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Título original: Embodied Wisdom

Traducido del inglés por Julia Fernández Treviño

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Dedicado a los discípulos del Método Feldenkrais de todo el mundo que ponen en práctica las ideas de Moshe Feldenkrais.


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Imagen 1 Moshe Feldenkrais (1904-1984).

Prólogo

Creo que la unidad que forman el cuerpo y la mente es una realidad objetiva. Cuerpo y mente no son solo partes relacionadas de algún modo entre sí, sino una unidad funcional inseparable. Los mismos músculos son parte de nuestras funciones superiores.

MOSHE FELDENKRAIS, «Cuerpo y mente», 1964

El movimiento es vida. La vida es un proceso. Si mejoras la calidad del proceso mejoras la calidad de vida.

MOSHE FELDENKRAIS, Autoconciencia a través del movimiento, 1973

Moshe Feldenkrais fue uno de los pensadores más originales e integradores del siglo xx. Junto con figuras de gran influencia como Ida Rolf, Heinrich Jacoby, F. M. Alexander, y Elsa Gindler, se lo considera uno de los fundadores de una disciplina que hoy en día se denomina educación somática. Los textos incluidos en este volumen se dieron a conocer originalmente en publicaciones independientes entre los años 1964 y 1998. El hecho de que muchos de los conceptos presentados en este volumen sean actualmente tan importantes y radicales como lo fueron en la época en que se publicaron por primera vez es un testimonio de las ideas clarividentes de Feldenkrais. En estos extraordinarios artículos y entrevistas, Feldenkrais nos ofrece algunos de los argumentos más sofisticados y convincentes jamás aplicados a la unidad biológica y funcional formada por el cuerpo y la mente.

Durante la mayor parte del siglo xx, el modelo médico y académico dominante del cerebro se basaba en la creencia de que nuestros hábitos son fijos o están muy arraigados, que cada zona del cerebro tiene funciones predeterminadas y especializadas, y que cada día de nuestra vida adulta nuestro cerebro pierde neuronas así como también la capacidad de aprender nuevas habilidades. Desde 1949 hasta 1981 Moshe Feldenkrais desafió con contundencia este punto de vista. Y no se limitó simplemente a rebatir la teoría que lo sustenta, sino que desarrolló ejercicios innovadores y aplicaciones clínicas que demostraron claramente que el cerebro tiene la capacidad de cambiar con rapidez, aprender nuevas habilidades y recuperar las funciones perdidas, incluso cuando está dañado.

Hoy en día, un nuevo paradigma está ganando terreno en el campo de la neurociencia, la psicología y la rehabilitación: es el concepto de la plasticidad cerebral, o neuroplasticidad, que plantea que nuestro cerebro es capaz de modificar su organización y sus respuestas a través de la experiencia y del aprendizaje a lo largo de toda nuestra vida. Si Feldenkrais viviera, se sentiría muy satisfecho al descubrir que sus ideas son ratificadas por las investigaciones actuales que respaldan la neuroplasticidad.

En abril de 1973 observé por primera vez cómo trabajaba el doctor Feldenkrais. Era evidente que él creía firmemente en la capacidad de las personas para aprender y cambiar. En aquel momento Feldenkrais ofrecía un seminario de un mes de duración en la Universidad de California, en Berkeley, donde yo era estudiante de medicina. Después de asistir a mis propias clases en la universidad, entraba a hurtadillas en el aula donde él impartía las suyas. Lo que vi allí fue algo realmente extraordinario.

Durante su seminario Feldenkrais dedicaba una hora diaria a trabajar con un hombre de mediana edad llamado Edward, que padecía una grave espasticidad debido a una parálisis cerebral. El primer día que lo observé trabajar con él era prácticamente imposible comprender lo que Edward decía, tenía los brazos excesivamente flexionados y vueltos hacia arriba junto al pecho, las manos retorcidas hacia dentro, y se movía lentamente con pasos vacilantes y mucho esfuerzo. Había recibido una atención médica excelente y había hecho fisioterapia desde su infancia.

Durante la sesión Edward estaba tumbado sobre una camilla firme y acolchada mientras Feldenkrais «trabajaba» con él. Lo movía suavemente de diversas y misteriosas formas, pero con evidente cuidado, destreza, inteligencia e intención. Mientras, explicaba que sus movimientos suaves estaban funcionalmente encaminados a lograr que el sistema nervioso de Edward aprendiera a modificar los mensajes que enviaba a su musculatura.

Al cabo de unas pocas semanas, el progreso de Edward parecía verdaderamente milagroso. Era mucho más fácil comprender lo que decía, sus brazos descansaban a los lados del cuerpo y su forma de andar era más cómoda y eficaz. Resumiendo, su organización corporal se había modificado. Yo no podía entender cómo se había producido esa «curación», pero estaba muy entusiasmado e impresionado por lo que había visto. Ese mismo año me licencié en la Universidad de Berkeley, viajé a Tel Aviv (Israel) y llamé a la puerta del doctor Feldenkrais con el anhelo de comprender cómo había conseguido aquella «transformación» de la que había sido testigo.

En La sabiduría del cuerpo: recopilación de artículos de Moshe Feldenkrais se exploran los conceptos revolucionarios que sirvieron como marco teórico para el trabajo de Feldenkrais con Edward. Estos textos únicos tienen gran relevancia en ámbitos tan diversos como la neurociencia y el teatro, la psicología y la danza, la fisioterapia y la música, la educación y la rehabilitación, el desarrollo infantil y las actividades deportivas.

Este libro presenta las declaraciones más concisas y cohesionadas de Feldenkrais sobre la teoría que sustenta su trabajo, expresadas de forma coloquial. Contiene entrevistas en las que habla de la historia de los inicios del judo en Europa y de la aplicación de sus ideas en la interpretación, y también una transcripción de una conversación muy esclarecedora entre él y el célebre científico israelí Aharon Katzir.

Además de ser científico y trabajar en la vanguardia de la física, Feldenkrais era un gran lector y un pensador pluridisciplinar. En estos artículos y entrevistas expone sus conocimientos de física, biología, embriología, psicología, semántica y neurología, y sus deducciones especulativas sobre el cerebro y el aprendizaje han sido recientemente verificadas por la neurociencia contemporánea. En casi todos los artículos y entrevistas Feldenkrais expone detalladamente el proceso de su razonamiento con el fin de que podamos participar de su lógica, que a menudo conduce a conclusiones sorprendentes. En ocasiones aborda una idea sumamente abstracta o teórica y le da vueltas como si de un cubo de Rubik se tratara, con el propósito de ayudarnos a considerar dicha idea desde todos los ángulos posibles. Y casi siempre nos muestra las consecuencias concretas y cotidianas del concepto. Algunos podrían considerar que su forma de escribir es socrática o incluso talmúdica, pero aunque estas apreciaciones puedan ser acertadas, es preciso destacar que su estilo refleja su rigurosa formación como científico.

Esto resulta especialmente evidente cuando nos invita a seguir los razonamientos que desarrolla con claridad, mientras desmonta palabras o conceptos comunes y cotidianos, como «conciencia», «pensamiento», «autoimagen», «energía» o «realización». En esos momentos nos trata como personas que han recibido una educación clásica, con agudeza mental y capacidad analítica. Feldenkrais nos insta a definir con precisión los términos que utilizamos, demostrándonos que esa atención a la especificidad suele conducirnos por caminos que jamás habríamos explorado de otro modo.

Su optimismo respecto de la capacidad de cada uno de nosotros (al margen de nuestras circunstancias y limitaciones) para desarrollarnos, cambiar, mejorar y convertirnos en seres humanos más autónomos se pone de manifiesto en todos los artículos y las entrevistas de esta colección única. Esta perspectiva esperanzadora no es estratégica, sino que se fundamenta en la evidencia sólida de que el cerebro tiene cien mil millones de neuronas de las cuales utilizamos tan solo un porcentaje mínimo, mientras el resto permanece disponible para que podamos aprender nuevas formas de movernos, sentir, pensar y actuar.

¿Cómo llegó Feldenkrais, que se había dedicado a la física durante más de veinte años, a desarrollar las habilidades necesarias para enseñar a Edward a moverse, hablar y desempeñarse con mayor desenvoltura?

Con frecuencia, las grandes ideas germinan en momentos difíciles. Eso es precisamente lo que le sucedió a Feldenkrais, que padeció un problema de salud para el que la medicina no ofrecía ninguna solución. En su búsqueda por hallar una respuesta a sus propias dificultades, desarrolló algunas de sus teorías más importantes.

Moshe Pinchas Feldenkrais, doctor en Ciencias, nació en 1904 en un pequeño pueblo de Rusia que hoy pertenece a Ucrania. Recibió su segundo nombre, Pinchas, en honor del abuelo de su tatarabuelo, Pinchas de Korets, famoso rabino que había sido uno de los mejores discípulos de Rabbi Israel ben Eliezer, el fundador del hasidismo, comúnmente conocido como Baal Shem Tov.

Cuando Feldenkrais tenía trece años, viajó a pie desde Rusia hasta el Mandato británico de Palestina, escapando del antisemitismo y de los pogromos. Allí trabajó, estudió y se interesó por las técnicas de autodefensa. En 1930 se mudó a París para estudiar ingeniería y física en la Universidad de la Sorbona. Además de su trabajo académico, estudió artes marciales japonesas y fue uno de los primeros occidentales en conseguir el cinturón negro de judo. Sus conocimientos sobre la física del movimiento (el impacto que tienen las leyes del movimiento y de la gravedad sobre la mecánica del movimiento) le permitieron comprender más claramente esta disciplina oriental. En 1933 inició su doctorado y formó parte de un equipo de científicos en el Instituto Curie. Allí trabajó con el premio nobel de Física Frédéric Juliot-Curie, llevó a cabo sus investigaciones y publicó artículos sobre la fisión nuclear.

En 1940 los alemanes invadieron París. Feldenkrais se marchó a Inglaterra y durante la guerra dirigió investigaciones militares para el gobierno británico. En aquella época caminaba con dificultad y sufría intensos dolores debido a las lesiones de rodillas que padecía desde hacía varios años. Por aquel entonces todavía no se había desarrollado la moderna cirugía artroscópica y ninguno de los mejores cirujanos a los que consultó le ofreció demasiadas esperanzas. En consecuencia, decidió resolver el problema por sus propios medios.

Con el rigor de un científico, Feldenkrais empezó a estudiar anatomía funcional, aplicó las leyes de la física y del movimiento a los movimientos humanos cotidianos y analizó el proceso por el que adquirimos originalmente la mayor parte de las funciones motoras básicas. Finalmente llegó a una valiosa conclusión práctica: el aprendizaje es el ingrediente principal de nuestra formación. Pensó que si conseguía entender cómo se produce realmente el aprendizaje, sería capaz de modificar los viejos hábitos y recuperar las funciones perdidas, tales como su propia capacidad de caminar. Esta investigación cambiaría la dirección de su vida profesional.

A diferencia de otros mamíferos, nacemos con un cerebro que es esencialmente una pizarra en blanco. Esto significa que, aparte de nuestras funciones y necesidades fisiológicas más básicas, no estamos «conectados» al nacer. Necesitamos un periodo de formación y aprendizaje para prácticamente todo lo que somos capaces de hacer como adultos. Por ejemplo, la mayoría de los niños precisan de diez a catorce meses para aprender a andar, y antes de hacerlo primero tienen que aprender a girarse, sentarse, gatear, etc. Desde el punto de vista de Feldenkrais, cada niño tiene que aprender orgánicamente por sí mismo a solucionar dificultades físicas concretas, como por ejemplo la gravedad, la estabilidad y la inestabilidad, el impulso, el equilibrio, y así sucesivamente.

Las funciones que identificamos como exclusivamente «humanas» no se desarrollarían si creciéramos en un entorno completamente aislado. A diferencia de la mayoría de las otras especies, a los seres humanos nos hace falta algo más que aire y alimento. Necesitamos un entorno social humano en el que, con el paso del tiempo, la intención y la acción eficaz se desarrollen con arreglo a objetivos positivos y satisfactorios dentro de un contexto social.

El enfoque de Feldenkrais da prioridad al sistema nervioso y al movimiento. Su propuesta, extremadamente audaz, es que el sistema nervioso se sirve del movimiento para establecer las diferencias que inducen a preferir o elegir acciones o patrones de conducta determinados.

La ventaja de que el sistema nervioso humano no esté completamente «conectado» en el momento del nacimiento es que nos ofrece una gran flexibilidad en lo que se refiere a las opciones de conducta. En otras palabras, somos capaces de aprender a adaptarnos a un número ilimitado de entornos culturales, lenguas, climas y demás. Y al mismo tiempo, al no estar «conectados» para adoptar el movimiento, la postura o los comportamientos ideales, corremos el riesgo de hacer elecciones que acaso no sean las que más nos convienen. Es frecuente que las elecciones por las que optamos en la infancia no respondan a nuestros propios intereses a largo plazo y acaben en trastornos neuromusculares (como el dolor de espalda y de cuello), tendencias neuróticas, depresión y una autoimagen distorsionada.

Feldenkrais comprendió que existe una relación inseparable entre el desarrollo psicosocial y el desarrollo motriz. En la infancia, nuestros patrones psicoemocionales, nuestros comportamientos y el repertorio cada vez mayor de nuestros movimientos no solo se aprenden simultáneamente sino que se manifiestan a través de la musculatura, como una unidad integrada. Desarrolla estos principios en sus dos primeros libros, Cuerpo y comportamiento maduro: un estudio sobre la ansiedad, el sexo, la gravedad y el aprendizaje y El poder del Yo.


Los movimientos de un cuerpo que se ha desarrollado plenamente sin grandes perturbaciones emocionales tienden a adaptarse gradualmente a los requisitos mecánicos del mundo exterior. El sistema nervioso evolucionó bajo la influencia de estas leyes y se ajusta a ellas. No obstante, bajo la promesa de una gran recompensa o de un severo castigo, en nuestra sociedad se distorsiona tanto el desarrollo regular del organismo que muchas acciones quedan excluidas o restringidas.

MOSHE FELDENKRAIS, Cuerpo y comportamiento maduro


Considerando que el cerebro adulto tiene un enorme potencial de aprendizaje, Feldenkrais se preguntaba: ¿cuáles son las condiciones en las que un sistema nervioso –o mejor dicho una persona– puede aprender más fácil y satisfactoriamente? Mediante una síntesis tan original como audaz, encontró la respuesta a esta pregunta en un descubrimiento poco conocido que se realizó en el siglo xix en el campo de la psicofísica (disciplina precursora de la psicología experimental moderna), conocido como la ley de Weber-Fechner o la ley de la diferencia mínima perceptible.

En términos generales, la ley de Weber-Fechner establece que hay una proporción constante entre la magnitud de un estímulo (por ejemplo, un sonido, una luz, una actividad muscular, etc.) y el cambio necesario que se debe producir en dicho estímulo para que una persona perciba una diferencia. En términos prácticos, esto significa que cuanto mayor es la magnitud o intensidad de un estímulo, mayor es el cambio necesario para notar la diferencia; o, a la inversa, a medida que la intensidad de un estímulo disminuye, el cambio que se necesita para percibir la diferencia es cada vez menor.

Feldenkrais llegó a la conclusión de que el hecho de reducir el esfuerzo muscular mejora la agudeza de las sensaciones cinestésicas y permite al individuo diferenciar con precisión todo lo que hace y tomar conciencia de los aspectos inconscientes y desconocidos de la organización física, del movimiento y de la acción.

Advirtió que su incapacidad para caminar no se debía únicamente a una integración estructural inadecuada de sus rodillas, sino también a su «forma de andar». En otras palabras, sus hábitos de movimiento adquiridos favorecían sus dificultades. Esto es lo que más tarde definiría como el problema general del «aprendizaje defectuoso». Feldenkrais entendió que si conseguía desarrollar una forma práctica de aplicar la ley de Weber-Fechner al movimiento funcional, tendría el instrumento para optimizar las condiciones para el aprendizaje, la mejoría y la rehabilitación.


Por lo tanto, un cambio fundamental en el patrón motriz produce pensamientos y sentimientos que no están anclados en sus rutinas habituales preestablecidas. El hábito pierde su principal soporte, el de los músculos, y se hace más susceptible al cambio.

MOSHE FELDENKRAIS, AUTOCONCIENCIA A TRAVÉS DEL MOVIMIENTO


Feldenkrais continuó perfeccionando sus descubrimientos hasta que consiguió recuperar su capacidad de andar. En el proceso desarrolló dos modalidades totalmente originales y distintas para poner en práctica sus ideas: un método individual que finalmente denominó Integración Funcional® y uno grupal llamado Autoconciencia a través del Movimiento®. En este último, sus hallazgos fueron catalogados como experimentos muy estructurados de autoexploración o aprendizaje dirigido. En ambas modalidades se utilizan relaciones neuromusculares fundamentales o sinérgicas para facilitar patrones de movimiento más sanos y eficaces, y una mejor postura.

Feldenkrais volvió a Israel en 1949 para realizar investigaciones en el campo de la física en el Instituto Weizmann y ocupar el puesto de director del Departamento de Electrónica de las fuerzas de defensa de Israel.

Simultáneamente, continuó impartiendo sus clases grupales y desarrollando métodos prácticos para aplicar sus hallazgos sobre la relación entre el cuerpo y la mente. Chaim Weizmann, un colega científico que fue el primer presidente de Israel, le dijo: «Hay muchos otros físicos que saben lo mismo que tú pero no hay ninguno que tenga el conocimiento del cuerpo que tú posees». La eficacia del trabajo de Feldenkrais llegó a ser tan conocida que a mediados de 1950 abandonó finalmente el mundo de la investigación en el campo de la física y abrió una consulta privada para ayudar a personas con una amplia gama de dificultades y a actores que deseaban mejorar sus habilidades.

Feldenkrais solía decir que la Autoconciencia a través del Movimiento y de la Integración Funcional eran dos caras de la misma moneda, es decir, que ambos métodos procedían de la misma teoría general. No dejaba de renovar y comprobar constantemente las dos modalidades. Su tesis principal siempre se basó en que el nexo entre el aprendizaje, la toma de conciencia y el movimiento ofrece el medio más directo para mejorar el bienestar de una persona.

A través de la labor diaria que realizó en su consulta privada durante treinta años, Feldenkrais desarrolló estrategias eficaces, ingeniosas e innovadoras para mejorar o restablecer prácticamente cada una de las funciones humanas. Trabajó con actores, músicos y bailarines de renombre internacional, como los directores de teatro Peter Brook y Paul LeCoq, y músicos como Yehudi Menuhin, Narciso Yepes e Igor Markevitch, y dedicó tanto tiempo a la práctica clínica y a la enseñanza que solo publicó un extenso estudio clínico, El caso de Nora. Afortunadamente, tenemos cerca de doscientas horas filmadas sobre su trabajo de Integración Funcional.

Además, creó más de mil lecciones experienciales de Autoconciencia a través del Movimiento y gracias a ellas contamos con un documento escrito sobre el desarrollo de su pensamiento.

La primera formación de profesores de Feldenkrais tuvo lugar en Tel Aviv y concluyó en 1971 con trece graduados. A principios de los años setenta, empezó a enseñar en el extranjero, tanto en Europa como en Estados Unidos. Muchos intelectuales y actores se interesaron por sus ideas, así como también algunos políticos como David Ben-Gurion y Moshe Dayan, la antropóloga Margaret Mead, los neurocientíficos Paul Bach y Rita y Karl Pribram, el fisiólogo Elmer Green y el psicólogo William Schutz. En 1975, a medida que aumentaba su reconocimiento internacional, Feldenkrais inició la segunda formación de instructores en San Francisco con un grupo de sesenta alumnos. En 1980 empezó la tercera formación en Amherst, Massachusetts, con más de doscientos treinta alumnos de quince países. Desde entonces su trabajo no ha dejado de divulgarse y en la actualidad hay más de diez mil profesores del Método Feldenkrais en más de cuarenta países.

Cuando a principios de 1974 llamé a su puerta sin previo aviso, tuvo la generosidad de permitirme acudir a su consulta durante varios meses para observarlo trabajar con sus alumnos. Nunca utilizaba la palabra «paciente» porque consideraba que enfatizaba la patología de las personas; él prefería hacer hincapié en su potencial de aprendizaje. Lo que presencié durante esos meses no fue menos sorprendente que lo que había visto el año anterior en Berkeley: una mujer con esclerosis múltiple fue capaz de abandonar su bastón, varios americanos con la médula espinal lesionada pudieron cambiar su silla de ruedas por un par de muletas, un niño israelí de siete años que nunca había podido abrir el ojo izquierdo consiguió abrir y cerrar los dos ojos a la vez, un chelista alemán que había sufrido un accidente cerebrovascular aprendió a usar de nuevo el brazo y una joven austríaca con parálisis cerebral logró aprender a caminar. Tuve el privilegio de estudiar con Feldenkrais hasta que falleció en Tel Aviv en 1984 y hasta el día de hoy sigo siendo un fiel seguidor de sus ideas.

El legado del doctor Moshe Feldenkrais tiene el potencial de ayudar a millones de personas que padecen dolores, dificultades de movimiento y discapacidades neurológicas, así como también a artistas del espectáculo y deportistas que aspiran a mejorar sus habilidades. En este prólogo, solo he mencionado unas pocas aplicaciones y repercusiones de su trabajo. Creo que algunos ámbitos, como la medicina, la fisioterapia y la psicología, tienen mucho que aprender de sus métodos y teorías. Albergo la esperanza de que la publicación de este tan esperado e importante libro contribuya al reconocimiento de sus originales e innovadoras ideas y al análisis crítico que se merecen y de que los lectores sepan apreciar este pequeño volumen que, no obstante, es grande en visión y perspectiva.


DAVID ZEMACH-BERSIN,

INSTITUTO FELDENKRAIS DE NUEVA YORK Y DOYLESTOWN
PENSILVANIA, MARZO DE 2010

Introducción de la editora

El último libro escrito por Moshe Feldenkrais tiene un título muy sugerente: La dificultad de ver lo obvio. El título hace referencia a la dificultad de comprender la importancia de la autoorganización aprendida, hasta que el cambio de perspectiva sugerido por Feldenkrais la pone en evidencia. El paso de lo inaprensible a lo obvio podría ser también una descripción idónea para el proyecto de este libro. Cuando me surgió la idea de publicar esta colección de artículos, de inmediato me pareció evidente que este volumen habría de ser un aporte fundamental. Estos artículos nunca se han dado a conocer públicamente, a pesar de que incluyen algunos de los textos más inteligibles de Feldenkrais. Esta obra reúne todos los artículos escritos por Feldenkrais y las entrevistas relacionadas con el Método Feldenkrais® que se han publicado en inglés.[1] Abarcan el periodo comprendido entre 1964 y 1981. Algunas de las entrevistas se publicaron posteriormente pero las entrevistas reales se hicieron en ese periodo de tiempo. He incluido historias breves en cada una de ellas y, cuando me pareció oportuno, una pequeña presentación de los editores y los entrevistadores. También he añadido algunas notas en los artículos con el propósito de ofrecer material de referencia adicional.

En los textos recopilados en este volumen, Feldenkrais nombra a muchas personas, entre ellas famosos políticos, artistas o científicos y otras figuras destacadas conocidas por los alumnos de Feldenkrais de aquellos tiempos, que pertenecían a una subcultura particular. Cuando lo conocí en 1976, no había una sola persona en sus clases de formación que no conociera a G. I. Gurdjieff, F. M. Alexander o Jean Houston; todos ellos muy importantes para Feldenkrais.

Actualmente, cuando los nombro frente a mis propios alumnos del Método Feldenkrais o menciono a alguna otra persona que fue fundamental para mí cuando era joven, descubro que la mayor parte de mis alumnos jamás ha oído hablar de ellos.

Esta experiencia desconcertante de ver cómo las personas importantes de la cultura de tu época prácticamente desaparecen para la siguiente generación me trae recuerdos del año 1983, cuando viajé a Israel para estudiar con Feldenkrais. En aquel momento se estaba recuperando de un ataque cerebral y trabajaba a tiempo parcial. Se dedicaba a reeducar únicamente a dos o tres personas por día con sesiones prácticas individuales de Integración Funcional. También estaba escribiendo su autobiografía. Él la redactaba a mano y luego yo la copiaba en el ordenador. Muchos de los nombres que mencionaba eran desconocidos para mí, y era bastante frecuente que fuera a hablar con él para que me aclarara algunas cosas. Feldenkrais se sorprendía de que no estuviera familiarizada con muchas de las figuras históricas que él citaba. En aquella época yo tenía veinticinco años y nos separaban más de cincuenta –y un montón de historia–. De cualquier manera, estaba preocupado por mi falta de información. Por las tardes solía reunirse con otros alumnos del Método a quienes recibía sentado junto a la mesa y enfrente de su biblioteca personal, que ocupaba toda una pared. Lo recuerdo perfectamente en aquella sala, poniéndose de pie para ir a buscar un libro con el fin de añadir un comentario o esclarecer un tema determinado, hablando por teléfono en cuatro idiomas, señalándome cualquier posición o actitud a la que yo me hubiera apegado en exceso, moviéndose incesantemente incluso cuando estaba sentado... Intrigado por mis lagunas sobre aquellos datos históricos, preguntó a los demás estudiantes si conocían a esas personas y descubrió que yo no era la única que ignoraba su existencia. A partir de entonces, comenzó a trabajar conmigo a regañadientes para agregar un poco más de contexto a algunas de las figuras históricas que citaba en su autobiografía.[2]

El tiempo pasa, y un personaje destacado de una determinada generación en la siguiente puede convertirse en una nota al pie de página. Al editar este volumen experimenté una sensación de déjà vu; tuve la certeza de que estaba continuando un proceso que había iniciado de la mano de Feldenkrais hace mucho tiempo en Tel Aviv y, al mismo tiempo, sentí el paso del tiempo sobre mis espaldas, pues alguno de los grandes nombres de mi propia juventud también requerían ahora una aclaración a pie de página.

Este libro contiene las descripciones más concisas de Feldenkrais sobre su Método. Los dos primeros artículos –«La expresión corporal» y «Cuerpo y mente»– son especialmente completos y en ellos aborda con lucidez muchos aspectos de su teoría e intercala pequeños ejercicios que sirven para concretar las ideas expresadas. En «La expresión corporal» desarrolla ampliamente sus conceptos sobre la autoimagen, un tema central de su trabajo. El artículo incluye también la exposición más detallada del concepto de reversibilidad aplicado al movimiento que se pueda encontrar en toda la obra de Feldenkrais. En «Cuerpo y mente» expone sus argumentos sobre la unidad funcional que forman cuerpo y mente y se ocupa específicamente de explicar su trabajo en ese contexto.

Todos los artículos abordan el tema del aprendizaje y destacan el hecho de que la capacidad de aprendizaje humana es nuestro mayor desafío y, a la vez, nuestra mayor esperanza. El aprendizaje es el tema principal de la entrevista de Will Schutz, «El movimiento y la mente», y también de la ponencia «El hombre y el mundo». Ambos enfocan el tema del aprendizaje desde distintos ángulos y exploran la extraordinaria capacidad del sistema nervioso humano para adaptarse y aprender. El artículo «Sobre la primacía de la función auditiva» profundiza en uno de los aspectos del proceso de aprendizaje, investigando la relación de la función auditiva con el desarrollo de la orientación espacial.

Uno de los artículos más cortos del libro es «Sobre la salud», un texto maravilloso en el que Feldenkrais expone sus ideas sobre qué significa estar sano en el más amplio sentido de la palabra. Estos temas se vuelven a abordar más detalladamente en «La realización personal a través del aprendizaje orgánico», texto un tanto confuso que ha sido editado diestramente por Mark Reese.

Otro gran tema recurrente a lo largo de este libro es la importancia de la toma de conciencia y su definición. En la conversación que mantiene con Aharon Katzir, que Carl Ginsburg editó con gran habilidad, Feldenkrais desarrolla sus primeras ideas sobre la conciencia y el aprendizaje. Estos temas ocupan una posición destacada en la entrevista realizada en 1973 por Edward Rosenfeld: «El cerebro: el sueño, la conciencia, la toma de conciencia y el aprendizaje».

Este libro pone de manifiesto la pasión que Feldenkrais sentía por su trabajo. Para el lector que no haya tenido ninguna experiencia con el Método Feldenkrais puede ser complicado deducir de qué manera se lleva a la práctica. Por este motivo, se han añadido algunas fotos en las que se le ve realizando su trabajo. Además, el primer artículo propone específicamente al lector que realice algunos movimientos con el propósito de que pueda incorporar y asimilar las ideas expuestas.

Recomiendo especialmente a los lectores que se tomen el tiempo necesario para realizar los ejercicios propuestos, ya que su ejecución seguirá siendo útil a lo largo del libro. Hay dos artículos que se ocupan de la práctica del Método de un modo más específico: «Autoconciencia a través del Movimiento» y «Una entrevista con Moshe Feldenkrais». El primero es una versión de un folleto que Feldenkrais utilizó en su instituto de Tel Aviv para iniciar a sus alumnos en la comprensión de su Método. La entrevista de The Sun tuvo lugar después de que los entrevistadores presenciaran una sesión práctica; por este motivo muchas de las preguntas se centran en los razonamientos de Feldenkrais durante una sesión de Integración Funcional.

Dos entrevistas se ocupan de la importancia de las ideas de Feldenkrais sobre el mundo del teatro. Richard Schechner, un conocido director teatral, lo entrevista en «La imagen, el movimiento y el actor: recuperación de la potencialidad». Esta entrevista incluye conversaciones sobre la autoimagen, la neutralidad y la reversibilidad aplicadas a la interpretación. Cuando estaba preparando el libro, me puse en contacto con Schechner y me hizo llegar un recuerdo entrañable de la época en que conoció a Feldenkrais; lo he incluido al final de su artículo. La entrevista realizada por la profesora de teatro Joanna Rotté, «Un nuevo enfoque al Método Feldenkrais: tensión, talento y legado de la infancia», toma un rumbo distinto, e igualmente interesante, donde se hace hincapié en el talento y su desarrollo, entre otros temas.

«La extraordinaria historia de cómo Moshe Feldenkrais llegó a practicar judo», realizada por Dennis Leri, acaso sea la entrevista donde el estilo y la personalidad de Feldenkrais brillan con más claridad. Leri lo conocía muy bien y le dio todas las facilidades para que desarrollara ampliamente su historia. El resultado es una narración magnífica y una ventana a través de la cual se puede ver a Feldenkrais disfrutando de la charla en un ambiente relajado.

Tomados en conjunto, los artículos y las entrevistas son mucho más que la suma de sus partes y forman una unidad diversa y llena de texturas. El texto ofrece diferentes enfoques del Método para facilitar su comprensión a todos aquellos que no estén familiarizados con las ideas de Feldenkrais y, al mismo tiempo, proporciona amplia información para que puedan estudiarlo en profundidad quienes estén realmente interesados en su trabajo.

Este proyecto ha recibido la ayuda y el apoyo de muchas personas que han ofrecido generosamente su tiempo y su experiencia.

En particular, desearía agradecer a David Zemach-Bersin, cuyo conocimiento de los detalles específicos de la vida y el trabajo de Feldenkrais ha resultado ser muy valioso para la creación de este libro, que me haya acompañado en este proyecto. Por otra parte, el apoyo constante de Dennis Leri y sus contribuciones sobre una amplia variedad de temas han sido de gran ayuda. Agradezco la generosidad de Lea Wolgensinger, que me facilitó muchas de las magníficas fotos de su padre que han enriquecido el libro.

También me gustaría recordar a Michél Silice Feldenkrais, que apoyó este proyecto en sus inicios, antes de su trágica y prematura muerte. Mi reconocimiento a su viuda, Zipora Mandel Silice, por su amable participación. Quiero agradecer especialmente a la Federación Internacional Feldenkrais por autorizarme a incluir en el libro las fotografías tomadas por Bob Knighton.

Deseo expresar mi gratitud a las siguientes personas por distintos tipos de ayuda y consejos a lo largo del camino: Arlyn Zones, Miriam Pfeffer, Eleanor Criswell, Carl Ginsburg, Carol Kress, Kaethe Zemach-Bersin, Donna Ray, Cathie Krieger, Bruce Silvey, Joanna Rotté, Sasha du Lac y Falk Fedderson.

Quiero dar las gracias también a Deirdre O’Shea por la competente ayuda editorial que me ha brindado y a Hisae Matsuda por su paciencia y comprensión como editor del proyecto en North Atlantic Books. Por último, dar las gracias a mi marido, Rafael Núñez, y a mi hija, Aliana Núñez-Beringer, por crear ese mundo acogedor al que regreso cuando termina mi jornada laboral.

Elizabeth Beringer,

San Diego, California,

mayo de 2010


[1] Hay indicios de que pueden existir otras, pero hemos hecho una búsqueda exhaustiva y no hemos encontrado nada más.

[2] Desafortunadamente, Feldenkrais falleció cuando esta autobiografía era solamente un borrador, de manera que nunca se publicó.

1ª parte

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