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Johannes Kabatek (ed.)

Sintaxis histórica del español y cambio lingüístico

Nuevas perspectivas desde las Tradiciones Discursivas

LINGÜÍSTICA IBEROAMERICANA

Vol. 31

DIRECTORES:

MARIO BARRA JOVER, UNIVERSITÉ PARIS VIII

IGNACIO BOSQUE MUÑOZ, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

ANTONIO BRIZ GÓMEZ, UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

GUIOMAR CIAPUSCIO, UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

CONCEPCIÓN COMPANY COMPANY, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

STEVEN DWORKIN, UNIVERSITY OF MICHIGAN

ROLF EBERENZ, UNIVERSITÉ DE LAUSANNE

MARÍA TERESA FUENTES MORÁN, UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

EBERHARD GÄRTNER, UNIVERSITÄT LEIPZIG

JOHANNES KABATEK, EBERHARD-KARLS-UNIVERSITÄT TÜBINGEN

EMMA MARTINELL GIFRE, UNIVERSITAT DE BARCELONA

JOSÉ G. MORENO DE ALBA, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

RALPH PENNY, UNIVERSITY OF LONDON

REINHOLD WERNER, UNIVERSITÄT AUGSBURG

GERD WOTJAK, UNIVERSITÄT LEIPZIG

Johannes Kabatek (ed.)

Sintaxis histórica del español y cambio lingüístico

Nuevas perspectivas desde las Tradiciones Discursivas

Iberoamericana • Vervuert • 2008

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ISBN 978-3-86527-368-0 (Vervuert)

ISBN 978-3-95487-892-5 (e-book)

Cubierta: Marcelo Alfaro

ÍNDICE

JOHANNES KABATEK

Introducción

CONCEPCIÓN COMPANY COMPANY

Gramaticalización, género discursivo y otras variables en la difusión del cambio sintáctico

PETER KOCH

Tradiciones discursivas y cambio lingüístico: el ejemplo del tratamiento vuestra merced en español

RAFAEL CANO AGUILAR

Los gramáticos españoles del Siglo de Oro: ¿Tradición discursiva, lengua especial…?

ANDRÉS ENRIQUE-ARIAS

Apuntes para una caracterización de la morfosintaxis de los textos bíblicos medievales en castellano

MARIO BARRA JOVER

Tradición discursiva, creación y difusión de innovaciones sintácticas: la cohesión de los argumentos nominales a partir del siglo XIII

ROLF EBERENZ

“Ninguno quiere del agua turbia beber”: sobre construcciones partitivas y su representación en algunos géneros textuales del español preclásico

JOSÉ LUIS GIRÓN ALCONCHEL

Tradiciones discursivas y gramaticalización del discurso referido en el Rimado de Palacio y las Crónicas del Canciller Ayala

LOLA PONS RODRÍGUEZ

El peso de la tradición discursiva en un proceso de textualización: un ejemplo en la Edad Media castellana

WULF OESTERREICHER

Dinámica de estructuras actanciales en los Siglos de Oro: el ejemplo del verbo encabalgar

SALVADOR PONS BORDERÍA

Gramaticalización por tradiciones discursivas: el caso de esto es

Direcciones de los autores

INTRODUCCIÓN

JOHANNES KABATEK

1. El paradigma de las Tradiciones Discursivas

Con la reciente introducción del paradigma de las Tradiciones Discursivas (TD) en la lingüística contemporánea, parece, a primera vista, que se está poniendo énfasis sobre un hecho absolutamente obvio: se subraya que los textos tienen historia y que esa historia tiene relevancia a la hora de hablar o de escribir, por lo que hay que tener en cuenta esas “Tradiciones Discursivas” en la descripción lingüística, inclusive la descripción gramatical. Esa obviedad, por un lado, ha dado lugar al rotundo éxito de ese concepto en los últimos años, pero también ha provocado al mismo tiempo y desde varios ámbitos, una cierta desconfianza. El éxito se debe al hecho de que para numerosos enigmas lingüísticos, tanto históricos como actuales, el concepto de TD parece ofrecer una clave de solución; la desconfianza, en cambio, viene, o bien de la sospecha general de que algo tan evidente difícilmente podría haberse ignorado en el pasado, o bien, más concretamente, de ámbitos donde aspectos íntimamente relacionados con lo que ahora llamamos TD ya se estudiaban antes de la introducción de ese nuevo concepto, ámbitos como la lingüística del texto, la pragmática y el análisis del discurso, disciplinas en las cuales cuestiones como la de la tipología textual, la de los géneros, la de la intertextualidad o la de las evocaciones provocadas por ciertas constelaciones de entornos se han planteado y estudiado largamente.

Los aspectos teóricos que se ocupan del lado cultural del estudio del lenguaje –y es a este ámbito al que pertenecen las Tradiciones Discursivas– están marcados, del mismo modo que la teoría de la cultura en general, por el típico “nihil novi” de planteamientos semejantes a lo largo de la historia de la humanidad, ya que el lenguaje siempre ha sido el mismo objeto desde que se reflexiona acerca de él. Aun así, dada la alta complejidad y los múltiples aspectos relacionados con el lenguaje humano, en la historia de la lingüística siempre ha habido paradigmas predominantes con enfoque principal en algunos aspectos parciales, con la consecuencia de que la exageración y generalización de esos aspectos ha desencadenado el olvido de otros.

Así, el postulado saussureano de la preponderancia de la lingüística sincrónica ha marcado las corrientes más destacadas de la lingüística del siglo XX y ha llevado a que se hayan ignorado o marginado numerosos aspectos del lenguaje. Los grandes cambios de paradigma como el “sociolinguistic turn”, el “pragmatic turn” o el “cognitive turn” fueron intentos de recuperar lo excluido conscientemente por Saussure, por la lingüística sistémica y la lingüística formal; y el “descubrimiento” de los paradigmas nuevos siempre ha consistido en la recuperación de algo excluido por doctrinas anteriores, no de algo ignorado por completo. Al mismo tiempo, los paradigmas nuevos lo son justamente con respecto a la conceptualización predominante de los objetos. En este sentido, sí podemos hablar de verdadera innovación también en las ciencias de la cultura.

El interés central de la lingüística descriptiva ha sido a lo largo del siglo XX la identificación del funcionamiento del sistema sincrónico, y lo ha sido de forma radical y exclusiva en ciertas escuelas estructuralistas y formales. Incluso una teoría del lenguaje como la de Eugenio Coseriu –tan influyente sobre todo en la lingüística románica–, de concepción decididamente historicista y opuesta a la doctrina saussureana1, formula sus críticas a mediados del siglo desde el punto de vista de la estructura sincrónica y el sistema funcional, señalando las limitaciones de ese punto de vista sin negar, al mismo tiempo, su importancia. El contexto en el que se introduce el concepto de norma, de lo tradicional en la realización de los sistemas lingüísticos, es el de una lingüística estructural, y para Coseriu se trata de señalar los límites del aspecto estructural, el cual, según él, no es más que la visión parcial –y sin embargo real y existente– de la proyección sincrónica de un complejo edificio histórico.

Si a mediados del siglo XX, el objetivo era modificar la exageración estructuralista, hoy en día se trata de modificar, de nuevo, un monolitismo que parte del supuesto de la existencia de una –y una sola– gramática representativa de cada lengua y cada época, monolitismo reanimado por modelos actuales y por una lingüística de corpus en la que se supone que la variación textual no es más que un problema de cantidad y que, a partir de un cierto tamaño de la muestra, la variación se esfuma en la nada del “ruido” estadísticamente irrelevante. Pero cuando miramos sin prejuicios hacia la historia de las lenguas y descubrimos una diversidad de textos y de fenómenos lingüísticos, en vez de buscar los “textos más representativos” (difíciles de encontrar siguiendo criterios “objetivos”) podríamos también simplemente aceptar el hecho de la existencia de tradiciones textuales diferenciadas. Es esta la hipótesis fuerte de la teoría de las Tradiciones Discursivas: que la historia de una lengua no presenta solo variación a nivel de dialectos, sociolectos o estilos sino que la lengua varía también de acuerdo con las tradiciones de los textos, es decir, que estos no sólo añaden sus elementos formales, sus características de género o las marcas de un tipo determinado de estructuración a los productos de sistemas ya dados sino que condicionan o pueden condicionar, a su vez, la selección de elementos procedentes de diferentes sistemas (o de un sistema de sistemas). Y si esto es así en la historia de las lenguas, será valido también para la sincronía, que de este modo se reconsidera desde la perspectiva histórica y no al revés. Es decir, que una lingüística histórica que no tenga en cuenta la diversidad de los textos debe considerarse como reductora y parcial, ya que parte de una lingüística sincrónica igualmente reductora. La reducción llevará a numerosos problemas, entre otros el de la dificultad de explicar el cambio lingüístico. Una lingüística histórica de esta índole como mucho podrá fantasear sobre posibles acontecimientos –histórico-sociales, cognitivos, formales, estructurales– que supuestamente han ocurrido entre dos estados sincrónicos.

La noción de Tradiciones Discursivas nace dentro de la romanística alemana y parte de la distinción coseriana de los tres niveles del análisis lingüístico: el nivel universal del hablar en general, el nivel histórico de las lenguas y el nivel individual de los textos. Si la lingüística coseriana consideraba el nivel del texto como el de la hermenéutica de los textos o discursos2 y el nivel histórico como el de las lenguas en tanto que sistemas lingüísticos con sus normas, sus modos tradicionales o normales de realización concebidos a partir de los sistemas, el concepto de TD, en cambio, pone énfasis sobre la tradición de los textos, una tradición separable de la historicidad primaria de los sistemas lingüísticos, a la que se refiere el hablar y que es evocada cuando se habla o escribe. Se trata de una especie de “segunda historicidad”: frente a la primera (o primaria), interiorizada como técnica libre para la producción de una cantidad ilimitada de enunciados, esta segunda historicidad es limitada, pues se refiere a los textos ya producidos en una comunidad, al acervo cultural, la memoria textual o discursiva3.

Algunos autores han visto en el concepto de TD una especie de sinónimo de género, otros incluso han intentado relacionar la noción de discurso contenida en el término TD con el concepto de discurso foucaultiano. Las contribuciones que desde diferentes ángulos han intentado dar cuenta de la tradición de los textos, desde el género de Bakhtin hasta las diferentes tipologías textuales de la actualidad pasando por ideas como la “etimología del texto” de Lausberg, no son incompatibles con la concepción de TD, todo lo contrario, y es una de las tareas de la investigación actual relacionar los estudios de las TD con las diferentes herencias de las distintas escuelas. Pero el objetivo principal del concepto de TD es la ampliación de la teoría del lenguaje, la inclusión de la tradición en los estudios lingüísticos, y esto en todos los aspectos donde tenga relevancia: tradición de un texto concreto y su repetición (incluida la variación), tradición de formas textuales, de elementos designados, de lugares, de tópicos… Y la cuestión fundamental desde y para la lingüística es la siguiente: si, como hemos señalado, las TD tienen relevancia tanto para la producción actual de enunciados como, por supuesto, para su historia, ¿cuál es la consecuencia de la admisión de este concepto para la investigación lingüística, tanto histórica como sincrónica?

2. Tradiciones Discursivas y sintaxis histórica

Si en los últimos años se han publicado numerosos estudios que procuran dar cuenta del concepto de TD desde diferentes perspectivas, se echa en falta todavía una inclusión generalizada de este concepto en los estudios lingüísticos. Es decir, que estamos aún en una fase que podríamos llamar “esporádica”, en la que el concepto aflora aquí y allá, pero no se sabe todavía bien cómo compaginarlo con los estudios “tradicionales”. De momento, se estudian las TD más bien como algo aparte, algo de lo que diversos investigadores no se cansan de afirmar que tiene numerosas consecuencias para otras disciplinas, si bien es cierto que carece aún de una relación sistemática con otros campos.

Una de las áreas más indicadas para la consideración coherente de la cuestión de las TD es sin duda la sintaxis. Partiendo de la convicción de que los estudios históricos son la piedra de toque de los estudios lingüísticos en general, nos pareció oportuno proponer la inclusión sistemática de la noción de TD en la sintaxis histórica. Ya hace diez años, en un coloquio celebrado en Berlín en el año 1998, se discutieron diversos aspectos de la relación entre TD y sintaxis histórica, pero aún estábamos en los inicios de la fase “esporádica”, sin llegar a la configuración de una nueva sintaxis histórica que tuviera en cuenta todas las consecuencias de la historicidad de los textos.

Para remediar esta situación, invitamos, en diciembre de 2005, a algunos destacados especialistas en sintaxis histórica del español, personas procedentes de diferentes ámbitos internacionales y representantes de distintos enfoques metodológicos y empíricos. No fue un coloquio abierto, sino una reunión de expertos que en el entorno romántico del Castillo de Tubinga discutieron intensamente durante dos días y medio. El resultado es el presente volumen, una colección de textos que de diferente modo procuran responder a la pregunta de la relevancia de las Tradiciones Discursivas para la sintaxis histórica.

Quizá por la obviedad mencionada al inicio de estas líneas, no se planteó siquiera el rechazo total de una posible relevancia de las TD para los estudios sintácticos. Este rechazo sería el punto extremo cuyo lado opuesto –defendido, este sí, en el marco del coloquio– concebiría toda la lingüística desde las TD, partiendo de la idea de que en la historia de la lengua solo existen textos y solo tradición textual, y que lo que llamamos gramática histórica vendría a ser algo como una “gramática emergente” desde los textos, producto construido y explicitado por los lingüistas pero de relevancia más bien secundaria para los hablantes. Las posiciones intermedias no faltan: cerca del lado del rechazo estaría la posición que postula la autonomía de la sintaxis, al menos de sus partes más nucleares, con posibles influencias de los textos y sus tradiciones en zonas más bien periféricas, aquellas, por ejemplo, donde la elaboración lingüística parece producir fenómenos propios más de una adquisición secundaria que de la adquisición de primeras lenguas. En esta perspectiva habría que preguntarse si la “core syntax” y la sintaxis “periférica” están relacionadas y si existen caminos de gramaticalización desde la periferia hacia el centro. Más cerca del polo en que se concibe el lenguaje a partir de las TD estaría otra posición intermedia, la que considera que las TD pueden tener influencia directa sobre todos los ámbitos de la sintaxis, pero que hay TD más “centrales” y otras más “marginales”.

3. Sintaxis histórica del español

Por lo menos desde el famoso estudio precursor de Antoni Badia i Margarit (1960) sobre los “dos tipos de lengua, cara a cara”, la mención de las TD –aunque ante litteram– es bien conocida en los estudios de sintaxis histórica del español. Los diez trabajos aquí presentados tienen presente esta tradición, pero también son conscientes del hecho de que todavía no se ha llegado a la mencionada inclusión sistemática y a una metodología coherente para dar cuenta de las TD. En los últimos años se ha ofrecido una serie de propuestas definitorias y terminológicas en este sentido4, con aplicación en la sintaxis histórica del español y de otras lenguas románicas5.

En los trabajos en este volumen que presentaremos brevemente a continuación, se discuten tanto aspectos teóricos de la cuestión de las TD dentro de la teoría del lenguaje (Company, Koch) como cuestiones metodológicas y aspectos concretos que intentan, o bien identificar TD particulares (Cano, Enrique), o bien relacionar las evoluciones de ciertos fenómenos lingüísticos con ciertas TD (Barra, Eberenz, Girón, Pons Rodríguez, Pons Bordería, Oesterreicher).

Concepción Company Company, en Gramaticalización, género discursivo y otras variables en la difusión del cambio sintáctico, no trata sólo de la cuestión de la relación entre TD y sintaxis histórica, sino que discute esta cuestión en el marco de una teoría integral del cambio lingüístico que la lleva a identificar seis variables centrales, siendo la última la tradición de los textos. El artículo ejemplifica cada una de las variables y muestra así la complejidad de los fenómenos involucrados en el cambio lingüístico. Además del interesante panorama presentado, el artículo incita a reflexionar sobre la cuestión de si todos los fenómenos mencionados se encuentran en el mismo nivel o si cabría la posibilidad de establecer un orden de prioridades. Para las TD, ello implica preguntarse si en realidad son solo uno más de los múltiples factores de cambio o si ocupan un lugar fijo en una jerarquía o si tienen importancia variable en cada cambio concreto.

También Peter Koch, en Tradiciones discursivas y cambio lingüístico: el ejemplo del tratamiento “vuestra merced” en español, ofrece, por un lado, una discusión teórica que incluye el concepto de TD tal como lo había presentado él mismo (Koch 1997) dentro de la teoría del cambio lingüístico y del lenguaje en general. Las reflexiones teóricas se ejemplifican con una amplia discusión de la evolución de las formas de tratamiento en español desde los antecedentes latinos hasta la inclusión de la forma usted en un nuevo paradigma, un largo camino en el que la tradición de los textos, y sobre todo lo que Koch llama la “filiación discursiva diplomática occidental”, hace de eslabón entre la innovación esporádica y la generalización del fenómeno.

A una tradición concreta se dedica Rafael Cano Aguilar en su contribución Los gramáticos españoles del Siglo de Oro: ¿Tradición discursiva, lengua especial…?, que identifica un “estilo particular” de la gramaticografía española a partir de Nebrija cuyas características incluyen elementos léxicos, formulaicos, la tradición de la terminología y también ciertos fenómenos sintácticos que, más allá del estilo personal de cada autor y de las tendencias generales observadas en la lengua de la época, son identificables como pertenecientes a una tradición con forma lingüística propia, inserta, a su vez, en otras tradiciones afines desarrolladas en la época.

El texto (o, mejor dicho, conjunto de textos y TD) de mayor difusión en todo el mundo es sin duda alguna la Biblia, un texto que presenta varias particularidades destacadas, como, entre otras, la búsqueda de un estilo solemne, sobre todo en algunas partes, la dependencia de una serie de lenguas de origen, la alta presencia de una tradición memorizada y la consiguiente dificultad de adaptación a la actualidad. Andrés Enrique-Arias, en Apuntes para una caracterización de la morfosintaxis de los textos bíblicos medievales en castellano, busca los rasgos morfosintácticos característicos de los romanceamientos bíblicos del castellano medieval. Basándose en el análisis de una serie de versiones del Libro de Isaías, describe ciertos rasgos sintácticos hebraizantes y otros arcaizantes que marcan la tradición bíblica (profética, en ese caso) como claramente diferenciada de otras tradiciones medievales6.

Mario Barra, en Tradición discursiva y difusión de innovaciones sintácticas: la cohesión de los argumentos nominales a partir del siglo XIII, partiendo de la hipótesis de que solo en el momento en el que el latín queda claramente separado del romance, éste se puede servir del latín como adstrato y adoptar diferentes Tradiciones Discursivas que son, entre otras, fuentes de innovaciones sintácticas, describe algunos fenómenos de cohesión nominal que permiten formar tejidos correferenciales a lo largo de un texto, también de un texto extenso, con elementos que proceden de una tradición escrita y pueden, como en el caso de lo cual y lo dicho, hasta penetrar en la tradición oral.

Rolf Eberenz demuestra en “Ninguno quiere del agua turbia beber”: sobre construcciones partitivas y su representación en algunos géneros textuales del español preclásico que la historia del uso de construcciones como beber del agua para expresiones no específicas, perdido, al contrario del francés, en el español medio (en el llamado “otoño de la Edad Media”), no corresponde a una evolución lineal y a una progresiva pérdida del elemento en cuestión, sino que depende en gran medida de los textos particulares y las respectivas tradiciones donde aparecen las construcciones partitivas. Ciertas teorías del cambio lingüístico, que desde la lejanía observan la evolución de elementos sueltos sin diferenciar las TD y observan, por ejemplo, “curvas en forma de S7 comparables con fenómenos de la evolución biológica, podrían tal vez encontrar otra visión de los fenómenos si tuvieran en cuenta, como se hace en este artículo, la diversidad textual.

José Luis Girón Alconchel discute, en Tradiciones discursivas y gramaticalización del discurso referido en el “Rimado de Palacio” y las “Crónicas” del Canciller Ayala, por un lado, la cuestión teórica del lugar de las Tradiciones Discursivas dentro de la teoría de la gramaticalización, y por otro, el ejemplo concreto de la gramaticalización del discurso referido, partiendo del discurso directo, en un continuo entre oratio recta, oratio mixta y oratio oblicua, con alta dependencia de la selección de los medios no tanto respecto de factores diacrónicos, sino más bien de la competencia entre diferentes Tradiciones Discursivas, lo cual se demuestra analizando dos obras de diversa índole escritas por el mismo autor.

La metodología mencionada del proyecto de Tubinga (análisis de esquemas de junción representativos de diferentes TD)8 es aplicada en parte y combinada con un riguroso análisis filológico de una serie de textos por Lola Pons Rodríguez en El peso de la tradición discursiva en un proceso de textualización: un ejemplo en la Edad Media castellana, que lleva a identificar elementos característicos de una determinada TD dentro de otra, donde es transformada en un rasgo propio de esta. En este trabajo se muestra que es imprescindible el concepto de TD para la interpretación coherente de la evolución histórica de la lengua y de los textos.

Al cambio en la sintaxis de un verbo determinado condicionado por diferentes TD se dedica Wulf Oesterreicher en Dinámica de estructuras actanciales en los Siglos de Oro: el ejemplo del verbo “encabalgar”. Oesterreicher demuestra cómo el detallado conocimiento cultural y el análisis pormenorizado de los textos y de las obras metalingüísticas del siglo XVI permiten la reconstrucción de un cambio del uso y de la valencia del verbo en cuestión. Además, Oesterreicher ofrece reflexiones teóricas sobre el cambio lingüístico y la relación entre variedades y TD, incluyendo una crítica de los análisis cuantitativos “ciegos”.

Cómo un elemento de textos más bien periféricos –en este caso la tradición de ciertos textos jurídicos– penetra en el “centro”, cambiando varias veces de función, lo muestra Salvador Pons en Gramaticalización por tradiciones discursivas: el caso de “esto es”. El autor indaga en las primeras documentaciones de “esto es”, el camino de su habitualización a través de las TD y su evolución hasta el reformulador del habla cotidiana del español moderno.

Aunque sin poder dar una respuesta definitiva a las cuestiones arriba planteadas, el presente volumen ofrece un rico panorama de fenómenos que muestran la necesidad y utilidad de la inclusión del concepto de Tradiciones Discursivas en la lingüística histórica en general y, en particular, en las cuestiones de sintaxis (discutidas aquí no aisladamente, sino junto a fenómenos de evolución morfológica y léxica), e invita a ampliaciones en dos sentidos: por un lado, se presentan numerosos aspectos para la concepción de una nueva perspectiva sobre la sintaxis histórica del español desde las Tradiciones Discursivas; y por otro, sugiere la utilidad de aplicar este concepto a la historia de otras lenguas románicas y no románicas. De este modo, la propuesta de tener en cuenta la tradición de los textos en los estudios de sintaxis y, en particular, en sintaxis histórica, pasará cada vez más de ser una idea “exótica” a un elemento fundamental del canon lingüístico.

No queremos terminar esta introducción sin dar las gracias a los que han contribuido a la elaboración de este volumen, en primer lugar a los participantes del coloquio de Tubinga de 2005 y a los autores; y además, a Mónica Castillo, Lola Pons, José Simões y Álvaro Octavio de Toledo y los participantes del curso Lengua y tradiciones discursivas en la Edad Media hispánica9 impartido durante el semestre de verano de 2006.

Agradecemos a Marija Stjepandic el incansable trabajo de unificación de los manuscritos y a Marcos Manrique la atenta revisión de los mismos; a Lony Dauber la ayuda en la coordinación, a María Xesús Bello la corrección lingüística de varios trabajos; al Ministerio de Cultura de España y el programa ProSpanien y a la Deutsche Forschungsgemeinschaft (Consejo de Investigación Científica alemán) el apoyo económico al coloquio y la publicación; a Kerstin Houba la eficaz coordinación editorial y a Klaus-D. Vervuert y los editores de la serie Lingüística Iberoamericana la posibilidad de la inclusión en ella.

4. Bibliografía

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WILHELM, Raymund (2001): “Diskurstraditionen”, en: Haspelmath et al. (2001), 467-477.

 

1 “nuestro concepto de lengua de ninguna manera coincide con el enunciado por Ferdinand de Saussure y sus continuadores: para nosotros, la ‘lengua’ se sitúa en un momento ulterior del análisis del lenguaje como fenómeno concreto y corresponde más bien a la lingüística histórica que a la teórica.” (Coseriu 1952/1962: 15).

2 Cfr. Coseriu (2007).

3 Para la discusión acerca de la cuestión de la historicidad de los textos, véase Kabatek 2005a.

4 Koch 1997, Oesterreicher 1997, Wilhelm 2001, Aschenberg 2003, Kabatek 2005b.

5 En nuestros propios trabajos combinamos el análisis de índole filológica con análisis computacionales. En el marco del proyecto B14 Tradiciones discursivas de lenguas románicas y análisis cuantitativo y pluridimensional de corpus históricos del macroproyecto de investigación de la Universidad de Tubinga SFB 441 “Estructuras de datos lingüísticos”, analizamos, entre otros, textos de la historia del español según una metodología cualitativo-cuantitativa que identifica, en un primer paso, determinados elementos textuales que consideramos “sintomáticos” para tal o cual TD, elementos de diversa naturaleza según los textos investigados, pero con una cierta preferencia por los elementos de junción (cfr. Raible 2001), de ilación interoracional. En un segundo paso, con el apoyo del programa TraDisc, una herramienta informática para el análisis de textos creada en el marco del proyecto, pasamos al recuento semiautomático de los elementos con el resultado de diferentes tipos de visualización de los datos, lo que ofrece la posibilidad de extraer conclusiones acerca de las características de los textos y la tradición en la que están insertos. Para más información, véase www.sfb441.uni-tuebingen.de/b14. El programa TraDisc está abierto a todos e incluye un detallado manual para el usuario. Más información también en Kabatek 2005c y en Vincis (en prensa).

6 El trabajo de Enrique-Arias forma parte de un proyecto más amplio sobre la historia del lenguaje bíblico. Parte del proyecto consiste también en una colaboración con el grupo de investigación de Tubinga arriba mencionado (ver nota 5) para aplicar análisis cuantitativos a los textos bíblicos.

7 Cfr. p. ej. Kroch 2001.

8 Ver nota 5.

9 Este curso lo dirigimos conjuntamente con Mónica Castillo, cuya presencia fue posible gracias a una generosa subvención del programa Eurolecture de la Fundación Alfred Toepfer.

GRAMATICALIZACIÓN, GÉNERO DISCURSIVO Y OTRAS VARIABLES EN LA DIFUSIÓN DEL CAMBIO SINTÁCTICO

CONCEPCIÓN COMPANY COMPANY

1. Introducción. Planteamiento teórico

Los numerosos estudios sobre procesos de gramaticalización surgidos en los últimos quince o veinte años han mostrado que la difusión o actualización del cambio sintáctico-semántico1 opera a través de un continuum evolutivo, o canal de gramaticalización, y sigue una jerarquía, mediante la cual las innovaciones lingüísticas se inician en contextos que son sintáctica y semánticamente muy afines al significado de la forma innovadora –aunque inusuales o muy marcados para el comportamiento gramatical general de la forma en cuestión– y, de manera gradual, avanzan a contextos que les son cada vez menos favorables, hasta el punto de que la forma innovadora puede llegar a apropiarse, aunque no necesariamente, del ámbito gramatical que correspondía en los inicios a la forma etimológica o conservadora. La forma innovadora se vuelve progresivamente menos dependiente del contexto circundante o, en otras palabras, el contexto adyacente se hace prescindible, de manera que la forma innovadora empieza a aparecer en contextos más diversos, pierde, por tanto, privilegios de ocurrencia, y gana en abstracción y en significado más gramatical, al mismo tiempo que aumenta su frecuencia de empleo y, en consecuencia, adquiere generalidad e, incluso, obligatoriedad de uso (Kroch 1989; García 1991; Girón 2002; Company 2003)2.

El avance gradual de la forma innovadora a contextos cada vez menos favorables ha hecho que se caracterice una gramaticalización como un proceso hacia la desmarcación, en cuanto que el nuevo valor se inicia en contextos muy marcados o específicos y progresivamente pierde restricciones de empleo. Cuando la forma innovadora llega a ocupar todo el ámbito funcional que en los orígenes era propio de la forma conservadora o etimológica, esto es, la reemplaza, se dice que se ha producido una inversión o una reversión de la marcación3; la forma innovadora ya no es más innovadora, sino que es la forma gramatical convencional para expresar ese espacio funcional. Dado que el cambio sintáctico-semántico es acumulativo –propiedad conocida como estratificación (Hopper 1991)–, las formas y significados etimológicos suelen permanecer al lado de los innovadores por siglos, a veces de manera un tanto residual.

Se hace necesario definir el término ‘gramaticalización’ ya que con él trabajaremos y ha sido definido de varias maneras, complementarias todas ellas. En este trabajo, seguiremos una noción amplia del concepto, a saber, un proceso histórico por el cual se crean nuevas formas o nuevos mecanismos de expresión en la gramática (Hopper 1998); tal “creación” consiste, por lo general, en que una forma o construcción empieza a adquirir funciones y distribuciones que tenía previamente otra forma semántica y funcionalmente próxima, la conservadora o etimológica, o bien una misma forma adquiere un nuevo significado y empieza a aparecer en contextos diferentes de los originarios. Por lo común, la forma o construcción, en contextos sintáctico-semánticos específicos, asume una función o un significado gramatical, o bien la entidad o construcción ya gramatical adquiere una función o un significado aún más gramatical (Kuryłowicz 1965: 69; Lehmann 1982/1995; Hopper y Traugott 1993/2003: cap. 1; Heine 2003, entre muchos otros). Se acepta por lo general que no existe creación ex novo, y que los procesos de cambio sintáctico-semántico consisten básicamente en manipular, “revolver”, creativamente material gramatical y/o léxico preexistente.

Los ejemplos de (1) (apud Company 2003: 29), presentan un caso paradigmático, y bien conocido, de la inversión de la marcación en la historia del español: la morfologización del adverbio locativo y en el existencial hay. El mecanismo fue el reanálisis adverbio > afijo. En (1a) aparece la forma etimológica o conservadora de haber para la expresión existencial en el español medieval: la sola forma verbal ha; (1b) muestra el contexto típico por donde inició el proceso de gramaticalización de la nueva forma hay: en la oración hay una notoria redundancia locativa, ya que además del adverbio y, aparecen otras menciones locativas, una o varias, donde se sitúa el objeto directo, que es en esos nuevos contextos una entidad contable en singular, conocida y sobresaliente en el discurso: un galápago mi amigo, un lago muy grande, y con frecuencia el propio objeto directo es una locación: otras yslas, un lago; pueden alternar, desde luego, en etapas tempranas, dentro de una misma oración forma conservadora, con objeto directo genérico, peçes e agua, e innovadora, con objeto directo contable y específico, un galápago mi amigo, como se aprecia en el segundo ejemplo de (1b); (1c) contiene contextos menos afines al significado etimológico locativo del adverbio, y por tanto se trata de una etapa avanzada de la gramaticalización: el objeto directo es una entidad no contable situada en una locación metafórica, entre los naturales, y los ejemplos de (1d) reflejan las etapas últimas de la gramaticalización: la oración puede carecer, incluso, de un objeto directo propiamente o de locación, como en los dos últimos ejemplos de (1d). El continuum contextual de (1a) - (1d) indica que la forma innovadora hay se liberó progresivamente de su restricción originaria, la concurrencia con complementos locativos y objetos directos contables sobresalientes, y, por lo tanto, se desmarcó y generalizó su distribución.

(1a) Ca en las cosas en que tan gran mal ha, que se non pueden cobrar si se fazen (Conde Lucanor, 55)

(1b) Otras yslas y a menores, que son de la pertenencia de Europa (Crónica general, 5.7b)

E yo sé de un lugar apartado e muy viçioso do ha peçes e agua, e ay un galápago mi amigo (Calila, 156)

En la montaña do yo moro ay un lago muy grande (Caballero del Cisne, apud García 1991)

(1c) El mesmo desasosiego ay entre los naturales (Documentos lingüísticos de la Nueva España, 1532, 13.200)

(1d) De todo hay en la viña del Señor (Hernández Díaz 2006 a)

Hay PRI para rato

Hay tiempo para todo

Los ejemplos de (1) y el análisis que ahí hemos aportado muestran también el tratamiento usual que en los estudios de gramaticalización se ha dado a la actualización o difusión del cambio sintáctico: la explicación es de naturaleza interna, en términos sintácticos, semánticos y aun pragmáticos, abstraída de cualquier motivación exógena, y el proceso parece ser social y discursivamente homogéneo, en cuanto que no parece estar afectado por la conformación social o cultural del grupo de hablantes, ni por las características o tradiciones discursivas de los corpus textuales empleados, ni por los posibles distintos registros situacionales y sociales reflejados en esos corpus, ya que no son estos aspectos que, por lo regular, sean tratados en la explicación funcionalista de los cambios lingüísticos. Cabe señalar que en el marco de la gramaticalización, tradicionalmente se ha hecho la distinción entre reanálisis y actualización del reanálisis, el primero es abrupto, la segunda es gradual y sigue una jerarquía, mediante la cual avanza a contextos sintácticos y semánticos cada vez menos favorables (Timberlake 1977); sin embargo, no se han estudiado las variables que pueden incidir en la velocidad de avance de dicha actualización.

En efecto, aunque la investigación sobre procesos de gramaticalización ha arrojado, a mi parecer, mucha y nueva luz en nuestro entendimiento de la diacronía de las lenguas y del carácter dinámico de las gramáticas, un aspecto muy poco explorado hasta ahora ha sido cuáles son los factores que pueden acelerar o retardar la actualización, esto es, los factores que inciden en la velocidad de la difusión del cambio sintáctico-semántico, determinando la progresión de la forma innovadora a lo largo del canal de gramaticalización. O, en otras palabras, de qué depende que con ciertos cambios se produzca una inversión de la marcación en un lapso relativamente breve en perspectiva diacrónica, dos o tres siglos –tal es el caso de la pronominalización de objetos en oraciones bitransitivas en el español americano, del tipo eso se los dije (Company 1998), en otros casos tarde un milenio o más el cumplimiento de la inversión de la marcación –como, por ejemplo, la sustitución de haber por tener para expresar la posesión (Hernández Díaz 2006b)– y en otros casos aún, la forma innovadora permanezca por siglos en un estado temprano del canal de gramaticalización y no progrese el cambio, creando un estado de variación sincrónica permanente con convivencia de forma innovadora y conservadora –como es el caso del leísmo en el español de México, donde existe desde los inicios del siglo XVI un leísmo incipiente condicionado a unos pocos verbos y objetos, que en perspectiva cuantitativa se aproxima al leísmo documentado en el Cantar de mio Cid (Flores 2002)–. En resumen, sabemos bastante de las causas internas de la generación de un cambio sintáctico-semántico y de la interacción de los distintos niveles de lengua en su producción, pero carecemos en gran medida de información sobre las causas que motivan o inhiben la difusión o actualización del cambio, esto es, la velocidad de su avance en el canal de gramaticalización. El análisis de la difusión es precisamente el motivo de este trabajo.

El objetivo específico es identificar el conjunto de causas, internas y externas, que pueden incidir en el rango de la velocidad del reemplazo de la forma conservadora por la innovadora; es decir, plantear y analizar, hasta donde podemos ahora con la información existente sobre cambio lingüístico, los condicionantes que aceleran o retardan el avance de la forma innovadora en un canal de gramaticalización. Un objetivo más general, derivado del anterior, es mostrar que los procesos de gramaticalización pueden estar fuertemente condicionados por variables no estrictamente gramaticales4.

Estudios recientes, y no tan recientes, sobre diversas disciplinas de Variación Lingüística, tales como variación, diacrónica y sincrónica, en dependencia de registros textuales (Biber 1995: caps.7-8; o los trabajos reunidos en Biber y Finegan 1994), variación en dependencia de géneros discursivos y tradiciones textuales (los diversos estudios en Oesterreicher et al. 1998 y en Jacob y Kabatek 2001), los trabajos de la sociolingüística tradicional, por ejemplo el propio Labov en su trabajo pionero, ya clásico, de 1972 (cap. 8), así como los estudios recientes que integran la sociolingüística y la gramaticalización (Torres Cacoullos 2001), han mostrado que el cambio gramatical depende en gran medida y está condicionado por la situación comunicativa, por el género textual y el registro situacional en que se escribe y emplea ese texto, por las tradiciones culturales en que se producen los textos y, desde luego, por la conformación social y actitud lingüística del grupo de usuarios de la lengua. Es lógico pensar que estas dinámicas, que grosso modo podrían ser consideradas como causación externa o no estrictamente interna, inciden también, e incluso determinan, el cumplimiento o no de un proceso de gramaticalización.

El análisis que presentaré tiene sus antecedentes y debe mucho a los trabajos antes mencionados en esas líneas de investigación, y es un intento de integrar algunos aspectos de estas disciplinas de variación en la investigación sobre gramaticalización, para formular un planteamiento multidimensional, interno y externo, de la difusión de esta. La cita de Biber (1986: 385) nos servirá como un telón de fondo y guiará nuestro análisis: “There is no single dimension [which] adequately accounts for the range of linguistic variation across spoken/written texts. The communicative possibilities offered by a language are complex, and there is no reason to expect a single dimension to be central discriminator among all text types”.

Además de la presente introducción, el trabajo está estructurado en ocho apartados. En §2 identifico el conjunto de seis variables que, a mi entender, pueden incidir en el rango de la velocidad de avance del cambio sintáctico-semántico en el canal de gramaticalización. Los apartados §3-§8 están dedicados al análisis de cada una de las variables, aportando en la mayoría de los casos evidencia empírica procedente de la historia del español. Cierran unas conclusiones, §9, que son tanto un resumen de lo expuesto, como una reflexión de la causalidad múltiple en el cumplimiento del cambio lingüístico.

2. Las variables de la difusión del cambio sintáctico

La difusión y avance de la forma innovadora en un canal de gramaticalización depende de, al menos, seis variables o condicionantes que, solas o en interacción, pueden acelerar o desacelerar la progresión del cambio, hasta llegar a una inversión, o no, de la marcación. Unas variables son de naturaleza más interna, otras son externas y otras tienen un estatus intermedio, en cuanto que son estructurales lingüísticas, pero su existencia y funcionamiento obedece a factores sociales y culturales. Las variables aparecen listadas en el esquema 1.

ESQUEMA 1

Variables que pueden incidir en un canal de gramaticalización:

1. Profundidad histórica o antigüedad del cambio en cuestión

2. Aspecto fónico de la forma o construcción innovadora

3. Frecuencia de empleo de las formas o construcciones conservadora e innovadora

4. Tipo de categoría que experimenta el cambio

5. Tipo de sociedad usuaria de la lengua

6. Género textual o tradición discursiva de manifestación del cambio

Los factores 1, 2, 3 y 4 pueden ser calificados de internos al sistema lingüístico, el 5 es externo y el 6 es a la vez interno y externo, en tanto que el soporte textual de manifestación de la lengua es un hecho lingüístico, pero la conformación de una tradición discursiva depende en gran medida de parámetros sociales, históricos y culturales. El orden de enunciación de las variables no responde, en manera alguna, a un orden jerárquico en el grado de responsabilidad en la difusión de un cambio sintáctico; quizá con más investigación posterior podamos llegar a jerarquizar las variables. Los factores 1-6 inciden tanto en el rango de la velocidad del reemplazo como en las posibilidades de reemplazo total o no, esto es, de inversión o no de la marcación. Es importante señalar que si se conjuntan dos o más de estas variables en la motivación de un cambio, mayores serán las posibilidades de inversión de la marcación y mayor la velocidad del reemplazo. He intentado una formulación de tipo implicacional en la caracterización de la mayoría de las variables, con el fin de mostrar el vínculo dinámico que establecen formas o construcciones conservadoras e innovadoras en los procesos de gramaticalización. Cada una de estas variables ha recibido por separado atención en la bibliografía especializada, excepto quizá la 2 y la 4, pero, hasta donde sé, no se habían identificado como un conjunto de causas en la operatividad del cambio lingüístico.

Detrás de esas variables y en estrecha relación con ellas está posiblemente el parámetro más básico, y complejísimo, de la variación lingüística, a saber, cómo es la interacción entre lengua oral y lengua escrita-literaria, cuál es la permeabilidad entre ambas dimensiones, cuál es la influencia y condicionamiento mutuo de esas dos dimensiones en la generación de un cambio, o si, por el contrario, existe una direccionalidad prioritaria de una hacia otra dimensión en los procesos de cambio lingüístico. No me atrevo siquiera, por ahora, a intentar dar respuesta a alguna de estas preguntas. Una investigación posterior en constante diálogo con trabajos en la línea de los de Fehling (1980) o Biber (1986, 1994) podrá contribuir a un mejor entendimiento de la interacción entre las seis variables aquí propuestas y la dimensión dual de la oralidad y la escritura.

3. Variable 1: Profundidad histórica o antigüedad del cambio

La profundidad histórica de un cambio es un factor que puede determinar en gran medida el grado de avance de la forma innovadora, hecho señalado ya en algunos estudios sobre gramaticalización (Bybee y Pagliuca 1985: 60, 71; Lichtenberk 1991: 37). El planteamiento es el siguiente:

A mayor tiempo, mayores posibilidades de reemplazo total de la forma conservadora.

Esta variable no parece estar situada en el mismo plano teórico que las otras, en cuanto que el tiempo no es por sí mismo un agente activo que actúe de manera directa sobre las formas lingüísticas y las haga cambiar. La duración constituye más bien un sedimento que acompaña a todas las otras variables, posibilitando que ellas actúen y permitiendo en general la operatividad de la lengua.

Un ejemplo paradigmático de esta variable en la sintaxis histórica del español es la marcación prepositiva de objetos, indirecto y directo. Se trata, como es sabido, de un cambio totalmente cumplido para el objeto indirecto y muy avanzado para el directo, que tiene un antiguo origen, con documentaciones ya en el propio latín (Company 2006a). El cambio consistió en una extensión analógica del significado de la preposición latina ad, mediante la cual el sentido originario etimológico de esta preposición, de dirección hacia una meta locativa, se extiende para marcar la entidad meta o destino en que concluye la acción significada por el verbo, el objeto indirecto, en cualquiera de sus papeles semánticos, y esta nueva marcación prepositiva de objeto indirecto se extiende a su vez para introducir una entidad que es afectada de manera inmediata por la transitividad del verbo, el objeto directo, ya sea paciente o tema.