A ti, que aún crees que este libro
ha llegado a tu vida por casualidad.

 

 

Prólogo

El avión comenzó a caer. Ya no sé, ni importaba, si por mi acción voluntaria o no. Ya no era yo quien timoneaba mi cuerpo y la palanca de gases avanzó hasta que giramos en picado, rumbo a un mar brillante que parecía un infinito espejo. Los motores rugían arrullándome, protegiéndome del impacto, como cantando una canción de cuna.

Insisto, yo no fui escritor, sino piloto. Cuando alguien se acercaba y me preguntaba si era el «célebre» escritor, yo contraatacaba con una mirada inquisitiva y les decía que no, que solo era un humilde aviador. Obviamente, la gente conocía también esa faceta y entendía mi sarcasmo, pero iba más allá de una mera frase: pretendía decir la verdad; además de librarme de esas personas.

Todo eso sucedió antes de la publicación de El principito, libro que muchos confundieron con un texto infantil, con un cuento ligero e ingenuo. El simbolismo que inyecté y proyecté en ese libro iba mucho más allá: era una fábula sobre mi vida, una alegoría de mi alma volante y ausente, en constante búsqueda pero sin saber qué buscar. Puse rumbo a todos lados, pero, cuando no sabes qué buscar, no encuentras nada.

Ya por entonces quería volar antes que nada en la vida. Solo en el aire me sentía libre, me sentía yo mismo. Pisar tierra me hacía sentir torpe, denso, mareado y dolorido. Justificaba y encerraba en el acto de volar mis anhelos de controlar mi vida, de sentirme realmente completo y liberado del mundo.

Escribir no era más que vomitar la madeja de pensamientos, miedos y obsesiones que me brotaban antes, durante y después de cada vuelo. La mayoría eran cartas a mi esposa, Consuelo, pero en las otras ocasiones no pretendía decirle nada a nadie, solo que ella conociera todo aquello que mi cabeza regurgitaba entre engranajes, alerones, grasa, humo y palancas. De hecho, fue mi forma de pedirle perdón, por mi manera de ser, por todo el dolor que había acompañado nuestra alocada, tensa y bipolar relación. Siempre la amé y siempre la amaré. Ella era mi rosa, y me había responsabilizado de ella, al fin y al cabo, al domesticarla.

Tan solo pensaba en ella cuando supe que lo que tenía en mente iban a ser mis últimos pensamientos. Tan solo pensaba en ella, poco antes de impactar contra ese espejo de mar, encerrado en una diminuta cabina que, desde que comencé a usar ese avión, me robaba el aire del pecho. Ella era mi rosa y yo saltaba de planeta en planeta, buscando no sé qué, cuando todo lo que necesitaba estaba junto a ella. La vida habría podido ser sencilla; regarla, protegerla del viento, poco más. Pero no, yo no podía tener una vida sencilla. Ahora lo añoro. Cuán ingenuo fui.

Mi amor por ella era a la vez un amor por la vida, por una vida llevada al límite, por una vida que me abrazaba entre nubes y montañas que nadie divisaba desde las alturas, salvo Dios y yo. Ese mar en el que iba a hincar mi vida era la más perfecta alegoría de mi regreso. Volvería a ser la gota que se funde con el océano, volver a ser parte del todo, a serlo todo. De ese todo que tanto anhelaba sin saberlo en mi búsqueda por este y todos los planetas.

Lo último que vi fue una mariposa de cuero y forjado. La forma que desdibujaban los mandos del avión y mi rostro destrozándose y haciéndose añicos contra las esferas. No hubo dolor, solo cristales, calor, frío y una penetrante ingravidez. Me desprendí de la carlinga, ya no sé si cerrada o abierta, y floté por encima de unos hierros retorcidos que se hundían hacia el fondo de un mar cobalto profundo, mudo y sereno.

Quedé suspendido en un éter que no era ese azul que me abrazaba; ingrávido, latente, arropado y saciado de todo. El más sutil movimiento de la marea mecía un cuerpo ya sin sustancia que sabía era el mío, mientras contemplaba otro cuerpo hincharse bajo ese mismo mar.

Reconocía el mono azul militar entre el otro azul del fondo del mar. Azul y azul, todo se tornaba azul bajo mil tonos. Acompañé ese cuerpo en su vaivén un tiempo, no sé cuánto, porque desapareció esa constante de mi realidad, hasta que llegó flotando a la costa, hinchado como un balón. Unos hombres lo hallaron cuando se iba a destrozar en las afiladas rocas y lo enterraron sin mucha dilación; creo que no era el primer soldado que encontraban y al que daban cristiana sepultura en tiempos de guerra.

Luego volé, como nunca había volado, y comprendí lo que pretendía sentir y emular cuando volaba entre hierros, cristal, alas y motores. Fue el vuelo más real que había hecho, el más tangiblemente verdadero, pero me faltaba algo: había marchado de nuevo a otro planeta y había abandonado otra vez a mi rosa.

De haberlo sabido, habría escrito otro libro muy diferente, habría vivido de forma diferente. Mi vida fue maravillosa, perfecta porque no tenía que ser otra, pero cambiaría muchas cosas. Esos cambios fueron una proyección futura, anhelando otra oportunidad.

Desde mi perspectiva actual, este libro que me piden prologar, lo siento como dos libros entrelazados y fusionados. A uno le ocurrirá, como a El principito, que pareciera un libro infantil o, mejor dicho, un libro de texto para niños pequeños, y así lo verán muchos que creerán estar en grados superiores. Sin embargo, encierra un conocimiento que es base y esencia para que el alma madure y crezca.

Los niños lo comprenderán, y también los adulterados adultos que sepan aún mirar con el alma del niño que todos llevamos dentro. Para el pequeño ser que no sabe leer, aprender la magia de engarzar letras y desentrañar su significado es igual de apasionante y revelador que para el arqueólogo que lee jeroglíficos y busca un tesoro.

Para esa alma que comienza a dar sus primeros pasos en la vida, aprender a hacer surgir información de lo escrito es la apertura a un mundo nuevo, la llave al conocimiento de lo externo y de uno mismo. Este libro enseña a leer la vida y a leer lo más insondable del alma. Para muchos será ese libro de texto mágico que les permitirá alcanzar un universo de conocimiento propio y, por lo tanto, también ajeno. Otros lo juzgarán infravalorándolo como eso, un vulgar libro infantil, sin ahondar en las verdades que revela, quizás, por su lenguaje, o su forma.

Si yo hubiera escrito como primera obra El principito, nadie habría dado valor al libro, ni siquiera me lo hubieran publicado. Querían textos serios, con fundamento, bien escritos y basados en hechos tangibles. Cuando se publicó El principito también hubo críticas, pero, como yo era una celebridad, se aceptó en sociedad, aunque muchos argumentaron que esperaban un libro más maduro para mi edad, mi bagaje y mi trayectoria; que deseaban «más profundidad» en el texto. Nunca supieron que fue el libro más profundo que escribí y el que decía más verdades sobre mí y sobre la vida misma; pero lo esencial solo se lee con el corazón y una gran mayoría solamente lo lee con los ojos.

Por el otro lado, este libro que vas a leer, querido lector, es también un bálsamo para el alma, un caldo caliente. Cada línea vibra en mí, por sus verdades, escritas con el corazón, como un libro de poesía; poesía de vida y esperanza, versos que acarician el alma, como dándole ese beso de vida que se da a los ahogados tratando de devolver el hálito de luz etérea que se esfuma mientras hacemos cualquier cosa menos vivir. Este libro no habría sido comprendido cuando yo viví... o cuando yo morí. Pero ahora es el momento de enseñar a volar a las ingentes miríadas de ángeles que no saben ni siquiera que tienen alas a la espalda.

No sé si sé escribir decentemente: lo mío es pilotar aviones. Espero haber acertado con la petición de desdibujar este prólogo no sabiendo bien si cumple su misión. Me rogaron que dibujara algo que encerrara su magia, pero yo solo sé dibujar boas abiertas y boas cerradas.

 

Antoine de Saint-Exupéry

 

 

Capítulo uno

Un libro extraño

 

Quizás este será uno de los libros más extraños que hayas leído y leerás nunca. Puede que sí o puede que no, solo quizás. Prepárate para abrir tu mente y tu corazón. Tómatelo, si quieres, como una novela en la que participas como interlocutor o, si lo deseas, piensa que todo es ficción; aunque debes saber que todo es una historia real. Lo importante es que llegue a tu corazón lo que aquí leas y que llegues al final; a un final igual de extraño que, como mínimo, te hará pensar y quizás cambie tu realidad para siempre.

Este libro es una provocación; su tarea es provocar cambios en ti y sacarte del hastío, de una vida sin magia, del aburrimiento de que cada día sea igual que los demás y no veas salida. Ten paciencia porque muchas veces hará bien su trabajo y te dirá cosas que no son las que quieres oír.

Dale una oportunidad, date tú mismo esa oportunidad. O muchas, porque de ti depende querer realmente cambiar. No será fácil, nadie ha dicho que lo sea. Y si este libro solo contara lo que ya sabes, no provocaría ningún cambio. En tu vida, los acontecimientos más salvajes fueron los que te hicieron cambiar, conocerte y fortalecerte. Este libro sigue ese patrón y estará funcionando si te sacude el corazón por dentro.

Si piensas que no tienes tiempo para leer este libro, es que necesitas más que nadie y que nunca leerlo. Si no tienes tiempo para ti es que estás haciendo muy mal las cosas, y eso, tarde o temprano, se paga en la vida. No hace falta que nadie te lo diga, sabes bien que algo hay que cambiar. Algo muy urgente. Puede que no sepas cómo, es normal. Quizás halles aquí una guía.

Nos quejamos cuando es tarde, pero hay muchas señales que la vida nos da para que giremos el rumbo antes de estrellarnos contra los acantilados. La vida para muchos es aburrida y sin sentido, además de no tener tiempo para hacer nada que no sean sus «obligaciones». Pero has confundido tus «obligaciones», ya que no tienes otras en la vida que ser feliz, amar, ser amado y crecer como persona. Si no es así, es que no estás en el camino correcto.

Mientras tanto, muchos otros viven una vida maravillosa y logran todo lo que se proponen. ¿Qué está sucediendo? Algo común a toda esa gente es que tienen mucho tiempo disponible, sobre todo para ellos mismos, y que su vida no es un estado de esclavitud maquillado. ¿Quieres saber cuál es su secreto?

El secreto es que no hay secreto, que la vida es mucho más sencilla de lo que nos han hecho creer. Y no por mala intención o conspiraciones milenarias, sino porque los seres humanos cometemos errores. De hecho, hemos venido a eso, a aprender de ellos. Debemos eliminar el concepto de culpabilidad cuando nos equivocamos, y olvidar la palabra pecado, que ha hecho mucho daño a la humanidad. Tenemos mucho tiempo y muchas oportunidades para aprender experimentando.

El tiempo está ahí para ti, no tú para él. Y si vas a decir que tu trabajo te ocupa demasiado tiempo y no puedes tener unas horas para leer es que te es urgente cambiar de trabajo. Este libro te ayudará a lograrlo, como también, si es necesario, cambiará tu vida. Si es que tienes que cambiarla. Tú decidirás.

Ojalá el abrir un paréntesis en tu ocupada y frenética vida para leer estas páginas te haga cambiar tus prioridades, hallar cómo crear más tiempo para ti y descubrirte. Te aseguro que no hay nada más grande que puedas lograr en tu vida que descubrir quién eres.

Quizás este sea el libro que estabas esperando y ni siquiera sabías que esperabas. Puede que se convierta en un libro mágico que te abra un mundo nuevo. Solo depende de ti. Quizás se convierta en un vademécum donde buscar la solución a tus dolencias, del cuerpo y del alma.

Si ya estás pensando si te apetece leer ahora algo intenso o es mejor una novela para despejar la mente y distraerte… mejor abandona este libro y busca esa novela. Recuerda lo que dijimos antes. Es muy respetable que prefieras vivir las vidas de otros antes que la tuya propia, que convertir tu propia existencia en una novela de aventuras.

Seguir adelante podrá convertirse en una entretenida lectura o no, pero quizás es el momento de ir más allá, y sabes que debe ser así. Posponerlo o no depende de ti. Regresarás porque quieres llegar a ser una mejor versión de ti mismo, porque quieres conocerte, quieres crecer y sabes que a eso has venido a esta vida. Hacerlo a través de la propia aventura de este libro puede ser incluso divertido, insisto.

Por otro lado, si vas a proyectar sobre este libro el obtener las respuestas a tus preguntas, deja también de leer ahora mismo. Quizás encuentres respuestas, pero no será por culpa, obra o causa de este libro, sino por ti solamente. Tenlo claro: no hay mayor maestro que el que llevas dentro. Pronto te lo demostrarás a ti mismo.

Todos los demás maestros externos a lo largo de tu vida son o han sido una proyección de ti. Fueron convocados por ti para enseñarte unas lecciones que no tenías ni el valor ni la disciplina para imponerte.

Tampoco creías que fuera posible, ni te creías merecedor de conocer los caminos y las respuestas. Entonces optaste por hacer como que venían de fuera. Ya es hora de aceptar que esa falsa modestia, esa humildad mal concebida no te hace nada bien, que no te lleva a ningún lado. Ya es hora de ser responsable de tu propia vida. Buscas un guía, un maestro, una persona que te diga cómo actuar y qué hacer para, realmente, si no funciona, echarle la culpa. Eso es no ser responsable y lo sabes en el fondo de tu corazón. ¿Y si funcionase? ¿También sería esa persona la responsable? Sabes bien la respuesta: solo tú puedes serlo, de lo bueno y lo malo. Pero cuando lo seas realmente aprenderás a lo largo de este libro que todo será positivo para ti, aprendizaje y conocimiento para hacerte crecer. ¿Tomas la responsabilidad de lograrlo?

Esta es una de las lecciones más importantes que puedes integrar en tu vida. Tú le das valor a las cosas, les das poder. Tú, solamente tú. Tú haces las cosas mágicas, las bendices o maldices, y entre ellas tu propia vida. Tienes siempre el poder de elegir, el control, el poder. Otra cosa es que lo hayas olvidado y reniegues de ello. Quizás este libro te ayude a recordar o quizás no. Para muchos, lo aquí escrito será como un idioma desconocido hasta que no decidan estar preparados para abrirse.

Este libro trata en esencia de alejarse de los típicos libros de autoayuda, pero, si te ayuda, debemos aceptar esa etiqueta. Esta es una de las primeras tareas a implementar; aprender a ignorar las etiquetas, a no usarlas y ver más allá. Nos perdemos mucho de la magia de las cosas por juzgarlas y etiquetarlas. Deja de usarlas y se te presentará un mundo nuevo.

Al fin y al cabo muchos libros, de autoayuda y de otras temáticas, repiten muchas veces las mismas verdades, pero, si no estamos preparados, nos parecen tonterías, ideas vagas o teorías imposibles.

Solo aparece el maestro cuando el discípulo está preparado, y este libro tratará de hacerte ver la realidad de que ese maestro está dentro de ti. Deja de valorar más lo externo que lo interno, de confiar más en lo de fuera que en lo que palpita en tu interior. Aprende a valorarte, aceptarte y amarte.

Y ese maestro es en parte tu niño interior; ingenuo, sincero, sencillo, valiente, creativo, emprendedor, mágico, enérgico, sensible, libre y soñador. Esas cualidades te hacen invencible. Nada hay que no crea que puede lograr un niño. Tú tampoco.

Y lo vas a lograr, pero olvida las leyes, las reglas y las imposiciones. Solo tú eres libre, solo tú puedes retarte a lograr todo lo que te propongas, incluido ser tu propio maestro. Para el niño, no hay nada imposible. Dentro de su mundo, todo es fantasía y realidad a la vez. No hay límite a su creatividad, a su imaginación.

Todo es mucho más fácil, muchísimo más sencillo de lo que una y otra vez nos repiten. Y lo han hecho tanto que nos lo hemos creído. Hasta creemos tener pruebas de que eso es irrefutable. Pero es falso. Pronto surgirá de tu interior ese niño y te lo demostrará. Déjate sorprender.

En sí, este libro debería ser innecesario y no tiene ningún mérito. Es más como un despertador para que salga de su sueño ese maestro, nada más. Por eso la provocación. No despertará hasta que no vea que es necesario, que es reclamado. Todo lo que encierra el libro no es dogma ni es verdad, solo es carnada para llamar su atención. Es un anzuelo, solo un tímido recuerdo de lo que realmente sabes para que, al olerlo, tu maestro salga fuera. No queremos atraparlo, sino todo lo contrario; liberarlo de su prisión, tu propia prisión.

Puede que este libro haya aparecido justo cuando debía aparecer, solo tú lo sabes, pero no lo confundas con el maestro. Esto es solo una guía, una señal en el camino para que sepas dónde buscar. Un faro que en la lejanía muestra su luz para que gires el timón.

Sería muy triste, aunque sucederá, que alguien se arrepienta de no haber leído este libro y darle la oportunidad a lo que encierra de aportar algo mágico y nuevo a su vida, sobre todo, justo cuando decida partir de este mundo. Suena contundente, pero es así, es una realidad, y una a la que no deberías tener miedo alguno.

Y así pasará. Aparecerá una y mil veces llamándote, en mil lugares diferentes, y ojalá que no sea demasiado tarde. Nunca lo es. Pero leer ciertos capítulos daría mucha paz a tu alma cuando te enfrentes a la realidad de esos momentos de cambio de estado o lo hagan personas que amas.

Sería también muy triste que la esencia de nuestras creencias se basase en lo que otros dicen, sean quienes sean. Lo suyo sería experimentarlas de primera mano. Eso es lo que trata de hacer este libro: provocar que lo hagas. Podría decirte que las cosas son así o de esta otra manera, y a veces lo hace, pero no te pedirá que creas ciegamente.

Las realidades de las que habla este libro tan solo las asimilarás con el corazón y experimentándolas. No trata de imponerte nada, y ,si lo crees así, detente inmediatamente y vuelve a leer eso. Quizás se entendió mal. O quizás no es el momento de leerlo.

Todo son quizás, porque no tenemos certezas. Por eso este libro se llama así. En el diccionario la palabra quizá o quizás es el adverbio que expresa la posibilidad de que algo ocurra o sea cierto, pero sin la certeza de ello. Proviene del latín qui sapit que significa ,quién sabe, y que luego derivará en el español antiguo quiçab. No, no hay certezas; quién sabe, a lo mejor sí.

Estos quizás ojalá sean lo que provoque que tu maestro interior salga fuera para dejar claras las cosas. La vida es un «quizás», es fe, pero puede que la unión de muchos «quizás» lleve a algo que se acerque a la certeza y puede que entonces todo salte por los aires mostrando la realidad que hay detrás de todo, sin quizás.

Aquí no hallarás dogmas. Los dogmas oxidan el corazón y atascan la mente. Este texto son ejercicios para desatascar tu mente y arrancar el óxido de tu corazón. Este libro es acción, no palabras. No basta con leerlo, tendrías que ejercitarlo. Se asemeja más a un libro de instrucciones que a otra cosa. ¿Instrucciones de qué? Del ser humano. Ese manual que todos deberíamos traer de serie cuando venimos a este hermoso planeta.

Para algunos «iniciados», puede que lo que aquí se comparte pareciera básico, pero quizás no lo sea. Los verdaderos iniciados saben bien que es mala señal cuando uno piensa que ya lo sabe todo.

Pensar que lo sabes todo es reconocer que no has aprendido nada. En lo sencillo se encierran las mayores verdades. Mejor no juzgar; sencillamente, dejarse llevar. Este libro no tiene pretensiones: si solo ayuda a una persona, ya ha cumplido su misión. Y eso ya ha ocurrido.

No se puede forzar a nadie a despertar; es lo primero que justamente se aprende al despertar. Es comprensible esa intención de ayudar, porque prima en ti el amor, al ser tu esencia más profunda. Es lógica y hermosa esa ilusión por compartir, pero es la persona la que debe pedir ayuda. Ojalá este libro sea la respuesta a esa ayuda y dé paz al corazón.

Quizás la respuesta a todas las preguntas sea que no hay respuestas definitivas, que nadie posee la verdad. Quizás solo podamos acercarnos a esa verdad, pero lo que sí es verdad es que únicamente podemos hacerlo solos, en la más profunda intimidad. Es una danza mágica entre el tú y el todo que te rodea.

Muchos libros tratan de encerrar la verdad, y ninguno lo consigue. Este tampoco lo hará. De nada serviría que este libro te diga que pienses de determinada forma. Eso no sería transmitirte sabiduría. La sabiduría se experimenta, se vive. Por lo tanto, este libro solo trata de hacerte pensar, te plantea retos, ideas de otros para que las vivas y, si lo crees correcto en tu corazón, las hagas tuyas, que formen parte de tu sabiduría. Pero de nada sirve que aprendas frases bonitas de memoria y repitas conceptos que tu corazón no entiende ni siente.

Quizás pienses que el tono de este libro es muy vehemente, pero se hace con una sincera buena intención. A veces, para que las ideas nos entren de verdad y comencemos a reflexionar profunda y detalladamente, requerimos activar partes de nuestro ser que permanecían aletargadas, dormidas. Necesitamos provocación.

Como verás más adelante, hemos creado programaciones y hábitos de los que nos es complicado salir y que repetimos como autómatas. Para romper ese hechizo, debemos sacudir la mente. Seguramente habrás oído la historia zen del maestro que le pregunta a su alumno cómo suena una palmada con una sola mano. Pareciera absurdo, pero en lo que consiste es justamente en dejar en shock la mente acostumbrada a responder siempre de una manera y que, al no tener respuesta, pases a otro estado mental que te permite asimilar de otra forma la realidad.

Disculpa entonces, el tono que puedan tener estas palabras, pero más tarde comprobarás que provienen del corazón y de alguien que te ama y respeta mucho. Ten paciencia y apertura. No es cuestión de convencer, sino de hacer pensar cosas que quizás no te habías planteado, y que tú mismo crezcas, evoluciones, por tu propio medio, a tu paso y tu ritmo. Eres tu mejor maestro.

Lo que se pretende es que seas tú mismo, no otro. Que pienses, sientas y vivas por ti mismo, no la vida de otros. No hay mayores pretensiones en este escrito, solo caminar a tu lado y demostrarte que la magia existe y con ella tu poder y quien eres. Y tranquilo: la magia es algo muy diferente a lo que pensabas, lo vas a descubrir muy pronto.

No creas que se trata de teoría, de filosofar y especular, sino que lo que aquí hallarás será empírico, práctico y, los resultados, tangibles. Pero recuerda: o caminas tú o de nada servirá. Un libro para aprender a cocinar de nada sirve si no buscas los ingredientes, te colocas frente a los fuegos y comienzas a elaborar las recetas manchando tus manos. Luego, después de todo, podrás disfrutar más aún del resultado, no solo del placer de cocinar, sino del de degustar lo que has cocinado. Aquí se trata de lo mismo.

Todo lo que aquí se narra a muchos les parecerá absurdo, mientras que otros quizás lo conviertan en su libro de cabecera y lo guarden o regalen como resumen de sus pensamientos. Eso sería hermoso, porque no hay nada como saber que alguien más en el universo piensa o siente como nosotros. No hay nada como hallar un libro que exponga nuestros enmarañados pensamientos y podamos pasarlo a otros diciéndoles: «Ese soy yo, o parte de mi yo más profundo, y quiero compartirlo contigo». Es un acto de amor profundo, honesto y sincero.

O también puede que no sea el momento y estas palabras te parezcan vacías. Recuerda que solo tú das valor a las cosas, las impregnas de significado o las privas de ello.

Es posible que quieras cerrarlo después de algunas páginas. No pasa nada: seguro que volverás. Tardes meses o años, este libro estará esperándote. Aparecerá una y otra vez en tu vida, como convocado y llamado a tu encuentro. Será un «acto de magia» para demostrarte que dicha magia existe.

Quizás para ti no diga nada nuevo o quizás diga lo mismo que creías saber de una manera diferente, y que por fin sea semilla en tu corazón. Todo depende de ti, no de lo que hay entre estas dos portadas.

No hay nada nuevo o quizás sí. Muchas cosas te sonarán, a nivel mental o al nivel emocional más profundo. Te han acompañado muchas veces, pero no nos terminamos de creer que todo es más sencillo y hermoso: nos gusta complicarnos la vida. Es seguro que estas líneas guardan conocimientos que muchos autores han compartido y repetido a lo largo de milenios. Cada uno lo expresa a su manera. Ojalá esta llegue a tu corazón y sea definitiva.

Es importante que asimiles que aquí no hallarás dogmas a los que aferrarte sin pensar. Este es un libro libre, sin ataduras, sin dueños. Es un libro que te enseña a experimentar, no a asumir experiencias de otros sin comprenderlas. Puede que te muestre ideas, pero para que pienses, para que llegues a tus propias conclusiones y tu mente se abra como una flor. No aceptes nada sin que pase por tu corazón, sin sentirlo, sin que te vibre. Esto es muy importante.

Algunos textos puede incluso que los rechaces y repudies al comienzo; es algo normal y está pensado que así sea. Recuerda que muchos serán una pura provocación con un fondo de amor y conocimiento. Muchas frases, términos y palabras están puestos para que te susciten opuestos y te hagan dejar de leer si no es el momento.

Es un filtro que comprenderás cuando llegue dicho momento, y lo agradecerás. Saber bien qué personas provocadoras te han hecho conocerte mejor, saber dónde están tus límites, marcarte y mostrarte nuevos caminos y sendas donde no habías explorado.

Lo ideal sería no dilatarlo mucho en el tiempo y darle una oportunidad, hacer el esfuerzo abriendo tu alma; no perderás más que unas horas y quizás ganes algo mucho más importante aún que el tiempo.

¿Crees que tienes cosas más importantes que hacer en tu vida? No hay nada más importante que tú, que conocerte. Dices que no tienes tiempo para esto y «esto» eres tú. Estás tratando de rescatar a alguien en el mar sin darte cuenta de que ni siquiera tú podrás regresar a la orilla.

Entonces es cuando un libro como este puede realmente salvarte la vida, cambiarla al menos. En realidad no hace nada: eres tú, pero a veces nos hace falta un jarro de agua fría para darnos cuenta de que hacemos las cosas mal.

La gestión del tiempo es uno de los mayores problemas del ser humano actual y, desde ciertos planteamientos optimizadores, se podría tener tiempo para todo. Incluso ese tiempo puede dilatarse y dar cabida a hacer muchas más cosas de las que imaginas. ¿No te lo crees? Date la oportunidad de comprobarlo. Como mínimo, perderás unos instantes de tu fugaz vida y, quizás, ganes una eternidad y una forma más consciente de vivir ese tiempo ganado. Déjate de excusas: este tiempo es para ti, para conocerte mejor, para aprender a crear más tiempo.

Si piensas que no tienes tiempo para perder en temas «espirituales», es que has firmado tu sentencia de muerte. Si no eres capaz de comprender que toda tu vida es espiritual, has perdido el norte y necesitas seriamente ayuda.

Por mucho que lo rechaces, eres más que un cerebro y electricidad en tus neuronas. No cometas el pecado de darte cuenta del error justo cuando vayas a dejar este mundo. Sería muy triste y no sabes la vida tan diferente que te habrías perdido. Y si así lo decidieras, da igual: será entonces cuando descubras de golpe la realidad.

Está muy bien ser escéptico, es sano dudar y, meditando, hallar la verdad que hay detrás de las cosas. Pero si se tiende sistemáticamente a no hallar ninguna verdad que no se pueda medir o, porque sea una verdad compleja o velada, sencillamente negar… entonces no hablamos de escepticismo, sino de negacionismo.

Y está científicamente comprobado que los demasiado escépticos, y sobre todo los negacionistas, son personas con vidas mucho más infelices y angustiosas que los que abren su mente y sus corazones. Seguro que los hay muy felices, pero ni de lejos tantos como creyentes. Ahí hay un dato científico a tener en cuenta, algo a meditar.

Hablando en parámetros estrictamente prácticos, tiene una vida más agradable y feliz una persona que siente que hay algo más allá de un simple cuerpo físico que quien piensa que es fruto del azar y que todo termina cuando muera. La psicología moderna como ciencia demuestra que, una persona que cree ver algo positivo en todos lados, tiene menos problemas y estos son menos dramáticos que en una persona normal o un pesimista.

Podemos «engañar» a nuestra mente, como veremos más adelante, y si lo hacemos de forma que seamos más felices… ¿qué problema hay? Además, estamos siendo científicamente correctos.

Está demostrado que un creyente, crea en lo que crea, es mucho más feliz. Si además de creer pasa a lograr cierta certeza porque la vida le ha dado esas pruebas que tanto anhela, su felicidad se dispara. Más adelante hallarás un capítulo entero sobre qué es verdaderamente creer y qué es tener fe, pues milenios de conceptos errados de fe han hecho mucho daño a muchos buscadores de la verdad.

¿Tú quieres esas pruebas? Lo siento, pero no están al alcance de los escépticos ni de los que niegan de forma automática. El juego en el que estamos involucrados tiene unas leyes, y estas dicen que solo verán los que comiencen a dar sus propios pasos. Y nadie puede mostrarte sus pruebas, como mucho compartirte lo que hicieron para verlas. Y en eso consiste este libro

La razón es muy sencilla, ya que este juego que muchos llaman «vida», precisamente consiste en crear tu propia realidad. Si tú decides ver, verás. Pero una cosa es tener curiosidad y otra miedo al vacío, a la nada. Ninguna de las dos sirve para ver. Solamente quienes lo reclamen con el corazón tendrán sus pruebas. No sin antes ponerse ellos mismos a prueba.

Dile a un monje budista o a un místico sufí que su mundo no es real, que lo que creen no es real y que su felicidad y su paz son fruto de su imaginación. Te dirá sabiamente que no importa: para él lo es porque vive ese mundo, esa felicidad y esa paz.

Dile a una persona que ha regresado de un estado de muerte cerebral que lo que ha experimentado no es real y que esas ganas de vivir y esa felicidad no merecen la pena ser considerados como fundamentos sólidos y serios.

Cualquier escéptico o negacionista que intente esto está perdiendo su tiempo y cometiendo una estupidez tangible digna de ser medida por la ciencia.

Solamente las hormonas y sustancias que el cuerpo genera por estados de estrés, miedo y angustia pueden por sí solas amargar la vida a cualquiera. Eso sí que está demostrado. Además, también científicamente, está comprobado que una actitud pesimista genera que surjan multitud de enfermedades o que se empeoren los estados médicos de los enfermos.

Nadie puede negar esto, por lo tanto… ¿Qué tanto mal hace autoengañarte y creer que la vida es algo más bonito de lo que nos dijeron? Aunque fuera todo mentira.

¿No es más inteligente esto que ese otro camino? Solo hay beneficios; en este caso, que estemos o no en lo cierto no tiene peso ni importancia. Quizás a todos esos lo que les mueva a negar de una forma tan rotunda y criticar de una manera tan atroz sea en realidad una inmensa frustración por lo que experimentan y sienten esas otras personas. Pero pensar así solo les alejará de experimentarlo y sentirlo ellos. Mejor no juzgar, cada uno tiene sus motivos.

La duda es una dura prueba de fuego que la mayoría de las mentes científicas no pasan y si, además, no saben realmente lo que es la fe, se complica todo. Es normal y está diseñado para que sea así. Hasta que la mente científica no madure y evolucione a una que va más allá, no podrá comprender la realidad que tiene delante de sus ojos y esta podría, incluso, hacerle enloquecer dados sus limitados y cerrados paradigmas previos.

Es cuestión de predisposición y preparación. Su cerebro debe estar preparado, su cableado y circuitos internos deben haber sido configurados de la manera que permitan pasar un voltaje mucho mayor y no provocar cortocircuitos.

La información está ahí, delante de sus ojos, pero el solo hecho de no haberla visto durante tantos años puede provocarle una angustia y dolor tremendos si la contemplaran de golpe. Y ese puede ser el cortocircuito que dañe su mente física, su cerebro, y entonces realmente eche a perder la parte física que le permita ser una persona sana que viva una vida plena. Porque todo es equilibrio, la mente y el cerebro son base para algo más. Quizás no lo podamos aún medir ni palpar, como tampoco antes podíamos comprender nuestro sistema nervioso, pero eso no significaba que no existiera.

El falso escéptico criticará este libro y tratará de refutar y argumentar a su pesimista manera todo lo que pueda. Incluso irá más allá buscando asirse en cualquier detalle que pueda hacerle creer que él tiene la verdad y no este libro. Lo que no sabe es que ninguno de los dos la tiene y que este libro no trata, como él, de convencer a nadie: solo comparte, sin ansias ni intenciones. Además, este libro aunque no recopile verdades, aunque mienta, puede provocar en mucha gente paz y felicidad y su batalla por desacreditar todo no lo hará. ¿Cuál es analíticamente el mejor camino, el correcto?

Y, sin embargo, este libro llegará más lejos que todas las refutaciones, y una y otra vez aparecerá delante de los ojos de quien lo critica, hasta que decida reconocer que, como veremos adelante, contra lo que resistes, persiste. Y no hay ley científica que haya explicado eso.

El verdadero escéptico, el sano escéptico, duda de forma saludable y lógica. Y es capaz de asimilar los pequeños pasos que ve claros y aceptables. Poco a poco, este es un camino aparentemente lento, pero que no tiene por qué serlo. Eso sí, es progresivo y delicado. No tengas prisa: hacer las cosas sin pausa no es un buen método científico.

No hagas caso a nada de lo que haya aquí escrito, insisto; esa es la primera condición para seguir leyendo. Dúdalo todo, busca y rebusca dentro de ti y en tu experiencia si lo que aquí se dice puede tener algo de razón, pero no rechaces las cosas porque te parezcan diferentes o lejanas a tus paradigmas de pensamiento.

Si las propuestas te parecen demasiado etéreas y fantásticas, ten paciencia: quizás la vida te sorprenda. Déjate sorprender, no pierdas la capacidad de ese niño que fuiste. No te adulteres, no seas un adulto que se prohíbe mostrar el niño que siempre ha sido. Por eso tenías miedo a crecer, porque temías perder tu esencia. No lo permitas, nunca, digan lo que digan los demás. Aunque te chantajee la sociedad con sus mentiras y sus presiones.

Este texto es solo una guía, un mapa del corazón, una gimnasia para la mente y el alma, un recopilatorio de ejercicios para conocerte y sacar las respuestas a tus propias preguntas. Dentro de ti está tu mejor maestro y la misión de este texto es hacerlo salir, provocar su presencia, llamarlo formalmente porque siempre debió estar ahí.

No hay nada fuera, todo está dentro. Solo que tú crees que está fuera o así lo has querido creer. Ya es hora de dejar de engañarte. Es hora de dejar de adulterarte. Detén ese crecimiento falso que solo te empequeñece.

No aceptes ninguna orden más que las de tu corazón. En realidad, son las únicas órdenes verdaderas, no enmascaradas, y serán las que hagan navegar tu ser hacia puerto seguro en plena tormenta. Y, recuerda, cuidado con los cantos de sirena, sobre todo tus propios cantos de sirena. Somos especialistas en justificarnos y engañarnos a nosotros mismos.

Los seres humanos no paramos de emitir juicios, incluso sin conocer lo que estamos juzgando y sin tener información real; es lo que llamamos «prejuicios». Deja atrás los prejuicios sobre libros similares y tu actitud acerca de temas espirituales o religiosos, sea positiva o de rechazo; seguramente este libro te sorprenderá y no va de eso. O quizás sí.

Los juicios constantes se convierten en el «ruido de fondo» de la intranquilidad, interferencias que no te dejan en paz, especialmente, cuando tratas de dormir o quedarte en silencio. Enjuiciamos nuestros actos, los de los demás, los pasados, los futuros, los presentes… Enjuiciamos todo lo que nos sucede, lo que nos puede suceder y lo que, probablemente, ni siquiera nos sucederá jamás.

El ego es un especialista en juzgar, vive de ello. Si comienzas a dejar de alimentarlo, lo dominarás. Lograrás que coma de tu mano, lo que tú digas, cuando tú digas, y no cuando lo dictamine él. Aprender a controlar y usar el ego te proporcionará una ventaja que ahora ni imaginas. Olvídate de eliminarlo, es parte de ti, como descubrirás más adelante. Ahora solo debes domesticarlo porque, en este instante, es una fiera salvaje en tu vida.

Incluso leyendo ahora mismo esto, tu mente —más específicamente tu ego— no para de emitir juicios sobre lo que estás haciendo, lo que hiciste o lo que debes hacer. ¿Quieres librarte de ello? Ya tenemos más cosas en común. Y pronto descubrirás que tenemos muchas más.

Todos vivimos buscando nuestra misión en la vida, pero la mayoría se menosprecia, desvalora su tarea en un universo donde todos y cada uno tenemos algo que hacer y que decir. Las personas buscan cuál puede ser su misión en la Tierra, pero se conforman con la peor versión de sí mismos, no se ven grandes, ni fuertes, ni capaces. Siempre los demás lo son, pero no nosotros. Los demás merecen todo, logran todo y nosotros nos conformamos con las migajas.

No es así, eso no es cierto, y esto sí que es una gran verdad. Hallar la mejor versión de ti mismo es lo que mucha gente debería entender como su misión. Y no es algo baladí: es una gran tarea, una inconmensurable odisea. Pero poco podemos avanzar si no aceptamos nuestros propios retos, si no nos amamos, si no nos aceptamos como seres poderosos.

Olvídate de llamar la atención. No confundas el éxito o llegar a ser alguien con que los demás reconozcan públicamente tu mérito. Puedes triunfar en el más absoluto de los silencios. En un silencio hermoso y pleno. No necesitas el aplauso, porque tu verdadera misión solo puede ser juzgada por ti mismo. Si tu meta acarrea una tarea pública y su reconocimiento, acéptalo también, pero que no sea el reto en sí, sino una vía, una consecuencia. Y si lo que atañe es polémica, crítica y presión social, igualmente: que no te distraiga, estás por encima de ello. Todo lo que te ataque te hará más fuerte. Déjalo estar y no le des la importancia que no tiene.

La gente rehúye de su propio interior, quiere entretenerse con mil cosas externas para no pensar, por vértigo a sí mismos y a la profundidad que pueden hallar dentro de sí mismos. No saben lo que se pierden. ¿O sí?

Pero no importa, no juzguemos. Cada uno tiene su tiempo, su momento. Tarde o temprano, en una existencia o en otras, llegará esa vida trascendental en la que decidan salir del círculo, de la espiral de búsquedas que solo tiene un propósito: hallarnos.

Esta temática, en parte, está de moda y vende en las librerías. Quizás este libro sea uno más entre otros interesantes títulos, pero quizás sea también para ti un libro especial, ese libro de magia que necesitas para desentrañar los sortilegios y conjuros de la vida. Con serlo para ti, ya ha cumplido su mágica misión.

Aquí se te mostrará una realidad alternativa, o quizás la «verdaderamente real»; dependerá de ti, de tu intención y tu perspectiva. Se te mostrarán cosas de ti que desconocías y te las demostrará; tú establecerás si científicamente o no. Debes recordar que la ciencia solo acepta como demostrado lo que puede repetir en «laboratorio». Mientras, todo son teorías, solo hipótesis.

Tu laboratorio será tu vida y repetirás muchas cosas inimaginables ahora, cosas que te harán la vida más fácil y más plena, es decir, te harán vivir de verdad. Experimenta, por ti mismo, no des por sentado nada. Logra tus propias metas corriendo tú hacia ellas. Abandonando las teorías, las de otros y las tuyas; pasarás a la certeza, o de eso se trata, porque tendrás constancia de los resultados.

Aprenderás y comprobarás que las «casualidades» no existen y eso te abrirá los ojos a una nueva realidad que desconocías y de la que incluso quizás te mofabas. Deja que la ciencia lo demuestre, a su manera. Ten por seguro que lo hará y está cerca.

Mientras tanto, todo esto será para muchos cosas de locos, de esos que se hacen gurús y tratan de inventarse una paranoia para darle sentido a su vacua vida, creerse mejores y diferentes que los demás, vivir sin dar golpe y tragarse sus propias mentiras. Mejor dejar de juzgar, ¿verdad?

Estamos ya cansados de recetas y de consejos externos, de teorías e hipótesis defendidas muchas veces con vehemencia y radicalismo. Todos dicen tener una verdad que no se ve y, por lo tanto, todo es especulación a simple vista. Este libro en parte también lo es, no nos engañemos. Pero no sirve de nada tanta teoría hasta que no se hace viva en el día a día, hasta que realmente no te cambia la vida.

Es probable que la forma en que haya llegado este libro a tus manos ya sea algo que te haga pensar, algo extraña, algo «mágica». Cuando termines de leerlo, corroborarás cuánto.

Quizás averigües qué es y cómo actúa verdaderamente la «magia» o, lo que es lo mismo, la vida misma, la realidad. Una magia científica y, por lo tanto, que podremos repetir y asimilar en nuestra vida diaria. Vamos a llamarlo «magia», por darle un nombre; tú también lo harás, para no complicarnos.

La ciencia debería estar al servicio del ser humano, pero pareciera que es la ciencia la que dice al universo cómo debe ser. La ciencia no es más que un reflejo del ser humano en sí, de su impaciencia, su soberbia, de sus miedos y su ego; pero también de su deseo de conocerlo todo, incluido uno mismo, y de su anhelo de hallar respuestas.

Mejor no usar la ciencia como ese «clavo ardiente» al que aferrarnos porque, aparte de quemarnos, podemos arrepentirnos luego debido a su falta de rigor y de estabilidad en el tiempo.

Además, ¿no fue la mística de antes lo que ahora demuestra la ciencia? ¿No hay tantas cosas que antes eran anclajes y que hoy la ciencia explica? Puede que lo que ahora la ciencia y la sociedad dicen que es imposible deje de serlo. A la ciencia se le escapan muchas cosas. Negarlo, de hecho, como se hace, es ser poco científico.

Si en realidad pudiéramos saber cómo funciona todo, sin duda eso nos ayudaría a ser más felices, a lidiar mejor con los retos y «problemas» que te encuentras en el camino. ¿Merece la pena al menos intentarlo? Como decía el maestro Yoda: «No, no lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes».

Si estás pasando por un periodo estable de tu vida quizás es el momento de profundizar y llegar más lejos. Si estás pasando un mal momento en tu vida, es también seguramente el momento de profundizar y zanjar de una vez tus problemas yendo directamente a la causa, no regodeándonos con los síntomas.

Debes olvidar cómo te han dicho que funciona el universo. Estamos contaminados con directrices y decretos que la ciencia y la sociedad no paran de hacer y que, en su mayoría, no son más que especulaciones basadas en otras especulaciones. Quizás vivimos conforme a conceptos que podemos cambiar o que hemos comprendido mal. O que nos han hecho comprender mal.

Crea tus propias verdades, tus propios puntos de anclaje en la vida, firmes, sólidos. Deja de depender de los juicios externos y arma tu propia estructura conforme a lo que realmente vas a poder ver y tocar. Tienes la oportunidad de cambiar las reglas del juego. Solo tú decides.

 

 

Capítulo dos

Este libro no te pertenece, nada te pertenece