2015_Giorgione_P13.jpg

Apellido autor, Nombre

Título obra. - XXa ed. - Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.

XXX p. ; 20x14 cm.


ISBN XXX-XXX-XXXX-XX-X


1. Temática xxx . 2. Xxx. I. Título.

XXX XXXX



Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com


Diseño de portada: Justo Echeverría



Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Quiero agradecer a mi familia que me ha brindado apoyo incondicional,

especialmente a mi padre que gracias a él este sueño se ha vuelto realidad,

y a la Editorial Autores de Argentina que han hecho este

magnífico trabajo.

Este libro se lo dedico a mis lectores,

y a aquellas madres fuertes que hacen lo que sea

para sacar a sus hijos adelante cueste lo que cueste.

Introducción

Mi nombre es Danielle Frios; una joven de quince años con una vida normal, pero no siempre fue así.

Estoy aquí para presentarme y darle pie a mi madre a que les cuente mi historia, bueno más bien su historia. Mi madre se enamoró de mi padre, su jefe, pero bueno, no les adelantaré nada, ya ustedes verán lo que sucedió.

Permítanme contarles algunas cosas sobre mí antes de que mi madre acapare su atención y les relate todo desde el principio.

Como dije antes, soy una joven de quince años, rubia y de ojos claros; demasiado parecida a mi padre, Clark Frios, un gran empresario. Mido un metro con sesenta y cuatro centímetros, lo sé, soy un poco bajita, pero eso tiene muchos beneficios, como no tener que agacharse para pasar por ciertos lugares, entre otras cosas. Mi cuerpo es dentro de todo normal, unas buenas curvas y cintura pequeña. Peso cuarenta y nueve kilos pero no crean que es porque hago dieta, al contrario, se sorprenderían mucho al verme comer.

Voy al colegio «Sta. Bárbara» en la ciudad de Los Ángeles. Tengo las mejores notas de toda mi clase, espero poder graduarme con honores e ir a la mejor universidad del Estado.

Mis mejores amigas son Rebecca Liron, una chica de mi misma edad con la que comparto mis clases del colegio. Sus ojos son color verdes y su cabello rizado negro, además de su tez morena; y luego está Claribel Pirson, sus ojos son de un color miel muy bonito, el cual increíblemente hace juego con su cabello del mismo color, lacio como el mío. Ella a pesar de tener mi edad, no concurre a mi clase, sino a otra división del mismo curso; aún así Rebecca y yo nos juntamos con ella en el recreo. Además, Claribel (o Clar, como yo le digo), concurre a las clases de canto y baile conmigo los martes y jueves en el estudio de danza y canto «Little Miss».

Amo a mis padres, pero me llevo mucho mejor con mi madre, ya que compartí la mayor parte de mi vida sólo con ella. ¡Oops! De nuevo estoy adelantando parte de la historia. Será mejor que los deje con mi madre, ella les explicará todo con lujo de detalle; espero que puedan vivir las emociones que ella vivió en su momento, ya que es una excelente narradora.

Sin más preámbulo, damas y caballeros les presento a... ¡mi madre!

—Que comience la historia de mi vida.

I

El señor Clark Frios es mi jefe desde hace ya siete años. Es un hombre de veintiocho años, dulce y carismático. Sus ojos son color azul, con unas pestañas hermosamente largas; cómo me gustaría tener un hija suya, saldría hermosa como él. Ah sí, aún no lo saben aunque creo que ya pudieron darse cuenta... ¡Yo amo al señor Frios! Lo gritaría a los cuatro vientos pero... es un secreto que prefiero guardar en lo más profundo de mi ser. Nuestra relación no sería para nada bien vista por los demás, sólo imagínense; un hombre con una prestigiosa empresa, dueño de toda una cadena de software, en el puesto número uno de los hombres más ricos, sensuales y famosos según el New York Times... Jamás de los jamases podría tener una relación con una empleada doméstica, una dominicana como yo; salida de la familia más humilde que pueda haber, trabajando desde que tengo memoria limpiando hogares y cuidando niños. Sería algo totalmente imposible y muy mal visto por los grandes y exitosos empresarios amigos de Clark, quienes no dudarían ni un segundo en sacar a la luz la gran noticia. No soy tonta, sé muy bien cuando una persona es envidiosa, y pongo las manos en el fuego para decir que indudablemente, los amigos de Clark Frios, envidian su fama y fortuna con sus vidas mismas.

Pero bueno, me he salido un poco del tema, les estaba describiendo al señor Frios. Su cabello es negro azabache, lo mantiene corto al igual que su barba, y sus labios... Ay esos labios... cómo anhelaría poder rozarlos con los míos, por tan sólo un segundo siquiera en el que nuestros labios se tocaran, yo me convertiría en una mujer completamente feliz. En fin, además de su perfecto rostro y hermoso cabello, tiene un cuerpo de infarto. Si lo sabré yo a eso, tengo el privilegio de verlo cada domingo tan sólo en bermudas, andando por la casa, o verlo en la piscina en las vacaciones... Aunque más que un privilegio es como una tortura, tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos... Que cruel es la vida, pero bueno, esto me tocó a mí y debo vivir como Dios manda.

—Señor Frios, su desayuno está servido. Le preparé unos huevos con tocino, jugo de naranja recién exprimido, un latte y un tazón de frutillas, bananas y peras cortadas en cubos pequeños. Espero sea de su agrado —le anuncio a mi jefe apenas lo veo bajar por las enormes escaleras que dan hacia las habitaciones y baños principales.

Mi habitación y baño se encuentran justo debajo de la escalera, para ser «discretos» como él supone. Me siento Harry Potter por eso...

—Muchas gracias Celia, de seguro está todo muy delicioso. Aunque la fruta sea algo natural, luego de que sus manos hayan estado sobre ellas, se vuelven el manjar más delicioso que pueda probar...

Sus palabras me derriten, a veces no entiendo si son indirectas, o tan sólo es su forma de agradecerme; ya que suele ser tierno conmigo, y vuelve continuamente con alguna muchacha diferente a la anterior.

Se sienta luego de dedicarme una grata sonrisa y yo me retiro de la enorme cocina levemente ruborizada; por suerte no soy una muchacha a la cual se le note demasiado el rubor de los nervios o la vergüenza.

Me mantengo de pie junto a la puerta de la cocina, del lado de afuera; es decir que me encuentro en la enorme sala de estar, pero más adelante les describiré la casa, o tal vez deba decir mansión de lujo.

Luego de estar diez minutos esperando a que Clark finalice su desayuno en completa tranquilidad, él sale de la cocina y se detiene justo delante mío para mirarme a los ojos y soltar las mismas palabras de todos los días. Esto es una rutina, soy la única empleada aquí, por lo que debo hacer todos los labores del hogar yo sola mientras él trabaja, y debo admitir que no es tarea fácil... Lo que daría por un masaje luego de fregar trastes y limpiar todo durante siete largos años sin descanso... pero no puedo quejarme, la paga es muy buena y además las vistas son mejores (si es que me entienden).

—Adiós señorita Porter, ya sabe lo que debe hacer, nos vemos a las once en punto como cada día —se despide de mí y toma su portafolio negro de cuero junto a su saco de gamuza de igual color.

—Adiós señor Frios, que tenga usted un excelente día en el trabajo. Espero que sus empleados hagan bien su trabajo y lo dejen satisfecho para así poder comenzar a vender el nuevo software para dispositivos móviles del cual tanto hablan los medios de comunicación. Por cierto, hablé con el jefe de seguridad, Tom, y le indiqué que doblegue la seguridad para que ningún otro paparazzi vuelva a tomarle fotos desprevenido —anuncio con el tono más cortés posible.