Lejos de todas partes (1978-2018)
Primera edición digital: abril, 2019
© Carlos López Degregori
© Universidad de Lima
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Fotografía: Retrato del que escribe sus retratos”, Herman Schwarz
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Versión e-book 2019
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Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial.
ISBN 978-9972-45-485-1
Índice
Prólogo
El oído que se interna en la pared
Un buen día (1978)
Un buen día
Cualquier día una mano nos detiene
Hablábamos del mar
Loraine
Lengua y Pájaro
Y ahora que todo ha terminado
He regresado al mar
Las conversiones (1983)
A QUÉ SONARÁ UNA VOZ
A qué sonará una voz
Canción de la taza de leche
Canción de las sábanas sucias
Canción del carbón y los soldados
Huésped de la habitación siempre contigua
LAS CONVERSIONES
Y decidí remontarme al ruiseñor
Cuerpo en un tonel
Canto de cigarras en la aurora
El oficio el deseo el maleficio
Poema de las conversiones
El buen ladrón
Escrito en un árbol
Tres manzanas
Ceremonias
EL POZO
Una casa en la sombra (1986)
ESTE REINO INFERIOR
La nodriza
Una cabaña inaccesible
Este reino inferior
EL TALENTO Y EL POETA
El oficio el deseo el maleficio
Venganza de la poesía
Visitas al hotel Pascal
Cementerio de perros
El talento y el poeta
CAMPO DE ESTACAS
LOS LUGARES PROHIBIDOS
El asombrado
Los lugares prohibidos
Los irracionales
Este reino inferior
La piedra en la cabeza
Matrimonio en el polvo
Contra la autobiografía / Homenaje a Fernando Pessoa
UNA CASA EN LA SOMBRA
Una casa en la sombra
Cielo forzado (1988)
ARTE DE LA PESTE
NO TE LEVANTES HOY CENSOR
La siesta
Noche de crecida
En legítima defensa
Protocolo de autopsia
No puedo ser un héroe de la patria
Caja romana
De lo bueno si breve
En una estación del sur de Chile
Regreso a Paracas
Casa de figurantes
Las calaveras
TARDE DE CASTIGOS
LOS DESVANECIDOS
Asunta
El talento y el amor
La Lobera
El testamen de Amelia
Cruces de la carretera
CIELO FORZADO
Pequeña ronda negra de juramentos
99 púas
Aguas ejemplares
Cielo forzado
Guardián oscuro de saliva
El amor rudimentario (1991)
UNO
El guardián
Mujer del viento de la una
Plaza de Santa Ana
Donde están juntos el poeta y la portera
Sin término y sin causa
Desmerecimientos
Sutzura
Plaza menor
Lucema
TRATADO IZQUIERDO DE LAS PASIONES
I O una sombra improbable de amor
II En marzo en febrero en enero
III Contra toda esperanza
IV Días de mayo y junio
V El vuelo silencioso de los perros
VI Bajo los arrayanes
VII A por hacia
VIII Las cigüeñas que nos han estado visitando
IX La guarida
DOS
Donde el sur termina
Limbo
Un granizo muy blanco
Río grande
Tema para percusión
En blanco
Lato sinistro
Las hilanderas y el verano
CAMINO DE HERRADURA
Un ómnibus de plata
Las edades verdaderas
Camino de herradura
Ninguna flor o venda o frasco de inútil medicina
Y se viste al fin de harapos y cortezas
TRES
Flor pequeña con garfios y azul o amarilla
He regresado al mar
Torva canción de las lilas
Comprobaciones
El amor rudimentario
A quien debemos temer (1994)
A QUIEN DEBEMOS TEMER
SOBRE EL BRILLOR TODAVÍA DE
La ladera
El árbol
La justificación
La cita
La boda
El aviso
La espera
SIEMPRE ES AL SUR
Cuesta de los Lagartos
Donde el tren se llama nieve
Latas y estrellas
Las tres doncellas
Siempre es al sur
Aquí descansa nadie (1998)
NIEVES Y CICATRICES
El vértigo
De ir y regresar viven mis manos
Cicatrices
Huidas
El Año de los Hielos
En grandes letras de oro
Esas voces que se escuchan en la noche
Fue en septiembre con el frío
Nieves
NUESTRA SEÑORA DE LOS LOBOS
Una noche el autor se encuentra con Remedios
Para llegar a la casa de Antonia Hareazkoa
Nuestra Señora de los Lobos
AQUÉ DESCANSA NADIE
San Lázaro
Al mar que igual me llevará
En una anticipada despedida
Unas tan frágiles estrellas
El poeta de mil años
Retratos de un caído resplandor (2002)
EL NIÑO CIEGO
Retrato del caído resplandor
El niño ciego
El frasco del aliento
Los ojos que ganas y pierdes cada noche
Retrato del niño ciego y de Purísima
Retrato del santo mar
Último retrato con Purísima
FULGORES Y RETRATOS
1 / CRISTALES
Retrato abrasado del que espera
Retrato de la luna desamparada y de Miranda
Retrato del Poeta y Roxanna y la higuera
2 / VENENOS
Primer retrato de Fulgor
Los tres venenos
La mano invisible que esto escribe
El hilo negro
Humo y guardapelo
Retrato de su nombre de amor
Retrato de Aldana entrando por los pies
3 / CLAVOS
Retrato con un martillo y una sierra
Retrato de su amor de beber
Retrato al fin del mar
Retrato del que escribe sus retratos
Retrato de sus muertes de amor
UN CAÍDO RESPLANDOR
Un ardor desconocido
Cada noche salto al cielo
Retrato del que regresa
Retrato de la vida que te escribí
Último retrato
Flama y respiración (2005)
FLAMA
Voces
Toda la noche hablaste con los árboles
Pasó silbando el viento rojo
Santa o niebla
La retribución
HISTORIAS DEL PÁJARO RELÁMPAGO
El rostro
Yo Hacedor
El río oscuro
El Pájaro Relámpago me enseña a hablar
En esta nuez
Lumbre
La Giganta
Flama y respiración
Algarabía
Ardicia
Leyenda
RESPIRACIÓN
Bala
Como decir mi espalda
Herida de tu herida
Una mesa en la espesura del bosque (2010)
PEQUEÑO ANIMAL DE ALIVIO
Pequeño animal de alivio
Aguas subterráneas
Como el más largo y solo camino
El molino
Los Simblegadios
SOL CON EL DON DE MATAR
Los ojos de agua
La impregnación
Faros
Nupcias
La primera mentira
La inmovilidad
Espejo de mi paciencia
Dormir en esta caja
Como si fuera todas las olas
Escrito en un árbol
Sol con el don de matar
A MANO UMBRÍA
Autorretrato con girasol
La ciudad de las tijeras
Pulsos
Cazar truenos
Niña y Minotauro
Álbum vespertino
Un íntimo fuego
Arrojo
Unos guantes de cabritilla
LOS ESCONDITES
Autorretrato con hermano imaginario
Sardonia
Los escondites
UNA MESA EN LA ESPESURA DEL BOSQUE
De cuántos años
Una barca de piedra
Asimetrías
Una mesa en la espesura del bosque
Calle de los animales
La espalda es frontera (2016)
LINDEROS
Después del diluvio
Fuentejoven
La voz pedregosa de Franz Kafka
Siete meses como Bruno Schulz
La verdad enfática de un gesto
Mi miembro de lana
Ama de todas mis almas
ESPIRAS
I
Monosílabos
Tebas
Con el viento gallo
Antena
Palmira
II
Un ramo de flores metálicas
A Mayor Gloria del Sol
El sol mendigo
III
Madre del vinagre
Un hoyo como mis ojos
En la luna de estaño
Asintonías
Declinaciones en el jardín
Dos Madrastras
Una voz salida de los Vosgos
DESFILADEROS
Barca con tres remos
Si encontrara una moneda
Máquina respiratoria
Esquema canónico
La espalda es frontera
Temblor de Judas (2018)
Un pozo y un diente
Línea de flotación
Media Hogaza
La ruta de la seda
Temblor de Judas
Clausura
Siempre es al sur
Epílogo
La poesía de Carlos López Degregori: invitación a una relectura infinita / Camilo Fernández Cozman
Bibliografía
A Roxanna
Prólogo
El oído que se interna en la pared
Esto podría ser un diario:
mi entrada al olvido o a una minúscula posteridad
cuando llegue
el momento de las pruebas.
He escrito poco o mucho en estos años.
Han cambiado mis palabras.
Afuera
alguien
a quien nunca he visto
y no conoceré
barre un amor legendario.
Quiero dedicarle a esa persona
y su escoba
este verso final:
tengo fiebre en mi mano izquierda.
CLD
El 14 de diciembre del 2017, cuando cumplí sesenta y cinco años, mi hijo me regaló la fotografía que abre estas páginas. Veo el claroscuro de mi rostro con un gesto impreciso y unas palabras que lo velan y atraviesan. Veo una existencia —o muchas que han llegado a ser innumerables— y una identidad trizada, esquiva. Y, detrás de la pared en la que se interna el oído, los murmullos de todos mis poemas que sobreviven en este único libro: Lejos de todas partes. Él es mi insistencia y mi designio.
No se elige escribir poesía. Ella surge como una fatalidad y una manera de estar en la realidad y el lenguaje. En mi caso llegó por primera vez en 1969, cuando terminaba la secundaria, y siempre ha encontrado la forma de reaparecer. He vivido obsesionado por el tiempo y los números. Casi podría decir que soy un pitagórico que se asoma a un espejo empañado y deforme para descubrir cifras decisivas o intrascendentes. Hace cincuenta años escribí mi primer poema que destruí a los pocos días. Hace cuarenta años publiqué Un buen día. Hace veinticinco años que apareció la edición primigenia de Lejos de todas partes que reunía mi poesía hasta esa fecha. Si sumo el cinco y el dos obtengo el siete que es el número exacto de la síntesis. En él se abrazan el tres y el cuatro. Tres tiempos, tres rostros, tres mundos, tres personas que se precipitan en cuatro elementos, cuatro humores, cuatro estaciones en los cuadrantes del año, cuatro puntos cardinales que en realidad son un único vórtice: el sur, siempre el sur.
Esta nueva edición presenta algunas modificaciones. He desechado cinco poemas de Un buen día y algunos de Flama y respiración que aquí aparece reordenado. En el primer caso se trata de poemas imperfectos; en el segundo de una mirada y un tono en los que ya no puedo reconocerme. Todos mis otros libros aparecen completos y recuperan además su estructura original. En algunos textos he introducido cambios: son supresiones que no traicionan el aliento original y que a mi juicio ajustan el poema. Ahora sí puedo decir que ya no volveré a este libro. Esta es la versión que entrego como una forma de testamento.
El título, escribí en la primera edición, apunta al extrañamiento, al diseño de un(os) mundo(s) lejos de todas partes poblado de formas y presencias borrosas. Es una lejanía biográfica, existencial, histórica, ideológica, poética: un exilio al que estoy condenado y que estas páginas atestiguan.
Lejos de todas partes
el único libro de poemas que he escrito durante cuarenta años
y que debo ya cerrar
tengo fiebre en mi mano izquierda
CLD / 30 de agosto del 2018
Un buen día
(1978)
UN BUEN DÍA
1
Un buen día
Nos descubrimos en el agua
Y decidimos nacer muy lentamente
Y estamos o no estamos
Nos buscan
Nos preguntan
Presencia sospechosa una visita
Alguna llamada para nadie en el teléfono
Y dónde
Dónde nos habremos metido acaso sin saberlo
Tal vez en el jardín jugando a las estatuas
O extraviando nuestros cuerpos en la calle más lejana
Un destino mejor
Una palabra
2
Un buen día
Nos descubrimos en el agua
Y elegimos una mano
Un ojo un cabello
Hablamos con Casandra
3
Casandra
El juego ha concluido
Y ya la hiedra guerreros unos años
Subieron hasta la ventana más alta de la torre
Tejiste profecías que aprendimos a leer
En la dura persistencia de tu cuerpo
Y a cada cual su propia historia
Su propio mar oscuro
Engaño enfermedad
Destierro y gallo negro
Resulta que ahora el fuego nos aturde
El agua no nos limpia
Ni convierte
CUALQUIER DÍA UNA MANO NOS DETIENE
cualquier día una mano nos detiene
un toque muy discreto
apenas un chasquido dibujado
con la punta de los dedos
la seguimos
y aún no hay preguntas
(ella puede ser muy amable al comienzo)
pero ya no habrá más tiempo
para terminar con el café
regresar del trabajo contando nuestras llaves
o amar una mujer
un cortaplumas
tal vez una sospecha
cualquier ojo en la ventana dispuesto a delatarnos
cierta marca que llevábamos
aunque nosotros no la vimos
y sucedió
la mano se dio vuelta
jugó a interrogarnos
después nos estranguló y borró todas las huellas
es posible
HABLÁBAMOS DEL MAR
Hablábamos del mar
De su final en el punto donde se estremecen las linternas
Y se confunden vertiginosos los peces moribundos
con los navíos y los hombres
Y dijo Usted que así sería
Que todo estaba ya en la escritura de las olas
Porque así es el designio fatídico del agua
El paso de los siglos
De las islas
Hablábamos del mar aquella tarde
La justa
La soleada
En que Usted concluía sus escritos
Y viendo finalmente su trabajo propuso celebrar
Seguimos entonces por la línea de la playa
Hasta el recinto lustral de la taberna
Ningún presentimiento
Ningún vuelo de lanza o pájaro agorero
Oscureció el vino y las muchachas
Del resto de la historia me enteré por los periódicos
Por las noticias de un viejo transeúnte que lo vio
bajo la sombra de dos encapuchados
Entonces supe que su libro no aparecería
Que empezaba ya a sentir en las regiones de la piel
Un pequeño mar cadalso
Mar olvido
Mar hoguera
LORAINE
Podríamos estar sentados en Loraine
La noche calza botas
Y afuera ningún pez
Tampoco un pájaro
O afuera muchos pájaros y peces
que se han estado incrustando en la ventana
Y podríamos
Remontar las amplias huellas de la noche
Para intentar de nuevo el artificio
Hubo el designio de algún pez
También un pájaro
Hubo la noche bebiendo silenciosa con nosotros
Y la posibilidad que comenzaba con un ruido
Unas luces
Loraine sitio impreciso
Repetición inaudita de las cosas
A veces son hostiles
Pero a veces son un cuerpo que va adquiriendo simetría
Y entonces el rostro es a tu frente
(La noche y sube el pez)
O a tu espalda
(La noche y sube el pez
Desciende el pájaro)
Y el rostro es a tu frente a tu espalda
A tu costado
Y así podríamos estar sentados en Loraine
La noche calza botas
Afuera muchos pájaros y peces
que se han estado incrustando en la ventana
O la posibilidad no estuvo nunca
Un engaño simple
Un viejo truco de tahúr
Montado por el secreto de sus manos
Afuera ningún pez
Tampoco un pájaro
La noche jamás pasó con botas
Loraine no existe
Una fuga que difícil perseguimos
Se acumulan los sonidos
Y de pronto estallan
Se interrumpen
Pero podríamos
Sentarnos de nuevo en Loraine
Esta vez en otro espacio
En alguna improbable dirección imaginaria
Y volverá a calzar botas la noche
Habrá el designio de algún pez
También un pájaro
LENGUA Y PÁJARO
perdiste en una palabra la verdad
y desde entonces dices lengua
aunque quisieras decir lengua
pájaro
porque ya no puedes decir pájaro
Y AHORA QUE TODO HA TERMINADO
Y ahora que todo ha terminado
Ficción última
El mar ya sin leguas en su viaje a todas partes
Un sello en la entrada de la casa
Toco y me dicen que no estoy
Que nunca estuve
Creí partir un poco como todos
Y mi rastro no alcanzó a la puerta o la ventana
Creí regresar y ya no había nadie
Abolidos todos por mi historia y sus fantasmas
Sus prisiones sus tatuajes
HE REGRESADO AL MAR
he regresado al mar
únicamente a descubrir que ya no dejo más huellas
en la arena
la misma playa insomne con su bosque entre las rocas
el combate secreto del viento del agua de los pájaros
y yo
caminando sin pies a esa parte
donde jamás llegan los bañistas
allí tendré que estar
tal vez dormido
enterrado hace mucho
(¿recuerdas?)
en la arena
Bogotá, 1975-1976
Las conversiones
(1983)
A qué sonará una voz
A QUÉ SONARÁ UNA VOZ
A qué sonará una voz que nadie oyó durante años.
A nada sonará.
Y es probable que ya no sea voz,
guarde palabras de un idioma que no existe
y multiplique
charcas, errores, mataduras.
Te atormentara.
Perdieras lo sabio
perfecto de escribir:
tu bosque,
tu pozo
al centro de la tierra.
Y trocaras un año entero por la voz:
los dedos por la mujer que gime en cañerías,
el pie por el que afila y afila implacable,
todo por la rueca, el cepo, el organillo.
Y eso fue la voz.
La seguiste dispuesto a sucumbir
si así estaba escrito:
el oído que se interna en la pared,
el ruido que sale de la boca
y todo lo hace trizas.
Y por un momento tú temblaste
porque al fin la alcanzabas
y torva,
sucia
era solo voz.
Voces articuladas al revés.
Voces en falso de centinelas
y de estacas.
Murmullos para el último vidente,
cráteres,
lenguas reventadas.
Y nada dicen porque tardan un segundo.
Y nada porque suenan miles de años.
CANCIÓN DE LA TAZA DE LECHE
En alguna parte queda algo que la leche me recuerda
Y nunca porque es limpia
o es blanca
Y nunca porque puede derramarse
Gotas y gotas litros un charco
Una taza anterior a toda boca
Una elegía incomprensible
De algo que no recuerdo estoy cantando:
de la leche
Y nunca pude ignorarla cuando hervía
Desayunar salir al fin
CANCIÓN DE LAS SÁBANAS SUCIAS
Solo un ojo para el mar
Solo un monte
una maleta
una cama
Una historia única de cíclope
Será perfecta cuando llegue a conmovernos
Cuando irrumpa a mediodía
con el mar
Y nos encierre
o imagine
Estoy desde ayer en mi cuarto de hotel
Desnudo
vencido de antemano
Y canto sobre el puro coincidir
Disloco
sustraigo
sacrifico
Con lo que aún poseo de vigilia
Lo que guardo de sabiduría
o asombro
Yo el inmóvil continuo de las aguas
Yo el visible a través
El hombre del cianuro
El huésped de la habitación
siempre contigua
Y la maleta prueba que es verdad
Y la cama prueba que mi cuerpo
está más sucio que las sábanas
Y todo es cíclope
y ojo
Y todo se encamina
Mar
a mediodía tú vendrás
Entonces cederé
Me cortarás en dos con la montaña
CANCIÓN DEL CARBÓN Y LOS SOLDADOS
Siete soldados en fila
y de plomo
Siete aunque los cuentes
siempre siete
Y ya estoy decidido
si me van a fusilar
Escuchen mi risa
de miles de carbones
Que ya tizna la luna
(Para Edgar O’Hara)
HUÉSPED DE LA HABITACIÓN SIEMPRE CONTIGUA
El huésped y a sus pies
vigila una lámpara de aceite.
Un piano suena en la otra habitación.
Un pájaro chilla.
Un tambor.
El mundo cruje, se deshace.
Fue ayer después del gallo,
después de quemar con leña verde
a la bruja en la plaza,
después del sacrificio inútil del cometa.
Y ahora
a quién decirle que tal vez me equivoqué
y perdido, falso, desollado
a quién decirle nada.
Mejor beban beban compañeros
revienten esa lámpara
y nombren, vociferen purgatorio.
Nómbrenme.
Ni duermo ni no duermo
ni pienso
ni siquiera me resigno.
Pero ya no quiero oír los redobles del tambor
ni al piano a cuestas con mi cuerpo
ni al pájaro en brasas que vuela por el cielo
Las conversiones
Y DECIDÍ REMONTARME AL RUISEÑOR
Y decidí remontarme al ruiseñor
para que la vida surgiese con el canto.
Ruiseñor que no soy
que no seré.
Pájaro limpio y perfecto en el bosque,
hermoso como una chispa entre las fieras.
Y no pudiste ser otra mi canción
aunque ahora discurras sin la justeza de otro tiempo
desgastada por poetas,
los árboles, los labios.
Ruiseñor melodioso:
voz sacrificada en el verano
como nunca
más sangre no fatigó el corazón.
Y mis años
veintiséis
iguales a tu canto,
iguales a una tarde calurosa
en la que el único riesgo era contemplarse.
Pero tu canto no importó.
Y luego ni tu canto
sino que eras aire
y el aire el pánico que tenía a respirar
porque todo marcaba un veinticuatro de febrero.
Ruiseñor
ya talo el bosque.
Multiplico, convoco al hechicero.
Construyo una jaula o una cama.
Y es probable que te clave
allá en Roma,
me haga viejo de escuchar.
Te ciegue para hacer más hermosa la canción
o fabrique un simulacro:
un pájaro mecánico que estalle
ante un emperador reblandecido.
Pero decidí remontarme al ruiseñor
y es lo importante.
Aunque veintiséis años no surgiesen limpios
y todo terminara en un pájaro ceniza,
en una jaula vacía,
en una cama.
CUERPO EN UN TONEL
Guardó la luna en un tonel
y un poco de semen y un cabello
Y los guardó con el mar de hace un mes
esperando la disolución total
o un milagro
Vean
les dijo ayer a sus amigos
introduzcan las manos en el agua
y no crean jamás en lo que estrechen
o limítense a creer
Pero cuídense del cuerpo que ya sabrá moverse
que los ate con su único
larguísimo cabello
CANTO DE CIGARRAS EN LA AURORA
En nada me parezco
En nada y nada fui disminuyendo
y ella acabó por encerrarme
en este cuarto
Así aprendí con el tiempo a cantar
y ahora soy todas las cigarras
Sea perpetuamente mi canción
Quede como una estatua o marca de las lenguas
Un murmullo intolerable:
Ella también envejeció
Ahora extiende su llamada por cien años
y muda
tarda la noche entera en mover uno de sus dedos
EL OFICIO EL DESEO EL MALEFICIO
Te extraño cuervo
y vinagre cuerpo olla
paso la noche entera
extrañándolos
Vengo y no vengo
me transformo próximo
sagrado
asedio hasta el límite
y te reduzco cuervo hasta el principio
te hiervo con vinagre
y te lo doy
cuerpo que tiemblas que sudas
a beber
Pero nunca cicatrizas
POEMA DE LAS CONVERSIONES
Te convierto en pórtico de fuego
Abierto a centro que no conozco de mi casa
Voraz
Siempre destilando
Y de fuego eres viento que oficia entre los muebles
El mar en cada gota que derramo de mi vaso
Te convierto en grulla o tambor
Una rosa que brota en la pared
O una que solo crece subterránea
Y a cada redoble aprendes a formarte
Te haces manos que pueden respirar
Piernas que huyen o te acercan
Ombligo sexo cabellera
Y en tu cuerpo custodias el amor
Y es un bosque me pierdo me sé todos los árboles
O es vino
Es arena
Y perfecta convertida declinando
Entonces te fundas en un reino indescifrable
Y eres la que llena la casa de ceniza
La que pende oscura de los labios
Golpeamos con una bota cien veces la pared
Clavamos los muebles en el piso para que sean perfectos
Inmortales
Nosotros mismos nos clavamos
Pero no hay clavo ni sueño más inútil
Y no hay conjuro que te vuelva mi grulla mi tambor
Ni fuego para el fuego
O para el agua
Te convierto en lo que no puede convertirse
Te regalo una sencilla eternidad
Encerrada para siempre en una cáscara de nuez
En la botella que guardo en el armario
Y tú me miras con tus ojos en el vidrio
Y tú ya no me miras ni siquiera tienes ojos
Ciega e inútil en lo que guardabas para ti
O la sapiencia
EL BUEN LADRÓN
La cabeza que vigilaba de tu mano.
Cabeza de mirada digital,
de quién sabe qué piedra qué historia.
Tenía un árbol en la frente
y era tu secreto.
Un círculo donde siempre te perdías
para regresar húmeda, descalza.
Toda la noche relumbró,
saltó furiosa en cada uno de tus dedos.
Y en el amor te gritaba
mi señora del follaje,
señora de los yerros
evadida del anillo,
señora mojada buscando insomne sus zapatos.
No hay amor que no invente transgresión.
No hay tu cuerpo
si hay anillo,
si después buscamos los zapatos.
No hay destino que no principie con un robo.
Primero quise venderlo o empeñarlo.
Lo arrojé a un pozo y regresó.
Lo enterré en el jardín
y al día siguiente había un árbol.
Yo soy el buen ladrón, el que roba sus anillos
y los ofrece a la paciencia de los árboles
por aquella que no vuelve.
ESCRITO EN UN ÁRBOL
Fue mi primer árbol verdadero.
Y lo recuerdo
hermoso aún temblar
la tarde que estrenaba mi navaja.
Quién no grabó en un árbol el amor
y venció alguna vez
creyendo en unas pocas inscripciones.
No es más de lo que sabes.
Y esto escribo guardabosques
leñador
antes del hacha:
para que dejes y no te dejes conmover
para que cuelgues limpio al fin
de alguna rama.
TRES MANZANAS
Y por qué se llamaría así este poema
Se llamará porque hay una manzana
Y por una sola vez el cuarto se abrió
Coincidiendo el cuerpo con la fruta
Manzana próxima
excitada
Irrumpiendo como un destino
O un tatuaje
Fruto con fruto hasta tres
Mientras perdía atónito una de mis manos
No creas ciencia
amor
No hay lecho más cruento ni real
Sabiduría que ahora devoramos
Qué puede en el límite uno conceder
Nada
Tres manzanas
Y un poema un muñón de nuevo una manzana
CEREMONIAS
Es solo la mujer que mata una gallina
mientras el gallo y la perra
la contemplan.
Y es el cuchillo que nunca acaba de cortar,
la sangre que rezuma como avispas,
el fogón,
la música de una total carnicería.
A las siete habrá terminado de comer
y se tomará distinta la cabeza
cuando la perra se encargue de los huesos.
Y porque esto escribo amo a la mujer
y soy el gallo, el cuchillo de mañana
y soy también la víspera.
Es la mujer que canturrea en la cocina,
que envejece,
se acuesta y repasa con los dedos
un rosario imposible.
Y no puede dormir porque sueña sólo astillas
y ya nunca dormirá
cuando la perra encienda el fuego,
cuando el gallo y yo giremos
victoriosos.
El pozo
I
Supongo que eres sabio.
Supongo que saliste decidido a caminar
en busca del pozo
de todos los lugares.
Y el cuerpo como un perverso dios,
las piernas vulnerables,
el bastón,
el vértigo anticipado de asomarse
y caer un año entero.
No pienses cabeza
al revés.
Deja que invente este pozo para ti.
Consérvate como el monarca
que recorre estos lugares.
Y porquerizo
guardián
desatando un rastro que no pudieras confundir:
cada imagen incubándose en la fragua
y esperando atónita el anuncio
del machete
para mirarse en dos
y al fin aparecer
inútil
perdurable.
II
Caminaste desorientado varios días.
No importa si fue al sur
o transitando
el mismo sitio como un mulo,
sin otra contraseña que el bastón,
sin otro cortejo que el vocerío de los cerdos
perdido en el lodo
y los dientes.
Reconocerse.
Dejar reconocer.
Llamarlos cerdos
súbditos.
Ofrecerles íntegro el secreto
cuando triunfamos en los pozos
por una sola vez.
Reinar en el brocal, en el fondo, en la cuerda
hasta que fuera imposible tolerarlo:
donde el cetro no es más que una astilla,
donde el cuerpo es más cruel
aún que el cuerpo.
Entonces me dormí
y al despertar flotaba
en el pozo
III
Y así he vivido varios años.
Pruebo con una astilla mi crueldad.
Cuento la misma historia a los cerdos
y ellos sólo gruñen.
A veces alguno sueña comprender
y trata de morderme,
entonces maldigo, vocifero,
me marcho algunos días
pero nada puede
reemplazarme.
Y el pozo está en todas partes:
lo reconozco a mi espalda trajinar,
lo diviso oscuro en el cielo
como una trampa de planetas
o pequeño
exacto
apostado en la palma de mi mano.
¿Qué roba un pozo a lo real?
No pienses cabeza al revés.
No trueques
ni siegues
viejo pozo.
Y caigo con los cerdos
el bastón.
Reino.
Pendo cada noche de la cuerda.
1981, en el vigésimo noveno año de mi edad
Una casa en la sombra
(1986)
Este reino inferior
LA NODRIZA
I
Este es mi cuento
Este es el único que podría ser mi cuento
Y comienza vacío entre los árboles
aguardando cada tarde a quien se deja atravesar
ciego
para contarse en el follaje
Hubo una vez un bosque ennegrecido
Sin hombres tierra
mito
animales
Yo era el guardabosques
aguador
y a cada árbol debía conducir
a tientas
hasta el más negro entendimiento
Cocer la luz
Construir una cabra de madera
¿Y qué luz da un bosque
sino una nodriza?
Este es mi cuento de vinagre
mi preñez
la cabra y aguador que se aniquilan
II
Me decía a mí mismo
¿Cómo puede alguien
acostarse con los árboles?
No pondré un huevo
No frotaré dos trozos de madera
Y si un árbol es bueno
así tendrá que ser
si uno es malo elegiré
entre el guardabosques o la cabra
Cocer la luz
hacer tu nacimiento más sencillo
guardar bosques por milenios
Y una tarde vacía
incendié tu leche de madera
UNA CABAÑA INACCESIBLE
I
Nunca guardé bosques