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Primera edición, 2017

Autora: Mariola Correa Espinosa

Ilustración: Dácil Guimaré

Maquetación: Raquel Garzón Montagut

Edita: Educàlia Editorial

ISBN: 978-84-948312-4-9

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Para mi hija Andrea, fiel lectora de mis escritos

Chinijos era el nombre de nuestro colegio. Un nombre acertado cuando eres pequeño, pero al llegar a sexto, comienza a sonar algo ridículo. No sobresalía de los otros coles de barrio y, al igual que ellos, necesitaba una capa de pintura y algún arreglo en las canchas de baloncesto. Lo realmente especial eran las historias que nacían en sus aulas y quedaban encerradas entre los muros hasta que alguien, como yo, se atrevía a contarlas. Por cierto, soy Mario y con veintidós años y de vocación escritor, me dispongo a narrarles una historia que tuvo lugar en el año 2016.

Nuestro grupo era un triángulo perfecto. No cabía ni sobraba nadie. Juanma era el mayor, no de tamaño, de hecho le llamaban tapón, pero había nacido en enero y tenía nada menos que doce años. Siempre estaba pensando. Todos decíamos que le daba tantas vueltas a la cabeza, que por eso iba despeinado. Le encantaba el razonamiento matemático y era él quien tomaba las decisiones importantes. Cuando no nos poníamos de acuerdo en algo, obedecíamos a Juanma, sin rechistar.

Andrea, la chicazo del grupo, era decidida y valiente, aunque un poco bocazas, lo que resultaba en que a menudo termináramos en el despacho del Director.

Yo, ya me he presentado. Soy Mario, y con once años era bastante tímido y soñador. Pasaba el tiempo entre libros de aventuras y mis amigos opinaban que tenía un gran corazón. Parecía que los tres hubiésemos visitado la tierra de Oz, para pedir cerebro, corazón y valor.