superior por un tercio del momento de 2008. Es indiscutible que el capital financiero transnacional especulativo viene a desestabilizar el sistema. Es difícil evitar la conclusión de que estamos en el precipicio de una mayor crisis con consecuencias imprevisibles.

Concluí la edición en inglés de la presente obra con la observación de que se vislumbran cuatro escenarios para el futuro de América Latina y la sociedad global: el reformismo desde arriba que logra estabilizar momentáneamente el sistema de capitalismo global; el descenso hacia “el fascismo del siglo XXI”; el repunte de una alternativa global anticapitalista, es decir, el resurgimiento de un proyecto de socialismo democrático, y el espectro del colapso y una nueva Edad de las tinieblas.

¿Y AMÉRICA LATINA?

¿Dónde encaja América Latina en este complicado escenario global? Pareciera que el ritmo de cambio es demasiado rápido para mantenerse al día con el análisis. Por un lado, se mantiene vigente todo lo que se presenta en este libro en cuanto a la globalización capitalista, los procesos de transformación institucional, social, económica, política y cultural. De hecho, estas transformaciones en América Latina se han profundizado. Las tendencias en cuanto al desarrollo de las nuevas contradicciones de la época del capitalismo globalizado han seguido madurando, enmarcadas en la coyuntura de crisis y polarización. Por el otro, parece que el ciclo del ascenso del proyecto posneoliberal llega a tener sus propias contradicciones y más que nunca el futuro de la región está en entredicho y será decidido por el resultado de las fuertes luchas sociales y políticas que se extienden a lo largo y ancho de la región, así como por la coyuntura global de crisis e incertidumbre discutida arriba. A continuación hago alusión a algunos aspectos del proceso de cambio en curso en la región.

La crisis económica global, sin duda, ha redundado de sobremanera en toda América Latina, sobre todo a partir del desplome de los precios de los commodities a partir de 2013 y en adelante. La crisis revela sobre todo la fragilidad y la inviabilidad del tímido modelo posneoliberal analizado en el capítulo 6 de la presente obra, basado en una pequeña redistribución de ingresos hacia abajo, mediante transferencias y programas sociales de los ingresos por concepto de la exportación de recursos naturales y materias primas, sin afectar la estructura fundamental de las relaciones de propiedad (clasistas) y la naturaleza en sí de un capitalismo impulsado por la lógica de la incesante acumulación. Brasil entró en franca recesión hacia finales de 2014 mientras el repunte de las protestas de los pobres de las favelas se conjugó con las manifestaciones de inconformidad de las clases acomodadas y la burguesía para montar un mayor desafío a la hegemonía –si no a la estabilidad– del gobierno del Partido de los Trabajadores. En Ecuador se acumulan nubarrones políticos frente a la empecinada determinación del gobierno de Rafael Correa de seguir adelante con el modelo extractivista de expansión de la explotación petrolera y minera a pesar de la creciente oposición de las comunidades indígenas, sindicales y populares. El gobierno de Correa parece estar encaminado a sustituir la base social popular que en una primera instancia lo apoyó por los intereses de los sectores financieros y energéticos, es decir, por importantes fracciones de la clase capitalista transnacional, fracciones que incluyen a empresas chinas. Más ampliamente, queda en evidencia que la región ha experimentado un boom de la minería y la explotación de materias primas anticipado solamente en parte en la obra original publicada en 2008. Países como Perú, Guatemala y Colombia, han experimentado una dramática expansión de la explotación de materias primas, sobre todo de la minería, con sus consecuencias concomitantes, como son las nuevas rondas de desplazamiento y feroces luchas de las comunidades locales, en especial, las comunidades indígenas (y afrodescendientes) contra la nueva oleada extractivista.

La revolución bolivariana en Venezuela enfrenta grandes desafíos a raíz de la inoportuna muerte del líder venezolano Hugo Chávez en 2013 y el desplome de los precios del petróleo a partir de 2014. En Venezuela (y en menor grado en Bolivia), a diferencia de Brasil, Argentina y Ecuador, el gobierno ha avanzado con un proyecto de transformación de las relaciones de propiedad-clasistas, pero esto se produce en medio de una intransigente corrupción del viejo Estado capitalista y los sectores oportunistas asentados en dicho Estado y en el partido gobernante. Pareciera que la lucha política y de clase se calienta en medio de la aguda crisis económica y una escalada de desestabilización estadunidense, apoyada siempre a nivel interno en las clases medias y pudientes, históricamente reaccionarias. El acosado país sudamericano sufrirá un prolongado enfrentamiento si no se rompe el empate entre el avance de un proceso revolucionario y un violento proceso antagónico de contrarrevolución. Hay mucho en juego en Venezuela; este país sigue siendo, a mi juicio, un escenario crucial para la contienda entre las distintas y antagónicas fuerzas sociales, clasistas y culturales en el sistema de capitalismo global.

En Centroamérica, el ejército hondureño con el pleno respaldo de los grupos capitalistas transnacionales en el país –tanto hondureños como extranjeros– y del gobierno de Estados Unidos, derrocó en 2009 al gobierno del presidente Manuel Zelaya cuando este último introdujo apenas un proyecto de tímidas reformas, entre ellas, el alza del salario mínimo en las maquiladoras y el ingreso del país a la Alianza Bolivariana para Nuestra América (ALBA). El golpe de estado desató una ola de represión y resistencia que se intensifica a la hora de escribir este prólogo, a la vez que abrió paso a un salto cualitativo en la globalización capitalista del país –nuevos despojos, más ajuste estructural, concesiones al capital transnacional, el acoso al medio ambiente, etcétera–. La élite transnacional mostró en Honduras su disposición de violar cualquier norma democrática y recurrir a la violencia frente al más mínimo cuestionamiento de sus intereses.

Mientras, México se hunde en la “colombianización” en tanto parece estarse materializando en ese país un proyecto del “fascismo del siglo XXI”. Existen expansivos movimientos sociales y de resistencia en ambos países que enfrentan fuertes escaladas de represión, despojo y terror ante la implacable marcha de la globalización capitalista. Es más que evidente que la “guerra contra las drogas” es una grotesca cortina de humo para la acumulación primitiva por medio del terror, la militarización y la paramilitarización. Esta guerra justifica la criminalización y la represión de los movimientos sociales mientras facilita la apropiación de los recursos por parte de la clase capitalista transnacional y el control de los espacios a lo largo de ambos países por parte del Estado transnacional. Es más, esta colombia-nización se extiende por Centroamérica, sobre todo, por Honduras y Guatemala.

He aquí, pues, el complejo panorama de América Latina en el capitalismo global y sus crisis. No obstante los peligros que enfrenta la humanidad, el interregno actual nos presenta –a América Latina y al mundo en general– con grandes oportunidades para proyectos transformadores y libertadores. Primero, el sistema ha perdido su legitimidad para muchas personas. Segundo, el neoliberalismo agota sus reservas materiales e ideológicas. Tercero, los grupos dominantes alrededor del mundo se presentan como divididos y a la deriva. Su agresividad refleja la decadencia del sistema y la falta de soluciones viables a la crisis que ellos mismos han generado. Cuarto, la “tercermundización” del primer mundo abre nuevas oportunidades para practicar la política radical globalizada, o sea, para desarrollar alianzas orgánicas entre el Norte y el Sur. Como declaré en la última línea de la presente obra: “Cualquiera que sea el futuro de la humanidad, debemos mantener la vista sobre América Latina, ya que esta región seguramente jugará un papel vital en lo que vendrá.”

WILLIAM I. ROBINSON
Santa Barbara, California, Estados Unidos

Abril de 2015

PREFACIO

¿Qué está sucediendo en el mundo? Es la expresión, una frase común, para captar los vientos de cambio que han sacudido al planeta en los últimos años desafiando nuestros marcos de referencia establecidos. Estos cambios dramáticos, junto con la sensación de que el propio ritmo del cambio se ha acelerado y que el mundo se está haciendo cada vez más pequeño, están contenidos en el concepto de globalización –al que algunos científicos sociales consideran como el concepto principal del nuevo milenio–. El presente estudio es parte del nuevo campo de los estudios sobre la globalización, específicamente, lo que Rich Appelbaum y yo hemos denominado estudios críticos de la globalización (Appelbaum y Robinson, 2005), y a lo que anteriormente me había referido como “nuevos estudios transnacionales” (Robinson, 1998; 2003). He estado escribiendo sobre la globalización desde principios de la década de 1990. Éste es, en mi opinión, un concepto con un enorme poder explicativo. La explosión de investigaciones que se han hecho sobre este tema es indicativo de la ubicuidad de sus efectos. Todas las disciplinas y especializaciones en la academia, al parecer, se han involucrado en los estudios de la globalización, desde el área de los estudios étnicos, de género y culturales, hasta la literatura, las artes y las ciencias sociales, la historia, el derecho, la administración de empresas, e incluso las ciencias naturales. La proliferación de la literatura sobre la globalización refleja la magnitud intelectual de investigar y teorizar sobre la amplitud, la profundidad y el ritmo de los cambios en curso en la sociedad humana de principios del siglo XXI.

Dentro de los estudios de la globalización encontramos dos grandes categorías: 1] los que abordan problemas o cuestiones específicas que se relacionan con la globalización; 2] los que estudian el concepto de la globalización en sí –teorizando sobre la naturaleza misma del proceso–. En el presente volumen intento abarcar estas dos categorías, reiterar y avanzar en la comprensión teórica de la naturaleza del proceso y examinar a fondo el conjunto de problemas y asuntos referidos a la globalización que enfrenta América Latina en el nuevo siglo. Como han observado López-Alvez y Johnson (2007), la literatura sobre la globalización ofrece pocas referencias sistemáticas a América Latina. Más allá de la comunidad de investigadores en y sobre América Latina, la región está en gran parte ausente de la corriente principal de la literatura comparativa y teórica sobre la transformación global.

Este libro se apoya en mi investigación en curso sobre la globalización. Mi teoría particular del capitalismo global, basada en tres elementos: producción transnacional, clase capitalista transnacional y Estado transnacional, ha sido presentada en dos libros anteriores, Transnational Conflicts (Robinson, 2003) y A Theory of Global Capitalism (Robinson, 2004a).1 Una teoría de la globalización es un modelo para la comprensión de numerosos procesos en el mundo social. En los últimos años he aplicado mi teoría del capitalismo global a un número de casos empíricos, entre ellos, América Central (2003), el Cuerno de África (2004), Sudáfrica (2005), la invasión estadounidense de Iraq (2005a; 2005b), los inmigrantes latinos/as en Estados Unidos (2006) y al intervencionismo e imperialismo de Estados Unidos (2007). En este libro quiero emplear esta teoría del capitalismo global para explorar y explicar los cambios trascendentales que ha sufrido América Latina en las últimas décadas.

A principios del presente siglo, América Latina entró a una fase turbulenta de cambio e incertidumbre. El nuevo orden transnacional tiene sus orígenes en la crisis económica mundial de la década de 1970, que dio al capital el impulso y los medios para iniciar una importante reestructuración del sistema a través de la globalización durante las dos décadas siguientes. La región ha estado profundamente implicada en este proceso. Los movimientos de masas, las luchas revolucionarias y los proyectos nacionalistas y populistas de los años sesenta y setenta fueron revertidos por las élites locales e internacionales en las últimas décadas del siglo XX frente a la recesión económica global, la crisis de la deuda, la represión estatal, la intervención de Estados Unidos, el colapso de una alternativa socialista y el surgimiento del modelo neoliberal (los diversos proyectos y movimientos populares también tenían sus propias contradicciones internas). En materia económica, los países latinoamericanos experimentaron una profunda reestructuración e integración a la economía global bajo el modelo neoliberal. Pero a la vuelta del siglo el modelo estaba en crisis en la región, incapaz de llevar a cabo cualquier desarrollo sostenido, o incluso de evitar un continuo retroceso. Políticamente, los frágiles sistemas poliárquicos (“democráticos”) instalados a través de las llamadas “transiciones a la democracia” de la década de 1980, eran cada vez más incapaces de contener los conflictos sociales y las tensiones políticas generados por los efectos polarizantes y pauperizantes del modelo neoliberal. La erosión del llamado “Consenso de Washington”, el estancamiento económico, una serie de revueltas entre las clases populares, un retorno electoral de la izquierda, un nuevo “populismo radical”, el renacimiento de una agenda socialista, los intentos de golpe y el renovado intervencionismo estadounidenses, parecen estar a la orden del día.

El telón de fondo más general de la intensificación de la turbulencia en América Latina ha sido su integración al nuevo capitalismo global. Este libro, por lo tanto, examina el proceso de globalización que se ha extendido en América Latina de fines de los años setenta en adelante. Documenta y analiza, desde el enfoque de la teoría del capitalismo global, los cambios y las crisis recientes en la región en una perspectiva histórica, y con la mira de proveer un marco teórico, así como las herramientas analíticas y conceptuales, para entender el periodo actual de turbulencia y los futuros posibles. Se centra en la cambiante relación de la región con el sistema global, la evolución de su economía política, las nuevas dinámicas sociales y políticas en la era de la globalización y los posibles escenarios futuros. También examina los movimientos de resistencia y los proyectos alternativos, incluyendo tres breves estudios de caso. Mi deseo es que éste sea un estudio accesible, no definitivo ni exhaustivo, que ponga de relieve los principales cambios que se han producido y vincule el estudio de la globalización con el de América Latina y con la noción de crisis global. Su objetivo es proporcionar una visión general, un marco y una interpretación que se espera incite a otros a continuar profundizando en las ideas y el análisis que aquí se presentan. En particular, queda pendiente para investigaciones venideras la cuestión de un enfoque comparativo sobre las convergencias, así como las especificidades, de América Latina en la integración de América en el nuevo sistema global en relación con otras regiones.

El auge de los estudios de la globalización ha servido para reafirmar la centralidad del análisis histórico y la reconfiguración en curso del tiempo y el espacio, así como la importancia de un enfoque holístico para la comprensión de los asuntos humanos. En mi opinión, la globalización es la dinámica subyacente que impulsa los procesos sociales, políticos, económicos, culturales e ideológicos alrededor del mundo en el siglo XXI. A medida que cada nación y región es integrada dentro de las estructuras y procesos transnacionales emergentes, han surgido –en América Latina y en otros lugares– nuevas estructuras económicas, políticas y sociales. Hay una nueva configuración del poder global que se manifiesta en cada nación y cuyos tentáculos bajan hasta el nivel de la comunidad. Cada individuo, cada nación y cada región están siendo incorporados a los procesos transnacionales que han socavado las autonomías y provincialismos anteriores. Esto hace que sea imposible abordar temas locales –si no es que incluso cualquier asunto de importancia social, política o intelectual– al margen del contexto global. Voy a argumentar en las páginas siguientes, además, que la crisis y la transformación de América Latina son parte de una crisis más profunda del capitalismo global.

De 1999 a 2003 participé en un grupo de trabajo sobre la crisis mundial, convocado por primera vez por el Instituto Transnacional en Ámsterdam, que reunió a activistas-investigadores de los cinco continentes para una serie de encuentros y culminó con la publicación de nuestros debates (Freeman y Kagarlitsky, 2004). Fue a través de este grupo de trabajo como empecé a pensar en la naturaleza de la crisis en el sistema global, una crisis que en términos más generales considero que es de civilización, en el sentido de que su ámbito es toda la humanidad y su no resolución bien podría resultar en un colapso de nuestra actual civilización global, para mejor o para peor. Mi papel dentro del grupo de trabajo fue investigar Latinoamérica. Ese trabajo (Robinson, 2004b, 2004c) constituye el origen inmediato del presente estudio. Las contradicciones del capitalismo global son, a todas luces, explosivas. Es en tiempos de crisis, más que de estabilidad y equilibrio, cuando el poder de las agencias colectivas para influir en la historia es más fuerte. Nos encontramos en una encrucijada histórica, un momento de caos, que presenta graves peligros para la humanidad, pero también nuevas oportunidades.

La verdad, como decía Hegel, está en el todo. Dicho esto, si hay alguna advertencia que destacar aquí, es que en un volumen como éste la simplificación es inevitable. Sólo puedo enfocar la atención detallada sobre un grupo selecto de los árboles que componen el bosque y debo omitir por completo, inevitablemente, una mirada a otros árboles, no importa lo mucho que puedan ser parte integral del bosque. Al final, cualquier esfuerzo intelectual es no concluyente; un trabajo en progreso. Mi enfoque –mirar a América Latina como un todo– inevitablemente subestima la complejidad y la divergencia y sobreestima el grado en que se pueden hacer afirmaciones generales. No existe una Latinoamérica única, homogénea. Sin embargo, el ejercicio sigue siendo válido –de hecho, útil y vital– en tanto que hay transformaciones estructurales subyacentes que han producido claros patrones de cambio de alcance regional. Existe un patrón general de la transición de América Latina al capitalismo global, aunque cada país y región haya experimentado esta transición sobre la base de su propia constelación particular de fuerzas sociales, circunstancias históricas y variabl es contingentes. Me interesa en este estudio identificar esta unidad subyacente entre los distintos patrones de cambio a través de la extrapolación de experiencias divergentes para descubrir estos patrones y categorías generales de eventos, tales como la expansión de las exportaciones no tradicionales, el surgimiento de los capitalistas transnacionales de entre los grupos dominantes de la región, la crisis de la deuda y la preponderancia de los mercados financieros globales, así como el aumento significativo de nuevos movimientos de resistencia en toda la región. Estos patrones generales apuntan a procesos causales subyacentes de la globalización capitalista.

Volviendo al doble tema de la crisis y los estudios críticos de la globalización, no puede haber duda de que estamos viviendo tiempos inquietantes en esta “aldea global”. El sistema de capitalismo global que ahora abarca todo el planeta está en crisis. Existe consenso entre los científicos de que estamos al borde de un holocausto ecológico, incluyendo la extinción masiva de especies, el colapso inminente de la agricultura en las principales zonas productoras, el deshielo de los polos, el calentamiento global y la contaminación de los océanos, las reservas de alimentos, el abastecimiento de agua y el aire. Las desigualdades sociales están fuera de control y la brecha entre los ricos globales y los pobres globales nunca había sido tan grande como lo es a principios del siglo XXI. Mientras los niveles absolutos de pobreza y miseria se expanden por todo el mundo bajo un nuevo apartheid social global, el 20 por ciento más rico de la humanidad recibió, en el año 2000, más del 85 por ciento de la riqueza mundial, y el 80 por ciento restante se tuvo que conformar con menos del 15 por ciento, de acuerdo con el frecuentemente citado Informe sobre Desarrollo Humano anual de las Naciones Unidas (PNUD, 2001). Impulsadas por los imperativos de la sobreacumulación y el control social transnacional, las élites globales han recurrido cada vez más al autoritarismo, la militarización y la guerra para sostener el sistema. Muchos economistas políticos coinciden en que un colapso económico global es posible, incluso probable.

En tiempos como éstos, los intelectuales están llamados a comprometerse con una comprensión analítica y teórica crítica de la sociedad global: contribuir a un conocimiento de la historia y el cambio social que pueda dilucidar el funcionamiento interno del orden prevaleciente y los procesos causales que intervienen en ese orden que generan crisis; así como exponer los intereses creados vinculados con el orden social global, los discursos a través de los cuales se articulan esos intereses y las distintas alternativas que presentan los agentes contrahegemónicos. La producción intelectual es siempre un proceso colectivo. No perdamos de vista el carácter social e histórico del trabajo intelectual. Todos aquellos comprometidos con esta labor, o que pretenden construir un conocimiento, son intelectuales orgánicos en el sentido de que el estudio del mundo es en sí mismo un acto social, realizado por agentes con una relación definida con el orden social. El trabajo intelectual es trabajo social, sus practicantes son actores sociales, y los productos de su trabajo no son neutrales o desinteresados.

En los años recientes he propuesto algunas directrices racionales y mínimas para el estudio crítico de la globalización, y he llamado a los intelectuales a “ejercer una opción preferencial por la mayoría en la sociedad global” (Robinson, 2005, 2006). La globalización no es un proceso neutral. Implica ganadores y perdedores y nuevas relaciones de poder y de dominación. Necesitamos intelectuales orgánicos capaces de teorizar los cambios que han tenido lugar en el sistema capitalista, en esta época de globalización, y de proporcionar a las mayorías populares estos conocimientos teóricos como insumos para sus luchas en el mundo real por desarrollar relaciones sociales alternativas y una lógica social alternativa –la lógica de las mayorías– a la del mercado y del capital transnacional. En otras palabras, los estudios críticos de la globalización tienen que ser capaces de inspirar la acción emancipatoria, de reunir a múltiples corrientes en el desarrollo de programas que integren la teoría y la práctica.

Permítanme ahora exponer la estructura de este libro. En el capítulo uno resumo mi teoría de la globalización e introduzco varios ángulos nuevos y proposiciones no presentadas previamente en otro lugar. Los capítulos dos, tres y cuatro se refieren a América Latina, documentando y analizando la transformación de su economía política a medida que se ha integrado a la nueva producción y al sistema financiero globales. La atención se centra en el conjunto de exportaciones no tradicionales que se incorporan a los nuevos circuitos globales de acumulación y en algunos de los cambios fundamentales de la estructura social y las relaciones de clase vinculados a dicha integración. Examino en particular: el crecimiento de las exportaciones agrícolas no tradicionales y la agroindustria (capítulo dos), la reorientación de la industria y el aumento de las maquiladoras; el turismo transnacional; la exportación de mano de obra y la importación de remesas (capítulo tres). En el capítulo cuatro analizo algunos de los procesos transnacionales más destacados en la región, particularmente lo que respecta a la clase, el Estado, la nación y la migración transnacional. Los capítulos cinco y seis presentan una visión general de la crisis global. El quinto se centra en tres dimensiones en particular: las crisis de polarización social/reproducción social, de sobreacumulación y de legitimidad y hegemonía. Se dirige después a la forma en que la crisis se ha manifestado en América Latina. Sostengo que hemos entrado en el ocaso del neoliberalismo; está en marcha la batalla por lo que va a sustituir a este modelo moribundo. El capítulo seis analiza el surgimiento de los movimientos de resistencia y los proyectos contrahegemónicos en América Latina, los retos y dilemas que enfrentan y las perspectivas para el futuro. Reviso en este capítulo final la situación en varios países y presento de forma más detallada tres casos concretos: la lucha de los indígenas en todo el continente; el movimiento por los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos, encabezado por inmigrantes latinos; y la Revolución bolivariana en Venezuela.

Por último, permítanme reiterar que toda la producción intelectual es colectiva y sus resultados son productos sociales. El presente estudio no es la excepción. Es realmente enorme la lista de las personas que han contribuido de diversas maneras, desde aquellos que han tenido una influencia significativa en mi propio desarrollo intelectual y político, hasta los vinculados de manera más inmediata a las ideas y el contenido presentados en este estudio. Todo lo que puedo hacer aquí es mencionar a unos pocos, en especial a mi amigo de toda la vida Kent Norsworthy, quien leyó todo el manuscrito y proporcionó capítulo por capítulo sugerencias editoriales, y a mis asistentes de investigación de posgrado en la Universidad de California en Santa Bárbara, quienes contribuyeron de diversas maneras, entre ellos, Verónica Montes, Cosme Caal, Amandeep Sandhu, Edwin López y Xuan Santos. Me gustaría expresar mi gratitud a mi amigo y colega senior Christopher Chase-Dunn de la Universidad de California-Riverside, editor de las series de la Johns Hopkins University Press sobre Temas del Cambio Social Global. Además de ser una inspiración intelectual, Chris me ha dado (y a muchos de mis compañeros) un importante apoyo institucional en los momentos cruciales de mi desarrollo profesional y de mi carrera. Marielle Robinson Mayorga me dio apoyo moral y mostró mucha paciencia durante los varios años que el manuscrito estuvo en preparación.

También estoy agradecido (en orden alfabético) con: Paul Almeida; Vilma Almedra; Richard Appelbaum; Andrés Beiler; Walden Bello; Judith Blau; Honor Bragazon; Peter Brogan; amigos y colegas del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual de la Cancillería venezolana, entre ellos, Jonhy Balza y Eleonora Quijada; el equipo de Desde Abajo en Bogotá, Colombia; Daniel Dessain; Jonás Gindin; amigos y colegas de la sede San José, Costa Rica, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), y, especialmente, Abelardo Morales; John Foran; Sam Gindin; Fernando López Alvez; Margarita López Maya y Luis Lander de la Universidad Central de Venezuela en Caracas; Esteban Pino Cavello; Adam Morton; Leo Panitch; Marielle Robinson Mayorga; Fred Rosen; Manuel Rozental; Xuan Santos; colegas de la Sociedad para Estudios Latinoamericanos del Reino Unido; mis amigos, colegas y estudiantes de la Universidad de Costa Rica, especialmente del Departamento de Ciencias Políticas, en particular, Carlos Sandoval del Departamento de Relaciones Internacionales; amigos y colegas de la Universidad Nacional de Costa Rica, en Heredia, y en particular, Jorge Cáceres; amigos y colegas del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Chile; y Catherine Walsh. Agradezco las becas de investigación del Senado Académico, y el Instituto de Investigaciones Sociales, Económicas y del Comportamiento –ambos de la Universidad de California en Santa Bárbara– que aportaron parte de los fondos de este estudio. El Programa de Educación en el Extranjero de la Universidad de California aprobó mi estancia académica, en el verano de 2004, en la Universidad de Chile, lo que me permitió realizar investigaciones importantes en América del Sur. Mis disculpas a las personas e instituciones que haya olvidado mencionar aquí. Asumo toda responsabilidad, naturalmente, de todas las deficiencias de este estudio, de las que, sin duda, hay muchas. Este libro está dedicado a los movimientos por los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos y en otros lugares, a las batallas que estos “nuevos nómadas” del capitalismo global se ven obligados a librar a diario, en innumerables ocasiones, contra el desplazamiento, la humillación, la explotación, la exclusión y la injusticia. Sus luchas por la dignidad y la justicia social, más allá de inspiradoras, los colocan a la vanguardia de la resistencia a los efectos deshumanizantes del sistema.

1. CAMBIO DE ÉPOCA EN EL CAPITALISMO MUNDIAL

La mayoría de los estudiosos de la materia y los legos por igual, estarán de acuerdo en que si queremos comprender el mundo social del siglo XXI tenemos que lograr entender el concepto de globalización. El término se popularizó primeramente en la década de 1980. En los noventa provocó fuertes debates sobre su utilidad en las ciencias sociales y las humanidades. Hacia el nuevo siglo el concepto se había ganado claramente su lugar y el debate se dirigió principalmente al significado teórico de la globalización. La mayoría de los investigadores coincidirán en que hay dos dimensiones entrelazadas de este proceso: el aumento de las interconexiones entre los pueblos y países de todo el mundo, o una dimensión objetiva, y una mayor conciencia en todo el mundo de estas interconexiones, o una dimensión subjetiva. El extraordinario aumento de los estudios de la globalización ha servido para reafirmar la centralidad del análisis histórico y la continua reconfiguración del tiempo y el espacio sociales para la comprensión de los asuntos humanos. Pero si la globalización está modificando la forma en que abordamos tradicionalmente el estudio del mundo social y la cultura humana, es porque, como proceso del mundo real, está llegando a los niveles más profundos, remotos y locales en todos los rincones del planeta, modificando la vida social, cultural y política en todas partes.

ESTUDIOS CRÍTICOS DE LA GLOBALIZACIÓN Y NIVELES DE ANÁLISIS

Si los académicos e intelectuales hemos de desempeñar un papel significativo ante los problemas urgentes que enfrenta la humanidad en el siglo XXI –guerra y paz, justicia social, democracia, diversidad cultural y sustentabilidad ecológica– nos corresponde alcanzar una comprensión analítica de la globalización como la dinámica estructural subyacente que impulsa los procesos sociales, políticos, económicos y culturales en todo el mundo:

Creemos que el doble objetivo de entender la globalización y comprometerse con el activismo social global puede expresarse mejor en el marco de unos estudios críticos de la globalización. Creemos que como académicos nos corresponde explorar la relevancia de la investigación de las cuestiones políticas candentes y las luchas sociales de nuestra época, de los cuantiosos conflictos, dificultades y esperanzas ligados a la globalización. Dicho más directamente, no somos observadores indiferentes que estudian la globalización como una suerte de ejercicio académico imparcial. Más bien, estamos apasionadamente preocupados por el impacto negativo de la globalización en miles de millones de personas, así como por nuestra ecología planetaria cada vez más estresada. Por otra parte, creemos que es nuestra obligación como académicos ofrecer una visión de los procesos multifacéticos de la globalización al servicio de las personas y organizaciones que se dedican a combatir sus rasgos más violentos. No somos antiglobalistas, pero nos oponemos firmemente a las formas altamente depredadoras que la globalización ha asumido a lo largo de la historia, y en particular durante el último cuarto de siglo (Appelbaum y Robinson, 2005: xiii).

Este libro se ubica dentro de los estudios críticos de la globalización. Es un intento de explicar los cambios que han sacudido a América Latina en las últimas décadas a través de mi enfoque particular de la globalización, una teoría del capitalismo global, que ve la globalización como una etapa cualitativamente nueva en la historia del capitalismo mundial (Robinson, 2004). Si las primeras etapas trajeron la conquista colonial, la economía mundial y la división internacional del trabajo, la separación del mundo en Norte y Sur y el aumento de la prosperidad material en medio de la pauperización, esta nueva era nos lleva a una civilización global singular, en la que la humanidad está vinculada como nunca antes, pero dividida entre los que tienen y los desposeídos a través de las fronteras nacionales y regionales en una forma sin precedentes en la historia humana. Este nuevo orden transnacional se remonta a la crisis económica mundial de la década de 1970 y tomó forma en los años ochenta y noventa. Lo que estamos experimentando es un cambio de época; una fase transnacional que viene a remplazar a la fase nacional del capitalismo como sistema social. Un cambio de época refleja la idea de transformaciones en la estructura social que tienen una importancia sistémica, en el sentido de que transforman el modo mismo en que funciona el sistema.

¿Por qué considerar la nueva fase como un cambio de época? Ni las interconexiones globales ni el capitalismo mundial son exclusivos de la época de la globalización. Un enfoque del capitalismo global ve la globalización como un fenómeno reciente que involucra nuevos procesos y estructuras y, sin embargo, también sostiene que los cambios recientes están integrados en los procesos históricos de largo plazo. Esta perspectiva de largo plazo sobre el cambio social, o la longue durée, se refiere a las estructuras como patrones de relaciones que las personas desarrollan durante decenios, siglos e incluso milenios. Las estructuras son duraderas y el cambio en este nivel es imperceptible en el día a día de nuestra experiencia social.

¿En qué momento y bajo qué circunstancias las estructuras son cualitativamente modificadas o surgen estructuras totalmente nuevas? Los momentos de transición son incitados por las crisis. El sistema capitalista mundial entró en crisis en la década de 1970, lo que precipitó la transición hacia una nueva época, o etapa, en su evolución. Nuestro intento de discernir etapas es lo que algunos han llamado una “perspectiva estadial” (Laibman, 2005) que ve la historia constituida por cambios cuantitativos continuos y momentos de cambio cualitativo dentro de una totalidad más grande que es un proceso abierto. Hablar de etapas en la evolución del capitalismo mundial no implica que haya un guión predeterminado. Más bien, podemos identificar determinados periodos en los que los procesos de cambio producen nuevas condiciones materiales sobre las cuales operan las acciones colectivas, y nuevos órdenes estructurales que ellas enfrentan. Un cambio en la estructura es raramente, si acaso, un proceso evolutivo de sucesión o desarrollo lineal. A menudo implica rupturas producidas durante los periodos de cambio rápido o revolucionario que pueden ser bastante impredecibles.

La historia es abierta precisamente porque la agencia humana colectiva y la contingencia le son esenciales. El análisis de la agencia y la contingencia es un análisis coyuntural o de comportamiento –lo que las personas dicen y hacen, las políticas, los movimientos sociales, los cambios a corto plazo en los indicadores sociales y económicos, y así sucesivamente–. A medida que América Latina experimentó un cambio rápido en las últimas décadas, por ejemplo, muchos observadores trataron de explicarlo a través de un análisis coyuntural o de comportamiento. Pero para obtener una comprensión más profunda de los cambios, debemos combinar los indicadores del coyuntural con el análisis estructuralXXXXI