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Los últimos años del siglo XX y los primeros de la centuria actual no dejaban adivinar con facilidad cuál iba a ser la evolución inmediata de la escultura española, a causa de la carencia total de un orden estético y de la proliferación de monumentos conmemorativos de un extremado detallismo, pero faltos de inventiva y valía artística. Pero muy pronto, a medida que se iba penetrando en el siglo XX, la escultura volvió a recuperar su antigua consideración. A la influencia francesa, que, dominante en la última etapa del siglo anterior, había sido tan poco propicia a los artistas españoles, viene a suceder un retorno al estudio de los clásicos griegos y de los escultores del renacimiento italiano; se abandona todo lo que huela a falso, pomposo y anecdótico sustituyéndolo por formas más veraces y puras. Así se inicia el total renacimiento de nuestra escultura novecentista, que tan amplio desarrollo y considerables frutos habría de alcanzar en los años transcurridos desde el cambio de siglo, sobre todo a raíz de la aparición de la escultura en hierro. Primero, un realismo de formas escuetas y sin alardes preciosistas; luego, los inicios de la escultura orgánica, y, finalmente, con el hierro, la apertura de nuevos caminos por el terreno de la abstracción y del constructivismo no imitativo. Estas son las fases por las que ha pasado la escultura española en el fluir de los años del presente siglo.

1. José Llimona. Desconsuelo

En la región catalana, que se pone a la cabeza de la renovación escultórica, predomina el cultivo de una tendencia humanística, de sabor clásico, en la que el desnudo, y sobre todo el femenino, constituye un lugar común para todos los artistas. El promotor de este movimiento de mediterráneo clasicismo fue José Llimona (1864-1934), que comenzó su producci6n artística dentro de la estatuaria conmemorativa con obras como el monumento a Ramón Berenguer el Grande y a los mártires de la Guerra de la Independencia, ambos en Barcelona. Libre del modernismo imperante, su verdadero lugar lo encontró al esculpir «Desconsuelo», un mármol acariciado con dicción rodiniana y original composición, características que presentan también sus varios desnudos femeninos.

Desconsuelo.

2. José Clará. La diosa