PRÓLOGO
Entré a este “mundo” espiritual de terapias alternativas y despertar de la consciencia, hace aproximadamente diez años. Siempre tuve la inquietud y las ganas de investigar, siempre existió dentro de mí una vocecita que me instaba a desarrollarme interiormente. En mi niñez tuve amigos imaginarios, al igual que muchos niños, seres que podía ver o sentir y con los cuales conversaba y jugaba. No obstante, después de un trauma sufrido a temprana edad (la incredulidad del entorno por lo que veía), dejé de “ver” y fui un niño “normal”, es decir, dejé atrás la conexión con el todo y me desconecté de mi Esencia. Mi voz interior ya no se escuchaba tan claramente y comencé a obedecer a voces que no correspondían a la mía.
Mi pequeña voz se mantuvo como un susurro en mi juventud, pero se vio acallada por mis estudios y quehaceres. Comencé a ir a fiestas, beber alcohol y a “pasarlo bien”, a costa del deterioro que me permití darle a mi cuerpo.
A los treinta y cinco años, me encontraba felizmente casado con una bella mujer con la que había formado una familia. Tenía casa, auto, vacaciones una vez al año y un trabajo con muy buena remuneración y beneficios. Gozaba de éxito profesional, desarrollándome en la profesión que estudié en una prestigiosa universidad de mi país. Sin embargo, algo no estaba bien; padecía diversas dolencias: gastritis, una hernia hiatal, jaquecas que duraban de dos a tres días y me azotaban al menos dos veces al mes, y malestares constantes. Acudí a la medicina tradicional y me dieron a entender que la jaqueca o migraña no tenía cura, que la única forma de sobrellevarla era evitando consumir ciertos alimentos y tomando medicamentos paliativos.
En ese tiempo me sometí también a una operación de una HNP L5S1 (hernia discal lumbar entre la L5 y S1 o quinta vértebra lumbar y el sacro).
Según la sociedad occidental, las enfermedades nos son heredadas por factores genéticos o gatillos externos, de los cuales somos meras víctimas, y dependemos en un 100% de algún fármaco, tratamientos, exámenes o cirugías para que hagan el milagro de curar el síntoma expresado. Cuando pasamos por todos estos procedimientos y no logramos alcanzar el bienestar, aceptamos nuestro magro destino o nos desesperamos y tendemos a buscar alguna alternativa. Luego investigamos un poco y comenzamos a ser conscientes de que somos menos víctimas y más victimarios de nosotros mismos.
En aquella misma época, mi hija mayor me pasó el libro “El Secreto”, en el que se explica la ley de la atracción. Yo conocía las siete leyes universales de Hermes Trismegisto, pero en ese momento, resoné con el concepto de aquel libro. Luego siguieron llegando otros y las personas exactas en el momento preciso, entonces el enfoque de mi vida comenzó a cambiar paulatinamente. Empecé a realizarme terapias alternativas, se fueron los síntomas de las enfermedades en un gran porcentaje, comencé a hacerme cargo de mi vida y mi salud.
Al fin entendí por qué mi cuerpo reclamaba si, según yo, era feliz con mi vida y había hecho todo lo que me dijeron que debía hacer para ser exitoso, por eso no entendía o realmente no me cuestionaba cuál era el motivo por el que mi salud cada día empeoraba más, lo que veo ahora como una gran falta de consciencia, de responsabilidad y, sobre todo, una gran falta de Amor hacia mí.
Es sorprendente la forma en la que no nos cuestionamos nada de esto, no cuestionamos nuestro estado de salud física, mental o emocional, ya que estamos dormidos, profundamente dormidos, somnolientos todo el día, viviendo en piloto automático. Estamos dentro del promedio del entorno, de lo aceptado o de lo que nos dijeron en la niñez amparados por estadísticas serias y científicas, las cuales obedecemos a cabalidad. Solo nos interesa rendir y cumplir expectativas externas laborales, sociales o familiares.
Hoy en día, me dedico a realizar las llamadas “terapias alternativas” y hago talleres sobre diferentes técnicas de sanación o de “consciencia”, los que han ido cambiando mi vida de forma paulatina y radical. A la fecha, ya son cientos los que han acudido a los talleres, cada uno con diferentes historias y realidades.
Este libro trata principalmente de una recopilación de conceptos y conocimientos que he adquirido producto de las vivencias y aprendizajes que me dejaron las realizaciones de terapias, talleres y experiencias de vida lo cual ha sido integrado con la ayuda de grandes maestras y maestros de diferentes edades y nacionalidades, muchos de los cuales se transformaron en amistades muy cercanas que han generado sinergias, muchas veces traumatizantes en el buen sentido de la palabra, por lo fuerte y explícito de los aprendizajes obtenidos, donde he tenido la experiencia de conocer o, mejor dicho, reconocer bellas almas con las cuales trabajé en vidas anteriores.
Como ya mencioné, han sido muchos los pacientes o “estudiantes” que han llegado con diferentes dolencias y aprendizajes en esta década de despertar. Antes pensaba que solo ayudaba a sanar a mis pacientes, pero estaba equivocado; cada paciente me ha permitido sanar aspectos de mí que no estaba dispuesto a reconocer. Ahora comprendo que, cada consejo o sugerencia que di siempre fue para mí, puesto que cada persona que ayudaba a sanar era un amoroso espejo mostrándome mi propio reflejo al permitirme reflejarme en él.
Los primeros pacientes venían con jaquecas, hernias en la columna y gastritis. ¿Coincidencias? No, solo sincronías que llegaban para mostrarme algo. Con el paso del tiempo dejaron de aparecer personas con esos síntomas y empezaron a llegar espejos que vivían y experimentaban lo mismo que yo el día de hoy. ¿Pacientes? No, maestros con los cuales hemos sanado en conjunto.
En este libro, todos estos procesos se trasuntan en conceptos que van armando de a poco este rompe cabezas hasta poder entregar una visión más amplia de lo que estamos haciendo en este bello Planeta.
Los invito a permitirse despojarse de creencias y paradigmas, a dejar los títulos universitarios y convicciones de lado, a rescatar lo que sientan que deben rescatar de esta lectura utilizando su discernimiento, donde su corazón los guiará.