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Véronique Hébrard

Venezuela independiente:

una nación a través del discurso (1808-1830)

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Textos y estudios coloniales
y de la Independencia

Editores

Karl Kohut (Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt)
Sonia V. Rose (Université de Toulouse II)

Vol. 20

Véronique Hébrard

Venezuela independiente: una nación a través del discurso (1808-1830)

Prefacio de François-Xavier Guerra (1943-2002)

Traducción: Amelia Hernández M.

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ISBN 978-3-86527-706-0 (Vervuert)
e-ISBN: 978-3-95487-001-1

Depósito Legal:

Diseño de la cubierta: Fernando de la Jara
Realización gráfica de la cubierta: Osvaldo Olivera / A4 Diseños

Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro

Impreso en España

Índice

Nota preliminar

Prefacio

Abreviaturas

Introducción

Venezuela en el siglo de las reformas (1739-1808)

1.La organización territorial

2.Características socio-étnicas

3.La irrupción del «tiempo corto»: primeras respuestas a los acontecimientos de la Península

Primera parte. El acceso de una comunidad antigua al rango de nación civilizada (1810-1811)

Capítulo 1. El movimiento lealista en los pueblos: esbozo de una nueva comunidad política

1.Un proceso de legitimación fundado en la soberanía del pueblo

a)¿Quién es este pueblo soberano y súbdito del rey?

b)El pueblo, una entidad geográfica: el pueblo-ciudad

2.Del principio de participación: ¿el pueblos o los pueblos?

3.Los miembros del cuerpo político

a)La multitud peligrosa

b)La «parte sana» del pueblo

4.La nueva familia de los patriotas

a)El deber de acoger a los hermanos peninsulares

b)Los mecanismos de la exclusión

c)El establecimiento del aparato judicial

Capítulo 2. Del autogobierno de los pueblos al principio moderno de representación

1.De la ruptura del pacto social al nuevo contrato

a)Nuevos espacios de soberanía

b)La redefinición de los límites provinciales

c)El pacto federativo

2.La participación política sometida a la prueba de los hechos: el «pueblo» y la independencia

a)El imposible recurso a la consulta

b)La presión de la opinión

3.Ciudadanía y participación política en la Constitución de 1811

a)Una ciudadanía ambigua

b)Una ciudadanía cuestionada. El caso de los pardos

c)El ciudadano en armas

Conclusión. Una relación ambivalente con el pasado

Entre la condena y el olvido

La pertenencia a una misma comunidad de cultura

«La entrada en la Historia»

Segunda parte. La política sometida a la prueba de la guerra (1812-1819)

Capítulo 1. La patria en peligro: un llamado a la movilización

1.La primacía a la guerra

a)La huella de lo religioso

b)La defensa del territorio: un espacio con límites extensivos

c)Las ambigüedades de la patria

d)La impotencia de lo político

2.El nacimiento de una «raza nueva»

a)Rechazo al español

b)Celebración del soldado y renacimiento de lo político

c)El vacío de identidad

d)El ostensible paternalismo de los hombres esclarecidos

Capítulo 2. La Constitución de Angostura: puesta en práctica política de la experiencia militar

1.Instituciones y sociedad: una relación reexaminada

a)La crítica del régimen federal de 1811

b)¿Cuál modelo político?

2.El papel de los elegidos

a)¿Padres del pueblo o representantes de los ciudadanos?

b)La nación versus los pueblos

3.Un nuevo enfoque de la ciudadanía

a)El principio de participación

b)Una ciudadanía circunstancial

c)Una concepción dual de la ciudadanía: activos contra pasivos

d)El ideal del ciudadano-propietario

e)El voto de los militares: la legalización del ciudadano-soldado

f)El derecho a la participación política para los extranjeros

Conclusión. Ruptura con la madre patria, fusión en la nación colombiana

Tercera parte. La república de Colombia o el aprendizaje de la nación (1820-1825)

Capítulo 1. De una nación a otra

1.El proceso de transferencia

a)Irrupción de la novedad y nuevo marco nacional

b)El peso de los factores económicos

c)La nación colombiana: una fusión de dos patrias

2.El triunfo de la Libertad y de la Ley

a)El imperativo unitario

b)La consagración de la libertad civil y constitucional

c)La omnipotencia de las leyes

3.Una nueva Constitución para un pueblo nuevo

a)La consagración del soldado y del hombre esclarecido

b)La efectividad y la puesta en aplicación de los derechos

4.La necesaria educación del pueblo nuevo

a)La educación doméstica

b)La instrucción escolar

c)La opinión pública

Capítulo 2. La definición de un nuevo espacio constitucional

1.De la República a la Nación

2.Los inicios en el mundo de lo político de la nación nueva

3.La proclamación del Pueblo soberano

4.¿Una nueva ciudadanía?

Conclusión. ¿Cuál comunidad nacional con cuáles valores comunes?

Cuarta parte. La edificación de una nación venezolana, 1824-1830

Un sustrato significante

Capítulo 1. La adopción de un modelo constitucional

1.Federación/confederación-integridad territorial

a)El imperativo constitucional

b)Un debate contradictorio

2.La Federación: un sistema conforme a la historia del continente

3.El mantenimiento de la integridad territorial contra la desintegración de la nación

a)El pueblo contra los pueblos

b)La Federación: un régimen inaplicable

4.El recurso al poder personal y autoritario

a)La necesidad de un poder fuerte

b)Apelando a Bolívar

c)Las advertencias contra la adulación

d)La desacralización del «Héroe del Siglo»: Bolívar contra Páez

Capítulo 2. ¿Qué es la nación venezolana?

1.El papel político e histórico de los pueblos y de sus Municipalidades

2.La afirmación de una especificidad venezolana

a)Territorio y fronteras: el imperativo defensivo

b)Riquezas naturales y potencialidades

c)Legitimidad histórica: Venezuela, país pionero

3.De la Patria a la Nación constitucional

a)Los particularismos de ciudades y pueblos en la edificación de la nación

b)Venezuela es una patria: la incidencia del proceso constitucional

Capítulo 3. El elemento militar en la configuración de la nación

1.Lo militar y el poder político

a)La omnipresencia del hombre de armas

b)Crítica de la confusión de funciones y voluntad de clarificación

2.¿Cuál comunidad de ciudadanos?

a)El ciudadano-soldado

b)El rechazo al militar ambicioso y privilegiado

c)Intento de rehabilitación en nombre de los primeros defensores de la patria

3.Participación política del hombre de armas y «civilización» de la sociedad

a)Cuestionamiento de la primacía del ciudadano-soldado

b)Polémica sobre el otorgamiento del derecho al voto

c)El difícil retorno a la vida civil

Conclusión. «Civilización» de lo político y militarización de la memoria «nacional»

Conclusión. Entre el pueblo y América: la Nación

a)Constitución y representación

b)Fronteras y territorios

c)Los polos de identidad

d)De la memoria y el olvido

Fuentes y bibliografía

Cronología

Índice onomástico

Nota preliminar

La presente obra está basada en la tesis de doctorado —dirigida por François-Xavier Guerra— sobre la nación venezolana y, más específicamente, sobre el discurso de sus actores y «fundadores»1. Defendida en 1994, fue publicada en francés en 1996 en una versión revisada y con un prefacio de F.-X. Guerra2. En 1997, surgió la posibilidad de publicar mi trabajo en español, en la editorial Monte Ávila, gracias al apoyo financiero parcial de la Embajada de Francia en Venezuela. Lamentablemente —luego de numerosas tentativas, en particular con la Universidad Católica Andrés Bello—, este proyecto no pudo ver la luz. A pesar de ello, deseo agradecer la ayuda que me prestó Jean-Marie Lemogodeuc, agregado cultural de la Embajada de Francia en Venezuela, Frédéric Martinez, en ese entonces responsable de la antena Air France en dicho país y Carole Leal Curiel, amiga, cómplice intelectual y apoyo permanente, profesor en la Universidad Simón Bolívar.

Empero, nunca renuncié a este proyecto puesto que sólo una publicación de este trabajo en español permitirá un debate en torno a mi postura historiográfica, nutrida por la nueva historia de lo político iniciada en Francia en la década de los ochenta. Es por esta razón que estoy muy satisfecha de que, en este período de celebración del Bicentenario de las independencias, la editorial Iberoamericana, y a través de ésta, Sonia V. Rose y Karl Kohut, aceptaran publicar esta investigación. La misma ha sido actualizada y toma en cuenta los últimos aportes a la cuestión que me ocupa. Finalmente, quiero agradecer a la Dra. Annick Lempérière, directora del Centre de Recherches d’histoire de l’Amérique latine et du monde ibérique (Cralmi), de la universidad París I-Panthéon Sorbonne, quien aceptó financiar parcialmente la presente publicación y quien ha manifestado una confianza permanente en mi trabajo.

Notas al pie

1 La nation par le discours. Le Venezuela 1810-1830. Paris: Université Panthéon-Sorbonne, 1992, 732 págs. Tesis de Doctorado Nuevo Régimen realizada bajo la dirección del Dr. François-Xavier Guerra.

2 Le Venezuela indépendant. Une nation par le discours (1808-1830). Paris: L’Harmattan, 1996.

Prefacio

La cuestión de la nación estuvo en el corazón mismo de la independencia de América Latina. Esto es una afirmación banal y, a la vez, problemática. Banal, porque el carácter «nacional» de la independencia resulta un lugar común de la historiografía del siglo XIX, frecuentemente repetido por los estudios generales sobre la nación que florecen hoy en día. Problemática, porque desde hace ya varios años una mayoría de especialistas pone en tela de juicio, cada vez más, la existencia de naciones en la América hispana de la época independentista.

Las razones de esta diferencia son múltiples. Algunas son específicas de la América hispana. La preeminencia de la historiografía «nacional» es una consecuencia paradójica de la incertidumbre de la nación. Postularla y exaltarla desde los orígenes permite a la vez afirmar su presencia en el exterior y utilizarla como un medio de integración interior. Sólo las naciones indiscutiblemente reconocidas por la historia pueden permitirse estudiar los mitos tutelares de su nacimiento. Hay otras razones de orden general, y son las que se derivan del misterio aún presente en esta figura central de las identidades colectivas contemporáneas.

Desde este punto de vista, la América hispana resulta un extraordinario laboratorio para comprender la naturaleza y la génesis de la nación moderna, en la medida en que su surgimiento a principios del siglo XIX fue tan precoz como ambiguo. Efectivamente, los países hispanoamericanos fueron unos de los primeros en el mundo occidental —incluso antes que la mayoría de los países europeos— en recurrir a la nación para justificar su existencia independiente. Sin embargo, a diferencia de la Europa de los siglos XIX y XX, esta independencia no se presenta en modo alguno como el desenlace de unos movimientos nacionales o nacionalistas, sino como la consecuencia de la desintegración de una Monarquía de antiguo régimen. Más aún: la relación mantenida por los Estados surgidos de esta disolución con las comunidades que los precedieron o con las naciones que conocemos hoy en día, dista de ser obvia.

En la América hispana, sin duda más que en otras partes, es necesario hacer una distinción entre la nación como ideal y la nación en tanto comunidad realmente existente. En este trabajo, Véronique Hébrard se dedica a explicar esta diferencia y sus consecuencias. En la medida en que la nación se planteó primero como una referencia en el discurso de sus actores, esta obra pionera se ocupa, naturalmente, del análisis de este discurso. Por primera vez en un trabajo de esta importancia, la nación deja de ser un postulado para convertirse en un problema y, por ende, en un objeto de investigación. Objeto tanto más pertinente por ser Venezuela, primer país en proclamarse independiente, uno de los que más ha destacado los mitos, los próceres y el culto nacionales, habiendo vivido además un eclipse en su nación, cuando formó parte durante diez años de aquella efímera nación que fue la Gran Colombia.

Estudiar la nación en esta época de sus orígenes no puede ser ni la hagiografía de una nación eterna, ni un procedimiento retórico destinado a dar coherencia al período que precedió a la independencia. La nación de aquellos primeros tiempos no fue un desenlace sino un comienzo. Más que un balance, fue un proyecto: la difícil puesta en práctica de un nuevo modelo de comunidad política surgido en el mundo occidental al final del siglo XVIII. La polisemia de la palabra «nación» constantemente analizada por la autora, expresa las múltiples dimensiones de la comunidad nueva que los hombres de la independencia trataron de construir.

La novedad tiene que ver ante todo con el carácter soberano de la comunidad en el doble registro de la legitimidad y la independencia. Ser nación es afirmar que todo poder viene del pueblo; lo cual, a la par que el rechazo al absolutismo, si no a la Monarquía, implicaba la construcción de una sociedad tendencialmente igualitaria puesto que se fundamentaba en una asociación de voluntades. Para los hombres de esa época también implicaba la creación de mecanismos de transferencia de la soberanía: del pueblo a las autoridades; unos mecanismos que, siguiendo el ejemplo de los precedentes de Francia y Estados Unidos, no podían ser sino electorales. Pero, por ser soberana, la nación también debe ser dueña de su destino, lo cual la hace posible sin por ello implicar independencia.

De ahí vienen las dos problemáticas centrales de este trabajo: por una parte, la instauración de la política moderna; por otra parte, la definición de la identidad nacional. Dos problemáticas particularmente complejas, puesto que más allá de algunos escasos precedentes —de los cuales se hizo luego gran despliegue—, en 1808 nada presagiaba una fuerte aspiración a la modernidad política, ni mucho menos una reivindicación de la identidad tan fuerte que exigía la independencia.

Ambos procesos fueron consecuencia de esta crisis inédita que sacudió a la Monarquía en su conjunto tras la invasión napoleónica a España y la abdicación forzada de Fernando VII. Esta inesperada crisis explicaba a la vez el recurso a la nación como suplencia de la legitimidad real y la dificultad para definirla. La dificultad era doble puesto que atañía tanto a la composición elemental de la nación —la ciudadanía— como a su relación con las unidades políticas que componían la Monarquía. Ambos problemas se hicieron candentes a partir de la primavera de 1810, cuando en América se formaron Juntas autónomas en nombre de la reversión de la soberanía al pueblo. Y es que ese pueblo que precedió a la nación resultaba aún más ambiguo que ella, al oscilar constantemente entre lo abstracto y lo concreto: abstracto, en tanto principio de legitimidad; concreto, con una profusión de sentido cuyo centro eran las ciudades y villas. El «pueblo» que asumió la soberanía fue ante todo esos «pueblos», y el plural que se utilizaba en esa época revela claramente hasta qué punto éstos fueron piezas ineludibles en la futura arquitectura de la nación.

La tensión entre el carácter único del pueblo legitimador y la realidad plural de los pueblos —cabezas de provincias— es una de las claves esenciales para comprender la construcción de la nación. Véronique Hébrard la utiliza con pertinencia a todo lo largo de su trabajo. Así, en el primer Congreso constituyente vemos a los diputados, modernos representantes del pueblo soberano, hablando y actuando también como mandatarios de sus pueblos, en calidad de tales, negociando el puesto que estos pueblos deberán ocupar en la nación. Al final de ese período seguimos viendo a los pueblos asumiendo un papel de primer plano en la disolución de la Gran Colombia. Hasta 1830, y quizás más allá, estos pueblos fueron los principales artesanos de la construcción de la nación y, a la vez, el principal obstáculo para su definición moderna como una comunidad de individuos.

Por cierto que no fueron los únicos pues, aunque los pueblos siguieron siendo por mucho tiempo el lugar por excelencia de lo político, otros actores y otros problemas también irrumpieron en el escenario. El pueblo es desde luego los pueblos, las ciudades y villas, pero dentro de éstos ¿quién es pueblo? ¿La sanior pars, el patriciado, conforme al imaginario antiguo? ¿La población libre, en su conjunto, incluido el bajo pueblo de los blancos de orilla, los pardos y los negros libres? El tema de la ciudadanía está presente en todo el período; es un indicativo valioso acerca de los actores que intervienen en el juego político, de los intereses en juego en cada época, y de los modelos que inspiran a los constructores de la nación.

Desde este punto de vista, la gran novedad de aquel período fue el surgimiento de una nueva categoría de actores, destinados a un muy largo porvenir: los hombres en armas. Los análisis de la autora sobre las relaciones entre civiles y militares aclaran la complejidad de un problema que, más allá de la simple relación de fuerzas, remite a los modelos políticos aplicados sucesivamente. El ideal del ciudadano-soldado revela el carácter urbano de la política de la Primera República venezolana y también el apego a la Polis como la forma más acabada de la naturaleza social del hombre. Pero la guerra —una nueva guerra, de extraordinaria violencia— relegó este ideal patricio a un segundo plano al movilizar a una masa de hombres de baja condición. El ciudadano-soldado dio paso al soldado, y la defensa de la patria en peligro transformó al soldado, cualquiera fuera su origen, en ciudadano. Se convirtió incluso en su encarnación, en aquellos períodos críticos en los que los ejércitos bolivarianos transportaban la patria con ellos.

La compatibilidad entre ese soldado-ciudadano y el régimen representativo que las élites se esforzaban por construir no dejará de ocupar un lugar central en la reflexión política. La época independentista legó a los nuevos Estados un problema que fue insoluble por mucho tiempo: la manera de conciliar lo que la autora llama, con mucha razón, la necesaria «civilización de la política», y la muy arraigada «militarización de la memoria». A la sombra de los próceres, la «libertad de los Antiguos» amenazaba a la «libertad de los Modernos».

A todos estos problemas de ingeniería social y política se agregan los que se derivan de la indefinición de la identidad de la nación. ¿Cómo se convierte «una parte integrante» de la Monarquía hispana en una nación independiente? A falta de una identidad cultural bien establecida, el hecho de separarse de la antigua metrópoli sólo puede justificarse reivindicando una identidad esencialmente política: ser una comunidad soberana y libre a la cual se agrega un patriotismo basado en la oposición amigo-enemigo. Fueron estos elementos los que hicieron posible la constitución de la Gran Colombia, pero lo general de su carácter los incapacitó para superar la inmensidad de los espacios y la diversidad regional de los actores y los intereses. Así, el debate constitucional osciló constantemente entre dos polos opuestos. Por una parte, una concepción universalista de la Constitución y de las leyes, a fin de elevar a la nueva nación al rango de «naciones civilizadas». Por otra parte, la aspiración de adaptar al máximo las leyes a las realidades concretas muy alejadas de ese ideal. En la práctica, ganó la primera concepción, lo cual suscita esta observación sorprendente que aclara la realidad retórica de la nación: basta con cambiar el sujeto de la frase para que el mismo discurso le sirva sucesivamente a la Gran Colombia o a la «antigua Venezuela» convertida de nuevo en nación en 1830.

En esta fecha bisagra que, injustamente, luce como un retorno a la casilla inicial, es donde se detiene este trabajo cuya riqueza no pretendemos agotar aquí. La «nación a través del discurso» es a la vez un enfoque y los resultados de este enfoque. La nación de aquellos tiempos de los orígenes sólo puede captarse a través del discurso, pero también se construye a través del discurso. Es al mismo tiempo una figura discursiva, sujeta a todas las variaciones inducidas por contextos y épocas diversas, y un modelo ideal dotado de un extraordinario poder transformador.

François-Xavier Guerra
Universidad Paris I-Sorbonne
Abril de 1996

Abreviaturas

AGI: Archivo General de Indias

ANH: Academia Nacional de la Historia

BNV: Biblioteca Nacional de Venezuela

BNV/LR: Biblioteca Nacional de Venezuela/Libros Raros

FBC: Fundación Boulton de Caracas

Foll: Folletos

HEM: Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Venezuela

hs: hojas sueltas

SE: Su Excelencia

VA: Vuestra Autoridad