Cubierta

Gabriela Iglesias - Graciela Resala
(Compiladoras)

Elaboración de tesis, tesinas y trabajos finales

• Diferentes modalidades • Pautas metodológicas • Indicadores de evaluación

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GUSTAVO ADAMOVSKY. Asesor de empresas. Decano de la facultad de Ciencias Empresariales en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Director de la Licenciatura en Dirección de Negocios (UCES). Co-director del posgrado en Prospectiva Estratégica en UCES. Profesor titular en los niveles de grado y posgrado (UCES), en materias relacionadas con la Estrategia Empresarial, Plan de Negocios y Marketing.

C.e.: gadamovsky@gmail.com

 

ADRIANA AMADO SUÁREZ. Doctora en Ciencias Sociales (Flacso), maestra en Comunicación Institucional y profesora y licenciada en Letras (UBA), especializada en temas de comunicación pública y medios. Es docente e investigadora categorizada (Universidad Nacional de La Matanza), a cargo de la materia “Teorías de la comunicación” por concurso público. Es profesora invitada en posgrados de universidades argentinas y participa activamente en foros y redes internacionales de su especialidad. Ha publicado tres libros de su autoría y siete obras colectivas como editora; la más reciente es La palabra empeñada. Investigaciones sobre medios y comunicación pública en Argentina (2010). Colabora como columnista especializada en diversos medios de prensa. Dirige el blog de intercambio académico www.catedraa.com.ar y preside Información Ciudadana, una iniciativa cívica que promueve la información pública responsable (facebook/inf.ciudadana).

C.e.: amadoa@catedraa.com.ar

 

FLORENCIA M. E. BERNHARDT. Profesora universitaria de Letras. Docente de Semiología (CBC, UBA; Comunicación Social y Publicidad, UCES). Profesora del Curso de Metodología de la Investigación y Redacción Científica de Tesis del Dpto. de Posgrado (UCES). Integra diferentes equipos de perfeccionamiento y capacitación docente en los órdenes nacional y provincial. Publicó Actualización lingüística - Introducción a métodos de análisis del discurso y otros. Es directora del Proyecto de Investigación “El discurso científico-académico en los trabajos finales de grado y tesis de posgrado. Problemática de lectura y escritura” (UCES). Realiza la maestría de Análisis del Discurso (UBA). C.e.: fmebernhardt@hotmail.com

 

MAXIMILIANO BONGIOVANNI. Licenciado en Comunicación (Universidad Austral) y Magíster en Comunicación Institucional (UCES). Posgrado en Opinión Pública y Medios de Comunicación (FLACSO).Docente en carreras de grado y de posgrado del área de comunicación (UCES). Profesor de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) donde integra el equipo de investigación de la carrera de Relaciones Públicas. Profesor a cargo de Información y persuasión publicitaria (Universidad Austral). Autor del capítulo “Los públicos en el proceso de comunicación pública” en el libro Auditoria de Comunicación (La Crujía, 2008). Colabora en calidad de consultor en comunicaciones corporativas con distintas instituciones. C.e.: maxibongio@gmail.com

 

MARÍA EUGENIA ETKIN. Magister en Dirección en Comunicación Institucional (UCES) y egresada de la Carrera de Ciencias de la Información (Universidad Nacional de Córdoba-UNC). Graduada del Programa Iberoamericano de Formación de Formadores en RSE (REDUNIRSE /UBA/ PNUD /AECID). Trabajó en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en el área de comunicación institucional. Ejerció el periodismo gráfico en diferentes diarios y revistas de circulación nacional y producción en emisoras radiales y televisivas. Efectúa consultorías para empresas y organizaciones de la sociedad civil en temas relacionados con RSE y Comunicación. Fue titular de cátedra (Universidad Nacional del Nordeste y de la Cuenca del Plata). Titular en materias de grado y posgrado relacionadas en Dirección de Comunicación Institucional. Participó en los libros: Auditoría de Comunicación (La Crujía) Impresiones de la Comunicación (Dunken). Autora de Comunicaciones para organizaciones de la sociedad Civil (La Crujía).

C.e.: eugeniaetkin@fibertel.com.ar || http://www.eugeniaetkin.com.ar

 

MARIANA GABRINETTI. Licenciada en Psicología (UBA) y Magister en Ciencias Sociales del Trabajo (UBA). Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA). Investigadora y docente adjunta regular (Universidad Nacional de La Plata-UNLP) y titular (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales-UCES). Co-directora de proyecto de investigación (UNLP). Investiga sobre temas laborales y su relación con aspectos sociales y subjetivos. Consultora en el área de investigación sobre comunicaciones en diversas organizaciones. Directora de tesis de posgrado y de grado. Ha recibido el segundo premio en el Concurso de investigación “Juan Bialet Massé”, primera edición. Autora de capítulos de libros, de artículos y ponencias inherentes a las investigaciones que realiza publicadas en revistas de carácter científico.

C.e.: mgabrinetti@yahoo.com.ar

 

GABRIELA IGLESIAS. Licenciada en Sociología y profesora de enseñanza secundaria, normal y especial en Sociología (Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Cursó la Maestría en Demografía Social (Universidad Nacional de Luján). Docente de grado y posgrado (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales-UCES; Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Directora del Departamento de Investigación (UCES). Ha trabajado en diferentes investigaciones en el marco del CONICET, CEUR y Universidad de New Orleáns. Contenidista y tutora de cursos a distancia destinados a docentes universitarios que se forman como tutores y/o evaluadores de trabajos de tesis. Ha tutorado y evaluado trabajos finales de grado y postgrado. Co autora del libro Universidad y Empresa. Cómo hacer crecer habas en Lilliput. Escribió varios artículos referidos a cuestiones metodológicas y a aspectos vinculados con el mercado de trabajo.

C.e.: giglesias@uces.edu.ar || http://www.tutoriadetesis.com.ar

 

GONZALO DIEGO PEÑA. Licenciado en Ciencia Política (UBA). Master en Investigación de Opinión Pública (Banco Patricios). Especialista en Docencia Universitaria (UCES). Coordinador de la Maestría en Investigación de Mercados, Medios y Opinión (UCES). Co-director de la Maestría en Análisis y Marketing Político (UCES). Docente e investigador universitario (UCES, UCA y UP). Director de OH! PANEL. Consultor de empresas locales e internacionales en investigación de mercados, medios y opinión. Autor de trabajos de research presentados en ESOMAR, SAIMO y ABA (Brasil). Autor de artículos sobre investigación de mercados y negocios para publicaciones locales e internacionales.

C.e.: gonzalopena@ohpanel.com

 

GRACIELA RESALA. Licenciada y profesora en Psicología (Universidad de la República, Montevideo; Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios de posgrado en la Escuela de Psicoanálisis (Hospital José T. Borda). Miembro de “Psicólogos uruguayos por el mundo” (PUM) Desarrolla actividad docente (Universidad de Buenos Aires; Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales; Instituto de Tiempo Libre y Recreación-ISTLyR, GCBA), en los niveles de grado y postgrado y superior no universitario. Está a cargo del Seminario de extensión Tesis y Tesinas de grado: claves metodológicas para su elaboración (Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires). Se desempeña como tutora y evaluadora de Trabajos Finales y Tesis en las modalidades de Trabajo de Investigación y Propuesta de Intervención. Además del trabajo docente, desarrolla la actividad clínica en la atención de adolescentes y adultos.

C.e.: gresala@psi.uba.ar || http://www.tutoriadetesis.com.ar

 

RUBÉN JOSÉ RODRÍGUEZ. Licenciado en Psicología (UBA), graduado con Diploma de Honor. Cursa el Doctorado en Psicología (UCES). Se ha capacitado en una herramienta para la representación y gestión del conocimiento y su aplicación a la actividad didáctica, investigación y negocios, mediante el software cognitivo Knowledge Master. Profesor titular de posgrado en Maestría en Investigación de Mercado, Medios y Opinión, y Maestría en Dirección de las Comunicaciones Institucionales (UCES); maestría en Psicología Cognitiva (UBA); maestría en Psicología Organizacional orientación Gerencial (UAI); y Curso de Posgrado en Administración Hospitalaria y Sistemas de Salud, y Administración y Gestión de Servicios de Enfermería (Universidad CAECE). Profesor titular en la Licenciatura en Sociología (UCES). Director de Tesis en la Maestría en Psicología Organizacional (UAI). En el ámbito privado tiene una larga trayectoria como investigador de Mercado. Es director de Desarrollos Metodológicos en Marketing Research Consulting.

C.e.: rodríguez.rubenjose@gmail.com || www.rubenjoserodriguez.com.

 

NORBERTO OSVALDO VÁZQUEZ. Magister en Políticas Sociales, licenciado y profesor en Sociología (UBA). Docente de Metodología de la Investigación en la Carrera de Sociología (Facultad de Ciencias Sociales - UBA) y de Análisis de las Políticas Sociales (Maestría en RRLL, Universidad de Lomas de Zamora; Maestría en Administración Pública, Universidad del Salvador). Coordinador del Área de Monitoreo y Evaluación del Programa Nacional de Desarrollo Infantil “Primeros Años”. Ha participado en diversos proyectos de investigación y en el Observatorio de Análisis Ocupacional de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

C.e.: nvazquez04@yahoo.com.ar

PRIMERA PARTE

La problemática de la elaboración de un trabajo final de grado

CAPÍTULO 1

Sobre Tesis, Tesinas y Trabajos Finales.

Una diversidad de denominaciones para acceder al Título de Grado

 

Gabriela Iglesias

DE TODO UN POCO

Indagar sobre el trabajo final de un alumno universitario para acceder a su título de grado, implica explorar los alcances que esta producción conlleva, como también de las denominaciones con las cuales diferentes unidades académicas la designan.

Así se mencionan1:

 

De este modo, hay universidades donde el requisito para culminar una carrera universitaria es una tesis, en otras se pide una tesis de licenciatura o tesis final de licenciatura, hay carreras que refieren a la elaboración de una tesina, otras prefieren llamarlo trabajo final de integración, también están las que optan por la denominación trabajo final de grado o trabajo final de licenciatura o trabajo final de graduación.

 

La naturaleza de estos trabajos parece, también, ser distinta a juzgar por los modos de abordaje que sugieren diferentes carreras, facultades y/o universidades. Por ello los objetivos son variados, considerando la especificidad de las carreras y atendiendo a alcances de disímil envergadura, por ejemplo:

 

En fin, una variedad de alcances, objetivos y denominaciones que denotan que nadie tiene la última palabra (ni una única aproximación) para esta cuestión controvertida que convoca a diferentes actores universitarios en el nivel de grado.

Por lo anteriormente expuesto nos proponemos, en este capítulo, compartir algunas consideraciones que permitan establecer diferencias entre lo esperable como producción de un alumno universitario próximo a graduarse (cualquiera sea la denominación que se utilice) y otros productos demandados en el marco de las exigencias académicas de grado. Todo esto estará vinculado a definiciones conceptuales que permitirán sustentar nuestra postura y justificar una “propuesta de acuerdo” que si bien no intenta, de modo alguno, erigirse en opción única, trata de homogeneizar criterios.

HACIA UN PRIMER ACUERDO

Entre las cuestiones que tenemos definidas, está aquella que nos permite decir que para nosotros la denominación adecuada para hacer referencia a la producción que permite acceder a un título universitario de grado es el de trabajo final. De algún modo, la decisión puede sonar arbitraria, trataremos de reducir los márgenes de discrecionalidad. Sostenemos que el concepto trabajo final denota el cierre de un recorrido (una carrera universitaria de grado) y a la vez la elaboración de un producto que sintetiza saberes y competencias adquiridos a lo largo de dicho recorrido. Un punto y aparte para emprender nuevos desafíos académicos y/o profesionales.

¿Por qué no nos referirnos a tesis cuando hablamos de un trabajo de grado? Porque si hay carreras de posgrado que no exigen la elaboración de una tesis para la graduación, pedir este requisito para un título de grado parece un desfasaje.

La Resolución 1168/97 del Ministerio de Cultura y Educación señala, cuando se refiere a las Maestrías, que “La formación incluye la realización de un trabajo, proyecto, obra o tesis de maestría 3 de carácter individual, bajo la supervisión de un director y culmina con la evaluación por un jurado que incluye al menos un miembro externo a la institución”. O sea, ni siquiera para este tipo de carrera de posgrado el criterio es demandar exclusivamente una tesis.

Ahora bien, cuando esa normativa refiere a un doctorado, se menciona que “… los aportes originales estarán expresados en una tesis de doctorado de carácter individual que se realizará bajo la supervisión de un Director de tesis, y culmina con su evaluación por un Jurado…”

Aparentemente se rescata la tradición de que las tesis sean solo para los doctorados (Suárez, 2002).

MONOGRAFÍAS, TRABAJOS FINALES Y TESIS. ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

Resuelta la denominación que optamos para alcanzar la titulación de grado, queda por establecer qué se espera de un trabajo final de grado y cómo se lo puede diferenciar de otras producciones académicas, que en algún caso, no alcanzan a satisfacer las expectativas de un trabajo que sea la culminación de un tramo de la formación académica y/o profesional, y en otros casos exceden dicha formación.

Entre los primeros aparece la monografía. Al hablar de ella, se suele hacer mención a un trabajo de investigación bibliográfica (Menin y Temporetti, 2005) y al tratamiento de un tema específico. Ahora bien, ¿en qué se diferencia un trabajo final de grado de una monografía en tanto y en cuanto aquél también trata y desarrolla un tema específico? Es más, cuando se escribe una tesis doctoral también el autor aborda un tema específico. Entonces el aspecto que discrimina entre una producción académica y otra no es la selección de un tema. Siempre escribimos en torno a algún tema.

Tal vez las pretensiones de una monografía sean de índole “preparatoria” es decir foguean al alumno para la tarea de escribir artículos científicos o para dar los primeros pasos hacia la investigación (Botta, 2002).

Por su parte, Mendicoa propone “La monografía es un trabajo de investigación que trata con bastante profundidad la descripción de un tema genérico, pero no se plantea hipótesis o problemáticas para resolver.” (Mendicoa, 2003, p. 19) Es decir, apunta a una recopilación documental ya sea libros u otras fuentes secundarias, pero no aparece un interrogante que haya que responder y en torno al cual articular los esfuerzos de indagación.

En esta línea podemos citar: “… en una monografía el autor no formula soluciones originales; por el contrario, se limita a seleccionar soluciones preexistentes interesantes. Las soluciones incompatibles pueden ser más de dos; en estos casos queda a criterio el autor cuáles y cuántas expone. Los criterios básicos son la importancia de las soluciones, su impacto en las discusiones actuales, el acceso a fuentes de información para estudiarlas…” (Scarano, 2004, p. 82).

Sin embargo, coexisten aportes que van en otros sentidos. “Están quienes consideran que una de las primeras tareas del trabajo monográfico, una vez elegido el tema, consiste en elaborar hipótesis.” “… se sostiene que más que sostener y comprobar hipótesis la elaboración de la Monografía debe tomar como punto de partida y guía la formulación de problemas y la búsqueda de soluciones a los mismos” (Menin y Temporetti, 2005, pp.74-75). Queda claro que al mencionar el concepto monografía, no todos hablamos de lo mismo.

Ahora bien, la discusión sobre los objetivos de la monografía es menos disidente y converge en la ejercitación del pensamiento crítico y en la estructuración analítica de ideas (Menin, 2005; Scarano, 2004).

Entre las producciones que, a nuestro entender, exceden la formación de grado está la tesis.

 

“Tesis es un trabajo que cumple con todas las instancias de investigación. Representa un tema para su deliberación, una proposición original que debe ser expuesta y demostrada mediante pruebas y razonamientos lógicos” (Mendicoa, 2003, p. 18).

 

Mencionamos también la definición que plantea Oscar Ozlak. “Una tesis es un escrito que debería demostrar la capacidad adquirida por quien debe prepararla para desempeñarse en un campo especializado del saber, reflejando en su trabajo claridad conceptual, dominio de los saberes propios de su disciplina, manejo de herramientas metodológicas y técnicas y potencialidad para el descubrimiento o la asociación de conocimientos e información existente de una manera creativa e innovadora” (Suárez, 2002, p. 57).

Por su parte, la ya mencionada Resolución 1168/97, al hacer referencia a lo que se espera de las tesis, explicita que “… deben demostrar destreza en el manejo conceptual y metodológico, correspondiente al estado actual del conocimiento en la o las disciplinas del caso”, además de lograr “… verdaderos aportes originales 4 en un área de conocimiento, cuya universalidad debe procurar, en un marco de nivel de excelencia académica” 5.

De la síntesis de las distintas definiciones de los conceptos monografía y tesis, postulamos que el producto que se demanda para acreditar un título de grado está entre una y la otra.

Es decir, aquello que denominamos trabajo final si bien no necesariamente tiene que plantear hipótesis, sí debe dejar en claro un problema a resolver 6 y si bien se puede prescindir de la exigencia de una proposición original en el sentido de una consideración o aporte nunca antes desarrollado, todo el proceso de elaboración debe estar signado por razonamientos lógicos que den coherencia interna al trabajo.

Existen puntos en común entre lo que la bibliografía demanda de una tesis y lo que nosotros postulamos como pertinente para un trabajo de grado: 1) sistematizar y procesar información y 2) extraer conclusiones que se deriven de los datos.

En síntesis, lo que distingue una monografía de un trabajo final de grado es que éste plantea un problema cuya solución o respuesta debe explicitarse y surgir como una síntesis de los conocimientos y destrezas adquiridos a lo largo de la carrera 7. Por otra parte, lo que distingue una tesis de un trabajo final es la originalidad y la mayor envergadura conceptual y metodológica de aquélla.

Sin embargo, en un trabajo final de grado la originalidad se pone de manifiesto cuando se logra un avance en el estado del conocimiento. Dicho avance puede darse a partir de la caracterización exhaustiva de un caso, de las sugerencias para cambiar un proceso de gestión, de la propuesta de un negocio, de la implementación de una estrategia que mejore condiciones de producción. En este sentido, el aporte original no debe considerarse sólo en su aspecto teórico – conceptual sino como una respuesta superadora a los saberes ya existentes en términos de su aplicabilidad empírica.

 

EL “TRABAJO FINAL DE GRADO”, ¿DE QUÉ SE TRATA?

Son numerosas las carreras de distintas facultades y universidades que exigen una producción final para otorgar el título de graduación.

Esta decisión no es arbitraria. En el caso de carreras tradicionales con corte netamente académico, está clara la necesidad de formar investigadores y ese trabajo significa el comienzo de un largo recorrido. Cuando se trata de carreras de corte profesional, la exigencia se inscribe en la necesidad de formar universitarios con un pensamiento que permita la indagación además de lograr competencias profesionales estandarizadas.

“La inclusión de la investigación en la formación de profesionales parece ser cada vez más necesaria en un tiempo en el que se produce un gran avance en el terreno de la construcción de conocimiento científico y tecnológico […] Por lo tanto formar profesionales hoy implica formar gente que sea capaz de pensar los problemas de una manera nueva, de estructurar nuevas concepciones acerca de lo que es la ciencia y la tecnología y de los rasgos que asume el saber en cada una de las disciplinas” (Suárez, 2002, p. 30).

 

Concretamente, un trabajo final puede dar la posibilidad de aprender a partir de la construcción y no solo mediante la repetición de conocimientos. Es más, podemos pensar el trabajo final de grado como una primera instancia hacia la posibilidad de integrar futuros conocimientos.

La elaboración de un trabajo final implica una serie de pasos, a saber: diseño, elaboración y evaluación8. En este capítulo desarrollaremos brevemente los dos primeros.

El diseño implica pensar en una estrategia de indagación que también suele denominarse proyecto 9. Dicha estrategia permitirá explicitar i) el problema que se abordará en el trabajo final, ii) los objetivos que se deberán alcanzar para dar respuesta al problema y iii) la metodología y técnicas empleadas para hacerlo. Esta “hoja de ruta” guiará el resto del proceso, incluso la aprobación o desaprobación del trabajo, porque en la medida en que el diseño se ajuste a las condiciones de viabilidad y coherencia interna, el resultado será satisfactorio, de lo contrario el camino a recorrer será más incierto.

Por su parte, la elaboración del trabajo final estará signada por el tipo de estudio o producción que se elija. En algunos casos redundará en una solución a un problema real, o en una propuesta de acción, o en un plan de negocios, o en una caracterización que permita una mejor apropiación de un recorte de la realidad social, empresarial u organizacional.

Más allá del tipo de trabajo final que se realice, éste siempre debe explicitar 1) los principios de la disciplina y 2) dar cuenta de las técnicas que se emplearon para producir conocimiento útil, que sirva para la toma de decisiones, por ejemplo.

En la elaboración del trabajo final no hay que confundir la instancia de investigación con los modos de exposición de los resultados que surgen a partir de la indagación. Es decir, todo trabajo final que aporte al conocimiento tendrá que exponer los resultados de un modo particular. Ahí entran a tallar los distintos géneros discursivos 10. Para ello no puede dejarse de lado al interlocutor. Utilizando los datos construidos a partir del proceso de descubrimiento, no es lo mismo escribir un artículo para difundir resultados en la revista que acompaña al diario de los domingos, que publicar un libro destinado a la comunidad científica, o un texto para legos.

Sobre esta cuestión también tenemos alguna postura tomada.

¿Por qué un trabajo final de grado no tiene que exponerse bajo el género de ensayo? “El ensayo es más flexible, más abierto, más libre” (Menin y Temporetti, 2005, p. 61).

Esas licencias pueden tomarse cuando los recorridos conceptuales y profesionales permiten hacer especulaciones aunque no haya referencias a antecedentes científicos. Puede resultar más complejo para un alumno de grado expresar conocimientos técnicos, profesionales o académicos en un formato que no es el más común en la formación universitaria tradicional con impronta positivista. Como plantea Menin (2005) el ensayo tiene carta de ciudadanía en el campo literario y muy poco se habla de ensayos científicos. Entonces, “traducir” un producto construido a partir de la necesidad de dar respuesta a un interrogante y/o de resolver un problema específico, al lenguaje ensayístico puede abrir nuevas dificultades a una tarea que de por sí impone diversos desafíos, como es escribir un trabajo final. Esto no significa que se deje de lado la forma dialógica que se presta para la interpretación, sin embargo, todo lo que se exprese de este modo tiene que remitir a información debidamente referenciada.

El ensayo puede permitir una gama de interpretaciones del texto, lo cual es sumamente interesante y desafiante tanto para el lector bien predispuesto como para el autor con intención de expresar sus ideas con capacidad literaria. Sin embargo, sostenemos que en un trabajo final, básicamente para facilitar el modo de exposición, toda interpretación tiene que justificarse a partir de cuestiones sintácticas, contextuales y conceptuales (Menin y Temporetti, 2005). Para ello el lenguaje técnico aparece facilitando la tarea del alumno y, eventualmente, la del evaluador que restringe su margen de discrecionalidad.

No sostenemos que haya una única manera de producir y de dar a conocer conocimiento, sólo que nuestra experiencia docente nos indica que para un alumno de grado, sobre todo aquellos provenientes de carreras técnicas y de corte profesionalista con poca experiencia en la escritura de “papers” e informes 11, un estilo “estandarizado” que siga la lógica interna de un informe científico hará más sencilla la tarea de escribir el trabajo final.

Nuestra postura no plantea que esta forma de exponer resultados redunde en mayor objetividad, tema que no trataremos en este trabajo. Sólo aporta una sugerencia para evitar que el trabajo final de grado se convierta en una sucesión de opiniones, declaraciones de principios o valoraciones, todas pertinentes siempre y cuando puedan sustentarse en la construcción de conocimiento previo que las justifique y que dé cuenta de la diferencia entre el sentido común y el conocimiento producido a partir de reflexiones lógicas, coherentes y articuladas con la realidad.

Entonces, cuando pensamos en escribir el trabajo final, es decir cuando llegamos a la instancia de la exposición, no podemos dejar de lado que el interlocutor será un grupo de evaluadores 12: 1) docentes –académicos o docentes– profesionales y 2) la comunidad académica, puesto que estas producciones quedan en las bibliotecas de las universidades donde se realizan. Para ellos, sobre todo entendiendo que el trabajo final es otra instancia dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, habrá que argumentar, fundamentar, alcanzar objetivos previamente establecidos, conceptuar y concluir de manera coherente según haya sido el análisis y los procesos de construcción de conocimiento.

Así, un trabajo final tiene que redundar en un modo de exponer resultados. Así como el diseño es una instancia necesaria para plantear la estrategia que se llevará a cabo a lo largo del proceso, el informe constituye el momento indispensable para la transmisión de resultados, sean ellos provenientes de un trabajo de investigación, de una propuesta de intervención, de una investigación de mercado, de un plan de negocios, de una auditoría de medios, de una investigación publicitaria, etc.

En cuanto a la extensión de un trabajo final, parafraseando a Phillips (2000) decimos que éste no debe ser más extenso de lo necesario: informar qué se ha hecho, porqué se lo hizo y las conclusiones extraídas. “A menudo se dice que se ha escrito mucho para ocultar lo poco que se ha logrado” (p.85).

¿QUÉ ES EL CONOCIMIENTO Y CÓMO SE LO PLASMA? SÓLO SÉ QUE NADA SÉ

Hasta aquí hemos sostenido que el trabajo final de grado tiene que aportar al conocimiento y brindar respuesta a algún problema claramente definido.

Ahora bien, ¿qué implica “conocer”?

Siguiendo a la Real Academia Española, esta acción tiende a 1) averiguar la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas, 2) entender, 3) distinguir, es decir, entender un objeto o situación como distinto de otro.

Entonces un trabajo final de grado, en la medida que satisfaga alguna de estas acciones estará contribuyendo al conocimiento científico o profesional, a partir de un “corpus” coherente y sistemático sobre algún sujeto, objeto, institución, organización de la vida natural, social, económica, cultural. Todo aporte para la mejor apropiación de la realidad (en cualquiera de sus dimensiones) es considerada conocimiento.

Es decir, aportar al conocimiento es reducir la brecha entre lo deseable y lo que es, por eso la solución a un problema es considerado un aporte.

De todos modos, hay que considerar que no todas las disciplinas plantean el mismo tipo de interrogantes, ni la posibilidad de producciones similares, como tampoco la utilización de las mismas herramientas técnicas y metodológicas ni demandan iguales destrezas ni enfoques conceptuales. Entonces, el aspecto que resignifica la importancia de un trabajo final de grado como punto de llegada de la formación académica y profesional es la posibilidad de elaborar conocimiento a partir de la especificidad que cada carrera imprime a sus egresados. Por ello, el trabajo final debería permitir la titulación de grado a través de distintas modalidades de producción de conocimiento.

EL TRABAJO FINAL Y SUS DIVERSAS MODALIDADES

De este modo llegamos a concluir que el trabajo final de grado debe “encarnar” los conocimientos conceptuales, técnicos y metodológicos como así también las destrezas y habilidades que se aprehendieron a lo largo de la formación universitaria y que se deben condecir con aquello que demanda el mercado de trabajo, tanto al profesional como al académico, puesto que uno y el otro saldrán a disputar espacios a partir de su capacidad de dar nuevas respuestas, es decir, de construir conocimiento.

Por ello, las diferentes carreras de grado tienen que plantear modalidades alternativas de producción para que el graduando ponga de manifiesto las herramientas específicas que adquirió y que tendrá que poner a jugar en su desenvolvimiento académico y/o profesional.

Cada modalidad de trabajo final, entonces, tiene que contemplar la consecución de un producto que sintetice aspectos primordiales del perfil de graduado que cada Universidad pretende formar, respetando los intereses de los alumnos y sus prioridades académicas y profesionales.

EN SÍNTESIS

A partir de lo expresado en este capítulo, un trabajo final para acceder a la titulación de grado debe:

1) • Plantear un problema y su posible solución, o

• una pregunta cuya respuesta contribuya al conocimiento,

• una propuesta de acción a partir de un diagnóstico, o

• la elaboración de un producto (estético, tecnológico, metodológico, cultural) que pueda

aplicarse en un contexto real.

2) Articularse lógicamente.

3) Evitar abordajes panorámicos.

4) Circunscribirse a un objeto concreto y abordable a partir de los conocimientos que ha adquirido el alumno a lo largo de la Carrera de grado y según su perfil profesional.

5) Privilegiar la observación empírica sin despojarla de los encuadres conceptuales.

6) Llevar a cabo una indagación con objetivos de alcance académico y/o profesional.

 

BIBLIOGRAFÍA

Becker Howard, S. (2011). Manual de escritura para científicos sociales. Buenos Aires: Siglo XXI.

Botta, M. (2002). Tesis, monografías e informes. Buenos Aires: Biblos.

Cubo de Severino, L. (2012). Escribir una tesis. Manual de estrategias de producción. Córdoba: Comunic-arte.

Koval, S. (2011). Manual para la elaboración de trabajos académicos. Investigar y redactar en el ámbito universitario. Buenos Aires: Temas.

Mendicoa, G. (2003). Sobre tesis y tesistas. Buenos Aires: Espacio.

Menin, O. y Temporetti, F. (2005). Reflexiones acerca de la escritura científica. Rosario: Homo Sapiens.

Pampillo, G.; Aren F. B.; Klein, I.; Méndez, A.; Verdino, T. (2010). Escribir. Antes yo no sabía que sabía. Buenos Aires: Prometeo.

Phillips, E. M. y Pugh, Derek S. (2000). Cómo obtener un doctorado. Manual para estudiantes y tutores. Madrid: Gedisa Editorial (Biblioteca Educación, Herramientas Universitarias).

Romano Yalour, M. y Tobar, F. (1998). ¿Cómo hacer tesis y monografías sobre políticas, servicios y sistemas de salud? Buenos Aires: Ediciones ISALUD.

Suárez, F. (Comp.). (2002). Tesis en Maestría y Doctorado en Saber Administrativo. Buenos Aires: Ediciones Cooperativas.

Witker, J. (1986). Cómo elaborar una Tesis en Derecho. Madrid Editorial: Civitas.

NOTAS

1. Se llevó a cabo un relevamiento no exhaustivo pero que incluyó a una diversidad de universidades públicas y privadas de Argentina. Agradecemos al Lic. Pablo Stropparo por su colaboración en esta búsqueda y en la sistematización de la información.

2. Esta enumeración proviene de los Reglamentos de Tesis, Tesinas o Trabajos Finales consultados a partir de las páginas institucionales de diferentes universidades nacionales públicas y privadas.

3. El subrayado es nuestro.

4. “Una caracterización bastante aceptada de tesis doctoral es que tiene que ser una contribución original al conocimiento científico” (Suárez, 2002, p. 137).

5. Resolución 1168/97 del Ministerio de Cultura y Educación. Anexo. Punto 1. Carreras de Posgrado.

6. Sostenemos que el problema que se plantee el graduando sea de índole empírica para evitar caer en una monografía, riesgo no poco común entre alumnos de grado cuando tratan de abordar un problema de envergadura teórica.

7. Una monografía puede escribirla un alumno que está cursando sus primeras materias universitarias.

8. Sobre esta última ver Capítulo 2.

9. Si bien los conceptos diseño y proyecto en el marco de un proceso de investigación no son sinónimos, no abundaremos aquí en sus diferencias.

10. Ver capítulo 3.

11. “En la cultura científica anglosajona se denomina papers a los avances de información (casi borradores) sobre la investigación en curso… El Informe a diferencia del paper debe tener el rigor de un documento con cierto carácter de concluido, destinado a la discusión pública y a su posterior publicación” (Menin y Temporetti, 2005, p. 58-59).

12. “… hay que insistir en aquello de la tesis no es una novela. Ni siquiera un cuento de formato clásico. Tampoco es la bella narración de un fenómeno dado. Es algo más complejo, sujeto a exigencias tanto formales cuanto sustanciales. Es cierto también que esas exigencias o requisitos no son fijos ni inmutables” (Menin y Temporetti, 2005, p. 30). Las consideraciones que hace esta autora respecto de una Tesis, podemos aplicarlas también a la redacción de un trabajo final de grado.

Introducción

 

Gabriela Iglesias

¿Por qué escribir un libro sobre trabajos finales de grado?

¿Por qué convocar a colegas de distintas disciplinas, recorridos profesionales y académicos para llevar a cabo esta propuesta?

Hace más de cinco décadas que se vienen publicando libros acerca de cómo hacer una tesis de posgrado, situación que revelaría que hasta ahora no se ha saldado la discusión no sólo acerca de los procedimientos (que no siempre pueden transmitirse) sino de los alcances que un trabajo de este tipo debe tener, según sea el posgrado en el marco del cual se presente.

Hay títulos que constituyen toda una tentación para el tesista que se encuentra en el proceso de elaboración de esa entelequia1 llamada tesis.

Esta situación de diversidad de criterios institucionales e individuales se replica en las definiciones y decisiones en torno a la producción de un trabajo final de grado. Así, las universidades públicas y privadas que han instaurado el requisito académico de realizar este tipo de trabajo para acceder al título de grado plantean distintas denominaciones para hacer referencia al mismo producto, desde tesis y tesinas pasando por trabajo de integración, trabajo final o informe de investigación, entre otros.

En este libro planteamos, a partir de la experiencia en la docencia universitaria de los autores de cada capítulo y de sus recorridos como tutores o directores de alumnos de grado y de posgrado, algunas sugerencias respecto de los alcances de un trabajo final para obtener un título de grado y las diversas modalidades que puede adquirir según la especificidad de la carrera en cuyo marco se produzca.

Este texto surge de la reflexión acerca de situaciones concretas que se vienen dando en diferentes carreras de grado de distintas universidades públicas y privadas. Por ello el resultado ha pretendido sistematizar conversaciones informales, intercambios en mesas redondas y simposios que tuvieron como eje central la preocupación de cómo re-pensar las dificultades que la elaboración de este tipo de trabajo conlleva, no sólo para el alumno en vísperas de graduarse sino para los docentes que acompañan el proceso y lo evalúan y para la institución que debe crear las condiciones para que la realización de dicho trabajo no escape a la lógica del proceso de enseñanza - aprendizaje.

La cuestión es compleja no sólo porque están involucrados distintos actores, con responsabilidades diferenciadas, sino porque no siempre está claro qué se pretende de este tipo de producción. Por una parte aparecen los interrogantes del propio alumno que, muchas veces sin el debido entrenamiento, tiene que enfrentar una tarea novedosa: producir. Por otra parte se dan las relaciones interpersonales alumno / tutor o director que implican una modalidad de vinculación particular y única en cada caso. Finalmente, se ponen de manifiesto las decisiones que (aún por omisión) toman las Universidades en relación con el tema.

No pretendemos desarrollar aquí la problemática en toda su magnitud, sino aportar algunas consideraciones que sean de utilidad práctica y reflexiva para algunos de los participantes. Básicamente, este libro está dirigido a los alumnos universitarios de grado que tengan que realizar un trabajo final para acceder a su titulación, como también para los docentes que se desempeñen como tutores / directores o evaluadores.

El texto está organizado en dos partes. La primera está constituida por tres capítulos que pretenden enmarcar la cuestión y puntualizar algunos tópicos que, para nosotros, resultan inevitables al momento de dar cuenta de la problemática de la elaboración de un trabajo final de grado.

Así, el Capítulo 1 da cuenta de la diversidad de enfoques y denominaciones que tiene dicho trabajo y del modo en que se debe diferenciar de otras producciones académicas. Además justifica la necesidad de pensar en diversas modalidades a ser asumidas según el tipo de carrera y perfil de profesional.

El Capítulo 2 aborda el proceso de evaluación de un trabajo final describiendo sus componentes y proponiendo instrumentos específicos. También se identifican algunos de los obstáculos que se les presentan a los diferentes actores que intervienen en el proceso de evaluación-acreditación y se ensayan algunas soluciones.

El Capítulo 3 refiere a las instituciones académicas como lugares que exigen la circulación de cierto tipo de géneros discursivos, entre ellos, monografías, artículos científicos y de divulgación, trabajos finales de grado, tesis. La escritura de los trabajos finales de grado no escapa a esta lógica y si bien la manera de organizar la escritura de un trabajo final es variable, se ofrecen una serie de indicaciones y formas de acceder y estructurar el material de un trabajo de este tipo.

La Segunda Parte está formada por siete capítulos. Los primeros seis destinados, cada uno de ellos, a abordar una modalidad específica de trabajo final a partir de una estructura que permite mostrar i) su importancia como herramienta profesional, ii) el desarrollo de un instrumento para plantear el proyecto, iii) el desarrollo de las consideraciones conceptuales y metodológicas a tener en cuenta para llevar a cabo el trabajo, iv) el desarrollo de los criterios de evaluación de la modalidad y v) un glosario que incluye los conceptos más relevantes involucrados en la modalidad. Dado que cada capítulo es una unidad en sí mismo, el lector encontrará la reiteración de algunos aspectos formales comunes a todas ellas.

Para las dos modalidades básicas, Investigación Científica y Propuesta de Intervención, se presentan ejercicios sencillos que guiarán en la escritura del trabajo.

NOTA

1. Según la Real Academia Española el concepto entelequia tiene dos acepciones: 1. En la filosofía de Aristóteles, fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona. 2. Cosa irreal. Esperamos que el lector se sienta convocado por la primera de las definiciones.

CAPÍTULO 2

La evaluación como práctica social institucionalizada

¿Evaluando procesos o sólo productos?

 

Graciela Resala

INTRODUCCIÓN

Los lectores que hayan recorrido la introducción y el primer capítulo, ya contarán con las herramientas conceptuales que les permitan reflexionar sobre qué es un trabajo final, una tesis o tesina, conocerán algunas de las diferencias que se establecen entre estos productos académicos; y habrán podido reconocer la importancia del trabajo final de integración en la formación académica así como su relevancia para la futura inserción profesional-laboral del titulado.

Establecimos anteriormente 1 que todo trabajo académico sigue al menos tres pasos: diseño, elaboración y evaluación; en este capítulo nos referiremos a este último, la evaluación. Veremos que, en el nivel universitario, ésta se torna el paso más codiciado de sortear porque de su éxito depende la tan ansiada titulación.

Comenzamos proponiendo una analogía de la evaluación con la investigación científica y por ello desarrollaremos sus diferentes componentes siguiendo una lógica similar. La evaluación será, entonces, nuestro objeto de investigación y del vasto campo de la práctica de la evaluación educativa, focalizaremos en aquella llevada a cabo en el nivel de la educación universitaria de grado.

Así, a lo largo del capítulo vamos a identificar los elementos constitutivos de todo proceso de evaluación. A saber:

 

Comencemos, entonces, con nuestra tarea.

DEFINICIÓN DE EVALUACIÓN

Acerca de la evaluación pedagógica se ha escrito mucho desde que Ralph Tyler 2 introdujera, en la década del treinta, el concepto de evaluación en el campo educativo.

¿Pero qué entendemos por evaluar en el ámbito de la educación formal, en el nivel universitario?

Para responder a esta pregunta vamos a hacer un rodeo breve, pero necesario.

Un recorrido por la bibliografía existente nos muestra que las definiciones de evaluación son múltiples 3 Sin embargo, la mayoría de ellas contemplan tres componentes comunes. Toda evaluación supone:

- una recolección y análisis de datos,

- determinadas valoraciones o juicios de valor que son la base del proceso,

- finalidades específicas que determinan sus diferentes usos.

Recordemos que el valor asignado siempre está en referencia a un sistema de calificación preestablecido con anterioridad a la emisión del juicio de valor.

“Evaluar hace referencia a cualquier proceso por medio del cual alguna o varias características de un alumno, de un grupo de estudiantes, de un ambiente educativo, de objetivos educativos, de materiales, profesores, programas, etc., reciben la atención del que evalúa, se analizan y se valoran sus características y condiciones en función de unos criterios o puntos de referencia para emitir un juicio valorativo que sea relevante para la educación” (Gimeno Sacristán y Pérez Gómez, 1992, p. 338).

 

Si bien nos estamos refiriendo a la evaluación en su función pedagógica no tenemos que olvidar que ésta es también una práctica cultural que afecta el imaginario social de padres, docentes, universidad y del sistema educativo en su conjunto y como tal debe ser también analizada.

TEORÍAS DEL CONOCIMIENTO, DE LA ENSEÑANZA Y DEL APRENDIZAJE

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