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Akal / Anverso

China Miéville

Octubre

La historia de la Revolución rusa

Traducción: Antonio J. Antón Fernández

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En el centenario de la Revolución rusa, China Miéville relata la extraordinaria historia de unos hechos que estremecieron el mundo.

En febrero de 1917 Rusia era una monarquía atrasada y autocrática, enfangada en una guerra impopular; en octubre, después de no una, sino dos revoluciones, se había convertido en el primer Estado de los Trabajadores, pugnando por colocarse en la vanguardia de la revolución mundial. ¿Cómo tuvo lugar esta increíble transformación?

En un vasto mosaico que va desde las avenidas y calles de San Petersburgo y Moscú hasta las aldeas más remotas de un imperio inabarcable, Miéville desvela las catástrofes, intrigas y fenómenos inspiradores de 1917 en toda su pasión, dramatismo y singularidad. Afrontando los debates clásicos, pero narrado también para el lector que se asoma por primera vez a este colosal acontecimiento, he aquí el formidable relato de una humanidad en su punto más grandioso y más desesperado; un antes y después civilizatorio que todavía reverbera en nuestros días.

«Cuando uno de los escritores más sorprendentemente originales de nuestro tiempo se enfrenta a uno de los acontecimientos más polémicos de la historia, el resultado sólo puede ser incendiario». BARBARA EHRENREICH

«Dar a una nueva generación de lectores un relato nuevo de la gran revolución, incorporando todos los descubrimientos posteriores a 1989 y la investigación académica más reciente, es una tarea singularmente abrumadora. Expresarlo en una prosa vívida, profética, y conducirnos por sus páginas con la fuerza de un huracán, es algo que sólo China Miéville podía lograr». MIKE DAVIS

«China Miéville es deslumbrante… no puedes sino maravillarte ante la agilidad de su imaginación y la creatividad de su lenguaje». THE NEW YORK TIMES

«El ingenio de Miéville sorprende, su tono es vivaz y la vitalidad pura de su imaginación, extraordinaria». URSULA K. LE GUIN

«Un escritor… del que cabe esperar cualquier cosa, excepto algo mediocre». THE GUARDIAN

CHINA MIÉVILLE es un escritor brillante e inclasificable cuyas novelas han merecido, entre otros, los premios Hugo, World Fantasy y Arthur C. Clarke. Su obra de no ficción incluye el ensayo ilustrado London’s Overthrow y Between Equal Rights, una investigación crítica sobre el derecho internacional. Ha escrito para varias publicaciones, entre ellas The New York Times, The Guardian, Conjunctions y Granta, y es editor y fundador de la revista Salvage. Entre sus títulos traducidos al castellano cabe destacar La ciudad y la ciudad, Embassytown: La Ciudad Embajada y Los últimos días de Nueva París.

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RAG

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Título original

October. The Story of the Russian Revolution

© China Miéville, 2017

© Ediciones Akal, S. A., 2017

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4488-8

Para Gurru

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Nikolái Chernyshevski,
¿Qué hacer?

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Introducción

En mitad de la Primera Guerra Mundial, mientras Europa temblaba y sangraba, un editor norteamericano publicó el aclamado Modern Russian History, de Aleksandr Kornílov. Kornílov, intelectual y político liberal ruso, concluía su crónica en 1890, pero en esta edición en inglés de 1917, su traductor, Alexander Kaun, actualizaba la crónica. El párrafo final de Kaun se abre con palabras amenazadoras: «No hace falta ser profeta para vaticinar que el actual orden de cosas tendrá que desaparecer».

Ese orden iba a desaparecer –espectacularmente– al tiempo de imprimirse esas palabras. En el transcurso de ese violento e incomparable año, Rusia se estremeció y quebró, no por una sino por dos insurrecciones, dos confusas y liberadoras rebeliones, dos reconfiguraciones. La primera, en febrero, se deshizo vertiginosamente de medio milenio de gobierno autocrático. La segunda, en octubre, tuvo un alcance muchísimo mayor. Impugnada, y en última instancia trágica; disputada, y finalmente inspiradora.

Los meses de febrero a octubre fueron un proceso continuo de pugna, una torsión de la historia. Lo que aconteció, y el significado de lo que aconteció, siguen siendo abrumadoramente controvertidos. Febrero y, sobre todo, octubre han sido durante mucho tiempo los prismas a través de los cuales se han contemplado las políticas de la libertad.

Se ha convertido en un ritual historiográfico distanciarse de toda quimera de «objetividad», una mirada supuestamente desinteresada a la que ningún escritor puede o debe querer adherirse. Respeto esa costumbre, y repito aquí su caveat: aunque no sea uno –espero– dogmático ni acrítico, sí que tomo partido. En la historia que se relata a continuación, tengo mis villanos y mis héroes. Pero, si bien no pretendo ser neutral, he intentado ser justo, y espero que los lectores de diversos colores políticos encuentren valioso este relato.

Hay ya muchas obras sobre la Revolución rusa, y un buen número de ellas son excelentes. Aunque se haya documentado cuidadosamente –todo acontecimiento o discurso de los descritos aquí está registrado en la historiografía–, este libro no intenta ser exhaustivo, académico o especializado. Es, más bien, una breve introducción para aquellos que tengan curiosidad respecto a una historia sorprendente; para aquellos que quieran verse inmersos en los compases de la revolución. Porque precisamente he intentado narrarla como una historia. El año 1917 fue una epopeya: una concatenación de aventuras, esperanzas, traiciones, coincidencias improbables, guerra e intrigas; una sucesión de valentía y cobardía, de estupidez, farsas, proezas, tragedia, ambiciones y cambios que marcan época; luces deslumbrantes, acero, sombras, raíles y trenes.

Hay algo en la «rusidad» de Rusia que a menudo parece embriagarnos. Una y otra vez, las discusiones sobre la historia del país, especialmente aquellas entre no rusos, pero a veces entre los propios rusos, se deslizan hacia un esencialismo idealizado, evocando un espíritu ruso supuestamente irreductible e inefable, cuyo corazón es un misterio. No solo singularmente triste, sino singularmente inescrutable. Rehúye toda explicación: mnogostradalnaya, la Rusia de los muchos sufrimientos; la Madrecita Rusia. Esa Rusia –como dice Virginia Woolf en su libro más onírico, Orlando– en la que «los ocasos son más largos, los amaneceres menos repentinos y las frases a menudo se dejan inacabadas, ante la duda de cómo acabarlas mejor».

Esto no puede valer. Que haya especificidades históricas rusas es algo que apenas puede cuestionarse; que expliquen la revolución, no digamos justificarla, sí puede discutirse. La historia debe honrar aquellas especificidades, sin perder de vista lo general: las causas históricas mundiales y las ramificaciones de la rebelión.

El poeta Ósip Mandelshtam, en un poema cuyo título suele variar, una célebre conmemoración del primer aniversario del comienzo de 1917, habla de «tenue luz de la libertad». La palabra que emplea, sumerki, habitualmente sugiere un ocaso, pero también puede referirse a la oscuridad que anticipa el amanecer. De ahí la ambigüedad: «¿Honra –se pregunta su traductor Borís Dra­lyuk– a la consumida llama de la libertad, o a su tímido primer resplandor?».

Quizá el resplandor en el horizonte no es de atardeceres que se prolongan ni de amaneceres menos repentinos, sino que es una prolongada y constitutiva ambigüedad. Tal condición crepuscular la hemos conocido todos, y la conoceremos una vez más. Esa luz extraña no pertenece solo a Rusia.

Esta fue la revolución de Rusia, desde luego, pero perteneció y pertenece a otros, también. Podría ser nuestra. Si sus frases todavía están inacabadas, nos queda la tarea de acabarlas.

UNA NOTA SOBRE LAS FECHAS

Para el estudiante de la Revolución rusa, el tiempo está literalmente fuera de quicio. Hasta 1918 Rusia utilizaba el calendario juliano, que se retrasa trece días respecto al calendario gregoriano moderno. Al igual que el relato de los protagonistas, inmersos en su tiempo, este libro sigue el calendario juliano, el que usaban entonces. En una parte de la literatura sobre la cuestión puede leerse que el Palacio de Invierno fue tomado el 5 de noviembre de 1917. Pero aquellos que lo asaltaron lo hicieron el 26 de su octubre, y es su Octubre el que refulge, como algo más que un mes. Diga lo que diga el calendario gregoriano, este libro está escrito a la sombra de Octubre.