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Este libro se terminó de imprimir en el mes de julio de 2016
en CMYK Diseño e Impresos S.A.S.

En su composición se utilizaron tipos
Goudy Old Style de 12/14,4, Californian FB 14/16,8
Se imprimieron 300 ejemplares en XXXXXXXX gramos.

Relectura de la Guía de las Escuelas

Relectura de la Guía de las Escuelas: una mirada desde la educación superior / José Luis Meza Rueda y otros ; coordinador Fernando Vásquez Rodríguez. -- Bogotá : Ediciones Unisalle, 2016.

180 páginas : fotos, cuadros ; 17 x 24 cm.

(Colección Pensamiento Lasallista; 5)

ISBN 978-958-8939-86-5

1. Escuelas católicas - Guías 2. Escuelas católicas - Historia - Siglo XVII 3. Educación superior 4. Educación Lasallista

I. Meza Rueda, José Luis, autor II. Vásquez Rodríguez, Fernando, 1955, coordinador. III. Serie. 371.071 cd 21 ed.

A1546442

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

 

ISBN: 978-958-8939-86-5
eISBN: 978-958-8939-87-2

Primera edición: Bogotá D. C., julio de 2016
© Derechos reservados, Universidad de La Salle

Edición
Oficina de Publicaciones
Cra. 5 No. 59A-44, Edificio Administrativo, 3er piso
PBX (57-1) 348 8000, extensión 1224
publicaciones@lasalle.edu.co

Editor académico
Femando Vásquez Rodríguez

Coordinación editorial
Guillermo Alberto González Triana

Corrección de estilo
María Angélica Ospina

Diagramación
Nancy Patricia Cortés Cortés

Diseño portada
Ediciones Unisalle

Diseño de ePub
Hipertexto

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TABLA DE CONTENIDO

PRESENTACIÓN

Milton Molano Camargo

LA FORMACIÓN DE LOS MAESTROS NOVELES EN LA GUÍA DE LAS ESCUELAS:

Lectura reflexiva de una preocupación de ayer y de hoy

José Luis Meza Rueda

LAS ESCUELAS CRISTIANAS DE JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

en el contexto pedagógico del siglo XVII

Pedro Nel Zapata Castañeda

LAS RUTINAS Y LOS HÁBITOS PARA MANTENER EL “ORDEN” EN LAS ESCUELAS:

una mirada a la Guía de las Escuelas Cristianas de Juan Bautista de La Salle

Patricia Moreno Fernández

DE LA CORRECCIÓN O EL CASTIGO EN LA GUÍA DE LAS ESCUELAS:

¿una pedagogía preventiva o represiva?

Mirta Yolima Gutiérrez Ríos

LAS VIRTUDES DEL MAESTRO

según la Guía de las Escuelas

Rodolfo Alberto López D.

PRINCIPIOS DE LA ESCRITURA EN LA ESCUELA LASALIANA

que potencian la producción escrita en la Universidad

Paulo Emilio Oviedo

EL SEGUIMIENTO, UNA ESTRATEGIA PRIMORDIAL

en la propuesta de Juan Bautista de La Salle

Adriana Goyes Morán

ENTRE EL ESPACIO SÍGNICO Y SIMBÓLICO:

a propósito de la Guía de las Escuelas

Ruth Milena Páez Martínez

LOS PROCESOS DE INCLUSIÓN Y FORMACIÓN DOCENTE

desde el referente de la Guía de las Escuelas

Olga Lucía Bejarano Bejarano

UNA MIRADA A LA GUÍA DE LAS ESCUELAS

para la nueva evangelización desde el uso de tecnologías

Jairo Alberto Galindo C.

LA GUÍA DE LAS ESCUELAS

¿pobres ayer vs. pobres hoy?

Mónica María del Valle Idárraga

EL ACOMPAÑAMIENTO DEL MAESTRO

en la Guía de las Escuelas

Luis Evelio Castillo

CONTRAPUNTEO CON JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

—una relectura de la Guía de las Escuelas

Fernando Vásquez Rodríguez

PRESENTACIÓN

Con motivo de la celebración de los cincuenta años de la Universidad de La Salle de Bogotá y de los 125 años de presencia lasallista en Colombia, el grupo de profesores de la Maestría en Docencia de la Facultad de Ciencias de la Educación, bajo la coordinación del maestro Fernando Vásquez Rodríguez, decidió llevar a cabo su ya consolidado y reconocido seminario, esta vez alrededor de una lectura contemporánea y en clave de educación superior de la Guía de las Escuelas Cristianas. El resultado de su trabajo académico —y vale la pena agregar, fraterno— es este libro que tengo el honor y el placer de presentar.

Encuentro en esta producción, fruto de la reflexión pedagógica de experimentados profesores de la Maestría, valiosos elementos que organizaré en tres grandes apartados. El primero tiene relación con su importancia en el marco de las apuestas institucionales de la Universidad de La Salle en este momento de su historia. El segundo gira en torno al contenido de cada uno de los capítulos, frente a los cuales hago una reseña particular. Y el tercero toca, de manera muy sucinta, algunas categorías comunes que aparecen a lo largo del libro, que me permiten también participar de modo tardío en el seminario y, de paso, invitar a cada lector a que amplíe los alcances de este, a partir de las nuevas reflexiones y proyectos que permean la acción universitaria lasallista.

I

Al iniciar la celebración del cincuentenario de la Universidad, fue claro para la comunidad académica que se trataba de una oportunidad para celebrar y agradecer a todos quienes habían contribuido a impulsar este proyecto universitario para la transformación social y productiva del país y, a la vez, era momento de mirar el futuro con esperanza y como oportunidad. Así lo expresó el Hno. Carlos G. Gómez al presentar el nuevo Plan Institucional de Desarrollo (PID) 2015-2020:

Ciertamente, los próximos cincuenta años de la Universidad de La Salle han de construirse sobre las actuales fortalezas, la vocación trazada desde su fundación y la historia recorrida durante este medio siglo: una universidad comprometida con la paz y la justicia. (p. 7)

Este mismo espíritu permitió que se recogiera aquel proyecto diseñado luego del proceso de autoevaluación institucional del año 2012, que planteaba la necesidad de una reflexión sobre el lasallismo en perspectiva de educación superior; así mismo, hizo posible que se plasmara en el Programa 5 del nuevo PID, “Reflexión sobre el lasallismo en perspectiva de la educación superior”, del Eje 2 “Formación de calidad, incluyente y pertinente”. Este programa se definió así:

La lasallanidad de la Universidad, de cara al futuro, se enriquecerá en la medida en que los temas medulares, como el servicio educativo de los pobres, la relación pedagógica situada, la creación educativa, el papel del laicado y la espiritualidad de la educación cristiana, sean temas persistentes en la reflexión de la Universidad. Es decir, una tarea pendiente: poder hacer una relectura situada y sistemática del pensamiento lasallista en la educación superior. Hasta ahora, hemos hecho trasposiciones descriptivas y metodológicas, más o menos adecuadas y pocas veces críticas y propositivas, para la tradición lasallista en la educación superior. (PID 2015-2020, p. 88)

El proyecto que encarna este libro desarrolla, a mi modo de ver, tres grandes elementos que se inscriben en esta apuesta institucional y que representan un “triunfo temprano” en las metas propuestas por el Programa 5, cuyo propósito es avanzar en la cobertura y la profundidad de las implicaciones del lasallismo en la pedagogía universitaria.

El primer elemento es la dinámica misma que dio origen a esta publicación: la del Seminario de Profesores de la Maestría en Docencia. Hace varios años ya que Fernando Vásquez Rodríguez, con su sabia terquedad, instauró este ejercicio, cuya importancia en la consolidación de la Maestría como un programa de alta calidad fue reconocida en su momento por los pares académicos designados por el Consejo Nacional de Acreditación (CNA). Este seminario tiene un profundo sentido lasallista; acuden rigurosamente los profesores de planta y de cátedra, quienes siguen el cronograma acordado desde el inicio del semestre, bajo una temática concertada que permite la necesaria discusión conceptual propia de los posgrados universitarios, pero a la vez atiende a las necesidades y condiciones de realidad del programa. En palabras del hermano Lauraire (2003), se trata de

(…) una actitud dialéctica que no ha sido abandonada desde los orígenes: tener una visión clara, precisa, argumentada, del proyecto de educación humana y cristiana y, al mismo tiempo, preguntarse sin cesar por las condiciones reales, prácticas, adaptadas de su desarrollo. He aquí lo que hace perenne una tradición educativa. (p. 5)

El Seminario de la Maestría en Docencia es un espacio de discusión, reflexión y construcción. Su dinámica permite construir comunidad académica en un ambiente que celebra el conocimiento y hace presente lo humano. Instaura un ritual de encuentro, una responsabilidad compartida que hace asociativa la misión educativa, algo deseado en todas las comunidades académicas de la Universidad.

El segundo elemento tiene que ver con los diálogos fecundos que los participantes del Seminario entablan con las pedagogías contemporáneas y las ciencias sociales y que dotan de densidad conceptual y reactualizan los elementos de la tradición lasallista. La discusión sobre el papel del lasallismo en la educación superior se abre como posibilidad de acción y no solo como referencia arqueológica, aspecto que este Programa 5 del PID busca posicionar en la Universidad de La Salle. En ese sentido, este tipo de publicaciones marca una pauta para que desde otras disciplinas como las ciencias básicas, la ingeniería, las ciencias agropecuarias, el trabajo social, las ciencias administrativas, la economía o las ciencias de salud se propongan también discusiones que, de manera crítica y propositiva, exploten las posibilidades de la tradición para pensar los temas medulares de la reflexión pedagógica universitaria en contextos situados.

El tercer y último elemento de este primer apartado mira a los sujetos del Seminario: los profesores de la Maestría en Docencia. Con excepción de dos o tres expertos en temas de lasallismo, con publicaciones en el área, los demás son noveles en la materia. Es tal vez la primera vez que ellos publican un texto en donde hacen abordajes lasallistas de sus disciplinas y ese es un encanto seductor de este libro. Un rasgo que habla del carácter laical que el lasallismo ha defendido desde sus inicios y que lo hace una propuesta abierta a hombres y mujeres de buena voluntad que, sin importar su confesión religiosa, pero con una profunda fe en lo humano, apuestan en colectivo por hacer de la educación una instancia revolucionaria y transformadora del mundo. Ese sentido se respira en esta publicación.

II

Trece capítulos constituyen este libro de Relectura de la Guía de las Escuelas, todos con matices y sabores distintos para el lector que se acerque a ellos. He construido mi propio mapa de lectura y, en torno a él, haré una breve reseña de cada texto. Encuentro tres tipos de artículos que he denominado así: los de carácter crítico, los que hacen extrapolaciones constructivas en torno a un tema particular para la educación superior y los que plantean una propuesta alternativa a partir de algunas premisas lasallistas.

Dentro del primer grupo, hay tres capítulos. Uno de ellos es el texto del Dr. Pedro Nel Zapata Castañeda, titulado “Las escuelas cristianas de Juan Bautista de La Salle en el contexto pedagógico del siglo XVII”, el cual revisa los aportes de la Guía de las Escuelas y los compara con los de la Didacta Magna de Comenio que, junto con los del pedagogo alemán Wolfang Ratke y los de la escuela jesuítica, configuran, a juicio del autor, las bases de la pedagogía tradicional. El Dr. Zapata muestra las correspondencias entre unas y otras propuestas y los elementos que la propuesta lasallista no contempló. Todo esto permite entender el carácter pragmático de la pedagogía lasallista que constituyó “(…) en su momento todo un movimiento pedagógico que rompió con los esquemas educativos de finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII”.

Luego encontramos el artículo de la Dra. Mirta Yolima Gutiérrez Ríos, titulado “De la corrección o el castigo en la Guía de las Escuelas: ¿una pedagogía preventiva o represiva?”, donde se plantean las tensiones que genera la propuesta de una pedagogía del corazón, cual es la lasallista, con las prescripciones detalladas del castigo plasmadas en la Guía. La autora hace potentes estas tensiones al contextualizar este manual y al encontrar en él una visión humanitaria de las penas y castigos, que enriquece además con la visión del penalista italiano Cesar Beccaria. Al final de su escrito, plantea unos sugerentes interrogantes respecto a los sistemas correctivos contemporáneos: “(…) ¿qué nos hace competentes para sancionar? ¿En qué momento es oportuno sancionar a un estudiante? ¿Cuáles son los efectos que producen las sanciones verbales y reprobatorias que reciben nuestros estudiantes en la construcción de su propia subjetividad e intersubjetividad?”.

Para cerrar este primer grupo, podemos referir también el documento de la Dra. Mónica María del Valle Idárraga, “La Guía de las Escuelas … ¿pobres ayer vs. pobres hoy?”. La autora concibe a los pobres como los sujetos privilegiados de la acción de un escrito del carácter de la Guía y dilucida la presencia de ese espíritu en los documentos de inspiración de la Universidad de La Salle en el siglo XXI, inquiriendo cómo ser fiel a esas apuestas sociales y cómo responder a las demandas de las sociedades capitalistas contemporáneas a las instituciones de educación superior. Para ello, formula algunas preguntas interesantes que abren la discusión: “¿Cómo puede la Universidad mantener su ideal en medio de estos jalonamientos internacionales? ¿Cómo se amolda? ¿Qué gana en ese amoldamiento la gente del común? ¿Qué se pierde como proyecto?”.

En el segundo grupo, hay ocho capítulos. Para empezar, se encuentra el artículo de la experimentada profesora Patricia Moreno Fernández, titulado “Las rutinas y los hábitos para mantener el " orden " en las escuelas: una mirada a la Guía de las Escuelas Cristianas de Juan Bautista de La Salle”. En este texto se realiza un nuevo acercamiento a las condiciones de organización del aula que pueden favorecer el aprendizaje de los estudiantes universitarios del siglo XXI en torno a las prácticas de lectura, la corrección, el silencio y la voz en las clases, las tareas y los registros. Frente al tema del silencio, unas sugerentes palabras de la autora invitan a la lectura de su texto: “El silencio comunica también cuando se reconoce al otro. Silencio y voz, voces orquestadas como otro ritual en las aulas que da la conciencia de hablar-escuchar para darle sentido al saber que se construye”.

Otro texto en este grupo es el del profesor Rodolfo Alberto López, “Las virtudes del maestro según la Guía de las Escuelas ”. Este capítulo tiene un profundo aroma ético y espiritual; es un buen documento para trabajar en clases de ética profesional con maestros en formación y apela al mundo de las emociones con el propósito de generar conciencia acerca de qué se debe desaprender y aprender en la tarea de llegar a ser un buen profesor. El autor nos recuerda que el modelaje, la templanza, la humildad, la mansedumbre y la fe son pilares del maestro lasallista; sobre esta última afirma que es “(…) la certeza de que se [pueden] educar mejores seres humanos, no solo asistiendo a la escuela, leyendo en lengua vernácula y aprendiendo ciertos ademanes necesarios, sino por sobre todo viviendo el Evangelio”.

A su vez, el profesor Paulo Emilio Oviedo, en su artículo “Principios de la escritura en la escuela lasaliana que potencian la producción escrita en la Universidad”, desarrolla unas apasionantes reflexiones sobre el papel democratizador de la escritura en la escuela, la preocupación manifiesta de la Guía por desarrollar dicha capacidad en los estudiantes y los retos y posibilidades de la escritura en el ámbito universitario actual lleno de contradicciones, reclamos y exigencias que no siempre los docentes asumen con tono pedagógico. Afirma el profesor Oviedo:

(…) la Universidad es la llamada a lograr que los estudiantes lleguen a ser miembros de una comunidad académica y profesional discursiva particular. Como propulsora del conocimiento, ya sea formativa, informativa o creativa, esta institución debe aprovechar la escritura para consolidar sus avances.

Luego, podemos encontrar el artículo de la profesora Adriana Goyes Morán, “El seguimiento, una estrategia primordial en la propuesta de Juan Bautista de La Salle”. En este capítulo, la autora, con mucho tacto pedagógico, explicita las acciones pedagógicas derivadas del acompañamiento en torno a observar, registrar y retroalimentar. El texto teje, de manera clara y amena, los planteamientos de la Guía con aplicaciones al mundo universitario y se detiene con muy buenas apreciaciones en torno a una de las responsabilidades más olvidadas de los profesores, la de retroalimentar, que tiene que ver, en palabras de la autora,

(…) en primera instancia, con la relación que se establece frente al conocimiento ; en segunda instancia, con el sentido del trabajo académico: oferta y diversificación de las actividades, reconocimiento del saber-hacer que ya posee el estudiante y uso adecuado de herramientas e instrumentos para enfrentarse al nuevo conocimiento; y, en tercera instancia, con la relación pedagógica que se establece en el aula (…).

Enseguida, tenemos el sugerente capítulo de la Dra. Ruth Milena Páez Martínez, titulado “Entre el espacio sígnico y simbólico: a propósito de la Guía de las Escuelas ”. Este texto sumerge al lector en un apasionante recorrido semiótico por los objetos de la escuela que, a la luz de lo que se encuentra en la Guía, permite comprender el poderoso sentido de los rituales del tiempo y del espacio escolar atados a lo identitario, a la construcción de los vínculos. En verdad, me encontré con un novedoso abordaje de reflexión lasallista que cierra con una hermosa invitación de la autora:

(…) quizás hace falta darle a la escuela, como espacio físico que es, un carácter de casa (sabemos que no es la casa donde habitan quienes la conforman), en el sentido de un espacio externo que favorece la construcción del espacio interior o la casa interior que tanto los niños como los adultos necesitan para renovar la rutina escolar cada día. Habrá de considerarse un espacio geométrico de la escuela que posibilite las vivencias y experiencias de todos.

También en este grupo se puede incluir el artículo “Los procesos de inclusión y formación docente desde el referente de la Guía de las Escuelas ”, escrito por la profesora Olga Lucía Bejarano Bejarano, experta en temas de inclusión. Lo expuesto en estas páginas es un interesante referente para la tarea de la Universidad de La Salle, indicada por el PID 2015-2020, respecto al desarrollo conceptual e implementación de pedagogías inclusivas en el mundo de la educación superior. La relectura lasallista que hace la profesora Bejarano señala grandes retos que

(…) pueden ser traducidos en las prácticas pedagógicas. Estos son resignificados en el contexto de la Guía de las Escuelas , excusa para nuevas construcciones y aportes para consolidar concepciones, cambiar actitudes y apostarle a lo posible que, a veces, parece utópico.

Por su parte, el profesor Jairo Alberto Galindo, en la línea que ha venido construyendo sobre educación y nuevas tecnologías, presenta el texto “Una mirada a la Guía de las Escuelas para la nueva evangelización desde el uso de tecnologías”. Se trata de una lectura humanizadora del uso de la tecnología que es posible rastrear desde las escuelas lasallistas del siglo XVII y cuyo propósito es favorecer las condiciones del aprendizaje: “¿Qué capítulos tendría esa nueva Guía? ¿Qué indicaciones nos daría para tomar la tableta, para usar el tablero inteligente, para organizar audiovisualmente un material escolar?”, interpela el profesor Galindo.

Por último, está el artículo de uno de los expertos lasallistas que escribe en este libro, el profesor Luis Evelio Castillo Pulido, quien retoma uno de sus temas de reflexión bajo el título de “El acompañamiento del maestro en la Guía de las Escuelas ”. Desde el ser del maestro, el profesor Castillo muestra las características de un acompañamiento que implica guiar, aconsejar, cuidar, vigilar y corregir. Subraya el carácter mediador del educador y su condición profundamente vocacionada, rasgo esencial del educador lasallista y concluye afirmando: “(…) más que el cumplimiento de una función, el carácter del maestro lasallano dependerá, en primer lugar, de su ser, sentir y actuar que, en mucho, se derivan del modelo de Cristo Jesús, de quien han recibido su ministerio”.

Para finalizar, en el tercer grupo de artículos podemos reunir dos textos magistrales. El primero es el del Dr. José Luis Meza Rueda, quien ya nos tiene acostumbrados a sus agudos análisis, a sus valiosos y citados aportes, y a su escritura amena y directa. Esta vez abre el libro con su escrito “La formación de los maestros noveles en la Guía de las Escuelas: lectura reflexiva de una preocupación de ayer y de hoy”. En él, hace un recorrido histórico por la formación inicial de los maestros para detenerse en el aporte de Juan Bautista de La Salle y develar matices que se encuentran en la Guía y que deberían iluminar las prácticas contemporáneas hacia auténticos programas de acompañamiento de profesores novatos. El texto cierra con la presentación personal de una práctica pedagógica que el Dr. Meza ha venido implementando, junto a otros colegas del Departamento de Formación Lasallista, en el Laboratorio Lasallista de la Maestría en Docencia, el cual se constituye en un auténtico espacio de formación docente desde la reflexividad. Todos estos elementos aportados por el autor nos permiten terminar la lectura con la sensación de que tenemos lasallismo para rato.

El segundo es el capítulo que cierra el libro, de autoría del maestro Fernando Vásquez Rodríguez y que lleva por título “Contrapunteo con Juan Bautista de La Salle —una relectura a la Guía de las Escuelas —”. Como en todos sus textos, el maestro Vásquez despliega su talento escritural y muestra a la vez profundidad y estilo didáctico. Enseña con lo que dice y como lo dice. En los últimos años, ha afinado la escritura de los textos cortos y profundos, como lo enseñó en uno de sus últimos libros: Pensar en aforismos. Este contrapunto con Juan Bautista de La Salle es una lectura para degustar, para sentir, para compartir. Y también, sin lugar a dudas, una invitación a escribir, como lo expresa el autor:

(…) se escribe también con el cuerpo y al cuerpo hay que educarlo, afinarlo en sus gestos, corregirlo en sus hábitos. Qué bueno sería para nuestra profesión docente seguir el consejo dado en la Guía de las Escuelas a los alumnos: “escribir al menos dos páginas diarias, una por la mañana y otra por la tarde”.

III

Una lectura transversal de los trece capítulos del libro me sugieren cuatro categorías que aparecen como recurrentes preocupaciones de los autores y que son ricas en pos del cumplimiento de una de las metas del Programa 5, mencionado al inicio de esta presentación: Crear espacios de reflexión e interiorización permanente para la comunidad universitaria lasallista, vinculados a los retos de la educación lasallista desde la relación pedagógica situada, la creación educativa, el papel del laicado y la espiritualidad de la educación cristiana.

La primera de estas categorías es la de acompañamiento, tal vez por ser el rasgo más propio de la relación pedagógica en el lasallismo y uno de los temas a los que más se les ha dado espacio en las reflexiones universitarias, debido a su vínculo con otras prácticas como la consejería, la tutoría y la mentoría, así como a su relación con asuntos como el seguimiento y la retroalimentación. Pero también, creo yo, porque vivimos tiempos de profundas soledades y desconfianzas. Sociedades que han exacerbado el culto a lo individual y han implantado un régimen de lo efímero, de lo voluble, de lo incierto. Un mundo así necesita de compañeros, no solo los estudiantes, también los maestros. Acompañantes que quieran recorrer un trecho del camino y ayudar a encontrar las mejores opciones, seres capaces de escuchar con el corazón, de dar la mano y establecer parámetros. Construir una pedagogía del acompañamiento para el mundo de la educación superior será una de las tareas que irán de la mano con las pedagogías inclusivas, planteadas como horizonte en el PID 2015-2020 de la Universidad de La Salle. Un sello distintivo que el mundo necesita más que nunca.

La segunda categoría es la de formación docente. A diferencia de los maestros del siglo XVI en los inicios de las escuelas de Juan Bautista de La Salle y sus hermanos, los universitarios de hoy están ampliamente preparados en sus saberes disciplinares. Pero, al igual que aquellos, los de hoy tienen profundas necesidades de naturaleza pedagógica y didáctica. La profesionalización del ejercicio docente universitario es cada vez más una urgente necesidad. Las exigencias de las competencias, la crisis de la evaluación del aprendizaje, el multiperfil que se le exige al profesor y la demanda permanente de innovación educativa, entre otros, provocan que el carisma lasallista retome su iniciativa original de formación de maestros y la lleve con fuerza al ámbito de la educación superior.

La tercera categoría tiene que ver con el ser del docente, con sus competencias intrapersonales, o en términos más clásicos, con la espiritualidad del educador. Sin lugar a dudas, los profesores de hoy tenemos sed de sentido y el lasallismo es una fuente inagotable. Juan Bautista de La Salle construyó una teología de la educación que puede ser actualizada y releída en los contextos universitarios actuales y que, en textos como las Meditaciones y la Guía de las Escuelas, encuentra referentes para la identificación de los propios itinerarios de la vocación como maestro.

Para concluir, la lectura de este libro me abrió la puerta a muchas categorías emergentes que tocan la realidad de la educación universitaria actual y que requieren de elaboraciones lasallistas centradas en la persona, construidas en comunidad, vividas en fe y esperanza, y asumidas con pasión desbordante.

MILTON MOLANO CAMARGO
Docente investigador, Universidad de La Salle
Jefe de la División de Planeamiento Estratégico

LA FORMACIÓN DE LOS MAESTROS NOVELES EN LA GUÍA DE LAS ESCUELAS:

lectura reflexiva de una preocupación de ayer y de hoy

JOSÉ LUIS MEZA RUEDA1

La enseñanza es una profesión ambivalente. En ella te puedes aburrir soberanamente, y vivir cada clase con una profunda ansiedad; pero también puedes estar a gusto, rozar cada día el cielo con las manos, y vivir con pasión el descubrimiento que, en cada clase, hacen tus alumnos. (…) nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error. Aún me acuerdo de mi primer día de clase: toda mi seguridad superficial se fue abajo al oír una voz femenina a mi espalda: “¡Qué cara de crío. A éste nos lo comemos!”. Aún me acuerdo de mi miedo a que se me acabara la materia que había preparado para cada clase, a que un alumno me hiciera preguntas comprometidas, a perder un folio de mis apuntes y no poder seguir la clase... Aún me acuerdo de la tensión diaria para aparentar un serio academicismo, para aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer... Luego, con el paso del tiempo, corrigiendo errores y apuntalando lo positivo, pude abandonar las apariencias y me gané la libertad de ser profesor.

J. M. Esteve, “La aventura de ser maestro” (2003)

Introducción

La preocupación por la formación de los maestros principiantes se remonta a los inicios de la historia de la educación. Aunque no ha sido de la misma manera ni con igual propósito, podemos evidenciar una preocupación por parte de los maestros más experimentados hacia aquellos que apenas incursionan en el camino de la enseñanza bajo tres insistencias que parecen comunes: ser-saber-hacer. Ser, porque es importante que el maestro esté convencido de su profesión y de su vocación. Saber, porque si se quiere enseñar algo (una idea o una teoría, un valor o una virtud, una habilidad o una competencia), es necesario haberla aprehendido con la mayor profundidad posible. Y hacer, porque la enseñanza es esencialmente una acción intencionada, es una práctica pensada, es un modo de comunicar algo de forma tal que pueda ser aprendido por otro. Por supuesto, esta triada también se evidencia en el pensamiento pedagógico de San Juan Bautista de La Salle y, de manera específica, en la Guía de las Escuelas Cristianas (1706/2012). De hecho, esta obra contiene un apartado dedicado a la formación de los maestros noveles y, sin embargo, toda ella quiere dar luces a aquellos que quieren ser maestros de escuela.

Dentro de este cometido se inscribe el presente capítulo con sus tres partes. En la primera, daremos unas puntadas sobre la formación de los maestros novatos como una preocupación que ha estado en la mente y el corazón de algunos maestros a lo largo de la historia. En la segunda parte, nos detendremos en la manera como aparece dicha preocupación en el planteamiento pedagógico de J. B. de La Salle. Finalmente, intentaremos una actualización del énfasis lasallista para aquellas instituciones que procuran la formación y el acompañamiento de profesores noveles.

La preocupación por la formación de los maestros noveles

En términos generales, ha existido una sólida creencia a lo largo de la historia que reconoce la importancia de aquel que hace las veces de maestro. Hemos aprendido porque alguien nos ha enseñado. Esta es una de las razones que también permite reconocer una preocupación por la formación del maestro en las tres vertientes que señalábamos anteriormente: ser, saber y hacer. Podemos reconocerlas con mayor o menor intensidad cuando Sócrates le enseña a Platón los caminos dialéctico y mayéutico para discurrir y buscar la verdad. En Jesús, cuando enseña a través de parábolas y de su propia vida el mensaje principal del Evangelio (la buena nueva del reinado de Dios, Mt 10,7) y orienta a sus discípulos sobre la forma como debían comunicarlo a las gentes (Mt 7,29). En Pablo, cuando instruía a los nuevos didáskalos para que asumieran con entereza su función como lo hizo, por ejemplo, con el joven Timoteo: “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido (…) Que ninguno desprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

No descuides este don que hay en ti…” (1 Tim 4,6ss). Y, en la Didajé, tal vez el texto más antiguo del cristianismo dedicado a la enseñanza, en el cual se pide: “Así, pues, escojan ustedes ministros dignos del Señor, hombres justos y desinteresados, honestos y probados, para que ellos ejerzan entre ustedes el ministerio de profetas y maestros” (Didajé XV, I).

Si damos un salto largo en el tiempo, también vemos la preocupación en el humanista Erasmo de Rotterdam (1466-1536) y en el pedagogo checo Comenio (1592-1670). El primero señaló en La enseñanza firme pero amable de los niños la importancia de una formación completa y un salario consecuente para el maestro. Para él, todo docente necesitaba de una preparación específica. Además, tenía que aprender más de lo que iba a enseñar. Desde ese entonces, Erasmo consideró la competencia profesional del profesor. De otra parte, también vemos la preocupación en Comenio cuando, en su Didáctica Magna, preguntándose por el modo a través del cual se debe enseñar, respondía con una metáfora inspirada en la naturaleza: sembrar y plantar. En sus palabras:

Sólo toca, por tanto, a los que instruyen a la juventud el sembrar con destreza en las almas las semillas de las doctrinas, regar abundantemente las plantitas de Dios; el éxito e incremento vendrán de arriba. ¿Quién no sabe que hace falta cierto arte y pericia para sembrar y plantar? Ciertamente, con un arboricultor imperito que llene de plantas un huerto la mayor parte de ellas perecerá, y si alguna germina y sale, más será debido a la casualidad que a su arte. El prudente obra con seguridad, conociendo qué, dónde, cuándo y cómo ha de operar o dejar de hacer, y así nada le puede salir mal. (Comenio, 1998, p. 43)

El llamado a la prudencia que hace Comenio a los maestros (principiantes) se complementa con este otro de Rousseau (1712-1778) que podemos leer en el Emilio:

Ruégoos, jóvenes maestros, que reflexionéis en este ejemplo y os acordéis de que, en todo, vuestras lecciones más deben consistir en acción que en discursos, porque con facilidad se olvidan los niños de lo que han dicho y lo que han oído, pero no de lo que han hecho y les ha sucedido (…) Maestros, dejaos de puerilidades, sed virtuosos y buenos y grábense vuestros ejemplos en la memoria de los alumnos, en tanto que pueden penetrar en su corazón. (1762/2000, pp. 104, 110)

O con el que hace un pedagogo mucho más nuestro, mucho más cercano y, tal vez, mucho más querido, en su obra Cartas a quien pretende enseñar:

Es preciso atreverse, en el sentido pleno de esta palabra, para hablar de amor sin temor de ser llamado blandengue, o meloso, (…) es preciso atreverse para jamás dicotomizar lo cognoscitivo y lo emocional. Es preciso atreverse para quedarse o permanecer enseñando por largo tiempo en las condiciones que conocemos, mal pagados, sin ser respetados y resistiendo el riesgo de caer vencidos por el cinismo (…). Por eso es que una de las razones de la necesidad de la osadía de quien quiere hacerse maestra, educadora, es la disposición a la pelea justa, lúcida, por la defensa de sus derechos, así como en el sentido de la creación de las condiciones para la alegría en la escuela. (Freire, 2010, p. 26)

Las palabras del pensador brasileño nos hacen caer en cuenta de que la escuela, la educación y la pedagogía modernas han actualizado la preocupación por la formación de los maestros de una forma mucho más sistematizada y orgánica. Reflejo de ello son los innumerables estudios, investigaciones y propuestas2 de todas las latitudes que giran en torno a la profesión educadora, la formación para el profesorado, el malestar docente, el carácter profesional y vocacional de la docencia, o las competencias didácticas sobre saberes específicos. En este abanico de posibilidades se encuentran propuestas que hacen un mayor énfasis en lo pedagógico-didáctico, otras en lo deontológico, otras en el dominio disciplinar y, sin embargo, algo queda por considerar: lo antropológico. ¿Podríamos encontrar alguna luz en las intuiciones del patrono de los educadores?

La preocupación de J. B. de La Salle por los maestros principiantes

Debemos regresar en la línea del tiempo para incursionar en el pensamiento pedagógico lasallista que encuentra una de sus mejores expresiones en la Guía de las Escuelas Cristianas. Sin duda, resulta interesante que el apartado “Formación de los maestros noveles” no solo responda a dicha preocupación, sino que tenga un planteamiento armónico e integral sobre el ser, saber y hacer del maestro. Desde ya salvamos aquel principio que reza “distinguimos pero no separamos”, precisamente porque se trata de una triada relacional que da cuenta de lo que es [debe ser] el maestro.

En su primer artículo, el hijo de Reims centra la formación de los maestros noveles en lo que no deben tener pero tienen y en lo que deben tener pero no tienen (GE 25,1,1). Resulta interesante esta lógica, aunque no podemos dejar de preguntarnos por qué no solo señala aquello que no debe tener, sino que, además, le dedica más de 66 artículos contra los 41 artículos que versan sobre lo que debe tener un maestro novel. Frente a esto, sería posible plantear una hipótesis de trabajo. J. B. de La Salle quiere provocar una toma de conciencia sobre aquello que ocurre frecuentemente en y con los maestros de su tiempo —que no es deseable en y para sus escuelas— y, por tanto, busca que no haya ni un asomo de ello en sus propios maestros (GE 25,1,2): hablar demasiado, actividad excesiva, ligereza, precipitación, excesivo rigor y dureza, impaciencia, hastío hacia algunos, lentitud, torpeza de movimientos, flojedad, fácil desaliento, preferencias y amistades particulares, espíritu de inconstancia e improvisación y exterior disipado. Pero, igualmente, propone unas cualidades que se encuentran frontalmente con las virtudes del buen maestro3, como son: decisión, autoridad y firmeza, circunspección (exterior grave, digno y modesto), vigilancia, atención sobre sí, compostura, prudencia, aire simpático y atrayente, celo y facilidad para hablar y expresar con claridad y orden lo que se enseña (GE 25,3,0).

En alguna otra ocasión, señalábamos que nada hay en la Guía