Rodolfo Sachún Montano
PRÓLOGO
Con Saturno en invierno, Rodolfo Sachún nos entrega una hermosa gesta poética, la del visionario vate (valga la redundancia) que nos cuenta la aventura de ese espíritu sublime que ha hecho del hombre un ser trascendental. Obras poéticas desde sus orígenes dieron cuenta de esa búsqueda por alcanzar la belleza más allá de lo material, más allá de lo perecedero. Homero, los cantares de gesta, la Divina comedia, Paraíso perdido, Himnos a la noche, son algunas obras en donde el poeta, a través de una épica no solo bélica, nos invita a conocer las etapas del proceso en que el hombre se convierte en una leyenda.
El mito es una forma de percepción donde se conjugan la verdad, la belleza y la utopía; la poesía, en sus mejores performances, es un intento heroico de convertirse en un tipo de mito, y en estos tiempos posmodernos aun lo pretende. Es lo que hace Rodolfo con esta su ópera prima. No por nada el significado de su nombre (de origen germano) es “el que gana las batallas” y “lobo sabio”. El poeta a través del mito de la Diosa Isis penetra a un mundo de fantasía, palabra que proviene del latín “phantasia” que, a su vez, deviene del griego Phantasos (hijo o siervo del sueño). Según la definición la fantasía es un hecho imaginario que le sirve al hombre para contrarrestar una realidad opuesta. En Saturno en invierno esta fantasía (basada en la simbología y cosmogonía medieval) le sirve al poeta, al contrario, para penetrar en la realidad, para que el lector se encuentre en estas líneas versales de intenso lirismo.
La oscuridad que ha colmado al mundo hace que el poeta se embarque en este viaje en pos de ese horizonte luminoso en donde podrá hallar el verdadero corazón, lo que está ausente en el espíritu actual. El lector podrá leer esta obra, entonces, como una metáfora de esa crisis del que se habla hoy en día, en que ni la filosofía encuentra un razonamiento completo a lo que sucede en este nuevo mundo tecnológico. Seguimos creando mitos y leyendas, como hace miles de años, pero solo para desecharlos cuando quedan vacíos, lo cual sucede rápidamente. Los mitos no duran ya ni siquiera una estación solar.
Si bien la epopeya, en la antigüedad, servía para crearse una identidad nacional, reforzar la estructura social, ensalzar a la nobleza dominante, transmitir los valores y las virtudes, y para enseñar historia, vemos en el presente libro, en este recobrar una tradición literaria clásica, el afán del artista de trasgredir los modelos imperantes de la actualidad, que se amoldan a las modas por el afán, más bien, de modelarse con lo mediático. Es una literatura que no arriesga sino que se seduce a sí misma; mide los peligros de no venta más que ser una propuesta estética. El lector, por eso, verá en esta entrega de Rodolfo Sachún una honestidad en su apuesta, una coherencia en el contenido, signado no por esos ideales clásicos, sino por querer, tal vez, decirnos que ser posmoderno o neo vanguardista es saber leer lo clásico para construir lo que falta a estos tiempos en que la velocidad de todo es su signo más notorio.
Conozcamos, por eso, esta aventura que nos trae el poeta y prosista en este libro que puede ser disfrutado por todo tipo de lector, de todas las edades y creencias. Una obra abierta, finalmente, para hacer volar la imaginación, pensar a través del drama, y emocionarse con las imágenes y vicisitudes, con personajes que se vuelven icónicos.
Buen augur para Rodolfo.
Miguel Ildefonso
Portada del Sol, verano de 2017
Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo.
Ludwig van Beethoven
LOS TRECE TRECES
Cuando se idealiza a una mujer, el principio de perfección parte de la historia de una diosa que se esconde en forma de mito. El rompecabezas se empieza a armar con piezas ocultas a la inteligencia y los sentidos, pues quedan obsoletas para comprender y revivir parte de ese mito.
En la mitología egipcia se relata la existencia de una diosa llamada Isis, que rige la magia nocturna. Es representada por una escalera que la simboliza como intercesora entre el cielo, la tierra y el infierno: «Lleva y da, da y lleva». Navega incansable en un lago que amarra todos los misterios, y busca al hombre de piedra para que reme el bote sin ser atrapado por el tiempo.