Las TIC en la escuela.
Nuevas herramientas para viejos
y nuevos problemas

Índice

Portada

Página de título

PRESENTACIÓN

Daniel Goldin, Marina Kriscautzky y Flora Perelman

PRIMERA PARTE

LA INTRUSA Y UNA INVITADA ESPECIAL

LA INTRUSA

Pedro Orgambide

LA INCORPORACIÓN DE LAS TIC EN EL AULA. Un desafío para las prácticas escolares de lectura y escritura

Entrevista a Delia Lerner

SEGUNDA PARTE

PARA COMPRENDER LAS TIC

PRESENTACIÓN

LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN: una introducción para educadores

Manuel Gándara

APROXIMACIÓN AL MAPA CUANTITATIVO Y CUALITATIVO DE LAS TIC ENTRE LOS JÓVENES DE LA REGIÓN. Una realidad desigual y heterogénea

Rosalía Winocur y Carolina Aguerre

LA LECTURA Y LA ESCRITURA ESCOLARES ANTE EL DESAFÍO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Anne-Marie Chartier

PALOS EN LA RUEDA. Cinco factores de resistencia a la integración de Internet en la escuela

Roxana Cabello

LA METAMORFOSIS DIGITAL: cambios, ventajas y riesgos de leer y escribir en la red

Daniel Cassany

TERCERA PARTE

LA INCORPORACIÓN DE LA TIC EN LA ESCUELA

PRESENTACIÓN

PRÁCTICAS DE LECTURA Y ESCRITURA EN ENTORNOS DIGITALES: la pertinencia de incluirlas desde la alfabetización inicial

Marina Kriscautsky

LAS LECTURAS EXPLORATORIAS COMO OBJETOS DE ENSEÑANZA

Flora Perelman

NUEVAS HERRAMIENTAS PARA VIEJAS OPERACIONES: la edición de textos

Mónica Báez

INDAGAR, ESTUDIAR, COMUNICAR… APRENDER

Myriam Nemirovsky

NUEVAS TECNOLOGÍAS Y ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS SOCIALES A PARTIR DE ALGUNAS IDEAS

Analía Segal

LAS POSIBILIDADES DIDÁCTICAS DE INTERNET. Una experiencia de intercambio epistolar entre niños de 4 a 10 años de México y Argentina

María Laura Galaburri y María Luisa Díaz González

APÉNDICE

TOPOGRAFÍAS DE LA INTEGRACIÓN DE TIC EN LATINOAMÉRICA: hacia la interpretación de los estilos de adopción de tecnología en educación

Alejandro Artopoulos y Débora Kozak

FICHAS BIOBIBLIOGRÁFICAS DE LOS AUTORES

Datos del autor

Página de créditos

Contacto

Presentación

Tal vez nunca un avance tecnológico había sacudido de manera tan profunda y contundente la educación como lo ha hecho el formidable desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (en adelante TIC) en las últimas décadas. La razón es simple: con sorprendente velocidad las TIC han modificado nuestra manera de comunicarnos y establecer relaciones, de producir, difundir y allegarse información, de trabajar y estudiar, en pocas palabras, de leer y escribir, construir y participar en el mundo. Por esto, aun si la escuela –la institución socialmente responsable de la educación de los niños y jóvenes- se resistiera a darles entrada y quisiera quedar anclada en sus prácticas y soportes tradicionales, las TIC habrían penetrado en ella sin pedir permiso, ya que han afectado la vida de toda la comunidad educativa, desde los directores, maestros y autoridades escolares, hasta la de los propios alumnos, sea cual sea su edad y grado escolar.

Más allá de los discursos oficiales, al ubicarnos desde la perspectiva de la escuela y de sus actores, vislumbramos con claridad que, como ha sucedido con las otras herramientas tecnológicas, las TIC no podrán resolver todos los problemas que la educación de nuestros tiempos y espacios atraviesa. Hay fuentes de desigualdad que no son problemas tecnológicos. Nos apartamos de la idea de que la incorporación de las TIC será la llave mágica que resuelva otras causas de desigualdad que requieren de decisiones políticas e institucionales específicas y urgentes.

Sin embargo, la escuela puede contribuir para que la omnipresencia de las TIC en la vida social no se constituya en una nueva fuente de desigualdad. Y este propósito es el que da sentido a este libro. La falta de acceso a la tecnología hoy representa una seria limitación a la participación política y a las oportunidades educativas y laborales. Como ha sucedido con otros cambios tecnológicos, los niños y jóvenes necesitan de la escuela para igualar sus oportunidades. Las diferencias en el capital cultural y simbólico crean distintos contextos de apropiación de la cultura que circula en los contextos digitales. Y es la escuela la que tiene en sus manos la responsabilidad de que el enorme y creciente caudal de herramientas que proveen las TIC pueda ser comprendido, utilizado, analizado críticamente y transformado por los ciudadanos para poder conocer, trabajar, participar y hacer valer sus derechos en el mundo democrático. El contacto con estas herramientas no genera automáticamente aprendizaje. Saber seleccionar, jerarquizar, comunicarse con sujetos de otros entornos, hacer valer la propia palabra en el medio virtual requiere de un largo proceso de adquisición en situaciones específicas de enseñanza.

Los datos que se despliegan en este libro ponen en evidencia que cada vez con mayor frecuencia escuelas de nuestros países se están abriendo a las TIC, y que lo hacen en forma desigual y heterogénea. En este contexto nos parece imperioso plantear públicamente algunas preguntas básicas: ¿Cómo, cuándo, por y para qué permitir el ingreso “oficial” de las TIC en las escuelas? ¿Se debe descartar los soportes y prácticas anteriores? ¿Qué implicaciones tiene el ingreso de la TIC en el funcionamiento escolar? ¿Tiene sentido que se escolaricen todas las nuevas funciones y prácticas de la lengua escrita? ¿Qué cambios y resistencias se producen en la dinámica institucional y en los docentes en particular? ¿Se debe trabajar con las TIC en preescolar? En suma, ¿qué significa enseñar y aprender con y sin las TIC, hoy, dentro y fuera de la escuela?

Esta obra no busca dar respuestas únicas a estos interrogantes. Por el contrario, parte de la idea de que no sólo no las hay, sino que no debe haberlas, menos aún en un contexto tan heterogéneo como el de los países de Iberoamérica. Sin embargo el hecho de que no haya respuestas únicas, no quiere decir que no debamos intentar alcanzar respuestas articuladas y bien sustentadas, algo que desgraciadamente no resulta muy habitual en la actualidad.

En efecto, en el espacio público parecen imperar las afirmaciones contundentes y perentorias, la fácil identificación de las prácticamente ilimitadas posibilidades de la tecnología con las necesariamente limitadas posibilidades de las personas. Deslumbramiento, apremio y, con no poca frecuencia, inquietud. La velocidad de los cambios tecnológicos nos impele a vivir (pensar, actuar) con pareja aceleración, o al menos a intentarlo. ¿Quién en este tiempo no ha sentido que con un descuido puede perder el tren para alcanzar el futuro?

La intención es ofrecer una opción diferente para comprender el presente y construir el futuro. Implícita y explícitamente estamos proponiendo recabar información, experimentar analizar, meditar y discutir, como manera de incorporar las posibilidades que ofrecen las TIC en nuestras tareas cotidianas en la educación.

La obra está dirigida fundamentalmente a personas relacionadas con el campo educativo. Pero los problemas que se abordan en él nos conciernen a todos, sea cual sea nuestro enclave institucional, pues de muchas maneras determinan el desarrollo político, social y económico de nuestra sociedad.

Justamente por eso no podemos quedar encandilados por las fenomenales posibilidades que despliegan los desarrollos tecnológicos. Es necesario que esta discusión se enmarque en un debate más amplio sobre la educación, que incluya los diversos aspectos y actores de la comunidad escolares, en resonancia con los temas centrales de la educación en la encrucijada generada por la tensión entre cambio y conservación en la sociedad. Es así que un aspecto central para la comprensión de los procesos de inclusión de las TIC en el ámbito educativo es la urgente necesidad de desnaturalizar la tendencia a pensar que su uso divide aguas entre las prácticas escolares heredadas y las suscitadas por las computadoras e Internet. A lo largo de los capítulos podremos vislumbrar cómo el trabajo con las TIC involucra no sólo las tan mentadas discontinuidades sino fundamentalmente estrechas continuidades con el pasado.

En los meses que transcurrieron entre el momento en que comenzamos a pensar en este libro y lo cerramos, la incorporación de las TIC se ha convertido en una prioridad en no pocas escuelas tanto públicas como privadas de Iberoamérica.

En el terreno de las políticas públicas, de un inicial letargo se ha pasado a un curioso apresuramiento. Incluso en los países en los que son escasas las librerías y bibliotecas y los alumnos no cuentan con libros impresos en el entorno escolar, se ha comenzado a extender la idea de que es imperioso abrir la puerta a las TIC.

En varios países se ha adoptado la política de una computadora personal para cada alumno, y es seguro que cada día se irá incrementando el porcentaje que se destina a ellas en los presupuestos.

Seguramente, el dinero invertido en la adquisición de equipos y programas informáticos, o en la actualización de software, capacitación de los docentes y evaluación de los resultados irá creciendo y ocupando una parte cada vez mayor de los presupuestos tanto de las escuelas, públicas o privadas. ¿Aumentarán de igual modo los montos totales destinados a la educación? No lo sabemos, pero en todo caso es preciso recordar que una vez que se ingresa en el mundo de las TIC se hace necesario mantener y actualizar, programas, dispositivos tecnológicos, programas de capacitación. Y que todo esto cuesta. Incluir las TIC en las escuelas supone pensar sistémicamente en inversiones de tiempo, de dinero y de capital humano: locales equipados y con medidas de seguridad, gastos de luz, de conexión a Internet, de papel y tinta para la impresión, renovación de los equipos, de los hardware y software, personal de mantenimiento disponible y eficaz y maestros preparados para el uso de estas nuevas herramientas.

Pero también supone estudiar más a fondo las transformaciones que introducen las nuevas tecnologías en las distintas esferas de la vida social, generar situaciones de enseñanza que puedan hacer uso de esas nuevas herramientas al servicio de los objetivos que la escuela se propone, comprender los caminos que los docentes necesitan transitar para incorporarlas en la vida cotidiana de las aulas y dilucidar los mecanismos institucionales que habilitan o dificultan el ingreso de estas herramientas.

En otras palabras supone adquirir equipo y programas, habilitar espacios y oportunidades para el uso de las TIC, y, de manera paralela, desarrollar investigación y espacios de reflexión y discusión para todos los actores involucrados en el proceso educativo. Se trata pues de una inversión económica y simbólica que merece ser cuidada. No podemos darnos el lujo de malgastarla.

Al promover un diálogo informado, al iluminar zonas de oportunidad ahí donde otros ven dificultades y carencias, intentamos poner en perspectiva el papel de las TIC en la enseñanza, ampliar los puntos de vista acerca de cómo incorporarlas en diferentes escenarios nacionales y pensar cómo intervenir desde el rol docente para favorecer, ante todo, el aprendizaje de los alumnos y su incorporación efectiva a la cultura escrita de nuestro tiempo.

El libro está dividido en tres partes. Inicia la primera “La intrusa” de Pedro Orgambide. Este cuento nos recuerda que las tecnologías al mismo tiempo que han resuelto algunos problemas, han generado otros. Si el lector ríe al comenzar la lectura de este libro, nos sentiremos muy satisfechos.

Cierra esta sección una entrevista a Delia Lerner, una de las figuras más notorias de la didáctica en nuestra región. No es gratuito que hayamos optado por la forma de entrevista ni, por supuesto, que le hayamos pedido a Delia esa colaboración. El tema de este libro es demasiado reciente y complejo y la entrevista que realizamos en forma de cuestionario escrito le permitió a Lerner abordarlo como quien ensaya caminos y acepta explorar posibilidades.

En la segunda sección, hemos agrupado un conjunto de textos que contribuirán a una discusión más informada. Se trata de textos sobre la historia de las TIC y sobre su desigual distribución en nuestra región. Consideramos que es de capital importancia recordar que, pese a su novedad, las TIC no son sino un eslabón más en una cadena muy larga de desarrollos tecnológicos que han marcado las posibilidades y límites de la educación a lo largo de la historia.

En cambio, en la tercera sección hemos agrupado textos de carácter didáctico. Las TIC están interrogando la enseñanza al poner en manos de la comunidad educativa potentes herramientas para adquirir conocimientos y para producir lenguajes por medio de vías cada vez más diversificadas y complejas. Y esto supone el ingreso de nuevos contenidos que tendrán que ser objeto de reflexión: nuevas herramientas de escritura colectiva, de revisión y de edición, nuevos desafíos en las lecturas exploratorias, selectivas y críticas, nuevos géneros a veces híbridos como el chateo o la conferencia en línea o el blog. A lo largo de las páginas, el lector podrá constatar que aun en contextos con desarrollos tecnológicos precarios es factible incorporar estas herramientas. Lo central es que las nuevas herramientas se instalan en el marco de proyectos que provienen de un acervo de situaciones didácticas que se vienen probando y ajustando hace mucho tiempo. Encontraremos interesantes ejemplos en los que los docentes (y los niños) pueden encarar desafíos tecnológicos inéditos para ellos porque estos se presentan en el devenir de procesos didácticos ya conocidos.

Por último, hemos incluido un apéndice en el que dos destacados investigadores nos presentan un estudio acerca de las diferentes maneras en que se ha adoptado a las TIC en nuestra región.

¿Las nuevas tecnologías son los instrumentos efectivos para mejorar la calidad de la educación, fortalecer la cultura democrática y contribuir a la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, o serán un instrumento que acreciente la desigualdad en nuestras sociedades?

Los diferentes colaboradores de este libro rehusamos asumir una visión optimista o pesimista acerca de la incorporación de las TIC en la escuela y nos inclinamos a pensar que las posibilidades de que efectivamente cumplan algunas de las muchas expectativas que se cifran en ellas dependen sobre todo del trabajo que los integrantes de la comunidad hagan.

Parece una obviedad, pero si lo decimos es porque es frecuente que escuchemos que las TIC resolverán ancestrales problemas de la educación en nuestros países. Y esto no puede ser sino una manera simplista (y tal vez interesada) de plantear la relación entre innovación tecnológica y calidad educativa.

El lector encontrará en este libro muchos argumentos para comprender la compleja relación entre desarrollo tecnológico y mejora de la educación. Esperamos que también lo anime a aprovechar esta nueva oportunidad para hacer de la educación un instrumento para construir una sociedad más democrática que les brinde a todos sus niños y jóvenes condiciones de igualdad para enfrentar el futuro.

DANIEL GOLDIN,

MARINA KRISCAUTZKY,

FLORA PERELMAN

Primera parte:
La intrusa y una invitada especial

La intrusa

PEDRO ORGAMBIDE

Ella tuvo la culpa, señor juez. Hasta entonces, hasta el día que llegó, nadie se quejó de mi conducta. Puedo decirlo con la frente bien alta. Yo era el primero en llegar a la oficina y el último en irme. Mi escritorio era el más limpio de todos. Jamás me olvidé de cubrir la máquina de calcular, por ejemplo, o de planchar con mis propias manos el papel carbónico.

El año pasado, sin ir muy lejos, recibí una medalla del mismo gerente. En cuanto a ésa, me pareció sospechosa desde el primer momento. Vino con tantas ínfulas a la oficina. Además ¡qué exageración! recibirla con un discurso, como si fuera una princesa. Yo seguí trabajando como si nada pasara. Los otros se deshacían en elogios. Alguno deslumbrado, se atrevía a rozarla con la mano. ¿Cree usted que yo me inmuté por eso, señor juez? No. Tengo mis principios y no los voy a cambiar de un día para el otro. Pero hay cosas que colman la medida. La intrusa, poco a poco, me fue invadiendo. Comencé a perder el apetito. Mi mujer me compró un tónico, pero sin resultado. ¡Si hasta se me caía el pelo, señor, y soñaba con ella! Todo lo soporté, todo. Menos lo de ayer. “González —me dijo el gerente— lamento decirle que la empresa ha decidido prescindir de sus servicios”. Veinte años, señor juez, veinte años tirados a la basura. Supe que ella fue con la alcahuetería. Y yo, que nunca dije una mala palabra, la insulté. Sí, confieso que la insulté, señor Juez, y que le pegué con todas mis fuerzas. Fui yo quien le dio con el fierro. Le gritaba y estaba como loco. Ella tuvo la culpa. Arruinó mi carrera, la vida de un hombre honrado, señor. Me perdí por una extranjera, por una miserable computadora, por un pedazo de lata, como quien dice.