Marina Belén Díaz nació en la ciudad de Córdoba, en el núcleo de una familia numerosa. Siempre tuvo un espíritu curioso y, junto a su abuela, recitaba poesía. Las rimas y los cuentos acompañaron su infancia.
En la adolescencia, la escritura fue su refugio, su espacio y contención.
La maternidad le abrió un universo complejo, enredado, amoroso y vibrante. Eran tantas las emociones que atravesaba su yo más profundo que su esencia necesitaba salir a gritar. La escritura renació en ella como salvación.
Poco a poco, el acunar, el acompañar, el ser sostén de un bebé le recordaron esos poemas con su abuela, las rimas con su mamá, los cuentos de la infancia que tanto tenían por contar. Y, casi sin parpadear, estaba creando, animales que hablaban, mundos de cristal, ficticios, que se sentían dentro tan reales.