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Hacia el último tercio del siglo XVI vino a España un pintor excepcional: Domenico Theotocopulos, El Greco. Ya habían venido y seguirían viniendo, contratados en su mayoría por Felipe II, otros pintores, como Cincinato, Cambiaso, Zuccaro, Tibaldi, etc…, pero eran todos artistas de segunda fila, como ocurriría luego en el siglo XVII. El Greco es, en cambio, un personaje de talla incomparable e imprevisible. Se ha dicho muchas veces que a pesar de su ascendencia cretense, el Greco tiene más de veneciano y de español, porque fue en estos países donde realizó su tarea pictórica, su formación como pintor. Debemos reconocer, no obstante, en estas reivindicaciones un notorio afán de orgullo nacionalista. Del mismo modo, deberíamos decir que Picasso es francés, pues pasó la mayor parte de su vida en Francia y en contacto con los avanzados estilos franceses maduró su obra. Sin embargo, nos gusta pensar y decir que Picasso es español, como nos gusta proclamar que El Greco también lo es en cierto modo, y para ello exprimimos los más jugosos razonamientos. Se dice que su estilo espiritual, seco y austero, sus colores casi surrealistas, su febril imaginación, sólo pueden haber brotado de la España hidalga, religiosa y mística del siglo XVI. Y se dicen muchas más cosas, que aquí no vamos a repetir.

Si nos atenemos a los hechos sólo podemos decir que El Greco presenta manifiesta influencia de Miguel Angel y del Tiziano, sobre todo. Y que su nacionalidad es cretense, que es como decir italo-bizantina, pues Creta estuvo bajo el poder de Venecia y Bizancio varios siglos. Pero veamos con un poco de detalle la vida del genial artista.

Domenico Theotocopulos nació en Creta hacia 1541, en algún lugar próximo a Candia, pues diversos documentos le denominan «candiota», o quizás en otra aldea llamada Fodelo, como algunos autores piensan. Vive sus primeros años, pues, en un ambiente cultural bizantino y oriental con grandes dosis de influencia veneciana. No olvidemos que los venecianos habían establecido una verdadera talasocracia en el Mediterráneo oriental a medias con los genoveses. Algunos autores piensan que haría sus primeros pinceles entre los monjes del Sinaí, pero el caso es que tenemos una laguna en la adolescencia de su vida y nos le encontramos, ya mozo, en Venecia. Este primer substrato oriental del Greco, que será ocultado por el barniz veneciano durante su estancia en Italia, es el que luego resurge con fuego vivo en España, al ponerse en contacto con una civilización semioriental y mística que tantas relaciones tiene con la bizantina, por ser, como ella, zona de transición y paso entre Oriente y Occidente.

Sabemos que trabaja en Venecia durante algunos años, sobre todo en el séptimo decenio del siglo, hasta 1570. En el ínterin fue discípulo del Tiziano, según nos consta, pero su estilo de estos primeros tiempos tiene más parecido con el de Tintoretto que con el de Tiziano. El colorido se asemeja, sin embargo, más al de este maestro. Otros autores prefieren relacionarlo con un artista de segunda fila, llamado Marascalchi, pero no podemos asegurarlo.