ÍNDICE
1. Francisco Iturrino. Mujer mora. Museo de Bellas Artes. Buenos Aires
2. Francisco de Iturrino. Campamento gitano
3. Ignacio Zuloaga. Torerillos. Museo San Telmo. San Sebastián
4. Ignacio Zuloaga. Segoviano. Museo de Arte Moderno. Madrid
5. Ignacio Zuloaga. El ermitaño de Pancorvo. Colección particular
6. Hermes Anglada. Los ópalos. Museo de Bellas Artes. Buenos Aires
7. Isidro Nonell. Julio Valmitjana. Colección particular. Barcelona
8. Isidro Nonell. La Juana. Museo de Arte Contemporáneo. Madrid
9. Isidro Nonell. Desnudo. Colección particular
10. Joaquín Sunyer. Muchachas con palomas. Museo de Arte Moderno. Barcelona
11. Joaquín Sunyer. Paisaje de Mallorca. Museo de Arte Moderno. Barcelona
12. Javier Nogués. Tarde de domingo. Museo de Arte Moderno. Barcelona
13. Emilio Bosch Roger. La casa del barquero. Museo de Arte Contemporáneo. Madrid
14. Pedro Creixams. Gitanas. Museo de Arte Moderno. Barcelona
15. Manuel Capdevilla. Fiesta mayor
16. Juan Gris. Casas en París. Colección particular. Hannover
17. Juan Gris. Bodegón. Colección Particular. Zurich
18. Juan Gris. Violín. Museo de Arte de Basilea
19. Juan Gris. Dos Pierrots. Colección particular. California
20. María Blanchard. Bodegón. Museo de Arte Contemporáneo. Madrid
21. María Blanchard. Guitarrista. Museo de Arte Contemporáneo. Madrid
22. Joan Miró. Desnudo ante el espejo. Colección Matisse. Nueva York
23. Joan Miró. La granja. Colección Hemingway. La Habana
24. Joan Miró. El carnaval de Arlequín. Galería de Albright Knox. Nueva York
25. Joan Miró. Interior holandés. Colección particular. Venecia
26. Joan Miró. Plato de cerámica
27. Fernando Zóbel. Ornitóptero
28. Antoni Tapies. Gran equis
29. Antonio Saura. Brigitte Bardot
30. Luis Feito. Número 460-A
31. Manuel Mompó. Romería
32. Gerardo Rueda. Obra característica
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Gerardo Rueda fue, junto con Zóbel y Torner, uno de los creadores y primeros conservadores de la colección del Museo de Arte Abstracto español, de Cuenca.
Uno de los elementos básicos de su obra es la reducción de la gama cromática, llegando a utilizar un único color saturado o restringiendo al máximo su paleta para jugar con matices muy próximos, como hicieron los pintores barrocos españoles con la finalidad de otorgar sobriedad a sus complejas composiciones. Esta obra, como otras del artista es una caja, un contenedor díptico que a modo de moderno retablo guarda el deseo de blancura que por momentos se ha apoderado del pintor. Rueda ha sido relacionado por la crítica por esta obra y por otras del mismo carácter monocromático, con artistas como Fontana o Manzoni, aunque el artista por su carácter estaría más cerca del cubismo y en ciertos momentos, con los especialistas, con los que comparte el interés por las sombras que surgen de los relieves de los espacios deshabitados.
El Impresionismo había llevado a sus últimas consecuencias el ilusionismo pictórico occidental. La carrera emprendida hace más de veinte siglos por los pintores alejandrinos y romanos, continuada por los bajomedievales y renacentistas y superada por los venecianos del XVI y los holandeses y españoles del XVII, había llegado a tal punto de subjetivismo y perfección, que era prácticamente imposible encontrar otra fórmula que la superarse.
El Impresionismo había representado el propio acto visual, desintegrado científicamente en los mil reflejos cromáticos de una visión compleja. Desde el punto de vista técnico, no se podía llegar a más por ese camino. El inveterado deseo de captar la realidad con los pinceles que había obsesionado al europeo desde sus más remotos comienzos se había hecho posible. No sólo era posible representar los cuerpos y los volúmenes tal cual son en el espacio (eso ya lo había conseguido el Renacimiento), sino que incluso podían los artistas representar los objetos tal cual se dibujaban en la retina. El arte había llegado a una etapa de subjetivismo estético que rayaba en la perfección, pero que hacía peligrar los más profundos supuestos de la expresión artística.