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EL MUNDO SIN TRABAJO

Rudy Gnutti

EL MUNDO SIN TRABAJO

PENSANDO CON ZYGMUNT BAUMAN

Mi porto avanti

A mi amigo Francesco Pesce, por la valentía que me ha transmitido siempre.

agradecimientos

a mis hijos Gerard y Paolo primero de todo

a Aleksandra Jasinska Kania por su amabilidad y disponibilidad

a Kiko Mir y Bernat Udina, por sus valiosas ideas

a Mònica Bertran por haber precocinado todo...

a Pere Portabella y Joan Bosch, por su gran apoyo

a Pascual Otal, Helena Gomà, Jordi Vidal, Adrián Onco y Melody por toda la energía...

a Desirée, Rosa, Anna, Maribel y Joan de Icaria

a mis padres Bortolo Gnutti y Paoloa Ludwig y “le Zie Pupa e Luciana”

a los amigos profesores que me han soportado y que me soportan: Daniel Raventós, Mauro Gallegati, Andrea Brandolini, Franco Ferroni, Bart Grugueon Plana, Josep Maria Ureta, Ariadna Trillas, Sergi Raventós, David Casassas, Lluís Torrent, Jordi Arcarons, Chiara Saraceno, Julen Bollain, Marcelo Expósito, Rutger Bregman, Stefano Toso, Stefano Sylos Labini, Susan George…

A los pensadores y personajes que me han expresado su apoyo, Toni Negri, Chico Buarque, Tito Boeri, Domenico De Masi, Gerardo Pisarello, Eduardo Suplicy, Íñigo Errejón, Jorge Moruno, Jorge Lago, Pablo Echenique, Juan Carlos Monedero, Germán Cano, Armanda Miller, Txema Sánchez, Marta Flich, Manu Chao, Viggo Mortensen, Ariadna Gil y Mamen Duch.

A los amigos que han tenido que aguantarme: Lali Sandiumenge, Jordi Sala, Àlex Pi, Isa Roca, Stefano Mondovi, Primo Carfagna, Salvatore Bognanni, Mario Ajello, Paolo Rampelli, Teresa Sandiumenge, Giancarlo y Alessandro Gnutti, Marta Masats, Toni Cañella, Kim Amor, Roberta De Simone, Laura Valentini, Gabriella Cerani, Heidi Quintero, Cristina Carrasco, Fabrizio Regoli, Carlos Chamarro, Fede Más, Domènech Duesa, Toni Juanet, Lali Mateu, Mamen Lleixa, Cristina Carrasco, Simona Seveso, Anna Folch

...y Anna y Bruno Mondovi por su apoyo histórico!

Prólogo de Pere Portabella

Cuando Rudy Gnutti me propuso producir el documental In the Same Boat me pareció interesante por dos motivos: primero porque Rudy no estudió en ninguna escuela cinematográfica, lo que supone, en un principio, la posibilidad de un cuestionamiento de los esquemas y códigos clásicos del lenguaje.

Además, Rudy es músico, y esto aporta otro registro al relato: su halo poético. La música explica poco y expresa mucho. Lo explícito vende, la complejidad nos enriquece.

Rudy ha tenido la sensibilidad de captar dos de los problemas más importantes que nos afectan a cada uno de nosotros como individuos. Por ejemplo, la precariedad y el desempleo cuando el crecimiento económico no supone más ocupación.

Este libro, El mundo sin trabajo, retoma la tesis del documental y nos ofrece los argumentos de los pensadores más destacados de estos últimos años de manera profunda y sosegada. Simplemente el análisis del proceso que estamos viviendo en la coyuntura global en la que corremos el riesgo de que nos sobrepase.

La historia nos enseña que las ideas que antes eran consideradas utópicas por imposibles, como el sufragio universal, el voto de la mujer o la abolición de la esclavitud, hoy se han impuesto en algo real y aceptado mayoritariamente.

En el libro El mundo sin trabajo, Rudy Gnutti ha visto la posibilidad de contribuir al gran debate de hoy en día, y sobre todo del próximo futuro que nos interpela hacia dónde debemos dirigir el rumbo de este barco y no morir en el intento.

Cuando el profesor Zygmunt Bauman sostiene que tenemos que remar en el mismo sentido en este metafórico barco, se refiere precisamente a un rumbo inclusivo y compartido.

Pere Portabella

14 de noviembre de 2017

A propósito de este libro

Era el 9 de junio de 1930. Por fin había llegado a Madrid aquella pareja, seguida por una corte de sudorosos mozos cargados de baúles, que no podía pasar desapercibida. Ella, la bella Lidia Lopokova, primera bailarina del Ballet de Moscú. En su porte se notaba que se sentía orgullosa.

Él, J. M. Keynes, el economista más importante de la historia, parecía inquieto y reflexivo. Tal vez sentía la presión de tener que hablar en la Residencia de Estudiantes, un sitio especial donde se respiraba futuro.

Allí habían estudiado los vanguardistas Lorca, Dalí y Buñuel.

Al día siguiente tenía enfrente un público expectante al que dejó boquiabierto. Fue una conferencia polémica que todavía hoy resulta sorprendente.

El tema central fue cómo sería nuestra sociedad cien años después de ese momento: la economía dejaría de ser un problema para la humanidad. El mundo sería mucho más rico y la tecnología permitiría al hombre trabajar solo 15 horas a la semana.

Con esta reflexión comienza el documental In the Same Boat, que estrené en 2016.

Hoy sabemos que Keynes no se equivocaba en sus predicciones.

El progreso económico ha superado con creces sus expectativas y la riqueza ha crecido como nunca.

Pero la razón última de este libro, así como del documental, es que, entonces: ¿por qué hay cada vez más desigualdad?, ¿no sabemos gestionar estos beneficios?, ¿por qué seguimos con la sensación de vivir en la cuerda floja?...

Durante la elaboración del documental, tuve el placer de entrevistar al profesor Zygmunt Bauman en su casa en diciembre de 2014, y volví a coincidir con él dos años después con motivo del estreno, en el macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona).

Enseguida me di cuenta de que hablar sin profundizar con el profesor sobre estos temas tan actuales, y de tan inmenso calado en nuestras vidas, era un auténtico desperdicio.

Y así surgió este libro, precisamente para dar el espacio justo a las largas e interesantísimas entrevistas con el profesor, y con el resto de economistas, sociólogos y pensadores que conformaron la base del guion… sin tener la obvia restricción de tiempo que una película requiere, y profundizar en temas que quedaron solo anunciados.

Nuestra sociedad tendrá que adaptarse en poco tiempo a una nueva forma de vivir y necesita un extraordinario esfuerzo racional e intelectual para crear nuevas bases y pilares ideológicos y filosóficos donde apoyarse.

Estas referencias las tendremos que buscar en nosotros mismos, en nuestro instinto de supervivencia, en nuestro adn cultural y en nuestra capacidad de adaptación, pero puede ser muy útil escuchar voces más cualificadas, preparadas y acostumbradas a reconocer y a analizar los procesos sociales en continuo movimiento.

A pesar de que el profesor Bauman rechazaba tajantemente su función de visionario —«No puedo ni quiero leer el futuro»—, su opinión y sus análisis serán seguramente útiles y estimulantes.

Bauman consideraba que es muy importante y urgente crear un debate amplio y serio sobre la relación entre las tecnologías, el mundo del trabajo y el rumbo que está tomando nuestra sociedad, que nos está llevando a una trágica vía sin retorno.

Pero, ¿podemos hacer algo? ¿Tenemos realmente ideas y propuestas válidas para cambiar este rumbo autodestructivo?

El profesor pensaba que sí.

Zygmunt Bauman Sociólogo y filósofo

In the Same Boat es una profecía, pero no en el significado actual del término.

En el Viejo Testamento los profetas judíos tenían una función que han perdido los profetas de nuestro tiempo; no esperaban que sus profecías se cumplieran, sino que tenían la intención de poder actuar para evitarlas.

En cambio, los profetas contemporáneos esperan que sus catastróficas intuiciones se cumplan para reafirmar su capacidad profética y su ego personal.

Las reflexiones que encontramos en In the Same Boat tienen esta virtud, la de una profecía que puede servir como advertencia para actuar rápidamente y evitar los más catastróficos pronósticos.

Tras los tres años de entrevistas y grabaciones soy consciente de que las opiniones de estos pensadores son, en gran medida, controvertidas, pero sobre todo no tengo la más mínima duda acerca de su calidad académica, el interés irrefutable que despiertan sus opiniones y la seriedad y gravedad que merecen los temas que abordan.

Es por esta razón que la rigurosidad del contenido era un factor determinante. La importancia de este proyecto no es únicamente lo que se dice, sino también quién lo dice.

No soy un economista, estudié Música, y soy y he sido durante toda mi vida compositor de música para cine y otros medios audiovisuales.

Pero también estudié Antropología Cultural en la Universidad La Sapienza de Roma, y tuve la posibilidad de leer un pequeño libro que me interesó particularmente: Trabajar menos para trabajar todos (Hoac, 1994) del sociólogo francés Guy Aznar.

Le debo a esta lectura el sucesivo interés, casi obsesión, por la relación entre tecnología y trabajo.

Si bien todos los problemas que se tratan en este libro son globales, me han quedado en el tintero las reflexiones de algunos expertos de determinados lugares del mundo. En particular, me siento profundamente frustrado por no haber podido contar con un punto de vista de vital importancia: saber qué piensa y qué planes tiene, para afrontar esta situación, la potencia más influyente y hermética del mundo, China.