La colección Emaús ofrece libros de lectura

asequible para ayudar a vivir el camino cristiano

en el momento actual.

Por eso lleva el nombre de aquella aldea hacia

la que se dirigían dos discípulos desesperanzados

cuando se encontraron con Jesús,

que se puso a caminar junto a ellos,

y les hizo entender y vivir

la novedad de su Evangelio.

José Antonio Goñi

Las diversas Iglesias y comunidades cristianas

génesis y desarrollo histórico

Colección Emaús 121

Centre de Pastoral Litúrgica

Director de la colección Emaús: Josep Lligadas

Diseño de la cubierta: Mercè Solé

© Edita: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA

Nàpols 346, 1 – 08025 Barcelona

Tel. (+34) 933 022 235 – Fax (+34) 933 184 218

cpl@cpl.es – www.cpl.es

Edición digital noviembre de 2016

ISBN: 978-84-9805-777-5

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De la única Iglesia a la diversidad de Iglesias

Los apóstoles, fieles al mandato de Jesús, fueron por todo el mundo anunciando el evangelio. Así, progresivamente, el cristianismo fue extendiéndose por el Imperio romano. De modo que, al poco tiempo, ya había comunidades cristianas en sus principales ciudades, incluida su capital, y también más allá de las fronteras del Imperio.

Cada una de estas Iglesias vivía bajo el gobierno de un obispo, en comunión con el resto de Iglesias. Sus problemas eran resueltos en reuniones de los obispos de un territorio, llamadas sínodos, o de todos obispos de la Iglesia universal, denominadas concilios.

Determinadas Iglesias, por su significado apostólico o por su importancia política o por la fama de sus obispos, ocupaban un lugar principal. Así nacieron las Iglesias metropolitanas, que eran punto de referencia de varias Iglesias. Entre ellas adquirieron relevancia algunas sedes que se constituyeron como cabeza, naciendo así los patriarcados: Alejandría, Antioquía y Roma fueron las primeras Iglesias en constituirse como unidades eclesiales autónomas; poco después se sumarían Constantinopla y Jerusalén. Y en los siglos posteriores fue en aumento el número de patriarcados, según crecían la Iglesias. Más allá de las fronteras del Imperio había Iglesias independientes, cuyo obispo llevaba el título de katholikós.

1. Las primeras comunidades cristianas

1.1. La Iglesia en Roma

Los cristianos llegaron a Roma en los inicios del cristianismo. El apóstol Pedro, que inicialmente habría gobernado la Iglesia de Antioquía pasó a la capital del Imperio donde quedó como cabeza de la comunidad romana hasta su martirio en el año 64. La sede romana pronto fue reconocida como patriarcado y, más tarde, su patriarca, fue constituido máxima autoridad de la Iglesia católica, recibiendo el nombre de papa.

1.2. La Iglesia en Jerusalén

Jerusalén, capital del pueblo judío, fue testigo de los principales acontecimientos de la vida de Cristo, destacando su pasión, muerte, sepultura, resurrección y ascensión. Jerusalén es considerada como la «Iglesia madre», en la que se constituyó la primera comunidad cristiana y desde donde partió la predicación apostólica. Al frente de la primitiva comunidad cristiana estuvo el apóstol Santiago el Menor hasta su martirio en el año 62. Esta Iglesia, a pesar de su importancia, dependió, inicialmente, de la metrópoli de Cesarea, que a su vez estaba bajo la jurisdicción de Antioquía. Fue a mediados del siglo V cuando Jerusalén adquirió el rango de patriarcado.

1.3. La Iglesia en Antioquía

Hasta Antioquía fueron enviados Pablo y Bernabé y aquí estableció el apóstol san Pedro su primera residencia, estando al frente de la comunidad, antes de pasar a Roma. Además, no debemos olvidar que los discípulos de Cristo fueron llamados por primera vez «cristianos» en este lugar. También es célebre esta ciudad por el incidente entre Pedro y Pablo, poniéndose fin a la obligatoriedad de la circuncisión para los cristianos provenientes de la gentilidad. Antioquía fue uno de los primeros patriarcados en la organización administrativa de la Iglesia por su relevancia civil, pues era capital de Siria y cabeza de esta región oriental del Imperio romano.

1.4. La Iglesia en Constantinopla

Según la tradición, el apóstol Andrés habría predicado en Bizancio y fundado una comunidad en el siglo I. Esta Iglesia formaba parte de la diócesis de Heraclea, en Tracia. En el año 330 Constantino trasladó la capital del Imperio de Roma a Bizancio, cambiándole su nombre por el de Constantinopla, creando la «Nueva Roma». Con el nuevo status de capital imperial, la Iglesia de Constantinopla creció en importancia hasta el punto de ocupar el segundo puesto entre las sedes de la Iglesia, tras el obispo de Roma, según sentenció el Concilio I de Constantinopla (381). La tradición bizantina se extendió entre los pueblos del norte del Imperio romano oriental. A partir del año 520 se comenzó a denominar al patriarca de Constantinopla «ecuménico».

1.5. La Iglesia en Egipto

El origen de la comunidad cristiana de Alejandría es oscuro, aunque se supone que pronto llegó allí el cristianismo. En un documento del emperador Adriano del año 131, se la describe como una Iglesia floreciente y cabeza de las circunvecinas. La tradición, según Eusebio, atribuye el origen de la Iglesia alejandrina a san Marcos, discípulo del apóstol san Pedro, que después de haber escrito su evangelio en Roma se habría trasladado a Egipto. La sede de Alejandría fue uno de los patriarcados iniciales del cristianismo.

1.6. La Iglesia en Etiopía

A pesar de que en los Hechos de los Apóstoles se narra la conversión del ministro de la reina etíope, la tradición atribuye la cristianización del Etiopía a san Bartolomé y a san Mateo. Sin embargo, el primer gran evangelizador de los etíopes fue san Frumencio (300-380), que había sido ordenado obispo por san Atanasio de Alejandría. Él, junto con otros misioneros venidos desde Egipto, hicieron que, a mediados del siglo IV, muchos se convirtieran a la fe, incluido el rey y su familia. El cristianismo llegó a ser la religión oficial, aunque siguieron existiendo numerosos paganos. La Iglesia de Etiopía dependía del patriarcado de Alejandría.

1.7. La Iglesia en Eritrea

El origen de los cristianos en Eritrea se remonta a los primeros siglos, estando su destino muy ligado a la Iglesia etiópica. La Iglesia de Eritrea dependía del patriarcado de Alejandría.

1.8. La Iglesia en Asiria

No se sabe exactamente cuando se estableció el cristianismo por primera vez en Mesopotamia. La tradición afirma que la Iglesia asiria fue fundada por el apóstol santo Tomás y particularmente remite su origen a la predicación de unos discípulos de este apóstol, Mari y Addai, habiendo sido este último uno de los 72 discípulos enviados por Jesús (cf. Lucas 10, 21). Lo que sí parece cierto es que la evangelización de la región se hizo a partir del centro cristiano sirio de Edesa y que en Seleucia-Ctesifonte se había establecido una presencia cristiana ya a mitad del siglo II. Edesa pertenecía eclesiásticamente a Antioquía, aunque los lazos de unión nunca fueron muy estrechos.

1.9. La Iglesia en la India

Según la tradición, el apóstol santo Tomás habría llegado a India el año 52, y durante veinte años habría convertido a la fe cristiana a varias familias fundado siete comunidades. Sabemos que en el siglo III los cristianos de la región malabar (actualmente el estado indio de Kerala), mantenían relaciones comerciales con el Imperio persa. Esta Iglesia dependía de la Iglesia de Seleucia-Ctesifonte.

1.10. La Iglesia en Armenia

La tradición remonta la conversión de Armenia a la predicación de los apóstoles san Bartolomé y san Judas Tadeo. Ahora bien, la figura evangelizadora nacional fue san Gregorio el Iluminador, que consiguió convertir al rey armenio a principios del siglo IV. Con la conversión del rey, este país fue el primero que adoptó el cristianismo como religión de estado (quizás antes del edicto de Milán del 313, y, con certeza, antes de la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio romano en el 380 por Teodosio). Dado que Gregorio fue ordenado obispo por el obispo de Cesarea de Capadocia, la Iglesia armenia dependió de esa ciudad hasta que, a inicios del siglo V, se independizó, fijando su sede episcopal en Astisat, primero, y más tarde en Etchmiadzin.

2. La división de la Iglesia

Todas estas Iglesias mantuvieron la comunión hasta comienzos del siglo V, tras las determinaciones dogmáticas del Concilio de Éfeso (431). A partir de entonces comenzó la división de la única Iglesia en una diversidad de Iglesias. Veamos históricamente cómo se produjo este proceso.

2.1. Iglesias anticalcedonianas

Nestorio, patriarca de Constantinopla a inicios del siglo IV, defendía la integridad de la naturaleza humana en Cristo hasta tal punto que si la naturaleza humana y la divina de Cristo eran absolutamente completas, estas formaban dos personas distintas que, a lo más, podían hallarse unidas accidentalmente. Por ello, según él, la Virgen María no podía ser llamada «Madre de Dios» sino solo «Madre de Cristo», es decir, de la naturaleza humana de Cristo o, en la mentalidad nestoriana, de la persona humana de Cristo. La Virgen habría dado a luz, por tanto, solo al hombre en el que habitó el Verbo, el Hijo de Dios. Este planteamiento fue condenado en el Concilio en Éfeso (431), siendo san Cirilo de Alejandría su principal opositor, y los partidarios de Nestorio se refugiaron en Edesa, dando oficialidad a la separación de la comunión del resto de la Iglesia y surgiendo la Iglesia apostólica y católica asiria del Oriente, llamados nestorianos, aunque este nombre no es de su agrado.

Sin embargo, la condena de esta herejía en el Concilio de Éfeso (431) no zanjó el problema. Algunos de los adversarios de Nestorio, encabezados por el monje Eutiques, llevaron al extremo su refutación dando lugar a una nueva herejía, el monofisismo, que sostenía que la naturaleza divina del Salvador habría absorbido su naturaleza humana en la encarnación, de tal suerte que en él no subsistiría más que una sola naturaleza, la divina. Así pues, Cristo era verdaderamente Dios, pero no perfectamente hombre. El Concilio de Calcedonia (451) condenó el monofisismo y nuevamente a Nestorio, y afirmó que en Cristo existen dos naturalezas inconfusas –humana y divina–, que conservan inalteradas todas sus propiedades y están unidas en su única persona. Los monofisitas, mejor llamados anticalcedonianos, originaron algunas Iglesias orientales, dando lugar a una jerarquía paralela en Antioquía, Alejandría y Armenia frente a la Iglesia oficial, llamada también «melkita», es decir, «partidaria del emperador» («melek» significa en siríaco rey o emperador), pues era el emperador quien convocaba los concilios. En la Iglesia antioquena surgieron el Patriarcado ortodoxo sirio de Antioquía y todo el Oriente y las Iglesias sirias ortodoxas malankares. De los anticalcedonianos de Egipto nacieron la Iglesia copta ortodoxa, la Iglesia ortodoxa tewahedo etíope y la Iglesia eritrea tewahedo ortodoxa. En Armenia quedó la Iglesia apostólica armenia.

Estas seis Iglesias anticalcedonianas o pre-calcedonianas, junto con la Iglesia apostólica y católica asiria del Oriente, son denominadas Iglesias apostólicas de Oriente o Antiguas Iglesias de Oriente.

Prácticamente en cada Iglesia encontramos ramas fieles a la fe calcedoniana, unas son católicas y otras ortodoxas. Así, en la tradición antioquena encontramos el Patriarcado griego ortodoxo de Antioquía y todo Oriente, la Iglesia caldea católica, la Iglesia católica siro-malabar, la Iglesia sirio católica y la Iglesia católica siro-malankar; además en la tradición antioquena siempre se mantuvo católica la Iglesia católica maronita. En Egipto tenemos el Patriarcado griego ortodoxo de Alejandría y toda África, la Iglesia copta católica y la Iglesia etíope católica. De la Iglesia apostólica armenia se escindió la Iglesia armenia católica.

2.2. Iglesia ortodoxa

En el Concilio de Calcedonia (451) se advierte la tensión existente entre Roma, el primer patriarcado de todos y único en Occidente, y Constantinopla, el primer patriarcado de Oriente. A partir de entonces y por cuestiones disciplinares y litúrgicas, y no dogmáticas, se va creando una atmósfera de incomprensión entre ambos que culminará con su separación oficial en el año 1054, año en que el mundo cristiano se dividió entre latino y bizantino, católico y ortodoxo. Sin embargo, hasta la época de las cruzadas no hay conciencia de cisma, y sobre todo con la cuarta cruzada (1202-1204) que fue saqueada Constantinopla y erigido el patriarcado latino de Jerusalén. Fue entonces cuando el resto de patriarcados orientales se vincularon a Constantinopla.

Actualmente encontramos las siguientes quince Iglesias ortodoxas autocéfalas: Patriarcado ecuménico de Constantinopla, Patriarcado griego ortodoxo de Alejandría y toda África, Patriarcado griego ortodoxo de Antioquía y todo Oriente, Patriarcado griego ortodoxo de Jerusalén, Patriarcado de Moscú, Patriarcado de Serbia, Patriarcado de Rumanía, Patriarcado de Bulgaria, Patriarcado de Georgia, Iglesia ortodoxa de Chipre, Iglesia ortodoxa de Grecia, Iglesia ortodoxa de Polonia, Iglesia ortodoxa de Albania, Iglesia ortodoxa de Chequia y Eslovaquia e Iglesia ortodoxa en América. Cuatro son las Iglesias ortodoxas autónomas: Iglesia ortodoxa del monte Sinaí, Iglesia ortodoxa de Finlandia, Iglesia ortodoxa de Japón e Iglesia ortodoxa de China.

La Iglesia católica cuenta con las siguientes Iglesias orientales católicas de tradición bizantina: la Iglesia greco-católica melkita, la Iglesia greco-católica ucraniana, la Iglesia greco-católica rumana, la Iglesia greco-católica eslovaca, la Iglesia greco-católica búlgara, la Iglesia greco-católica griega, la Iglesia greco-católica húngara, la Iglesia greco-católica italo-albanesa, la Iglesia greco-católica rutena, la Iglesia greco-católica croata, la Iglesia de Macedonia, la Iglesia greco-católica albanesa, la Iglesia greco-católica bielorrusa, la Iglesia greco-católica rusa, la Iglesia greco-católica georgiana y los ordinariatos latinos para fieles católicos orientales.

2.3. Reforma protestante

El siglo XVI significó en la historia del cristianismo una nueva división. Varias reformas eclesiásticas iniciadas por teólogos de la Iglesia, no por la jerarquía, llevaron a que diversos grupos de cristianos perdieran la comunión con la Iglesia romana. Así nacieron las Iglesias evangélicas luteranas, cuyo punto de arranque se sitúa en Martín Lutero (1483-1546), y las Iglesias reformadas o calvinistas, seguidoras de los planteamientos teológicos y disciplinares de Juan Calvino (1509-1564).

2.4. Iglesia anglicana

También en el siglo XVI, y a raíz de los enfrentamientos entre el papa y el rey Enrique VIII de Inglaterra a causa del intento de divorcio de este con su esposa, tuvo su origen la Iglesia anglicana.

2.5. Iglesia de Utrecht

Dos siglos después, en el siglo XVIII, se produjo una nueva escisión en la Iglesia católica, aunque sin mucha trascendencia: algunos cristianos holandeses rechazaron la Bula Unigenitus (1713) del papa Clemente XI formando la Iglesia de Utrecht.

2.6. Iglesia veterocatólica

Siglo y medio después, el rechazo por parte de algunos católicos del dogma de la infalibilidad papal del Concilio Vaticano I (1870) hizo que varias comunidades cristianas centroeuropeas se separaran de la comunión romana y se unieran a la Iglesia holandesa de Utrecht, denominándose Iglesia veterocatólica.