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BIBLIOTECA INDIANA
Publicaciones del Centro de Estudios Indianos

Universidad de Navarra

Editorial Iberoamericana

Dirección: Ignacio Arellano y Celsa Carmen García Valdés.
Secretario ejecutivo: Juan Manuel Escudero.
Coordinadora: Pilar Latasa.

Biblioteca Indiana, 32

LAS PALABRAS DEL SILENCIO DE SANTA ROSA DE LIMA O LA POESÍA VISUAL DEL INEFABLE

EMILIO RICARDO BÁEZ RIVERA

Universidad de Navarra - Iberoamericana - Vervuert

2012

 

 

 

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ISBN 978-84-8489-650-0 (Iberoamericana)

ISBN 978-3-86527-703-9 (Vervuert)

e-ISBN 978-3-8527-998-9

Depósito Legal:

Diseño de la serie: Ignacio Arellano y Juan Manuel Escudero

Imagen de la cubierta: COLECCIÓN PRIET-GAUDIBERT, Francia Diseño de la cubierta: Marcela López Parada

Impreso en España

Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

 

 

 

 

A Emilio Báez Ramírez y a María Socorro Rivera Torres, a quienes entrego el primero de sus nietos que no envejecerá.

A Ramón Mujica Pinilla, porque pudo haber firmado estas páginas que rezuman una deuda con él más allá del tiempo y del espacio —por cuanto antes y después— de nuestro encuentro en el Perú.

A Luce López-Baralt, que hoy ve aquí, con la felicidad sencilla de quien cantó danzando al fratello Sole, este homenaje que rindo a su profundo y sabio magisterio.

A José Antonio Antón Pacheco, filósofo, poeta y amigo que profesa por el Místico del Norte una fascinación muy similar a la mía por la patrona de todo el mundo hispánico de ultramar.

ÍNDICE

LIMINAR

PRIMER CAPÍTULO
De Isabel Flores de Oliva a Santa Rosa de Santa María: consideraciones sobre la doncella boricuo-peruana en el Perú virreinal

SEGUNDO CAPÍTULO
Entre las llamas de la pira y las del Esposo: los «tiempos recios» y la espiritualidad de Rosa de Santa María

TERCER CAPÍTULO
El connubio del icono y la palabra: hacia una revolución del lenguaje literario-espiritual en los hológrafos rosarianos

CUARTO CAPÍTULO
Todos los ríos el río: tradiciones culturales (in)fluyentes en el lenguaje literario-espiritual de la Rosa de Indias

CONCLUSIONES
Primera santa y poeta mística de la Colonia: Rosa de Santa María y la fundación de la literatura mística hispanoamericana

BIBLIOGRAFÍA

LIMINAR

Los grandes místicos españoles san Juan de la Cruz y santa Teresa de Ávila (solo por aludir al dúo cimero) siguen siendo objeto de atención para los académicos y los devotos que se arriman a sus textos poéticos, autobiográficos o doctrinales con la veneración y la sorpresa que suscita cada lectura. No ocurre igual con santa Rosa de Lima (1586-1617), primera persona y mujer de América en ser elevada a los altares de la Santa Sede en 1671. Su autobiografía espiritual, perdida poco después de su muerte, ha cedido el paso a dos procesos de beatificación —uno ordinario ([1617-1618] 20021) y otro apostólico (1630-1632, inédito)— como fuentes de obligada consulta a la hora de conocer, aunque sea mediante declaraciones y testimonios de terceros, la psicología y el misticismo de esta doncella medio puertorriqueña y medio peruana. Concebidas principalmente desde la perspectiva hagiográfica, las biografías tienen por común manantial los dos procesos eclesiásticos y se elaboran de manera temática y no cronológica, según el orden de las preguntas del interrogatorio inquisitorial. De ahí que la santa siga siendo un absoluto enigma para los estudiosos de óptica rigurosamente científica. Hasta la cinematografía ha contribuido en la producción de filmes —v. g., Rosa de Lima, dirigida por José María Elorrieta en los ochenta— acerca de la vida y obra portentosas de la Rosa de Indias, sobre cuyos hombros descansa el triple patronato de Lima-Perú, las Américas hispanas y Filipinas.

Nada cambió significativamente este patrón de reciclaje documentalbio(hagio)gráfico hasta llegada la altura del primer cuarto del siglo XX, cuando se descubrió el reducto —muy escaso— de la literatura de esta joven contemplativa. Se trata de dos medios pliegos de papel, conocidos como las «Mercedes» o «Heridas del alma» (primer papel) y como la «Escala espiritual» (segundo papel) en los que Rosa dejó, alegóricamente narrado, su iter espiritual en quince gráficos o emblemas tematizados con breves glosas explicativas. El descubrimiento se preservó en la formalina del silencio por espacio de casi dos décadas, cuando por fin su protagonista, fray Luis G. Alonso Getino, lo dio a la luz en sendos estudios2 a título de nuevos documentos que desmentían la difundida opinión sobre la santa simple e iliterata.

Todavía más, otras cinco décadas tuvieron que parpadear para poder ver, finalizando el último cuarto del siglo pasado, estudios científicos que se ocupan del contexto histórico-religioso del Perú virreinal en el que vivió la virgen americana y del contenido de sus hológrafos. Para llenar espacios desatendidos de su cronología, Luis Millones3 realiza un valioso trabajo topográfico que revela datos desconocidos de la oscura —por ignorada— adolescencia de Rosa. Y a fin de cuestionar la legitimidad de su canonización, Fernando Iwasaki Cauti4 desdibuja las fronteras que separan a Rosa del conjunto de pseudomísticas acusadas de alumbradismo y procesadas por el Tribunal del Santo Oficio de Lima en el auto de fe de 1625. En la dirección opuesta de esa controvertida corriente de heterodoxos españoles, Julián García del Castillo5 comenta los emblemas de los hológrafos y algunos documentos devocionales de la santa con ánimo de establecer su misticismo bona fide por paralelo con el de los mistici maiores peninsulares. En semejante sintonía, Jorge Alberto Rosenbrock6 propone a la santa como estigmatizada interiormente en el corazón, equiparándola con Teresa de Ávila, entre otras que experimentaron y evidenciaron semejante fenómeno teopático en su órgano cordial.

La investigación de René Millar Carvacho7 —reacción, en cierto modo, a la de Iwasaki Cauti— se detiene brevemente en demarcar algunas diferencias entre la espiritualidad rosariana y la de sus contemporáneas procesadas. Con semejante intención se realizan las de Ramón Mujica Pinilla8, Carolina Ibáñez-Murphy9 y Teodoro Hampe Martínez10. Mujica Pinilla, rosarista de pasmosa erudición, aborda la espiritualidad de Rosa en su contexto político-religioso-cultural y desemboca en un magnífico escrutinio del arte virreinal como instrumento de culto, que metamorfoseó a la santa en icono polisémico de inagotables lecturas. Ibáñez-Murphy, por su parte, intenta rescatar la aportación de su discurso «iconoléxico» en los hológrafos y le concede el crédito de ser la primera mística que escribe en el Nuevo Mundo, afirmación que parece cobrar vigor a la luz del estudio de Josefina Muriel11 en torno a diecisiete místicas novohispanas, de las cuales solo tres anteceden en nacimiento a la santa, mas sus autobiografías espirituales son muy posteriores a las «Mercedes» y a la «Escala espiritual» (1616). Por último, Hampe Martínez devela la maquinaria político-religiosa detrás de los dos procesos conducentes a la súbita y politizada beatificación.

Fuera de Alonso Getino, García del Castillo, Rosenbrock, Mujica Pinilla e Ibáñez-Murphy, que se detienen en cada uno de los quince emblemas y los comentan subrayando sus tangencias literarias con los clásicos de la mística española, el presente libro apuesta por un estudio más abarcador del aspecto místico, tanto de la espiritualidad como de la obra literarioplástica, de Rosa de Santa María. Partiendo de la teoría del misticismo comparado contemporáneo —de concepción científica, teológica, filosófica, sicológica y antropológica—, se realiza un detenido sondeo de la espiritualidad de la virgen criolla a la luz de las fuentes primarias con el propósito de precisar el tipo de contemplación que llevó a cabo y la naturaleza de su misticismo —no siempre de fácil contraste— con relación a la espiritualidad de algunas contemporáneas suyas, obligadas a confesar y, consecuentemente, condenadas por la Inquisición de Lima como supuestas alumbradas. Igualmente, en estas páginas se expone un detallado análisis literario del contenido íntegro de los hológrafos rosarianos, contextualizados en las tradiciones filosóficas, religiosas y culturales a las que deben sumarse por comportar significativas contribuciones a la historia de la mnemotecnia, de la mística nupcial cristiana y del collage o del caligrama, entre otras.

Por virtud de la naturaleza autobiográfica de la literatura mística, se ha precisado una biografía cronológica de la santa que descansa, principalmente, en el Primer Proceso Ordinario, intento inicial de su beatificación, y de las hagiografías más célebres, como la del padre fray Pedro de Loayza ([1619] 199612) —primer biógrafo rosariano— y la del padre fray Leonardo Hansen ([1664] 192913). Otras biografías, como la de Amaya Fernández14 y la de Noé Zevallos15, complementan detalles insuficientes de las clásicas. Finalmente, en las conclusiones se destacan los puntos tangenciales de Rosa con su entorno cultural precedente y contemporáneo, además de indicar importantes y específicas innovaciones de su expresión literario-plástica.

Becado por el Decanato de Estudios Graduados e Investigación de la Universidad de Puerto Rico, me embarqué en esta fascinante empresa rumbo al Perú (octubre de 2000), donde conté con la colaboración excepcionalmente generosa de Ramón Mujica Pinilla y del padre Vicente Guerrero —tras varias visitas al Convento de Santo Domingo—, quien, a su vez, me facilitó joyas biográficas actualmente agotadas. Otros contactos «accidentales», como el de Matilde Albert Robatto, quien me informó de la existencia del hermoso ensayo de doña Margot Arce de Vázquez sobre la vida virtuosa de santa Catalina de Siena (modelo de mimesis espiritual de Rosa) mientras conversábamos en el Seminario Federico de Onís de la Universidad de Puerto Rico, y como el solidario y entusiasta de Ronald Surtz desde Princeton University, resultaron no menos estimulantes y enriquecedores durante esta primera etapa, en la cual, asimismo, participaron Ramón Luis Acevedo y Mercedes López-Baralt en calidad de lectores excepcionales de mi tesis de maestro en Artes. A todos ellos, dirijo mi especial reconocimiento.

Una segunda etapa de profundización de este estudio se posibilitó por la inclusión de santa Rosa en mi tesis doctoral, la cual versó sobre las criollas místicas y visionarias que iniciaron y continuaron o no continuaron con la tradición de la autobiografía espiritual de dimensión mística en específico. La renovación de la Beca Presidencial de la Universidad de Puerto Rico por cuarto año consecutivo representó un factor clave en la culminación de todo este proceso de creación textual. Expreso mi sincero agradecimiento a mis ayudantes de investigación Doris Esther Ponce Rodríguez y Elizabeth De Jesús Colón, quienes colaboraron conmigo en el pulimiento del texto para ajustarlo a la normativa editorial. Del mismo modo, va mi deuda estética con el artista de mi hogar, mi segundo hermano, Emilio Luis Báez Rivera, por su precioso tiempo en el trabajo meticuloso de escanear y ampliar los hológrafos y los emblemas rosarianos. Este «toque delicado» del presente estudio, esencialmente verbal, redondea una hermenéutica que ambiciona la consagración artística del icono y de la palabra prodigados por santa Rosa a fin de expresar algo que está más allá de las palabras y de las formas plásticas: la privilegiada y pasmosa experiencia con el Inefable.

1 Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima, Primer Proceso Ordinario para la Canonización de santa Rosa de Lima, ed. H. Jiménez Salas, 2002.

Notas al pie

2 Alonso Getino, 1937, 1943.

3 Millones, 1993.

4 Iwasaki Cauti, 1993.

5 García del Castillo, 1995.

6 Rosenbrock, 1996.

7 Millar Carvacho, 2000a, 2000b.

8 Mujica Pinilla, 1996, 2001.

9 Ibáñez-Murphy, 1997.

10 Hampe Martínez, 1997, 1998.

11 Muriel, 1982.

12 De Loayza, Vida de Santa Rosa de Lima, ed. P. M. Álvarez Renard, 1996.

13 Hansen, Vida admirable de Sta. Rosa de Lima, Patrona del Nuevo Mundo, trad. Fr. J. Parra, 1929.

14 Fernández, 1995.

15 Zevallos, 2000.