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Epígrafe

Prefacio. Medio siglo de Foucault en la Argentina

Introducción. Foucault excéntrico

1. Entre la psicología, la filosofía y la experiencia política de masas: indicios de las primeras circulaciones

2. Lo real del encierro. Lectores y lecturas durante la última dictadura militar

3. Foucault en la crisis local del marxismo

4. Parte del aire. Foucault en la “primavera democrática”

Conjeturas para un balance

Agradecimientos

Referencias bibliográficas

colección

metamorfosis

Dirigida por Carlos Altamirano

Mariana Canavese

LOS USOS DE FOUCAULT EN LA ARGENTINA

Recepción y circulación desde los años cincuenta hasta nuestros días

Canavese, Mariana

© 2015, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Para Emilio, que sabe cómo hacer, de los libros, escaleras y ventanas, y de la vida, una fiesta.

–¿Sabe siquiera quién es Foucault?

–Creo que es un filósofo... Cuando advertí que hablaba de mí, preferí no saber lo que decía, ya que siempre estoy sorprendido por la inteligencia de los filósofos que se aventuran en mis libros. Su perspicacia me impresiona, pero qué quiere usted, soy un escritor de la vieja escuela: mi imaginación ha construido pequeños enigmas extraños y no me gusta que se pasee allí como en terreno conquistado.

–Hay mucho orgullo en su modestia...

–Sí, soy orgulloso, pero no es por mí mismo, es por la filosofía. Ese género sublime no debe forjarse más que con materiales nobles y mis sueños de ciego no tienen nada que hacer ahí.

Héctor Bianciotti y Jean-Paul Enthoven, “Une heure de clair-obscur avec Jorge-Luis Borges”, en De Sartre à Foucault. Vingt ans de grands entretiens dans Le Nouvel Observateur, París, Hachette, 1984 [1977]: 162-163.

Prefacio

Medio siglo de Foucault en la Argentina

Ya fuese que alentaran a olvidarlo o a imaginarlo, las expresiones de Jean Baudrillard y de Maurice Blanchot no hacían más que poner en evidencia el impacto de la palabra del filósofo Michel Foucault en el campo intelectual francés. Incluso, hoy en día, no debería sorprendernos que alguna exposición alojada en un museo parisino remitiera a ella. Esa misma ciudad ha consagrado a Foucault una plaza pequeña pero de ubicación ilustre en el acceso al Collège de France, un archivo, millares de vitrinas de librerías, encuentros y números especiales en revistas. Lo que en verdad debería asombrarnos es la fuerza de un fenómeno de características similares, si bien con profundas diferencias, fuera de las fronteras del hexágono francés o incluso de la Europa continental.

Reconocido como un pensador ya clásico, uno de los autores más disruptivos, complejos e influyentes del siglo XX, Michel Foucault despierta la atracción y la repulsión en los lugares más insólitos, mientras sus enunciados se desplazan y actualizan. Ese impacto es notorio también en América Latina, y en particular en la Argentina no ha dejado de crecer desde sus primeras y escurridizas incursiones sobre el final de la década de 1950. En este sentido, una primera impresión interpela acerca del destino argentino de Foucault: el pensador francés no visitó nuestro país ni se ha referido sustancialmente a él y, sin embargo, está presente en estos confines desde hace más de medio siglo.

Hoy, a treinta años de su muerte, proliferan entre nosotros las menciones y los usos foucaultianos. En las ciencias sociales y las humanidades, su presencia se hace visible en la cantidad de seminarios de posgrado y tesis doctorales dedicados a su obra, así como en las reediciones de sus libros y la aparición de nuevos textos que vuelven a ponerlo en escena. En la actualidad se realizan numerosos eventos académicos vinculados a sus elaboraciones. Diarios y revistas lo mencionan en múltiples artículos. Lo invocan figuras como Samuel “Chiche” Gelblung, eximio representante del periodismo sensacionalista, y mientras la televisión argentina emite grabaciones de sus entrevistas, una banda de música de la zona sur de la provincia de Buenos Aires (Plèyades) se autoproclama “la primera de reggae foucaultiano”, y librerías palermitanas organizan grupos de lectura que analizan sus textos, copa de vino incluida. Es, sin dudas, uno de los filósofos más conocidos, más leídos y más comprados en el país y, sin embargo, su recepción no ha sido aún problematizada.

La transdisciplinariedad de sus enunciados, la cercanía a la política, el diálogo con los pensadores modernos más influyentes (Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Freud), su tratamiento de tópicos clave del mundo de la segunda posguerra, su capacidad para producir rupturas en el campo de las ciencias sociales y las humanidades, y la relación con un grupo de contemporáneos y coterráneos también descollantes quizás sean algunos de los motivos que permiten entender que las obras que giraron en torno a la suya han sido tantas que parecen componer un universo inagotable. Sin embargo, dentro de esa vastedad, son menos frecuentes aquellas que lo abordaron desde la perspectiva de las lecturas y los usos de que fue objeto su producción intelectual. Dentro del conjunto de las investigaciones que se destinan a sus elaboraciones, este libro se caracteriza por mirar hacia atrás para historizar la cada vez más intensa circulación del léxico foucaultiano, para rastrear los modos de su presencia en el ámbito académico y cultural en general, y para intentar comprender cómo es el Foucault argentino. Lo que me animó inicialmente fue la pregunta en torno a las razones de la extraordinaria difusión del nombre y la cita foucaultianos en estas costas, para trazar una suerte de genealogía de su destino local.

Aquí Foucault pudo, en pocos años, encarnar las figuras de un filósofo estructuralista en tiempos de la radicalidad del cambio, un historiador del castigo, un pensador crítico que sin embargo habilitaba usos y abusos del panoptismo (haciendo que las escalas menores y los dispositivos de poder comenzaran a circular como el aire que se respira), del filósofo de la diferencia que reclamaba la democracia, un antihumanista y antiprogresista que no permitía valorarla porque no veía en las instituciones de la modernidad más que exclusión y control social, un reformista, un nombre teórico-práctico que soportaba tanto la crisis de la política radical como su tránsito. Una caja de resonancia de ciertas torsiones que modularon el campo político-intelectual local, suerte de significante polisémico que podía ser colmado de acuerdo con las necesidades que imponía la coyuntura. Quizás, como quería el Foucault de “Un diálogo sobre el poder”:

Me gustaría escribir libros-bomba, es decir, libros que sean útiles precisamente en el momento en que uno los escribe o los lee. Acto seguido, desaparecerían. Serían unos libros tales que desaparecerían poco tiempo después de que se hubieran leído o utilizado. Deberían ser una especie de bomba y nada más. Tras la explosión, se le podría recordar a la gente que estos libros produjeron un bello fuego de artificio. Más tarde, los historiadores y otros especialistas podrían decir que tal o cual libro fue tan útil como una bomba y tan bello como un fuego de artificio (1999: 72).

Este libro es una reelaboración de mi tesis doctoral en Historia, en la que exploré los usos que los intelectuales y los académicos argentinos de las ciencias sociales y las humanidades hicieron de las elaboraciones de Foucault, y analicé los modos en que estos se articulan con maneras específicas de interpretar la cultura y la política locales entre 1958 y 1989. El corte en la emblemática fecha de 1989 tenía que ver con la condensación de transformaciones profundas en la Argentina y en el mundo, y se sustentaba en la proliferación de introducciones al pensamiento de Foucault cumplidos cinco años de su muerte, así como en el hecho de que esta época vio el comienzo de la más vasta y sistemática difusión de su obra. Incorporo aquí algunos trazos gruesos de su recepción hasta la actualidad. Intento, así, ensayar una respuesta a cómo y debido a qué condiciones se manifestó entre nosotros tal recepción de las elaboraciones de Foucault, cuya importancia se expresa hoy en el hecho de que la palabra y la cita foucaultianas forman parte del sentido común de los campos cultural, político e intelectual.

Dentro de esta recepción es posible distinguir dos grandes situaciones. Primero, una etapa de circulación hasta la recuperación de la democracia en 1983, arrinconada inicialmente por la inscripción de Foucault en la “ofensiva estructuralista” –que no congeniaba con un clima de época de cambios radicales– y luego por las condiciones impuestas por la dictadura militar. En segundo lugar, un momento de afianzamiento y ampliación del interés por sus obras en un amplio sector del campo intelectual durante los años de la posdictadura, que continuó y aumentó en las décadas siguientes.

Los capítulos de este libro están organizados con arreglo a la conjunción de dos variables, una histórico-cronológica y otra problemática, en la que se articulan lecturas, interpretaciones y usos estratégicos de las propuestas del filósofo. La introducción que sigue a este prefacio está destinada a exponer algunas impresiones en torno al problema de la recepción y la circulación de ideas atendiendo a las especificidades que impone este caso. He intentado un acercamiento crítico al empleo de conceptos como “recepción” para el contexto latinoamericano, inclinándome por indagar en la productividad de la categoría de “uso”.

En el primer capítulo reconstruyo un conjunto de tempranas y prácticamente desconocidas circulaciones del nombre y la cita foucaultianos en la Argentina entre fines de los años cincuenta y comienzos de la década de 1970, en relación con dos libros formidablemente diferentes como son Enfermedad mental y personalidad y Las palabras y las cosas. Entre lecturas situadas de sus textos y mediaciones diversas, Foucault arribó por primera vez a estas orillas hace más de cincuenta años. Su primer libro, Maladie mentale et personnalité, circuló entonces en sintonía con el marxismo, la fenomenología y la psicología: de la lectura de José Bleger –exponente del desarrollo del psicoanálisis en la Argentina– a la publicación en Paidós de nada menos que la primera traducción al español de su primer libro, que le depararía a ese texto un destino impensado por el propio Foucault. Luego aparecieron las propuestas del pensador francés en el marco de las tensiones entre el existencialismo humanista y el estructuralismo en la Argentina de los años sesenta. A partir de las lecturas sobre la “muerte del hombre” en el contexto de una experiencia política signada por la idea del “hombre nuevo”, se manifestó una deriva crítica pero insoslayable de los enunciados de Las palabras y las cosas a fines de los años sesenta y durante la década de 1970.

Con todo, en los inicios Foucault no es Foucault, es decir, no es la imagen hoy instituida de un filósofo fundamental del siglo XX, la figura destacada y el pensador influyente que representa en la actualidad. Y entre nosotros seguramente no lo haya sido al menos hasta la aparición de Vigilar y castigar, cuando las condiciones locales lo convocaron, lo alojaron y comenzaron a construir el Foucault que conocemos. Los lectores y las lecturas en el contexto de la última dictadura militar se analizan en el segundo capítulo, donde exploro las formas de circulación, las prácticas de lectura y las interpretaciones que tuvieron lugar en el marco de un dispositivo de vigilancia y disciplinamiento de los cuerpos, de control de la producción y de la circulación de ideas. La investigación orientada hacia los canales de circulación en ese período permitió reponer la presencia de Foucault tanto en publicaciones periódicas culturales como en el ámbito académico y en espacios públicos, así como las formas en que intervino en la prensa y los modos en que algunos de sus escritos se difundieron en grupos de estudio.

Podemos enmarcar la recepción de Foucault en relación con el marxismo en una temporalidad propia: en la izquierda local las posiciones cristalizaron en una pulseada entre marxismo y foucaultismo, en la coyuntura de la llamada “crisis del marxismo” y de la revisión de las experiencias de los años setenta. El tercer capítulo aborda esta problemática. Allí rastreo cómo y por qué emergió el “efecto Foucault”[1] entre los intelectuales argentinos de izquierda en la década de 1980. Para la exposición, he seleccionado ciertos casos que permiten distinguir diversas series de usos estratégicos, entre la admisión y la recusación. Así elaborado, este problema habilita además un ejercicio de historia intelectual: indagar los motivos de apropiaciones heterogéneas del mismo autor en un contexto determinado.

En el cuarto capítulo trato las operaciones de lectura e interpretación que se manifestaron durante la “primavera democrática” y hasta su fin, en los años de la posdictadura y alrededor de debates relacionados con los derechos humanos, la ética, la democracia y el par problemático “modernidad/posmodernidad”. Desde la segunda mitad de los años ochenta emergieron con fuerza los usos de elaboraciones foucaultianas que contenían la impronta de la difusión y las inscripciones de los años siguientes. Entre las apropiaciones anarquistas, libertarias o posmodernas y el comienzo de lo que sería la fuerte incidencia del pensador francés en las ciencias sociales y en las humanidades, me concentro sobre todo en las derivas en tiempos del “destape” argentino, los inicios de una presencia académica más regular y el principio –a partir de las presentaciones y homenajes que tienen lugar en ocasión de la muerte del filósofo, en 1984– de un fenómeno de intensa circulación y difusión en la prensa nacional, manifiesto en el repetido anuncio de una “moda Foucault”.

Por último, en el apartado final expongo algunas de las cuestiones salientes de la recepción en los últimos años. Desde la década de 1990 se hizo visible en la Argentina una aceleración de la cita foucaultiana, desordenada y dispersa. Ese despliegue se produjo por múltiples vías. Se trató de un hormigueo que podía advertirse en las páginas de diarios y revistas y en espacios extraacadémicos. Pero también en las bibliotecas y en actividades de centros de enseñanza y asociaciones de investigación. A partir del comienzo de la publicación en español de varios de los cursos dictados por Foucault en el Collège de France y de la manifestación del cisma que produjeron las políticas neoliberales en la Argentina en 2001, las palabras clave y la cita foucaultianas se multiplicaron y dieron lugar a una asombrosa proliferación de lecturas y apropiaciones también diversas: unas atentas, por ejemplo, a las proposiciones filosóficas; algunas que permitieron la reinvención de marcos ideológico-políticos de los movimientos sociales; y otras vinculadas a una circulación epidérmica de sus formulaciones, especialmente interesada en la novedad y en las formas de legitimación y autorización del campo intelectual.

Foucault no fue una referencia extraña en la Argentina y sus usos locales tampoco constituyeron un lugar común. No llegó a esta orilla de una vez y para siempre, sino que se presentó en distintas oportunidades y cada ocasión implicó un nivel diferente de permeabilidad de sus textos; entre la lectura canónica y el murmullo intelectual, hay una serie de usos plurales. Entre nosotros Foucault va y viene, circula de forma irregular, es versátil en su mismo arraigo. Lo encontramos, así, no sólo implícito ni del todo soterrado en tiempos de la última dictadura militar; acompañando o abandonando al marxismo en su “crisis”; dispuesto para pensar la problemática estatal y abonar nuevas formas de resistencia y autonomía. Apareció obstaculizando la radicalización política pero también promoviéndola. Jugó asociado a la cuestión carcelaria, la salud pública y las políticas identitarias, y también fue funcional a los cálculos neoliberales. Se trata de elaboraciones que se actualizan en nuestras coyunturas. Vemos, por último, cómo términos que provenían del vocabulario y el discurso foucaultiano aparecieron operando como universales sin marcas, mientras la referencia a Foucault empezó a funcionar como muletilla de autoridad en ciertos sectores del campo intelectual. A dar cuenta de ese itinerario se destinan las páginas que siguen.

1 Utilizo este giro en otros lugares del libro, siempre de un modo más bien poético, y sin que suponga el efecto causal y unilateral de un autor sobre un contexto sociopolítico. Tomo la locución para dar cuenta, más corrientemente, de los efectos de la lectura, los usos y las transformaciones relacionadas con las elaboraciones de Michel Foucault en el contexto argentino.