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Nos encontramos ante un producto artístico plenamente oriental. El problema de que los árabes no fueran creadores de formas artísticas propias no resta mérito alguno a su labor. Las soluciones arquitectónicas por ellos adoptadas habían sido empleadas por persas y bizantinos desde muchos siglos atrás, pero lo cierto es que sólo los árabes lograron hacer de este arte un arte universal. Los musulmanes hacen con los estilos persa y bizantino una labor similar: difusión, extensión y universalización de las formas. De este modo es posible que en Córdoba y en la India haya monumentos inspirados en un mismo espíritu. No es poco su trabajo y su mérito, pues si algunas épocas parecen señaladas por el destino de crear, otras deben dedicarse por fuerza a compendiar y extender lo creado. Sin esta labor complementaria se hubiera perdido la mayor parte del tesoro cultural de la humanidad. Por lo general, los grandes genios creadores se olvidan de todo lo anterior para volcarse en su propia expresión. Bien es cierto que parten de experiencias artísticas anteriores y evolucionan sobre ellas (los griegos sobre Egipto, Miguel Ángel sobre los griegos), pero en su hora de plenitud suelen desbordar y dar por olvidado el estilo que hizo posible su hazaña. Lo mismo ocurre en todos los rangos del pensamiento. Los grandes filósofos no se preocupan de compendiar las doctrinas anteriores a ellos, sino más bien de enfocarlas desde un ángulo distinto y procurar reformarlas o aun destruirlas y cambiarlas por otras nuevas. Esta labor de creación en todos los campos de la actividad humana debe ir acompañada de una paralela de conservación y difusión, de modo que todos los hombres, o al menos la mayor parte de ellos, tenga la suerte de gozar de estas producciones. Las épocas creadoras no sólo no recogen lo anterior, sino que, en esencia, no pueden recogerlo; no tienen tiempo ni obligación, pues han sido dotadas para crear cosas nuevas. Por el contrario, las conservadoras se ven en la más urgente necesidad de compilar experiencias anteriores, sistematizarlas, difundirlas y hacerlas accesibles a todos los hombres. Suelen ser épocas democráticas y urbanas, como la civilización árabe que transcurre desde el siglo VII al XIII y se prolonga hasta nuestros días a través de los turcos y otros continuadores del espíritu musulmán.

Desde el punto de vista artístico se pueden distinguir en la arquitectura árabe dos grandes periodos: el omeya (650-750) y el abbásida (750-1238). Después existen periodos turcos que son como una prolongación mixtificada por influencias tártaras, indias y chinas. Todos estos estilos encuentran eco en nuestro país con algún tiempo de retraso sobre el estilo original.

En España, la clasificación de los estilos arquitectónicos árabes responde a otra periodización:

A) Periodo cordobés (siglos VIII al X d.J.C.).

B) Periodo taifa y africano (siglos XI al XIII d.J.C.).

C) Periodo granadino (siglos XIII al XV d.J.C.).

Cada uno de estos periodos presenta características de estilo diferentes que iremos viendo progresivamente y deja restos arquitectónicos de la máxima importancia en nuestra península.

1. Arquitectura árabe