Índice

 

Lesiones del corredor. Patomecánica y calzado deportivo

El pie en el baloncesto

Voleibol y podología

Biomecánica y ajustes en el ciclismo

El esquí alpino y la podología

El Tenis

El golf

La podología en el tenis de mesa

Vendajes neuromusculares

 

 

 

 

 

 

 

 

Podología deportiva

©Ediciones Especializadas Europeas SL

©Bernat Vázquez Maldonado

 

Proyecto Gráfico

STV DIsseny

www.stvdisseny.com

 

Maquetación

cuartocuarta

www.cuartocuarta.com

 

Ediciones Especializadas Europeas SL

info@edicionesee.com

www.edicionesee.com

 

ISBN: 978-84-941739-4-3

 

Reservados todos los derechos. Este libro o cualquiera de sus partes no podrán

ser reproducidas ni archivadas en sistemas recuperables, ni transmitidos

en ninguna forma o por ningún medio, ya sean mecánicos, electrónicos,

fotocopiadoras, grabaciones o cualquier otro medio sin el permiso previo de

Ediciones Especializadas Europeas, SL.

 

 

 

 


 

 

Prólogo

 

Cada vez más, tanto en el deporte profesional como en el aficionado, son más las exigencias que existen. En el mundo profesional se exige la optimización del rendimiento, una recuperación inmediata de la lesión deportiva y a la vez la prevención de la misma. En el mundo del aficionado se exige primero la práctica segura del deporte elegido, pero también la prevención de lesiones.

 

No deja de ser demostrativo que en los centros de alto rendimiento deportivo, después del servicio de medicina del deporte, tanto los deportistas como los entrenadores y los preparadores físicos y el propio servicio médico exijan la figura del podólogo. En la actualidad un servicio de podología es requerido tanto para la evaluación y prevención de lesiones de pie y de tobillo como para la evaluación y prevención de lesiones a distancia.

 

Muy pocas son las obras que abordan de forma rigurosa y global la extensa y múltiple patología podológica relacionada con el deporte. Si además este abordaje se realiza desde un punto de vista biomecánico e intenta dar explicación primero y solución después de los distintos cuadros patológicos, la lista de libros todavía se hace más escasa. Si además, una obra de estas características se realiza en lengua española, el catálogo puede hacerse contando con los dedos de una mano.

 

El libro que el lector tiene en las manos posee las cualidades antes descritas y algunas más. Se trata de una obra muy bien estructurada en donde en cada capítulo existe un estudio biomecánico de los distintos gestos deportivos. Dichos gestos se relacionan  tanto con distintas lesiones como con la prevención que de ellas se puede realizar.

 

Los diferentes autores de los capítulos son profesionales con larga experiencia en el campo de la podología y del deporte. De forma específica, cada uno de ellos consigue abordar la patología de cada deporte de forma clara y concisa. Se trata, pues, de un libro de consulta realizado por expertos de primer orden.

 

En nuestro caso particular, conocemos personalmente a muchos de los autores de los capítulos. Para nosotros, la lectura de esta obra produce un enorme placer, ya que, tras cada una de las frases y conceptos expuestos, sabemos que hay miles de horas de experiencia profesional puestas al servicio de la docencia.

 

Sea bienvenida esta obra por todos aquellos profesionales de la podología que tengan ganas de aprender de las fuentes más prestigiosas en este ámbito.

 

Dr. Ramón Balius

Centre d’Estudis de l’Alt Rendiment Esportiu (CEARE).

Consell Català de l’Esport. Clínica Diagonal, Barcelona

 

Lesiones del corredor. Patomecánica y calzado deportivo

 

 

Angel G. De la Rubia Heredia

 

 

www.podologiadeportiva.com

 

 

Introducción

 

 

Figura 0. LLegada del primer Maratón

 

El corredor de fondo es, probablemente, el deportista que más conciencia va a tener sobre la importancia de sus pies, así como del beneficio de tenerlos en las mejores condiciones posibles, ya que de poco serviría tener una excelente forma física y un buen desarrollo muscular, si la estructuración de nuestros pies no es la idónea para el cometido al que van a ser sometidos durante la carrera, donde una y otra vez nuestros pies van a percutir contra el terreno de manera reiterada, multiplicando el peso de nuestro cuerpo varias veces en cada uno de esos impactos.

 

El pie es, por tanto, el gran protagonista en los deportes en los que interviene la carrera y este hecho le va a conferir un papel primordial

al ser el elemento anatómico responsable de entrar en contacto con el suelo. Va a ser también la pieza del puzzle anatómico que más lesiones sufrirá: el 60% de las lesiones del aparato locomotor tiene su asiento en el pie, pero además un porcentaje elevadísimo del resto de lesiones de estructuras superiores como rodilla, cadera y espalda se producen a  consecuencia de unos pies mal estructurados y por tanto con mala pisada, siendo lesiones transferidas por el pie.

 

 

 Origen de las lesiones

 

Principalmente existen tres factores causales:

 

. Errores estructurales del aparato locomotor

 

. Calzado deportivo inadecuado

 

. Mala técnica de carrera (figura 1a)

Fig. 1. Atención en el Samur

 

 

Las lesiones son el gran coco de cualquier deportista y pueden ser agudas o crónicas. Las del corredor de fondo forman parte de este segundo grupo. Son lesiones por sobrecarga o sobreutilización, debido a la reiteración continua y constante del gesto deportivo, sobre todo en aquellos corredores cuya estructura morfológica presenta alguna alteración, ya sea en forma de desequilibrio anatómico o en descompensación muscular.

En líneas generales podemos afirmar que un corredor presentará mayor probabilidad de lesionarse cuanto mayor se aleje su organismo del patrón de normalidad (figura 2).

 

Fig.2. Corredor en el suelo.

 

 

Biomecánica de la carrera

(figura 3)

En la actualidad los podólogos contamos con herramientas de trabajo que nos permiten cuantificar de manera muy precisa aspectos como la biomecánica del corredor, mediante el uso de cámaras videográficas, plataformas electrónicas y optométricas, plantillas instrumentadas, escáneres, cintas de correr, etc., y todo ello se traducirá en una ayuda precisa para el corredor.

 

 

 Fig. 3a. Estirando

 

 Recepción del talón en el suelo

 

La carrera consta de dos fases fundamentales: una fase de apoyo en la que uno de los pies se encuentra sobre el suelo y el otro en el aire; y una fase aérea en la que ambos pies están en el aire, a diferencia de la marcha normal en la que siempre hay un pie sobre el suelo. De hecho la penalización en la prueba de marcha se produce en el instante en que un marchador mantiene los dos pies en el aire.

 

 El pie inicia la fase de apoyo contactando normalmente con la parte posterior y externa de su talón y esto es común a todos los corredores, incluyendo a los pronadores, salvo casos excepcionales. Es por ello que en la zona del talón se encuentran dos huesos muy robustos y relativamente grandes: el calcáneo, que haría el papel de forzudo y que tiene la complicada tarea de encontrarse con el suelo, y el astrágalo, que es como el jinete que cabalgando sobre el calcáneo dirige la maniobra que el pie tiene que desarrollar para amortiguar el choque contra el suelo y va a ser en este momento y debido en parte a desajustes en la alineación de estos dos huesos cuando se van a desarrollar patologías como las talalgias y la tendinitis aquilea.

Este primer apoyo de talón se va a ver perfectamente reflejado en el desgaste de la suela de la zapatilla, así como la deformación del talón de la misma.

 

 

 

Apoyo completo del pie

 

Es el momento en el cual el pie se encuentra totalmente apoyado sobre el suelo; es precisamente entonces cuando más estrés sufre el pie y el resto del aparato locomotor, al tener que frenar parte de la aceleración que lleva nuestro cuerpo y contener además nuestro peso, que se ve incrementado varias veces por la energía del salto y la oposición que ejerce la superficie por la que transcurre la carrera, gracias a una maravillosa biomecánica única en el ser humano y a un conjunto de huesos intermedios articulados entre sí y unidos por múltiples y pequeños ligamentos que confieren a esta zona media del pie fortaleza y elasticidad a la vez. Estas cualidades son necesarias para permitir al pie adaptarse a cualquier tipo de terreno y no nos rompamos en el intento. Es por tanto una triste realidad que caminemos y corramos embutidos en calzados y sobre superficies artificiales, pero son condiciones impuestas por nuestra propia civilización.

 

En esta fase de la carrera representa un papel primordial el equilibrio estructural del pie, así como la musculatura cuadricipital y tibial, ya que el músculo cuadriceps tendrá como cometido el frenado de la rodilla en su desplazamiento anterior, el tibial anterior para dirigir y ralentizar el aterrizaje del pie sobre el suelo, el tibial posterior para frenar la caída mediotarsiana, principalmente a nivel escafoideo, y la fascia plantar, cuyo grado de elasticidad amortiguará el impacto del pie y le preparará para la fase de despegue.

 

Las lesiones en este periodo de apoyo total van a ser, por tanto, distensiones músculotendinosas como la fascitis plantar, esguinces de tobillo, tendinitis tibial y peroneal, así como la temida periostitis tibial, síndromes por fricción como el de la cintilla iliotibial y

trocanteritis, hasta distensiones en aductores y osteopatías de pubis, para finalizar con los problemas propios de la espalda como lumbalgias y cervicalgias. En fin, todo un rosario de lesiones debidas la mayor parte de ellas a desequilibrios estructurales del pie, sobre todo cuando la pronación fisiológica con la que el pie trata de adaptarse al terreno está aumentada o disminuida.

 

En la actualidad sabemos que el pie pasa de pronación fisiológica o normal a pronación viciosa o patológica a partir de los 10 kilómetros de carrera, aproximadamente.

 

 

Despegue del pie

 

Es en este momento cuando el pie abandona su apoyo sobre el suelo gracias a una potente contracción del músculo tríceps sural, formado por los dos gemelos y el soleo. Es fácil de entender que la principal lesión en este momento será la sobrecarga de los citados músculos así como la inflamación y a veces rotura de su tendón de alquiles. Los huesos de la parte delantera del pie –metatarsianos- a diferencia de los del talón y mediopié, son huesos largos finos con mayor movilidad, ya que su función primordial será la de aportar aceleración en el momento del despegue, y será precisamente la desigualdad o desequilibrio de los metatarsianos lo que va a originar irregularidad en el reparto de cargas con los consiguientes signos de dolor en forma de metatarsalgias mecánicas, compresiones nerviosas tipo Morton e incluso fracturas por estrés.

 

Afortunadamente también este momento se ha visto favorecido por los sistemas actuales de suela que independizan el retropié del antepié, proporcionando una inestimable ayuda a la parte delantera del pie en el impulso final.

 

 

Pronación o supinación

 

Es el gran caballo de batalla dentro del argot popular y origina buena fuente de dudas e injustificadas malinterpretaciones por parte de personal poco cualificado que, utilizando su posición de vendedor de calzado deportivo, aprovechan para "diagnosticar" sobre aspectos biomecánicos, pisada, etc. Desgraciadamente los podólogos sufrimos un verdadero problema de intrusismo por parte de buena parte de estos vendedores de calzado deportivo que además se permiten realizar "plantillas correctoras".

 

Realmente, la pronación es un efecto fisiológico y necesario para que el pie disipe buena parte de la fuerza de la gravedad, aumentada por el impulso en la carrera y la  adaptación a las irregularidades del terreno. Esta pronación, que puede acontecer tanto en la recepción de talón como en el apoyo completo del pie y en el despegue del antepié y que tiene unos grados fisiológicos, se convierte en patológica cuando supera esos grados, en torno a 6-8, y hablamos entonces de corredor pronador.

 

Es importante que, cuando valoramos la biomecánica de un corredor, tengamos en cuanto la dinámica del mismo, su estado de laxitud, peso y superficie de entreno, ya que fruto de estas variables podremos imaginarnos la pronación que alcanzará este corredor durante la carrera y que se verá incrementada aproximadamente hacia la hora de entreno.

 

Podemos afirmar que la supinación realmente es un término erróneo y que  deberíamos hablar  de la "falta o ausencia de pronación", pero incluso los corredores con ausencia de pronación o pronación contenida se verán sorprendidos por lesiones cuando incrementan de manera considerable sus entrenos o compiten contra el crono, aspectos que comentábamos al inicio de este capítulo.

 

 

 Error en la técnica de entrenamiento

 

Muchos corredores populares caen en alguno de los siguientes errores, lo cual determinará tarde o temprano la aparición de lesión.

 

. Pretender buen crono en poco tiempo, sin periodo de adaptación

. Transformar los entrenamientos en competiciones

. No calentar antes del entrenamiento

. No estirar después del entrenamiento

. Incrementar bruscamente la intensidad de los entrenamientos

. Correr por terrenos inadecuados

. Cambios bruscos de superficie

 

 Cuanto más intensa sea la actividad, mayor será la probabilidad de lesión, si bien un corredor bien entrenado correrá menor riesgo de lesionarse que un deportista de tiempo libre.

 

En la actualidad vivimos un verdadero auge de las carreras populares: las hay de 10 kilómetros, medias maratones, maratones, carreras de montaña, triatlón, etc.

 

Sin duda, debido al deseo de la población de mejorar su aspecto saludable y a la facilidad que otorga la carrera urbana, para los profesionales de la salud y concretamente para el podólogo constituye un verdadero reto tratar al corredor lesionado y restaurar lo antes posible su nivel de salud para incorporarlo a la carrera.

 

La falta de tiempo de muchos corredores populares va a condicionar, en muchas ocasiones, ignorar aspectos tan importantes como el estiramiento previo a la carrera, el calentamiento y sobre todo el estiramiento posterior  al entreno, que debe ser completo y mantenido.

En competición es conveniente la desaceleración durante 5 minutos tras cruzar la línea de meta, así como el estirar durante 20 minutos, enfriar en baño helado y por último masaje relajante.

 

El Maratón es una prueba muy dura, 44 kilómetros y 195 metros, que implica un importante desgaste físico para el competidor. Por lo tanto, no resulta recomendable practicar más de 3 o 4 carreras por año. Son carreras no aptas para menores de 18 años cuyo aparato locomotor podría verse resentido, sin embargo no hay límite de edad para inscribirse en la misma. Más estresantes todavía resultan las carreras de ultramaratón, 100 kilómetros, reservadas para verdaderos “iron man”  (figura 3b).

 

Fig. 3b. Masaje.

 

Es importante, asimismo, alternar jornadas de entreno con días de descanso, no correr más allá de 4 o 5 días semanales y por término medio no sobrepasar la hora de entrenamiento, combinando la carrera con sesiones de estiramientos y tonificación muscular y abdominal.

 

No podemos olvidar que a partir de los 32-35 años empezamos a perder colágeno y vitalidad y, por tanto, a envejecer. Es por ello que muchos corredores nos preguntan por qué antes no sufrían lesiones y ahora sí (figura 4).

 

Fig. 4. Corredor lesionado.

 

 

 Clasificación de las lesiones

 

Hablar de lesiones del corredor de fondo es hacerlo de lesiones del aparato locomotor. Si tenemos en cuenta que el pie no puede ser estudiado ni tratado como un ente aislado, sino como un eslabón más de las cadenas osteomusculares, obtendremos como resultado la firme implicación de la Podología en la práctica totalidad de las lesiones del corredor.

 

Atendiendo a su frecuencia y a su importancia podríamos clasificarlas en: 

 

. Cutáneas

. Ungueales

. Musculares

. Ligamentosas

. Tendinosas

. Articulares

. Óseas

 

 

 Lesiones cutáneas

 

Prácticamente las han padecido todos los corredores. Son las más frecuentes, pero afortunadamente también las más banales; también son las que con más frecuencia vamos a encontrarnos en las pruebas de larga distancia. A pesar de su relativa trivialidad, pueden resultar muy desagradables, dejando al corredor en “ dique seco “ durante algún tiempo.

Algunas de las causas más frecuentes en cuanto a su origen, tenemos que

buscarlas en el tipo de piel, anhidrosis e hiperhidrosis, tipo de calcetín, zapatillas inadecuada para el tipo de pie o uso deportivo, etc.

 

También el calor, la humedad y el incremento brusco de la actividad van a

favorecer su aparición. La anhidrosis va está relacionada con la aparición de callos, durezas y grietas, mientras que la hiperhidrosis lo estará con las ampollas y las infecciones por hongos, bacterias y virus y. También son comunes las laceraciones o cortes causados por uñas mal cortadas.

 

La incorporación de los apósitos hidrocoloides más conocidos como segunda

piel ha mejorado considerablemente este aspecto.

 

La localización principal de las ampollas se encuentra en los dos primeros dedos, tanto dorsal como plantarmente, a nivel del ALI y bajo la primera cabeza metatarsal (figura 5).

 

Fig. 5. Atención por una ampolla.

 

 

Lesiones ungueales

 

 Las uñas son la segunda causa lesional en cuanto a frecuencia. Se localiza  principalmente en los dedos 1º y 2º de ambos pies. La más frecuente es el hematoma subungueal, que tratado precozmente conlleva un gran alivio, tanto desde el punto de vista de dolor como por la evolución posterior de la uña, ya que de no tratarse puede llegar a la pérdida ungueal. Los impactos reiterados de los dedos contra la puntera de la zapatilla también puede originar la aparición de onicogrifosis, muy común igualmente entre los corredores (figura 6).

 

Fig. 6. Pérdida ungueal.

 

 

Lesiones musculares

 

Son frecuentes sobre todo a nivel competitivo por la sobrecarga añadida que represetna el estrés competitivo. Capítulo de especial consideración constituyen los calambres y las contracturas, por agotamiento de recursos hídricos y electrolíticos, de ahí la recomendación de hidratarse convenientemente y no esperar a tener sensación de sed. Recomendamos siempre beber un vaso de agua y sales minerales 15 o 30 minutos, dependiendo de las condiciones meteorológicas y del grado de sudoración.

 

Tienen especial relevancia las sobrecargas e inflamaciones de la musculatura posterior de pierna y muslo, isquiotibiales y triceps sural, sartorio, fascia lata, tibiales y peroneos (figura 7).

 

Fig. 7. Corredor con calambres.

 

 

Lesiones ligamentosas

 

Evidenciamos principalmente inflamaciones a nivel pata de ganso, la cintilla iliotibial, tibial posterior, peroneos y extensor común de los dedos.

 

 

Lesiones óseas

 

Son muy frecuentes las periostitis tibial, debido al exceso de pronación. Es en muchas ocasiones la lesión con la que debutan la mayor parte de los corredores y suele ser muy incapacitante, dolor tipo quemazón o shint spring.

 Las fracturas por sobrecarga o estrés ya fueron descritas hace muchos años por los militares franceses, que la observaban en sus tropas tras la realización de largas marchas. Afortunadamente, con la mejora del índice de absorción de los materiales empleados en la zapatilla deportiva y el sentido común de nuestros corredores ha conseguido disminuir drásticamente este tipo de lesión. No obstante están descritas en:

 

 

. Fémur

. Tibia

. Peroné

. Calcáneo

. Escafoides

. Metatarsianos

. Sesamoideos (figura 8)

 

Fig. 8. Corredor en camilla.

 

Lesiones articulares

 

Principalmente observaremos esguinces de tobillo, gonalgias y osteopatía dinámica de pubis.

La rodilla va a verse sometida a un estrés importante durante la carrera, ya que al ser una articulación con un solo eje de movimiento y formada por dos únicos huesos, no tendrá la facilidad de huída que tiene el pie. Es por eso que pequeños desequilibrios del pie van a provocar movimientos rotacionales en la rodilla que fomentarán la aparición de meniscopatias y, pasado el tiempo, la condromalacia rotuliana, y con ella el principio del fin de la actividad deportiva, cuando ésta alcanza grados avanzados.

El esguince de tobillo tiene menor incidencia en las carreras por asfalto, al constituir éste una superficie lisa y uniforme. Sin embargo elevará el porcentaje lesional por el alto índice de dureza, solamente superado por el hormigón y las aceras.

La superficie ideal para correr es la hierba baja, seguida de caminos blandos, de ahí la predilección del corredor a la hora de elegir correr por parques.

 

En la actualidad se está abriendo un nuevo rumbo a la esperanza con los tratamientos a base de factores de crecimiento, que supuestamente regenerarían el deterioro del cartílago articular (figura 8a).

 

 

Fig. 8a. Sobrecarga de rodilla.

 

 

 El calzado deportivo

El calzado deportivo ha sufrido una gran revolución, tanto en la composición de sus materiales como en ergonomía y diseño. Las grandes firmas deportivas invierten mucho dinero en estudios de todo tipo para mejorar en este sentido. En la actualidad todas las marcas de calzado deportivo utilizan el EVA (etilen vinil acetato) de diferentes densidades, derivados plásticos con múltiples denominaciones, también  viscoelásticos o geles, grafitos, acrílicos como el gore-tex e incluso elementos gaseosos, cuyo precursor fue la firma Nike con las cámaras de aire.

La zapatilla deportiva basa su fabricación en el desarrollo de tres conceptos: amortiguación, estabilidad y control, dando paso a una gran diversificación de productos destinados a las características propias de cada deporte, de forma que podemos encontrar zapatillas para correr sobre asfalto, running, campo a través, cross country y mixtas, cross training, que supuestamente sirven para todo tipo de deporte.

De igual modo, y atendiendo a las características propias de cada corredor, nos encontramos con zapatillas de pisada neutra, de pronador, para corredor ligero o de más de 80 kilos de peso, para entreno o competición, etc.

 

Gracias a estas mejoras ha disminuido el índice lesional, pero a pesar de ello tenemos que tener en cuenta las siguientes consideraciones como factores lesionales:

 

. Deterioro del material deportivo con el uso y la disminución de la capacidad de absorción del impacto

. Control de kilometraje, entre 800 y 1200 Kilómetros por cada par de

. zapatillas, dependiendo del tipo de pisada

. Endurecimiento del material con el paso del tiempo

. Desgaste y despegue de la suela, normalmente de poliuretano

. Deformación de la zapatilla según efecto de la pisada

. Rotura de costuras

. Desgarros del tejido (figura 9).

 

 

Fig. 9a. Despiece de zapatilla estable con “air system”.

 

 

Cuanto más ligera sea la zapatilla menor será el factor de amortiguación

y estabilidad y, por lo tanto, mayor será el riesgo de lesión, mientras que las zapatillas con mayor índice de amortiguación y de corrección tendrán el hándicap del mayor peso, que se traducirá en mayor esfuerzo por parte del corredor y peor crono. Por consiguiente, cada corredor deberá encontrar, dentro de lo que ofrece el mercado, la zapatilla con las características más apropiadas, para lo cual deberá tener en cuenta el kilometraje que realiza a la semana, el tipo de superficie por la que entrena, su peso, el tipo de pisada, etc.

 

 Los pies con alteraciones estructurales dan como consecuencia mayor deformidad y desgaste del calzado.

 

 El peso de la zapatilla es un elemento a tener en cuenta. Oscila entre los 170 de una zapatilla de competición a los 350 gramos de una zapatilla de entreno. A lo largo de una maratón estaremos hablando de varias toneladas de peso. No olvidemos que cada 10 gramos de peso se convertirán en 200 kilos a lo largo de 10 kilómetros.

Sin embargo, la zapatilla de entreno es más estable y amortiguadora que la de competición, que solo será recomendada para deportistas de élite o corredores populares de poco peso y buena estructura física.

 

La sujeción o control será una variable importante sobre todo en corredores pronadores y/o con talón inestable, tendentes a provocar esguinces de repetición.

 

 La amortiguación es una virtud fundamental sobre todo en corredores con pies cavos (exceso de bóveda), pie rígido y con peso por encima de los 80 kilos. Otra diferenciación será la derivada del terreno, ya que la capa superficial de la suela será diferente según el tipo de superficie, incluyendo tacos en terrenos agrestes y más o menos lisa para el asfalto. Cuando esta capa de la zapatilla desaparece por el desgaste habrá llegado el momento de renovarlas por otras.

 

 

Tratamiento ortopodológico

 

El soporte plantar  destinado a paliar o corregir los errores estructurales del corredor, deberán presentar cierta rigidez, ya que de otro modo será complicado el poder modificar el gesto deportivo durante la carrera. Serán siempre personalizados y partiendo, a ser posible, de un molde de escayola, en nuestro caso realizado en “carga dinámica”, que contemple tanto la alineación de retropié y mediopié como el despegue del antepié. En ocasiones recurriremos a adicciones en forma de cuñas o posteos del tipo CSR, CC, Alargo 1º R, etc. Así como la realización de descargas selectivas e incorporaciones de taloneras de descarga. El soporte plantar más genérico realizado por nosotros es el resultante de un sándwich de EVA de diferentes densidades, entre 35 y 65º shore, que embuten un material más rígido denominado reforzante Hk.

Una vez confeccionado el SP, realizaremos la pertinente adaptación del mismo al pie y zapatilla, que por norma será de tipo neutro salvo excepciones (figura 9.b).

 

Fig. 9b. Amortiguación total. Vista lateral

 

Fig. 9c. Zapatilla de control doble. Densidad adiprene.

 

 

Fig. 9d.

 

                                               

Prevención

 

A pesar de todo lo expuesto anteriormente, la carrera contínua tipo running es una actividad muy saludable cuando se realiza con las debidas medidas profilácticas y éstas pasan principalmente por la información, y es en ese campo dónde los podólogos tenemos mucho que decir, informando al corredor,  tanto en nuestros centros como a través de campañas y ferias del corredor, mediante la realización de estudios podológicos y biomecánicos que permitan al atleta conocer cómo es su pisada y cuál es el tipo de zapatilla más adecuada para su pie. También tendremos que hacer recomendaciones, una vez conocido su historial lesivo, edad, días de entreno, etc, sobre la cantidad y calidad de entrenamiento a realizar sin que ello presuponga un riesgo para su salud.

 

Por otra parte, la atención al corredor debe plantearse desde un punto de vista multidisciplinar, contando con la colaboración del fisioterapeuta, médico deportivo, traumatólogo, entrenador, etc.

 

Afortunadamente, cada año observamos una mayor concienciación por parte del corredor sobre el cuidado de sus pies y de la necesidad de pasar por manos de profesionales. Esto lo hemos constatado no sólo por encuestas realizadas a los propios corredores sino por la disminución de incidencia lesional en nuestros puestos asistenciales en las diferentes carreras de maratón (figura 10).

 

Fig. 10. Meta en Madrid.

 

 

El pie en el baloncesto

 

 

José Luis Moreno de la Fuente

 

Ricardo Moreno González

 

jlpodomaster@telefonica.net

www.podomaster.com

 

 

 

 

 

Contexto

 

El baloncesto es uno de los deportes que cuenta con un mayor número de practicantes y una implantación que abarca al menos a todos los países desarrollados, a pesar de tener una historia relativamente corta, ya que fue inventado por James Naismith de Massachussets en 1891 [1] para estimular y garantizar el ejercicio físico a través de la realización deportiva, así como la  asistencia de los deportistas durante el invierno, lo que contrasta con la mayoría de los deportes practicados actualmente que se deben a la culminación evolutiva de infinidad de avatares y cambios sobre juegos practicados desde la antigüedad.

 

En cuanto a los pies y miembros inferiores, cuentan con una participación intensa en todas las fases del juego, ya que el jugador de baloncesto los utiliza tanto para desplazarse a lo largo de la pista como para driblar y fintar a los jugadores contrarios como para elevarse hacia la canasta o caer una vez producido el tiro. Esta activa participación de los pies y miembros inferiores explica que la mayoría de los problemas que padece el jugador de baloncesto sea en esta parte de su estructura como posteriormente se verá.   

 

 

Volviendo a la cronología, y a pesar de que no quedan dudas sobre el reciente nacimiento del baloncesto, algunos investigadores han querido ver un origen remoto de este deporte en los juegos de pelota que se practicaban en la cultura Veracruz, que se desarrolló en Mesoamérica hacia el año 300 de nuestra era; también fue practicado por los Olmecas y los Maya. Consistía en hacer pasar  una pesada pelota de hule por un elevado aro ubicado en la cancha, empujando la pelota con las caderas, los antebrazos o mediante la ayuda de diversos elementos como palmas.

El juego debía ser bastante agresivo, ya que los jugadores se protegían con diferentes accesorios muy sofisticados hechos en madera o algodón, aunque también utilizaban hachas, yugos y palmas de piedra. Según mi criterio, solamente podían practicarlo los integrantes de determinados estratos como los pertenecientes a las clases dominantes, guerreras o sacerdotales.

El juego tenia connotaciones religiosas y simbolizaba el drama cosmológico entre las principales deidades que se ocupaban del cuidado de las cosechas. Permitía resolver conflictos políticos y bélicos, y básicamente consistía en el enfrentamiento entre dos conjuntos de jugadores que generalmente concluía con la decapitación de los perdedores, lo que satisfacía a los dioses de los que dependía la fertilidad agrícola, asegurando de este modo las lluvias y las buenas cosechas. [11]

 

Quedan numerosos vestigios del emplazamiento de las canchas en ciudades y centros religiosos, y algunas imágenes como las encontradas en el museo precolombino de Santiago de Chile en el que se conserva esta figura de un jugador y de los aparejos que se utilizaban en el juego.  Figuras 1 y 2.

 

Fig. 1.

 

Fig. 2.

 

Este juego mesoamericano era muy diferente del inventado por James Naismith y desde luego no parece haber ninguna vinculación entre ellos si bien desde el punto de vista cultural no deja de tener interés.

 

Retomando el baloncesto que hoy conocemos y a pesar de su reciente origen 1,9)+, vemos que ha sufrido diferentes modificaciones en sus reglas de juego, si bien sigue siendo un juego de equipo donde se enfrentan dos conjuntos formados por diez o doce jugadores de los que solamente pueden participar en cada momento 5 de ellos, que tratan de introducir la pelota en la canasta del campo contrario situada a una altura de 3,05 m. La pelota fue creada por Spalding, y la NBA sigue jugando con una pelota elaborada por la empresa de su primer diseñador.

 

 En 1936 entró a formar parte de los juegos olímpicos de Berlin (1). La Federación Internacional de Basket Amater –FIBA-, organización mundial que rige los destinos de este deporte, en la actualidad  agrupa a mas de 175 países.

El baloncesto se juega en una pista de forma rectangular de superficie dura, que tiene 15 m en su lado más corto y 28 m en el largo. La altura del techo o del obstáculo más bajo debe ser, como mínimo, 7 m. El campo está dividido en dos mitades iguales separadas por la línea denominada de medio campo.

En el baloncesto amateur la pista puede ser de cemento, o tenisquick (sintética), aunque actualmente van predominando el suelo de parket flotante, que es el mismo que el utilizado en el profesional.

 

Los jugadores se distribuyen según sus características físicas en jugadores exteriores o alejados de la canasta, donde encontraremos al base, al escolta y al alero y jugadores interiores conocidos como ala-pivot y  pívot.

El base es quien organiza el juego atacante del equipo e indica la jugada a realizar; debe tener rapidez, capacidad para realizar fintas y cambios de ritmo, con desplazamientos laterales.