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Carlos Gutiérrez de los Ríos

Expedición a Argel

Créditos

ISBN rústica: 978-84-96428-45-4.

ISBN ebook: 978-84-9897-637-3.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

Diario de la expedición contra Argel con algunas reflexiones, compuesto por N... que se halló en ella 11

Desde el 25 de mayo hasta 22 de junio 11

Reflexiones 12

Días 23, 24 y 25 de junio 13

Reflexiones 14

Día 26 de junio 14

Reflexión 14

Días 27, 28, 29, 30 de junio y 1.º de julio 15

Reflexiones 15

Día 2 y 3 de julio 17

Reflexiones 18

Día 4 de julio 20

Reflexiones 20

Día 5 de julio 20

Reflexiones 21

Día 6 de julio 25

Reflexiones 26

Días 7 y 8 de julio 28

Reflexiones 42

INSTRUMENTOS 67

Número I 67

Número 2 67

Número 3 67

Número 4 67

Número 5 68

Número 6 68

Número 7 68

Número 8 71

Sobre el desembarco 76

Sobre la orden diaria y mando de los generales 79

Número 9 80

Número 10 82

Número 11 83

Número 12 83

Número 13 85

Situación de galeotas 86

Nota 87

Reparto de lanchas 87

Número 14 88

Nota 89

Número 15 91

Número 16 94

Libros a la carta 97

Brevísima presentación

La vida

Carlos José Gutiérrez de los Ríos y Rohán Chabot, VI Conde de Fernán Núñez (11 de julio de 1742-Madrid, 1795). España.

Nació en Cartagena y se casó en 1778 con doña María de la Esclavitud Sarmiento de Sotomayor y Cáceres, marquesa de Castelmoncayo.

Fue embajador de España en Lisboa y París y allí fue testigo de la revolución francesa.

Además de escribir libros compuso una obra musical religiosa titulada Stabat Mater.

Carlos José Gutiérrez de los Ríos ocupó puestos de relevancia en el servicio diplomático de España que le permitieron ser un cronista privilegiado de los grandes sucesos del siglo XVIII. La Expedición de Argel es un diario de la invasión española a Argel de 1775.

Diario de la expedición contra Argel con algunas reflexiones, compuesto por N... que se halló en ella

Desde el 25 de mayo hasta 22 de junio

1. Fue Cartagena punto en que se unieron convoyes con tropas, pertrechos, etc., pertenecientes a la expedición, que fueron llegando de Barcelona, Coruña y Cádiz. Todo se hallaba ya junto el 25 de mayo de este año 1775; pero desde este día hasta el 22 de junio se pasó embarcando batallones, escuadrones y pertrechos, esperando viento, y aún más principalmente en aprontar cosas que cada día iban ocurriendo como precisas.

2. El número de tropas y embarcaciones destinadas a la empresa se ve en un estado (núm. 1.º), de los instrumentos que acompañarán esta relación, con la mayor distinción e individualidad.

3. El capitán general de Valencia hizo que la guarnición de Cartagena reconociese por general de la expedición al Excelentísimo señor conde de O’reylly, antes de llegar a dicha plaza las tropas destinadas a la empresa, y aunque parecía regular que estas tropas conociesen también a su general, lo cierto es que no se lo hicieron conocer hasta la bahía de Argel el 1.º de julio, como se be en la orden núm. 2.º, donde S. E. mismo se da a reconocer con todos los demás generales y ayudantes de campo.

4. No embarazó esto el que desde Cartagena todos obedeciesen al conde de O’reylly. Este señor, conociendo, como Inspector general que es de toda la infantería, el mérito de los batallones y el de los oficiales, eligió de entre todo el ejército del rey los que creyó ser más a propósito para desempeñar sus ideas. S. M. le había dado todas sus facultades para llevar consigo el número de tropas, oficiales y todo lo que le pareciese necesario o útil a la empresa. En consecuencia de esto, por su disposición, se hicieron todos los preparativos en todos los departamentos.

5. Mandaba la marina el Excelentísimo señor don Pedro Castejón. Este, para conducir las naves con felicidad, dividió todo el convoy en ocho trozos, distinguiendo cada uno de los demás por una bandera en el palo de trinquete. Otra bandera de varios colores en el palo mayor expresaba la carga que cada buque llevaba dio a cada trozo o división un jefe o comandante particular, que era el que daba las órdenes a toda la división. Cada división debía elegir en la ruta a su comandante, y cada buque tenía un número en su popa que le servía de nombre. Cada trozo debía en el mar formar una columna, y cada nave debía en ella seguir precisamente a su número inmediato que en el puerto le hicieron conocer, como también a su comandante particular. Este procuraba en el puerto instruir a los patrones de su división en la sucesiva formación que debían seguir a la vela, haciéndoles figurar con las lanchas la marcha y giros que debían hacer con las embarcaciones a la vela, instruyéndoles también de las dos embarcaciones entre quienes cada uno debía ir. El plano núm. 3.º hace ver esta marcha.

6. Formó en estos días con sumo secreto el general de las tropas un plan llamado de batalla, que no es otra cosa que la composición de las brigadas y la asignación de brigadieres y generales a las tropas, para que estos sepan su lugar y jefes. Este plan es el núm. 4.º También incluyo otros dos planos, núm. 5.º y 6.º, que hacen ver el cuartel general y el ejército acampado. Estos tres planos no se publicaron en estos días ni después; pero a mí me los han proporcionado.

7. Distribuyóse en Cartagena a los generales y jefes de cuerpos una orden, núm. 7.º Diose otra a los comandantes de cada embarcación en un pliego cerrado, en cuyo sobre escrito decía que solo se abriese perdidas de vista las costas de España (núm. 8.º).

Reflexiones

8. De no haber estado las cosas prontas ya en Cartagena, se siguió el padecer bastante las tropas que llegaron de otras partes, pues desde su arribo hasta su salida el 23 de junio, sufrieron todas las incomodidades de la mar y la estrechez. Mejor fuera que hubieren esperado en sus primitivos destinos hasta que todo estuviera pronto.

9. También se siguió que se consumieron muchas raciones de armada que después hubieran podido ser útiles y aun precisas. Las tropas de Barcelona salieron el 9 de mayo para Cartagena con solo la provisión para tres meses, con que el 9 de agosto debían morirse de hambre. Las de los otros destinos sacaron de ellos también víveres para tres meses; pero como se embarcaron mucho antes, estaban ya el 8 de julio sin provisiones. Si los accidentes del mar nos hubiesen detenido, lo hubiéramos pasado mal.

10. El orden de marcha que el general de mar dio a su convoy, es muy bonito para escribirlo en el papel; pero impracticable en la mar. ¿Cómo es posible que 381 buques, todos diferentes en magnitud, número de marineros, patrones, estructura y jarcias, puedan andar igualmente como es preciso para observar la formación mandada? Diráse acaso que acortando o dando velas todo se iguala, si hay cuidado. Pero ¿cómo este cuidado puede ser igual en tantos buques? El descuido de algunos patrones, las averías, la variedad y desigualdad de los vientos, las noches, y en una palabra, todo conspira a la imposibilidad de la observancia del orden de marcha. Yo puedo decir, que en tres convoyes que he navegado y que llevaban semejantes órdenes, ni un solo momento las han podido observar.

11. Este orden de marcha y división del convoy se hizo separando las diferentes calidades o especies de buques, poniéndolas en ocho divisiones separadas; pero como al cargar los buques en Barcelona, Cádiz, y Galicia, no se había tenido esta ociosa atención a la calidad, resultó que todo iba barajado, porque un mismo batallón o compañía se hallaba embarcada en dos o más buques, que por su calidad serían de divisiones bien distintas; lo mismo los pertrechos y demás, etc.

Días 23, 24 y 25 de junio

12. El 23 al amanecer se hizo por el navío Belasco, que era el comandante, la señal deseada para hacerse a la vela. Salió todo el convoy a costa de algunas averías; pero soplando viento contrario a nuestra ruta, en fuerza de otra señal, tomamos puerto la misma mañana en la playa de la Atugia, distante tres leguas de Cartagena al poniente; pero las naves y algunas embarcaciones de guerra se mantuvieron a la mar. Continuó el mismo viento y nuestro convoy en la misma situación hasta el 26. El 24 se dio la orden, núm. 9.º, por el conde de O’reylly y la orden núm. 10.º, por el general del mar.

Reflexiones

13. Aunque tres trozos o divisiones del convoy se hallaban ya de antemano en el puerto de Escombrera, distante del de Cartagena como una legua, con el fin de evitar la confusión y facilitar el orden de marcha mandado, como las embarcaciones estaban confundidas y mezcladas en el puerto, la salida a la mar era la misma para entrambos puertos, y como todos los buques a una señal se llevaron e hicieron a la vela, resultó la confusión y algunas averías en que quedaron algunos buques más o menos estropeados, y todos con la imposibilidad de buscar su lugar de formación, hecho un pelotón el convoy y no bastando todo el cuidado para evitar los abordajes.

14. Aquí se vio lo quimérico del orden de marcha, que si de algún modo pudiera observarse, fuera saliendo por divisiones; pero esto tiene el inconveniente de gastarse mucho tiempo en la salida.

Día 26 de junio

15. En este día por la mañana se hizo la señal de hacerse a la vela. La obedecieron algunos buques de guerra, entre ellos los seis únicos navíos en que iban los generales, y no permitiendo el viento de tierra, que calmó, salir más que ciento veinte embarcaciones, inclusos dichos navíos, esta parte del convoy tendió sus velas, abandonando el resto que quedó anclado. Uniéronse a éstos ciento veinte buques, dos fragatas que el Gran duque de Toscana mandó por nuestras auxiliares, y luego se perdió el todo de vista.

Reflexión

16. No fue puesto en razón que las ciento veinte embarcaciones abandonasen las restantes, particularmente no habiendo el viento precisado a ello, y debiendo el comandante llevar su convoy unido y a su vista para todo evento, y por lo mismo las tropas no debían quedar sin general, porque pudiera sobrevenir algún accidente o acaso en que lo necesitasen. Por ejemplo, pudiera el convoy verse precitado a anclar en la costa africana cerca de alguna población, y parecer útil, esperando viento, saquear la población, tomar prisioneros y noticias, y quemar el lugar y mieses. Nada de esto se podía hacer sin general.

Días 27, 28, 29, 30 de junio y 1.º de julio

17. El 27 continuó su ruta felizmente la primera parte del convoy, y habiendo abierto don Antonio Barceló, como comandante que quedaba del resto, un pliego que le habían dado en Cartagena para el caso de perder el convoy de vista, vio que en él se le mandaba pasar a Argel. Hizo la señal, y todos se hicieron a la vela a costa de algunas averías.

18. Diose en Cartagena a todas las embarcaciones semejante pliego que al brigadier Barceló, y para igual caso. Este pliego se volvió cerrado.

19. Los 28 y 29 continuó la primera del convoy su ruta felizmente, y el 30 ancló en la bahía de Argel.

20. La segunda parte del convoy se dirigió hacia la misma bahía, donde llegó el 1.º de julio, sacando al comandante del cuidado en que estaba ignorando el paradero de nuestra segunda parte. Esta pasó la noche del 30 en una bahía de la costa africana, llamada Serset donde se descubría un lugar no muy pequeño, pero no fortificado al parecer, y una batería a la orilla de la mar.

21. El 1.º de julio, en tanto que llegaba la segunda parte del convoy, salió S. E. con algunos ingenieros, y los generales a reconocer la costa desde la playa de Argel hasta la Punta de Pescada. Los moros al paso le tiraron una bomba y un cañonazo, que no le llegaron por estar muy distante. Los ingenieros levantaron un plano ideal o imperfecto de aquellas inmediaciones.

Reflexiones

22. De haber anclado la primera parte del convoy antes que la segunda, se siguió dar a los Argelinos un día para prevenirse, quitándoles la duda que podían tener sobre el paraje que queríamos insultar. Verdad es que los enemigos estaban ya muy prevenidos, y que, a mi parecer, habían ya concluido todas las defensas que creyeron serles útiles. Lo cierto es que cuando llegamos, enarbolaron muchas banderas en los castillos y casa del Dey, y que ya tenían formados y bien distribuidos varios campamentos. Para ostentar su bizarría, los moros a la ora de la retreta el 30 de junio hicieron algunas descargas, ya de artillería, y ya de fusilería, formándose a la orilla del frente de sus campamentos.

23. En el plano, núm. 11, se be la figura de la bahía y la situación que tomaron las naves a su arribo, que viene a ser como un cuadrilongo, cuyos lados exteriores eran de buques armados, y el centro era un confuso pelotón de barcas de transporte. Vese también en este plano la situación de la plaza en una ladera y la de las baterías que ceñían la costa entre las dos puntas.

24. En mi juicio no se empleó el cuidado que era necesario para que las naves anclasen con un orden tal que cada brigada se hallase unida y todo el convoy bien ordenado, a fin de saber donde se hallaba lo que podría necesitarse. Esto hizo después bien difíciles las órdenes y providencias del general, pues solo en encontrar una embarcación, se gastaban muchas oras y repetidos emisarios.

25. El reconocimiento que se hizo jamás podría ser de grande utilidad, porque fue hecho a larguísima distancia y desde una embarcación a la vela.

26. Igual reconocimiento se hizo de lo restante de la bahía, paseándose los generales con algunos ingenieros en lanchas por entre el convoy y subiendo a aquellas naves desde las que les parecía podrían descubrir con sus anteojos. Este reconocimiento aún tardó en hacerse hasta el 5 o 6.

27. Los reconocimientos se deben hacer de cerca cuanto es posible, aunque en ello se arriesgue el pellejo, y deben hacerlos diferentes sujetos para que unos vean lo que a los otros se oculta. En mi sentir, puede reconocerse quasi toda la bahía sin peligro acercándose a tiro de fusil de la orilla, porque aunque toda la bahía está defendida de baterías, éstas están espaciadas de modo que de una a otra hay dos tiros de cañón largos por elevación, con que yendo derecho a tierra entre dos de ellas podrá verse todo sin peligro, y en prueba de esto, nosotros desembarcamos entre dos baterías sin que nos incomodasen poco ni mucho. Los objetos vistos de lejos parecen diferentes, o no se ven, y jamás se forma buen juicio de ellos ni de su situación, cosa que es bien necesaria para dirigir bien una empresa militar. Yo puedo decir que estaba en una embarcación de las nuestras próximas al paraje donde tomamos tierra y que tenía mi anteojo inglés, y aun con este auxilio no descubría las cosas como yo quisiera, ni distinguía bien los árboles de las matas, ni de las viñas, todo me parecía verde y nada más. La ladera opuesta me pareció siempre lisa y suave, como parecen todas las que se miran de lejos sin distinguir los vallados, pitas, cercas, ni los montones de arena que había en la playa.

28. Yo hubiera querido que nuestros ingenieros, a más de hacer prolijos reconocimientos, hubieran levantado el plano de la bahía, no en croquis, sino con instrumentos que, según entiendo, y en los días que estuvimos en inacción, muy bien pudieran haberlo hecho. De este modo tendríamos a lo menos un papel bastante exacto, en lugar que ahora solo tenemos ideas confusas, como se be en la variedad de planos de la bahía que apenas concuerdan en nada, según lo que e oído a varios. Nadie sabe el número de cañones de que constaban las baterías ni su calibre, y no será de extrañar que aún se ignore el número de baterías.

Día 2 y 3 de julio

29. Fondeadas las naves en la forma dicha, trató el general el día 2 con los generales subalternos de la formación de las brigadas y del modo de ponerlas en tierra en la playa occidental del río Jarach, que fue el paraje que le pareció más oportuno. Todos los generales parece que fueron del dictamen del generalísimo, o porque entendían lo que él, o porque no quisieron replicar ni poner de manifiesto su dictamen, que acaso no tendrían bien digerido. Lo cierto es que, resuelta la cosa, se dio la orden núm. 12.º a las tropas, y la orden núm. 13.º a la marina. La primera orden manda desembarcar la mañana del 3, pero como no se pudo evacuar todo lo que en ella se manda, ni aun creo que todas las tropas la llegasen a saber hasta el 3, no pudo efectuarse, y se entendió para el 4 al amanecer. La 2.ª orden señala el lugar y ocupación a los buques de guerra como se be en el plano núm. 16.º

30. El mismo 2 salieron los ingenieros en el galeón a rectificar el plano que antes habían levantado ideal de la costa que medía entre la plaza y la Punta de Pescada. Esta noche se acercaron con la oscuridad algunos marinos a sondear el fondo.

31. Conformemente a la orden del 2, se juntaron el 3 las barcas de tropas que estaban esparcidas y confusas; pero no hubo en esto exactitud, porque solo se cuidó de juntar barcas no de que las deseadas brigadas estuviesen unidas. Proveyóse la tropa de cartuchos, galletas, queso, agua y vino para cuatro días; entregósela también los útiles y sacos que expresa dicha orden. Todas estas cosas no se pudieron entregar a todas las tropas hasta después, porque no estuvieron a punto para entregarlas; según oí, no pudieron encontrarse los bastimentos en que estaban. No estar la tropa bien provista de todo lo que mandaba la orden del 2, y el viento que refrescó la tarde del 3, hicieron suspender el desembarco.

32. Para desaguar las embarcaciones que debían batir, se trasbordó la tropa de tierra que llevaban a otras embarcaciones.

Reflexiones