Por_qu__las_ciudades_son_importantes.jpg

Publicaciones Andamio

Alts Forns n° 68, sót. 1°

08038 Barcelona. España

Tel. (+34) 93 432 25 23

editorial@publicacionesandamio.com

www.publicacionesandamio.com

Publicaciones Andamio es la editorial de los Grupos Bíblicos Unidos (GBU) en España.

Por qué las ciudades son importantes

© Publicaciones Andamio, 2016, 1a edición abril 2016

Why Cities Matter

© Stephen T Um y Justin Buzzard 2013

Todos los derechos reservados. Esta traducción de Why Cities Matter publicada primeramente en 2013 se publica con el permiso de Crossway a publishing ministry of Good News Publishers Wheaton, Illinois, USA.

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización de los editores.

Traducción: Rut Ahinoam Laborda Massolo

Dirección de arte de la colección: Sr. y Sra. Wilson

Maquetación interior: José Pablo Fernández Coronel

Edición del formato ebook: Sonia Martínez

Depósito legal: B. 14568-2016

ISBN: 978-84-946058-2-6

Impreso en Ulzama. Impreso en España

“Los últimos años han sido testigo de un torrente de libros sobre la urbanización y sobre el ministerio urbano. Muchos de estos son estudios sociológicos especializados, otros son manuales prácticos tan detallados y exhaustivos que el Espíritu de Dios podría ausentarse y nunca lo echaríamos de menos. Lo que faltaba era un estudio sencillo, razonablemente exhaustivo y con la necesaria pasión para abordar las diferentes tendencias y cuestiones sin olvidar el compromiso rme con el evangelio eterno y un amor sincero por la ciudad. Estés de acuerdo o no con todos sus detalles, este libro proporciona lo que se ha echado en falta. Escrito por dos pastores jóvenes en zonas opuestas de [Estados Unidos], quienes comparten su devoción a Cristo y sus años de ministerio fructífero, este libro no es ni sociología ni un manual (aunque tenga ciertos aspectos de ambas cosas), sino una llamada fuerte y sonora a todos los cristianos a ver las ciudades con unos ojos renovados y clamar: “¡Dame esta montaña!”

D. A. Carson, profesor de investigación del Nuevo Testamento en Trinity Evangelical Divinity School.

“Dios está desplazando la comunidad humana hacia las ciudades. ¿Cómo responderá la iglesia a esta necesidad y oportunidad? Con una percepción nueva, fresca y una visión fascinante además de una sólida reflexión bíblica, Stephen Um y Justin Buzzard proporcionan recursos y posibilidades para que la iglesia pueda responder a tal necesidad. La contribución bien razonada que han hecho a este tema importante”.

Mark Reynolds, director adjunto de Redeemer City to City.

“La Biblia es la historia de un viaje que comienza en un jardín y termina en una ciudad e insertada en esa gran historia encontramos otra historia, la del trayecto recorrido por el evangelio desde la ciudad de Jerusalén hasta la ciudad de Roma quedando ambas ciudades transformadas. Stephen Um y Justin Buzzard trazan ese recorrido de forma útil y muestran proféticamente cómo es posible formar parte de la historia”.

John Ortberg, escritor, orador y pastor principal de la iglesia Menlo Park Presbyterian Church en Menlo Park, California.

“Solo es cuestión de tiempo. Si eres un verdadero seguidor de Jesús, muy pronto serás un feliz urbanita en una ciudad llamada la Nueva Jerusalén. Este libro es una llamada a anticipar ese futuro ciudadano ahora, al mismo tiempo que trabajamos para asegurar una ciudad eterna para otros. Necesitamos a los cristianos dondequiera que haya personas (zonas rurales, urbanas o residenciales), pero la urbanización está sucediendo tan rápidamente por todo el mundo que es necesario un llamado especial a la iglesia a ir a la ciudad. Estos dos pastores de Boston y de la Bahía de San Francisco me ayudaron a renovar mi llamado al área metropolitana de Minneapolis-Saint Paul y seguramente te sucederá lo mismo en tu área local, o bien será el catalizador para una nueva aventura municipal a la que Dios te lleva en este mundo que cada vez es más urbano”.

David Mathis, editor ejecutivo de desiringGod.org y anciano en la iglesia Bethlehem Baptist Church del área metropolitana de Minneapolis-Saint Paul, Minnesota.

“No te es necesario vivir en una ciudad para leer este libro. Ni siquiera es preciso que ames la ciudad para leerlo. Pero sí tienes que saber que Dios ama la ciudad y por ello la iglesia también debería amarla. Stephen Um y Justin Buzzard no huyen de los problemas de la ciudad, puesto que ofrecen pautas convincentes y esperanzadas para la iglesia en nuestro futuro urbano”.

Collin Hansen, director editorial de The Gospel Coalition y coautor de A God-Sized Vision: Revival Stories That Stretch and Stir.

Índice

Prólogo a la serie

Prólogo de Tim Keller

Agradecimientos

Introducción

1 - La importancia de las ciudades

2 - Las características de las ciudades

3 - La Biblia y la ciudad

4 - Contextualización en la ciudad

5 - La narrativa de la ciudad

6 - Visión ministerial para la ciudad

Lecturas recomendadas

Iglesias y entidades colaboradoras de esta serie

Prólogo a la serie

Un sermón hay que prepararlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra.

Esta frase, atribuida al teólogo suizo Karl Barth, describe muy gráficamente una condición importante para la proclamación del mensaje cristiano: nuestra comunicación ha de ser relevante. Ya sea desde el púlpito o en la conversación personal hemos de buscar llegar al auditorio, conectar con la persona que tenemos delante. Sin duda, la Palabra de Dios tiene poder en sí misma (Hebreos 4:12) y el Espíritu Santo es el que produce convicción de pecado (Juan 16:8), pero ello no nos exime de nuestra responsabilidad que es transmitir el mensaje de Cristo de la forma más adecuada según el momento, el lugar y las circunstancias.

John Stott, predicador y teólogo inglés, describe esta misma necesidad con el concepto de la doble escucha. En su libro El Cristiano contemporáneo dice: Somos llamados a la difícil e incluso dolorosa tarea de la doble escucha. Es decir, hemos de escuchar con cuidado (aunque por supuesto con grados distintos de respeto) tanto a la antigua Palabra como al mundo moderno. (...). Es mi convicción firme que sólo en la medida en que sepamos desarrollar esta doble escucha podremos evitar los errores contrapuestos de la falta de fidelidad a la Palabra o la irrelevancia.

La necesidad de la "doble escucha" no es, por tanto, un asunto menor. De hecho tiene una clara base bíblica. Podríamos citar numerosos ejemplos, desde el relevante mensaje de los profetas en el Antiguo Testamento -siempre encarnado en la vida real- hasta nuestro gran modelo el Señor Jesús, maestro supremo en llegar al fondo del corazón humano. Jesús podía responder a los problemas, las preguntas y las necesidades de la gente porque antes sabía lo que había en su interior. Por supuesto, nosotros no poseemos este grado divino de discernimiento, pero somos llamados a imitarle en el principio de fondo: cuanto más conozcamos a nuestro interlocutor, más relevante será la comunicación de nuestro mensaje.

La predicación del apóstol Pablo en el Areópago (Hechos 17) constituye en este sentido un ejemplo formidable de relevancia cultural y de interacción con "la plaza pública". Su discurso no es sólo una obra maestra de evangelización a un auditorio culto, sino que refleja esta preocupación por llegar a los oyentes de la forma más adecuada posible. Esta es precisamente la razón por la que esta serie lleva por nombre Ágora, en alusión a la plaza pública de Atenas donde Pablo nos legó un modelo y un reto a la vez.

¿Cómo podemos ser relevantes hoy? El modelo de Pablo en el ágora revela dos actitudes que fueron una constante en su ministerio: la disposición a conocer y a escuchar. Desde un punto de vista humano (aparte del papel indispensable del E.S.), estas dos cualidades jugaron un papel clave en los éxitos misioneros del apóstol. ¿Por qué? Hay una forma de identificación con el mundo que es buena y necesaria por cuanto nos permite tender puentes. El mismo Pablo lo expresa de forma inequívoca precisamente en un contexto de testimonio y predicación: A todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del Evangelio (1 Corintios 9:22-23). Es una identificación que busca ahondar en el mundo del otro, conocer qué piensa y por qué, cómo ha llegado hasta aquí tanto en lo personal (su biografía) como en lo cultural (su cosmovisión). Pablo era un profundo conocedor de los valores, las creencias, los ídolos, la historia, la literatura, en una palabra, la cultura de los atenienses. Sabía cómo pensaban y sentían, entendía su forma de ser (Romanos 12:2). Tal conocimiento le permitía evitar la dimensión negativa de la identificación como es el conformarse (amoldarse), el hacerse como ellos (en palabras de Jesús, Mateo 6:8); pero a la vez tender puentes de contacto con aquel auditorio tan intelectual como pagano.

Un análisis cuidadoso del discurso en el Areópago nos muestra cómo Pablo practica la "doble escucha" de forma admirable en cuatro aspectos. Son pasos progresivos e interdependientes: habla su lenguaje, vence sus prejuicios, atrae su atención y tiende puentes de diálogo. Luego, una vez ha logrado encontrar un terreno común, les confronta con la luz del Evangelio con tanta claridad como antes se ha referido a sus poetas y a sus creencias.

Finalmente provoca una reacción, ya sea positiva o de rechazo, reacción que es respuesta natural a una predicación relevante.

Pablo era, además, un buen escuchador como se desprende de su intensa actividad apologética en Corinto (Hechos 18:4) o en Éfeso (Hechos 19: 8-9). Para "discutir" y "persuadir" se requiere saber escuchar. La escucha es una capacidad profundamente humana. De hecho es el rasgo distintivo que diferencia al ser humano de los animales en la comunicación. Un animal puede oír, pero no escuchar; puede comunicarse a través de sonidos más o menos elaborados, pero no tiene la reflexión que requiere la escucha. El escuchar nos hace humanos, genuinamente humanos, porque potencia lo más singular en la comunicación entre las personas. Por ello hablamos de la "doble escucha" como una actitud imprescindible en una presentación relevante del Evangelio.

Así pues, la lectura de la Palabra de Dios debe ir acompañada de una lectura atenta de la realidad en el mundo con los ojos de Dios. Esta doble lectura (escucha) no es un lujo ni un pasatiempo reservado a unos pocos intelectuales. Es el deber de todo creyente que se toma en serio la exhortación de ser sal y luz en este mundo corrompido y que anda a tientas en medio de mucha oscuridad. La lectura de la realidad, sin embargo, no se logra sólo por la simple observación, sino también con la reflexión de textos elaborados por autores expertos. Por ello y para ello se ha ideado esta serie. Los diferentes volúmenes de Ágora van destinados a toda la iglesia, empezando por sus líderes. Con esta serie de libros queremos conocer nuestra cultura, escucharla y entenderla, reconocer, celebrar y potenciar los puntos que tenemos en común a fin de que el Evangelio ilumine las zonas oscuras, alejadas de la luz de Cristo.

Es mi deseo y mi oración que el esfuerzo de Editorial Andamio con este proyecto se vea correspondido por una amplia acogida y, sobre todo, un profundo provecho de parte del pueblo evangélico de habla hispana. Estamos convencidos de que la Palabra antigua sigue siendo vigente para el mundo moderno. Ágora es una excelente ayuda para testificar con la Biblia en una mano y "el periódico" en la otra.

Pablo Martínez Vila

Prólogo de Tim Keller

Cada semana me parece que termino leyendo lo mismo que señalan escritores y expertos: que las ciudades van cobrando más importancia y el futuro del mundo se forja en ellas. Jim Clifton, director ejecutivo y presidente de Gallup, señala el reducido PIB (producto interior bruto) de EE.UU. y la amplia insuficiencia de la creación de nuevos empleos. ¿Qué solución hay? Esto fue lo que escribió:

Si me preguntaras: "De los datos que has estudiado hasta el momento, ¿de dónde surgiría el próximo avance del tipo que se use Internet para todo?", te respondería: "De la combinación de las fuerzas interiores de las grandes ciudades, de las grandes universidades y de [sus] poderosos líderes locales ... La piedra angular de estas tres son las ciudades... [tal como] va el liderazgo de las 100 ciudades a la cabeza en EE.UU., así va el futuro económico de dicho país.1

Hace poco, el periódico británico The Guardian realizó un especial: "El futuro de las ciudades". Un redactor opinaba: "Hace solo 10 años, las ciudades se veían como contribuidores vitales para la economía global, algo que ya no se cumple. Hoy en día, las ciudades son la economía global... las 40 ciudades más grandes, o macrorregiones, cuentan con dos terceras partes de la producción mundial".2 El escrito presentaba los siguientes datos estadísticos:

- Según la ONU, cada día se mudan a las ciudades casi 180.000 personas en todo el mundo. Eso son 5,5 millones de personas al mes, o el equivalente a la creación de una nueva Área de la Bahía de San Francisco cada 30 días.

- El 50 por ciento de la población de África será urbana en 2050. En la actualidad es el 38 por ciento.

- En los próximos 20 años, las ciudades de China aumentarán su población en 350 millones de personas, más que la población total y actual de EE.UU.

- El 22 por ciento de la población mundial vive en 600 ciudades y estas 600 generan el 60 por ciento del PIB mundial.

- Actualmente hay 23 macrociudades con más de 10 millones de habitantes. En el año 2025, habrá 36.3

El periódico Foreign Policy realizó un especial sobre las ciudades a finales de 2010 que anunciaba lo siguiente: "La era de las naciones ha acabado. Ha comenzado la nueva era urbana". El artículo principal expresaba: "El siglo XXI no se verá dominado por EE.UU, China, Brasil ni India, sino por la ciudad. En una era que aparenta ser cada vez más incontrolable, son las ciudades, y no los Estados, las que se convierten en islas de gobierno y son la base para la construcción del futuro orden mundial... Ni las políticas de equilibrio de poder del siglo XIX ni los bloques de poder del siglo XX sirven para comprender este nuevo mundo. En cambio, tenemos que volver a casi mil años atrás, a la Edad Media, cuando las ciudades como el Cairo y Hangzhou eran los centros de gravedad del planeta y expandían su influencia con seguridad más allá, a un mundo sin fronteras".4

Albert Mohler, presidente del seminario teológico The Southern Baptist Theological Seminary de Lousville, Kentuky, EE.UU., leyó el reportaje especial de 2010 titulado "El futuro de las ciudades" del financial Times y contestó sin tapujos:

Hasta aquí queda todo claro, "dónde están las ciudades allí está la gente". En el transcurso de menos de 300 años, nuestro mundo habrá pasado de tener el 3 por ciento de la población en ciudades a tener el 80 por ciento de residentes en áreas urbanas. Si la iglesia cristiana no aprende las nuevas formas de ministerio urbano, nos quedaremos fuera y mirándonos hacia dentro. El evangelio de Jesucristo debe convocar a una nueva generación de cristianos comprometidos con esas agrupaciones urbanas. Tal como aclaran estas nuevas cifras, la verdad es que no hay elección.5

Como la mayoría de los lectores pueden ver, todas estas declaraciones sobre la importancia crucial de la ciudad son expresadas por voces extremamente divergentes. El libro de Jim Clifton tiene un enfoque intensamente favorable a EE.UU. y el mundo empresarial. Su mayor preocupación reside en que dicho país mantenga su liderazgo económico en el mundo el cual está perdiendo con rápidez. The Guardian, financial Times y Foreign Policy son publicaciones seculares británicas e internacionales, en absoluto conservadoras en sus puntos de vista, y no solo se interesan por la economía, sino también por el futuro de la política y de la cultura. Al Mohler es director de un seminario y se inquieta por la misión de la iglesia. Quiere llevar el evangelio al mundo de tal modo que pueda generar el mayor impacto posible y que se convierta el máximo de personas.

Estamos hablando de personas completamente diferentes y con inquietudes totalmente distintas y, aun así, sorprendentemente, concuerdan en la importancia crucial que tienen las ciudades. Ambos afirman que "así como van las ciudades, va el mundo" y que todo aquel que quiera generar un impacto en el modo de vivir la vida que tiene este mundo deberá ir a las ciudades.

Es una gran verdad sobre todo para aquellos que quieren ganar el máximo posible de personas para Cristo, como es el caso de Al Mohler. Los cristianos, especialmente en EE.UU., tienen una opinión generalmente negativa respecto a las ciudades. Durante años, varios coordinadores de misiones me han contado que se necesita enviar misioneros a las ciudades de rápido crecimiento en el mundo (así como a los núcleos urbanos históricos que se van regenerando en las ciudades de Occidente), pero muy pocos cristianos estadounidenses han vivido en centros urbanos o ni siquiera les gustan. Tiene que haber iglesias donde esté la gente, pero la gente de este mundo se está mudando a las grandes ciudades mucho más rápido que la iglesia. Y por ello debemos hacer que los cristianos sean más conscientes de las ciudades, que se preocupen por ellas, y debemos interpelarlos a que vivan y ministren en las mismas.

Este libro realizado por mis amigos Stephen Um y Justin Buzzard aborda todas estas inquietudes. No solo argumenta a favor de la importancia de las ciudades, sino que también ayuda a los lectores a comprender las distintas maneras en las que estas operan y cómo el ministerio y la vida pueden prosperar ahí. Me alegra que ambas personas aporten su sabiduría y experiencia para influir en este asunto. Han publicado un libro que resulta, al mismo tiempo, accesible y bien fundamentado bíblica y teológicamente. Aprende con él. ¡Disfruta!


1 Jim Clifton, The Coming Jobs War: What Every Leader Must Know About the Future of Job Creation (New York: Gallup Press, 2011), 63.

2 Ian Wylie, “Knowledge Is Power”, The Guardian (September 30, 2008).

3 The Guardian, “Rise of the Megacities”, http://image.guardian.co.uk/sys-images/Observer/Pix/pictures/2012/01/21/urban2.jpg/.

4 Parag Khanna, “Beyond City Limits,” FP, http://www.foreignpolicy.com/articles/2010/08/16/beyond_city_limits/.

5 Albert Mohler, “From Megacity to ‘Metacity’—The Shape of the Future,” AlbertMohler.com, http://www.albertmohler.com/2010/04/22/from-megacity-to-metacity-the-shape-of-the-future/.

Agradecimientos

Stephen Um

Gran parte de mi reconocimiento se debe a la iglesia Citylife Presbyterian Church de Boston, Massachusetts, EE.UU. Su amor por nuestra iglesia y ciudad, así como su apoyo personal, propulsaron la publicación de este libro.

Las huellas de Tim Keller aparecen por todo este libro. Como estimado amigo y mentor durante muchos años, ha influido en mi comprensión de la ciudad más que cualquier otra persona. Afortunadamente, no solo dio forma a mi manera de pensar, sino que también me ayudó a crecer en mi amor por las ciudades. Gracias, Tim.

Igualmente, mis compañeros de la organización Redeemer City to City me han enseñado mucho sobre las ciudades. Estoy muy agradecido a Terry Gyger, a Jay Kyle, a Mark Reynolds, a Al Barth, a John Thomas y a Gary Watanabe por cómo han estimulado mi amor por las ciudades de todo el mundo.

Mi trabajo actual en el evangelio que comparto con Mark Younger y su familia es una fuente constante de ánimo. Su carga por el evangelio y las ciudades resulta ejemplar. Gracias, Mark.

Me gustaría dar las gracias a mi asistente personal, Justin Ruddy, que también ha hecho suyo este proyecto desde el principio. Su comprensión teológica fue de suma importancia para formular el conjunto del contenido del libro. No podría haber tenido un colaborador en el ministerio mejor que Justin.

Por último, y más importante, mi mujer Kathleen, junto con mis tres hijas, es tan responsable como yo en la generación de este libro. Después de haber vivido en la ciudad de Nueva York durante muchos años, desarrolló un amor por las ciudades mucho antes que yo. Su sabiduría se encuentra entretejida en este libro. Su persistencia, amor y apoyo me concedieron el tiempo y el espacio para escribir Por qué las ciudades son importantes. Tu perseverancia y preocupación han dado como resultado lo que espero que sea una pequeña contribución que ayude a la gente a apreciar y amar más a las ciudades.

Justin Buzzard

Quiero agradecer a mi ciudad y a mi iglesia por ayudarme a escribir este libro.

Debido a que vivo en Silicon Valley junto con las personas de la iglesia Garden City Church, estoy aprendiendo mucho sobre lo que significa seguir y producir impacto para Cristo en nuestra ciudad. Silicon Valley es un lugar apasionante y dinámico en el que vivir; me plantea retos todas las semanas. Es emocionante dirigir la iglesia Garden City Church, ya que nuestra maravillosa gente, nuestra difícil misión y el peso del liderazgo me bendicen y me exigen esfuerzos todas las semanas. Me entusiasma lo que me queda por aprender en la vida. Casi todos los días me siento como un niño de preescolar con ambiciones e ilusiones de camino a su primer día de colegio. ¡Tengo tanto que aprender sobre la vida en nuestra ciudad que no puedo dejar de hacerlo!

Por las noches, a veces sueño con la gran obra que Dios podría hacer en nuestra ciudad y en las grandes ciudades de nuestro mundo. Oro para que este libro te provoque a soñar y a orar a lo grande por lo que Dios podría hacer en tu ciudad.

Introducción

La ciudad importa más en la actualidad que nunca antes. Ahora mismo viven más personas en las ciudades que en cualquier otra época de la Historia. Jamás había sido tan urbana la mayoría de la población mundial.

Las ciudades siempre han desempeñado un papel fundamental en la Historia. Han perdurado como lugares de desarrollo cultural, de influencia y de invención ofreciendo esperanza, refugio y nuevos comienzos. No obstante, nunca habían estado tan pobladas ni habían gozado de tanto poder e importancia como hoy.

El mundo está cambiando. Nuestro mundo está sufriendo el mayor crecimiento urbano de la Historia. Actualmente es un mundo predominantemente urbano y no hay vuelta atrás. Esta nueva realidad, este nuevo mundo, presenta una oportunidad única en la Historia para los cristianos.

Las ciudades dan forma al mundo. Lo que ocurre en ellas no se queda ahí, sino que se expande; tal como va la ciudad, así va la cultura de forma más amplia. Piensa en las ciudades como fábricas. Lo que se produce en la fábrica (ciudad) se transporta y se distribuye por todo el mundo. Los productos que envía la fábrica dan forma a la vida mucho más allá de las cuatro paredes de la fábrica. Las ciudades envían y dan forma. Son importantes porque poseen un poder de "envío" y de "forma" mayor que cualquier otro asentamiento humano, como podrían ser una comunidad suburbana o en el mundo rural.

Las ciudades son el centro del desarrollo cultural y económico en nuestro mundo del siglo XXI. Producen personas, recursos económicos, negocios, arte, universidades, sistemas políticos e investigación y desarrollo, es decir, bienes culturales, que dan forma y definen nuestra sociedad moderna. Lo que ocurre en Londres o en Hong Kong hoy afectará al mercado financiero estadounidense más de lo que ocurre en los suburbios de Chicago. La innovación tecnológica en Silicon Valley pronto tendrá su efecto en Manila, en Tokio y en Ciudad del Cabo, junto con sus respectivos países y comunidades colindantes.

Las ciudades ya no dan forma solamente a las regiones que las circundan, sino al mundo entero. Este nuevo mundo presenta a los cristianos y a la iglesia una oportunidad sin precedentes para llevar el evangelio de Jesucristo a todos los ámbitos de la vida humana.6 Dios está haciendo algo nuevo y grande en nuestras ciudades y nos está llamando a algunos a participar en ello.

Nuestra opinión es que los libros sobre la ciudad muchas veces han tenido una idea equívoca de esta y la han representado incorrectamente. Gran parte de la literatura cristiana sobre la ciudad se ha centrado básicamente en los aspectos más problemáticos de ella (la delincuencia, los sin techo, etc...) y en cómo un ministerio urbano podría arreglar tales problemas, en lugar de proporcionar un análisis completo de la ciudad. Con o sin intención, las ciudades se han retratado como lugares problemáticos y no como espacios que ofrecen oportunidades y bendición. La realidad es mayor y más bella de lo que típicamente ha mostrado el retrato evangélico, ya que la ciudad es un lugar maravilloso, dinámico, estimulante y saludable para que la gente viva, trabaje y marque una diferencia. Esperamos desmontar la definición por defecto con la que muchos cristianos han crecido creyendo que "las ciudades son lugares incómodos y congestionados llenos de delincuencia, suciedad y tentaciones", y eliminar su infección a lo largo de este libro.7

Las ciudades son lugares variados y densos en los que interactúan diferentes tipos de personas. Están pobladas con gente de diversas culturas, con cosmovisiones y vocaciones dispares. Las ciudades obligan a los individuos a pulir sus supuestos culturales, sus creencias religiosas y su llamado a medida que se afilan entre ellos las aristas de los supuestos, creencias y pericia de otros habitantes de la ciudad. Un joven de venintipico años de una pequeña población, que sea blanco, de clase media y creyente practicante del medio-oeste estadounidense con el deseo de enseñar a alumnos de secundaria, se encuentra con una oportunidad tremenda de crecer cuando se muda al centro de Boston. Se convierte en un nuevo tipo de profesor cuando da clase por primera vez a estudiantes de todo tipo de razas, culturas, estatus sociales y cosmovisiones. Hay encuentros que tienen lugar en las ciudades y que no se dan en ninguna otra parte.

Las ciudades no son sitios en los que exista una homogeneidad. No hay nada que permanezca igual en ellas. Se da un movimiento constante. Al vivir la mayoría de la población mundial en las ciudades, estas se convierten en lugares en los que se concentra la población para vivir, realizar negocios y recibir educación. Este ADN urbano rico y diverso crea un entorno en el que puede tener lugar una tremenda creación de cultura. Aunque también pueda conllevar a la formación de ídolos y al orgullo cultural, la ciudad siempre ha sido una pieza clave en los planes de Dios con su pueblo. La ciudad se establece como una de nuestras mayores esperanzas para renovar nuestro mundo imperfecto.

Dado que la primera referencia de la Biblia a una ciudad fue la ciudad construida por Caín el fugitivo (Génesis 4:17) tendemos a pensar que las ciudades son una consecuencia desafortunada de la caída. Tal suposición surge por leer erróneamente la línea narrativa de la Biblia. La Biblia nos enseña que la ciudad es una idea, invención e intención de Dios.

Nuestro Dios trino creó el hombre y la mujer a su imagen para ser representantes de su presencia en la tierra. Después de crear al primer hombre y a la primera mujer, Dios les encargó una vocación que llevar a cabo. Básicamente, Dios llamó a la humanidad a que siguieran haciendo lo que él mismo había hecho: crear. Dios dio al hombre y a la mujer el Mandato Cultural, es decir, un llamado "a ser fructíferos, a multiplicarse, a llenar la tierra, y a cultivar y desarrollar el jardín. Este mandato era en último término un mandato urbano, un llamado a crear asentamientos donde la gente podía vivir y trabajar juntos para ser fructíferos, a multiplicarse, a desarrollarse, a cultivar y a prosperar."

La ciudad es una extensión natural y prevista de la comunidad floreciente, con la que nuestro Dios trino siempre ha disfrutado como Padre, Hijo y Espíritu, y del mandato que dio a los primeros colonizadores humanos de crear cultura. Cuando el Hijo de Dios vino a la tierra, residió en una ciudad terrenal. Y cuando Jesús regrese a la tierra, traerá con él una nueva ciudad, una "ciudad santa" donde Dios y el hombre habitarán juntos (Apocalipsis 21). La Biblia nos invita a algunos a ser gente de ciudad, a comprometernos con nuestras ciudades como Jesús lo hizo, a contribuir significativamente al comercio y a la cultura de nuestras ciudades.

La gente tiende a adoptar una manera de ver la ciudad de las dos que hay. Algunos se retiran de la ciudad y, pensando que son lugares peligrosos e intimidantes, se aventuran a ir a esta exclusivamente cuando les es necesario. Otros usan la ciudad y, pensando que son lugares que proporcionan estímulos y beneficios, se aprovechan de ella para ganar todo lo que pueden, ya sean riquezas, méritos, experiencia laboral, un cambio de aires o un muestreo turístico de varios bienes culturales.

Las Escrituras, en cambio, nos inducen a relacionarnos con la ciudad de una manera insólita. La Biblia nos invita a comprometernos y establecernos en ella y a aportarle algo (Jeremías 29). En lugar de retirarnos de nuestras ciudades, se nos anima a comprender y formar parte de lo que ocurre en ellas. En lugar de hacer turismo por nuestras ciudades, se nos invita a echar raíces en estas. En lugar de recibir de nuestra ciudad y nada más, se nos exhorta a contribuir a aumentar la vida y el desarrollo de ella, ya sea mediante el arte, las empresas, el derecho, la literatura, la música, la medicina, la educación, las finanzas, etc. La invitación que nos hace la Biblia consiste en buscar el bien común de nuestra ciudad. Es un llamado contracultural, un llamado a ver la ciudad como nuestro hogar y a cuidar correctamente de ella.

Las ciudades de nuestro mundo están creciendo en tamaño y en influencia, y necesitan cristianos e iglesias atentos que residan en ellas. Para que nuestra cultura sea renovada con el evangelio y que nuestro mundo sea restaurado, deberemos llegar a nuestras ciudades.

Vivimos un momento único en la Historia. En ninguna otra época este mundo se ha asemejado tanto al panorama de la iglesia primitiva como ahora. Lee el libro de Hechos y verás que habla de un mundo que se parece mucho al nuestro: es urbano, pluralista, cosmopolita, variado, dinámico, cambiante y en desarrollo continuo. Hace dos mil años, Dios construyó su iglesia sirviéndose de las ciudades. El libro de Hechos es el relato de la expansión geográfica del evangelio gracias a las ciudades. Jerusalén, Éfeso, Corinto y Roma representan los lugares donde se predicó el evangelio, se hicieron discípulos y se establecieron iglesias. Estas ciudades se transformaron en poblaciones más sanas debido a la presencia de los cristianos.

Estas ciudades se incluyeron estratégicamente para que las regiones de los alrededores también pudieran ser ganadas para Cristo. El mundo de hoy es similar salvo que hoy si se cumple aquello de que si ganas una ciudad, ganas el mundo. Nunca antes había estado la mayoría de la población mundial en las ciudades. Nunca antes habían gozado de tanta relevancia y poder los centros urbanos. Lo que presenciamos ahora se asemeja al mundo en que vivió la iglesia primitiva y, a su vez, lo supera. La oportunidad que hay nos deja pasmados. Lo mismo que Dios hizo hace dos mil años lo puede volver a hacer en el presente. Es más, puede realizar algo todavía mayor en nuestros días, ya que él es Dios y nuestras ciudades ofrecen un potencial tremendo para que se difunda el evangelio.

No lo estamos diciendo a la ligera ni le quitamos importancia a este momento. Hemos escrito este libro a tenor de la practica que aplicamos. Todo lo que escribimos aquí lo estamos poniendo a prueba. Los dos fundamos iglesias y dirigimos iglesias en ciudades con influencia y hemos confiado nuestra subsistencia a Dios y a su poder para desempeñar la tarea en nuestras respectivas ciudades.

Aparte del amor que compartimos por el evangelio, por las ciudades y por la iglesia, y del hecho de que los dos somos altos, no tenemos mucho más en común. En todo lo demás somos bien diferentes, lo cual añade valor al escribir en colaboración un libro como este, ya que lo hemos escrito desde nuestra experiencia práctica partiendo de experiencias vitales bien diferentes.

Stephen es de la Costa Este de Estados Unidos, mientras que Justin es de la Costa Oeste. Stephen vive en Boston, el eje académico del mundo, mientras que Justin vive en Silicon Valley, el eje mundial de la innovación. Stephen es asiático- americano consciente de las complicaciones intrínsecas de formar parte de una cultura minoritaria, mientras que Justin es blanco norteamericano crecido como miembro de la cultura mayoritaria. Stephen está en los cuarenta; Justin está a los comienzos de sus treinta. Stephen ha dirigido una iglesia presbiteriana boyante durante diez años; Justin, después de diez años de ministerio pastoral, acaba de abrir una iglesia no denominacional, en el corazón de Silicon Valley, que tiene un año de vida. Stephen lleva trajes; Justin, camisetas. Stephen tiene tres hijas; Justin, tres hijos. Y así podríamos continuar.

En definitiva, somos buenos amigos ilusionados con lo que Dios está haciendo en nuestras ciudades. Escribimos este libro con la esperanza de que otros pudieran ver y participar de esta obra estratégica, obra que se centra cada vez más en las ciudades, con el fin de que sean más y más los creyentes que tengan una visión profunda sobre como el evangelio se mueve a escala mundial en las ciudades.

Veamos qué es lo que trataremos en las páginas por venir. El primer capítulo busca responder a la pregunta: "¿Qué importancia tienen las ciudades en nuestro mundo hoy en día?". Consideraremos las ciudades del pasado, del presente y del futuro, así como ciertas categorías básicas de identificación de una ciudad. El capítulo 2 describirá el funcionamiento de las ciudades y responderá a la pregunta: "¿Por qué las ciudades juegan un papel tan crucial en nuestro mundo?". Nos encontramos con que hay varias características comunes que explican la prominencia cultural de las ciudades en nuestro mundo hoy en día. En el capítulo 3 se recoge la tarea crucial de determinar lo que la Biblia dice sobre las ciudades. Luego, en los últimos tres capítulos, consideraremos varios temas a los que se enfrentan aquellos que desean ejercer un ministerio en las ciudades de este mundo. Así, pues, el capítulo 4 abordará el asunto de la contextualización, el capítulo 5 explorará cómo deberíamos identificarnos con la trayectoria predominante que ha ido siguiendo nuestra ciudad, y el capítulo 6 detallará el desarrollo de una visión ministerial aplicable en tu ciudad.


6 Para nuestra definición utilizada del “evangelio”, véase su tratamiento en el capítulo 6.

7 Mientras algunos quizá descarten estas afirmaciones y las consideren caricaturizadas, las investigaciones respaldan, por desgracia, que hay una predisposición antiurbana cuantificable que está ejerciendo influencia en el evangelicalismo estadounidense. “Las fuentes históricas, junto con los datos disponibles, sugieren que el evangelicalismo pueda amplificar y empeorar la predisposición antiurbana en EE.UU. de forma generalizada”. Mark T. Mulder and James K. A. Smith, “Subdivided by Faith? An Historical Account of Evangelicals and the City,” Christian Scholars Review 38, no. 4 (2009): 433. Esperamos que esto aclare por qué hemos escrito Por qué las ciudades son importantes. Las pruebas demuestran que el mundo se está haciendo más urbano a una gran velocidad y que ha habido evangélicos en esta última parte del pasado que plasmaban una predisposición antiurbana. Abogamos a favor de la importancia de las ciudades no porque sea algo excitante o moderno, sino porque las buenas nuevas tan maravillosas del evangelio demandan que nuestra misión no sea al azar o arbitraria. Más bien, la misión cristiana debe ser estratégica. Sí, la gente sigue siendo gente dondequiera que esté e igualmente tienen necesidad del evangelio. Pero lo cierto es que cada vez nos encontraremos con más y más gente en las ciudades de este mundo. De ninguna manera esto significa que quienes vivan en la ciudad valgan más o que “merezcan” el evangelio más que los de las zonas periféricas. Ni tampoco insinúa que las iglesias y ministerios en las ciudades tengan más importancia o sean más valiosos que las iglesias en zonas periféricas o rurales. Al contrario, necesitamos iglesias que prediquen el evangelio en todas partes. Por qué las ciudades son importantes se escribió porque, a pesar de que los encabezados traten de zonas urbanas a la última moda, las zonas urbanas necesitan de iglesias fieles que prediquen el evangelio como nunca antes han necesitado.