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Vacaciones Creativas

GUÍA PRÁCTICA

Isabel Agüera

NARCEA, S.A. DE EDICIONES MADRID

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A mi nieta Amalia, estudiante ya de Magisterio,
a mi nieta Isabel María, que quiere serlo,
y a mi nieto Gonzalo, profesor de inglés, ya
.

Índice

A MODO DE PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

I. VACACIONES A LA VISTA

Más allá de ordenadores y móviles. Vacaciones y lectura. Vacaciones creativas. Todos somos creativos.

II. ESTRATEGIAS CREATIVAS PARA VACACIONES

1. Hojas de “reclamaciones” y “evaluaciones”

2. Sobres sorpresa

3. Etiquetas por el paseo

4. Más actividades con etiquetas

5. Siguiendo pistas

6. Jugamos con las piedrecitas

7. Mercado de valores

8. Escribimos en colorines

9. Sorprendemos con teatrillos

10. Buzones

11. El juego de la Oca

12. ”Carioqueando”

13. Jugamos con bocadillos-globos

14. Aplicamos bocadillos

15. Jugamos al anillito

16. Bingo de palabras

17. Jugamos al pañuelito de las letras

18. Los cuentos de la oca

19. Elegimos las letras

20. Pajaritas de papel

21. Juego de las retahílas

22. Correo de palabras

23. Trabalenguas

24. Mantel de cuadros

25. Palabras a la carta

26. Subir escaleras

27. Ortografía por casa

28. Sembramos letras

29. Acertijos

30. Ponemos caras

31. Vacaciones navideñas

32. Cantamos y creamos

33. Bingo de números y letras

34. Escribimos en las manos

35. Con la cámara fotográfica

36. Poemitas al viento

37. Libro-foro

Epílogo: “Algunas recetas pedagógicas”

III. ANEXO

Poesías

Cuentos

Retahílas y poemillas

Poemillas escenificados

Teatrillos

A modo de Prólogo

Amigo lector:

Con esta carta quiero empezar, y así “prologar”, esta obra que con tanto cariño e interés dedico a mis nietos y de forma especial a mi nieta Amalia que, con verdadera vocación, ha comenzando sus estudios de magisterio, y que siempre ha sentido admiración y curiosidad por conocer mi vida de maestra y por ser ella, también desde siempre, maestra, para lo cual está dotada de las mejores capacidades; necesarias para ejercer un gran magisterio.

“Mi querida Amalia: ayer me llamaste para darme una noticia que, bien sabías, era para mi mucho más que una gran noticia: abuela –me dijiste al teléfonoya me he matriculado en la Escuela de Magisterio.

¡Vaya si era algo muy importante! Ante todo y sobre todo porque en tu decisión no ha influido nadie, ni tan siquiera yo tan amante de esta profesión que considero de tal categoría y grandeza que, sinceramente, siempre me he visto muy pequeña para ostentar el título de maestra. Y, el secreto de esta verdad, que hoy te confieso, lo entenderás algún día; porque ser maestro es como ser el ejemplo constante y auténtico para alumnos y alumnas cuyas vidas pasarán por tus aulas como pajarillos que van de paso y a los que tendrás, ante todo, que enseñar a volar en total libertad.

Aquel día de tu nacimiento, cuando tu padre, mi querido hijo Ramón, allí en el hospital, donde yo te esperaba, salió a darme la noticia de que ya habías entrado en el mundo, las emociones y pensamientos me bloquearon de tal manera que un fuerte nudo atenazó mi garganta, y recuerdo que pedí a Dios, en ese momento, que cuidara de ti, que te ayudara siempre, que no te dejara jamás. Te he visto crecer, superando problemas, y siempre con voluntad y esfuerzo. Delante de mí aquella fotografía de la maratón, en la que, a pesar de un dolorcillo en la rodilla, llegaste a la meta. No te importó ser la última, sino llegar. ¡Qué ejemplo de superación y esfuerzo! Alguien, estos días, ante tu excelente nota de selectividad, te repetía: puedes escoger mejor carrera, pero con gran gozo por mi parte, te oía repetir: yo quiero ser maestra.

Y serás, mi preciosa Amalia, una excelente maestra porque, entre otras razones, lo llevas en los genes: bisabuelo, tíos, abuela…; pero hoy, con la emoción a flor de piel, quiero decirte algo que no debes olvidar ni un solo día: debes empeñarte e implicarte por completo, ante todo, en que todos, absolutamente todos los alumnos que puedan pasar por tus manos, sean auténticos, solidarios, creativos… felices.

Y ahora te dejo con mis estrategias para unas vacaciones creativas, de las que tú has participado en muchas ocasiones, estrategias para que los padres se impliquen en idénticas tareas y responsabilidades, a diario, por supuesto, pero, sobre todo, en vacaciones, tiempo de ocio y cercanía. También, ¡cómo no!, para maestros que no deben olvidar aquello de que ser creativo no es enseñar cosas distintas, sino enseñar a hacerlas de otra manera. Esa manera es a la que me voy a referir para que te sirvan de muletas hasta que puedas prescindir de ellas.

Cuando yo ejercía, entre algunos maestros y padres, tenía la mala fama de que no enseñaba lo que debía, pero no era así. Solo que no entendían que lo hacía de otra manera. Por eso no te importe nunca lo que piensen los demás sino en lo que te dicte tu conciencia.

Te quiere mucho”,

TU ABUELA

Y esta obra también la dedico a mi nieta Isabel María, estudiante ahora de bachiller, pero que, desde niña y como juego favorito, tenía siempre la escuela. De hecho su dormitorio era una auténtica clase: muñecos trabajando, otros castigados, trabajitos por las paredes… Y su deseo constante de ser maestra.

Mi orgullo y mi gran alegría tener una maravillosa hija maestra y mis nietas, que no sé si veré coronar su carrera, pero ya las intuyo como grandes maestras haciendo mucho por sus alumnos. ¡Adelante siempre mis niñas! Que nada ni nadie os robe esa ilusión con la que cada día vuestra abuela, -¡durante más de cuarenta años, día a día!- acudió a la escuela.

Y a ti, mi querido Gonzalo, todo un señor profesor de inglés, felicidades por haber llegado de forma tan exitosa.

Introducción

Desde hace años comparto vacaciones de verano con mis nietos en un apartamento que tenemos en la playa. Son días entrañables para todos, pero especialmente para los niños que, durante todo el año, planean lo que quieren hacer en sus vacaciones. No obstante, llegado el momento, la sombra de las tareas o deberes es como una nube gris que tratan de despejar cuanto antes.

Como maestra de tantos años y también como abuela, los comprendo; y, si bien los padres les ayudan, yo procuro también hacerlo, pero a mi manera. Es decir, si por ejemplo la lectura, los copiados, las redacciones, etc., forman el grueso de sus tareas, por mi parte, trato de que lean y escriban desde una perspectiva lúdica y creativa.

Y el resultado es de verdad increíble por el interés que se toman y lo bien que lo hacen, olvidados incluso de que leen y escriben, corrigen ortografía, etc.

De ahí que me surgiera la idea de escribir una obra en la que contara estrategias que llevamos a cabo. Y esto, de cara no solo a padres y abuelos sino también a maestros, ya que muchas de las actividades que voy a citar han sido llevadas a cabo por mis alumnos en las aulas, siempre convencida de la necesidad de innovar y no estancarnos en obsoletas prácticas de toda la vida. Me contaba mi hija que uno de sus hijos, de ocho años, exclamó un día:

¡Mataba a la maestra!

¿Y por qué? –le preguntó mi hija.

Porque manda tres o cuatro hojas de copiado y porque no nos deja ni movernos. Y eso es porque está cabreada y siempre nos está castigando.

Sinceramente, sentí pena de mi nieto y, aunque inmediatamente le corregimos su expresión, yo me ponía en su lugar: ¡copiar tres o cuatro páginas! ¡Qué barbaridad es pedir a los niños un esfuerzo inútil; porque ni se fijan, ni escriben bien! Tan solo les resulta un castigo insoportable ante el que se rebelan. De igual forma, es un auténtico disparate forzar a los alumnos a leer libros y más libros que, en la mayor parte de las ocasiones, ni les gustan, ni los entienden. Bien sé que estos métodos no son generalizados. Hay maestros y padres que se esfuerzan por ayudar a los niños desde otros métodos, estrategias más próximas a sus intereses, necesidades y nivel de conocimientos, etc.

La verdad es que quisiera llevar a cada educador a comprobar cuántas y variadas cosas se pueden llevar a cabo para que los niños aprendan y sean felices. El aprendizaje, el tener que asistir diariamente a clase, el permanecer horas con profesores y compañeros debería ser un auténtico placer para los niños.

Y es esto lo que yo pretendo en esta obra: facilitar estrategias para que, al menos en tiempos de ocio, los niños disfruten, lo pasen bien y aprendan.

Así pues, aquí tenéis: educadores, posibles padres, abuelos y maestros una especie de guía, donde elegir aquellas estrategias que más convengan en cada ocasión y situación.

No creo necesaria una exhaustiva justificación de los objetivos y valores que me propongo con este libro, ya que las mismas estrategias nos van a guiar hacia dónde caminamos. No obstante, para entender desde el primer momento hacia dónde nos dirigimos, citaré tanto los objetivos como los valores por excelencia que se irán repitiendo, prácticamente, en todas las actividades.

El objetivo general o principal es buscar fórmulas y métodos que diviertan, interesen y enseñen a los niños y los alejen un poco de móviles y ordenadores. En definitiva, aprender jugando y creando.

Objetivos más concretos son: motivar la lectoescritura, mejorar la ortografía, fomentar la creatividad y promover una socialización participativa.

A lo largo de estas páginas me propongo promover entre los niños y niñas valores como: participación, cooperación, creatividad, crítica constructiva, justicia, hermandad y solidaridad.

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No es necesario hacer cosas distintas; basta con hacerlas de otra manera

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Los niños leen y escriben las cosas que les gustan

I. Vacaciones a la vista

Más allá de móviles y ordenadores

Es raro que pase un solo día sin que nos quejemos de cómo los niños, desde muy temprana edad, están enganchados a móviles, ordenadores, videojuegos, etc. Y llega a tal extremo la “adicción” que por nada quieren que se les aleje de estos medios. Y ahí radica la cuestión: demostrarles que hay diversión, aprendizaje, vida, más allá de móviles y ordenadores.

No hace mucho escuché cómo una madre se quejaba de que sus hijos, de pocos años, se negaban a salir de la casa para no separarse de dichos juegos. Yo tan solo le hice una pregunta:

—¿Quién se los ha comprado?

Mi hijo; no van a ser ellos menos que sus amigos. Todos los tienen.

Cuando llegan vacaciones, sobre todo las de verano que son las más largas, a la mayoría de los padres se les presenta un gran dilema: qué hacer con los hijos; sin tener en cuenta que las vacaciones son también para ellos. Y, por lo general, se imponen a los niños ratos de estudio, si no es que ya llevan una buena carga de tareas escolares. Es decir, los hijos pasan a ser “competencia” de los padres, y tal vez de los abuelos. Pero, aún así, no hay momento del día que aparquen, sobre todo, los móviles o las tablets. Para los padres son, en muchas ocasiones, la seguridad de un cómodo rato de silencio, de falta de peleíllas entre hermanos, etc.

Pero el remedio no es cortar por lo sano, y exclamar, quitándole los móviles de las manos; ¡hasta aquí hemos llegado! A veces los mayores, con tal de que nuestros hijos no sean menos que los demás, como ya he dicho, caemos en la dinámica competitiva que nos lleva a comprar de todo para que nuestros hijos no se sientan acomplejados; aunque yo creo que son más bien los padres quienes tienen ese sentimiento.

En uno de mis libros, “Buenas ideas para educar a los hijos”, expongo, de forma sencilla y práctica, infinidad de ideas para una convivencia feliz y constructiva con los hijos. Nada más conveniente y necesario en estos tiempos en los que de sol a sol, se trabaja o busca trabajo, se vive en un alocado estrés de responsabilidades, sin que haya tiempo de prestar algo de atención a los hijos. Pero el mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día. ¡Qué hermosa frase ésta con la que coincido totalmente! ¡Y cómo recuerdo las tardes en las que mi padre, tras terminar sus largas horas de trabajo, nos dedicaba tiempo en sana y relajada convivencia para compartir enseñanzas, historias…, educación, en definitiva!

Poco tiempo o ninguno es el que se le dedica hoy en exclusiva a los hijos, dado que, por una parte, delegamos –absurdo engaño- por completo en los profesores, y por otra, los apretados horarios que tenemos nos impiden ocuparnos directamente de todo lo concerniente a su educación. Como mínimo, los fines de semana, las vacaciones, las fiestas, etc., disponemos de horas para proyectar con ellos actividades que de seguro marcarán huellas en su vida y para siempre. Cito estas palabras de Camus: “El espléndido calor que reinó sobre mi infancia me ha privado de todo resentimiento”.

Queridos padres que posiblemente leáis este libro: tratad de programar paseos, lecturas, excursiones, sesiones fotográficas; hablar, pero sobre todo, promover temas y escuchar, sonsacar opiniones, ir al cine, ver la tele, etc., siempre bajo vuestra atenta mirada, siempre bajo vuestro mismo paraguas, siempre con la mirada puesta en el mismo cielo; pero, eso sí, con diferentes ojos porque en los nuestros puede haber desencanto, pero en los de nuestros hijos tan sólo hay ilusiones por estrenar.

Colaboremos a que cada comienzo de vacaciones sea una fiesta de futuro, libre de nuestros conflictos con el pasado, libre de pesimismos y repleto de vivencias que les ayuden a crecer en un clima donde sea posible la esperanza. Y los abuelos, que tanto quieren a los nietos y que tantas veces comparten vacaciones, fines de semana, días, etc., que colaboren en esta tarea de educar y enseñar a los nietos. Seguro que esta obra será una buena guía también para ellos.

Hace unos días, intervine en una tertulia en la que un padre reivindicaba menos vacaciones para los alumnos, porque, entre otras razones, aludía, pierden el hábito de trabajo y es demasiado el tiempo que pasan sin esforzarse. Tamaña barbaridad bien se merece una breve referencia, como remota respuesta para todos aquellos padres que, más o menos, piensen y se pronuncien en la misma dirección, ante la eminencia de unas vacaciones.

Para sintetizar apunto reflexiones de un libro del que soy autora referente a la familia y en el que se pueden leer cosas como éstas:

Ser padres es algo más que “sembrar” un hijo y dejarlo crecer a merced de una despiadada intemperie.

Los hijos nacen con una carpeta de derechos debajo del brazo: derecho a la vida, a la educación, derecho a un hogar, derecho al amor..

Un hijo debe ser obra maestra. A ella deben dedicar los padres atención, tiempo, ¡mucho amor! Porque, el olvido, la indiferencia… son plantas que florecen a orillas de las tumbas. ¡Ni un día sin tu mejor pincelada! De lo contrario, para hacerte justicia, se tornarán tu castigo.

Los maestros ayudan, pero ese cálido recuerdo que debe germinar como antorcha de luz perenne, se enciende, o se apaga para siempre, en la familia, en el aula maravillosa del hogar.

¡Qué tiempo tan feliz viven los padres, y casi nunca lo saben a tiempo, cuando todos duermen a la misma hora, cuando todos comen en la misma mesa, cuando los hijos sólo son juego e irreparable despertar a la vida!

Los niños, para llegar a ser personas adultas, necesitan modelos. Y los padres deberían serlo y estar cerca para favorecer sus exigencias psicoevolutivas y afectivas.

Los niños pueden ser goma blanda o roca cáustica; depende del ambiente que les ofrezcamos. Ellos crecen en nosotros y con nosotros.

Buen tiempo el de vacaciones para estar cerca de ellos, vivirlos, escucharlos. La mejor tarea para los padres en vacaciones es esta: vivir con los hijos. Os propongo una breve reflexión y sincerarnos con nosotros mismos dando respuesta a esta pregunta:

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