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© Leda M. Pérez, editora, 2019

De esta edición:

© Universidad del Pacífico
Av. Salaverry 2020
Lima 15072, Perú

LA ECONOMÍA DEL CUIDADO, MUJERES Y DESARROLLO: PERSPECTIVAS DESDE EL MUNDO Y AMÉRICA LATINA
Leda M. Pérez (editora)

1.ª edición: julio de 2019
Diseño de la carátula: Icono Comunicadores
ISBN ebook: 978-9972-57-434-4

BUP

La economía del cuidado, mujeres y desarrollo : perspectivas desde el mundo y América Latina / Leda M. Pérez, editora. -- 1a edición. -- Lima : Universidad del Pacífico, 2019.

365 p.

1. Economía del cuidado

2. Género

3. Trabajo doméstico

4. Mujeres -- Igualdad de oportunidades

5. Corresponsabilidad familiar

I. Pérez, Leda M., editor.

II. Universidad del Pacífico (Lima)

331.48164 (SCDD)

La Universidad del Pacífico no se solidariza necesariamente con el contenido de los trabajos que publica. Prohibida la reproducción total o parcial de este texto por cualquier medio sin permiso de la Universidad del Pacífico.

Derechos reservados conforme a Ley.

Prólogo

Nombrar las situaciones injustas ayuda a visibilizarlas. Quebrar estereotipos que reproducen desigualdad y diferencias es una tarea ardua pero necesaria para el cambio.

El libro que tengo el gusto de prologar se inscribe en este trajinar. Una y otra vez se ha planteado desde el feminismo la sobrecarga que tienen las mujeres cuando se las hace responsables de las tareas reproductivas, así como el negativo impacto que tienen en su participación social, económica, política y en su desarrollo como seres humanos. No obstante, la división sexual del trabajo permanece casi inamovible. A pesar de la creciente presencia de las mujeres en el trabajo (en sus diferentes formas y niveles), las tareas reproductivas que incluyen las labores domésticas, las de cuidado (de niños y enfermos) y las de gerencia familiar siguen en sus manos y constituyen una carga física y psicológica cada vez más difícil de soportar.

El excelente libro que tienen en sus manos nos permite acercarnos a importantes aportes de académicas, de distintas partes del mundo, preocupadas por elaborar y repensar las bases que sirven de sustento a esta desigual distribución del trabajo, que desconoce el esfuerzo de las mujeres y les impide una vida con iguales derechos y oportunidades que sus pares varones. Este texto es muy valioso en varios sentidos a los que quisiera brevemente referirme. El primero es el marco conceptual que guía y articula los artículos: la economía del cuidado. Este enfoque ha sido muy importante para discutir la dicotomía entre trabajo productivo y reproductivo, y mostrar, de manera contundente y con diversas evidencias, la enorme contribución de las mujeres a la economía y al desarrollo. Se trata, entonces, de una nueva mirada que ilumina y pone en valor esferas de trabajo no reconocidas, devaluadas y excluidas —sin razón alguna— de la economía, el crecimiento y el desarrollo. Esta vinculación entre economía del cuidado y desarrollo es otro de los aportes del libro que prologo. Se visibiliza, así, no solo el trabajo de las mujeres en las casas y fuera del mercado sino también el aporte de ellas al desarrollo de los países. Los estudios deconstruyen la noción según la cual lo que sucede en el ámbito privado no tiene valor económico, pues es parte de las «tareas de la mujer», y evidencian las horas de trabajo e identifican el precio que esas horas tendrían en el mercado, las condiciones en que se realizan y el desgaste y estrés que producen en las mujeres que lo realizan.

El tiempo de las mujeres ha sido —y sigue siendo— considerado elástico, de manera tal que, en el imaginario social y en las mentes de muchas mujeres, se piensa que no hay mayor problema, pues «podemos con todo» y como «buenas mujeres» nos hacemos cargo de tareas múltiples que podemos manejar. Aparece, así, la imagen de la «supermujer», que, como señalan, cumple con todos sus deberes como madre, esposa y trabajadora, pero olvida los costos que ello tiene para ella y para la sociedad, que lo permite y avala.

Esta naturalización de la desigualdad y la injusticia es uno de los elementos más difíciles de remover. Está instalada en las mentes de varones y mujeres, y se reproduce permanentemente a través de la escuela, los medios de comunicación, la familia, la política y las políticas públicas. Por ello, un tercer elemento muy valioso en el libro es el debate sobre el futuro, el quehacer y las propuestas de cambio que se plantean. En este sentido, el artículo final de Leda Pérez, a manera de conclusión, es extraordinario, por la síntesis conceptual, y la elaboración y la sistematización de propuestas de cambio para un desarrollo inclusivo.

Finalmente, y no por ello menos importante, encontramos en el texto los orígenes estructurales de esta situación y las condiciones socioeconómicas y políticas que la hicieron posible y la instalaron como natural. La historia de este despojo es una que nos muestra las relaciones de poder y la manera en que las mujeres fueron expulsadas de la vida social y recluidas en el espacio doméstico. El uso de la fuerza y la violencia es parte de esta historia de exclusión que el libro nos ayuda a conocer y compartir.

Para concluir, quisiera señalar la relevancia de cada uno de los textos que se compilan y la manera en que están organizados. Se podrá leer artículos que no son de fácil acceso, que estaban dispersos en distintos repositorios, agotados o en otros idiomas. Tener estos trabajos reunidos en un libro es un gran aporte para todas las personas interesadas en comprender y transformar esta realidad de injusticia y poder. Solo queda agradecer a Leda Pérez por el excelente trabajo realizado.

Patricia Ruiz Bravo
Decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Pontificia Universidad Católica del Perú

Introducción

Leda M. Pérez

Este libro nace de una conversación, en agosto de 2017, con el Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico (UP). En los primeros meses de ese año, yo había diseñado un curso, Women & Development, basado en mi investigación sobre el trabajo doméstico remunerado y la economía del cuidado. Siendo la primera vez en la cual un curso sobre mujeres y temas de género se ofrecía en la UP, se sugirió que pensásemos en la publicación de un reader en el cual se recopilase alguna de la literatura del curso que incluyera tanto las voces de autoras de otras partes del mundo como de la región latinoamericana. Este, a su vez, serviría como un referente para el mencionado curso u otros en el futuro, y no solo en la UP sino también en otras universidades del país y de la región. Por supuesto, accedí a la propuesta, pues, en realidad, el interés en estos temas y en este libro había estado creciendo en mí por algún tiempo.

En 2014, ingresé al Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) como investigadora afiliada. En esos momentos, sabía que, entre otras cosas, me interesaba investigar sobre la marginación de mujeres. Recibí un importante estímulo en esta dirección cuando llegué a vivir a Lima, en el año 2006. En ese momento, algo que me llamó mucho la atención fue la prevalencia de mujeres uniformadas —a veces con mandiles— que andaban de aquí para allá con niños y niñas que no eran suyos; que hacían compras para las familias de esas criaturas; que sacaban a sus perros; y, en general, que se encargaban de buena parte del funcionamiento de casas ajenas. Habitualmente, en la mayoría de los hogares de familiares y amistades que yo visitaba (por no decir todos), había una mujer que trabajaba en el servicio doméstico, cuyo trabajo incluía una variedad de actividades, desde la cocina, limpieza y lavandería hasta el cuidado de niños o personas adultas en condición de dependencia.

Con el tiempo, me fui interesando cada vez más en las condiciones de trabajo de estas trabajadoras —en su mayoría mujeres y migrantes—. Me sorprendía (e indignaba) la existencia, al menos en Lima, de edificios con entradas separadas para este personal; el uso de uniformes que veía en las calles (pese a que aprendería luego que su uso público es ilegal); y, en algunos casos, enterarme de que estas trabajadoras no solamente comían en espacios separados (la cocina y no el comedor), usando utensilios diferentes (no los usados por «la familia»), sino que incluso su comida era distinta, a veces inferior a aquella consumida por sus empleadores.

De esta forma, mi primera impresión fue que había mucha discriminación y desvalorización con respecto a este trabajo y a las personas que lo hacen, y todo ello me pareció muy paradójico, pues estas eran las personas que aseguraban el buen funcionamiento de los hogares y la crianza de hijos de muchas de las familias del país. Siendo esto así, ¿cómo es que las desvalorizaban tanto?

En mayo de 2014, a raíz de algunas conversaciones informales acerca del estado de los estudios sobre el trabajo doméstico remunerado, se sostuvo una reunión entre politólogas, sociólogas, antropólogas, economistas y mujeres de otras especialidades para hablar del tema. Pese a acordar que era un área de investigación de gran interés para América Latina y en especial para el Perú, hacía tiempo que no se atendía el tema. Hubo varios estudios importantes en América Latina en las décadas de 1970 y 1980 (Rutté García, 1973; Chaney & García Castro, 1989), y luego algunos que surgieron a inicios del nuevo siglo (Anderson, 2007; Tizziani, 2011, Bernardino-Costa, 2014). No obstante, estos últimos no habían sido muchos. Así, surgió la posibilidad de una línea de estudio en la UP.

En diciembre de 2014 presentamos un primer informe para el CIUP, un documento de discusión titulado «¿Al fondo del escalafón? Un estado de la cuestión sobre el trabajo doméstico remunerado en el Perú», que dio a conocer la condición de trabajadoras del hogar en nuestro país entre los años 2004 y 2013. El boom económico experimentado en ese período incidió en las fechas de análisis, pues la pregunta de fondo era si al país, en su conjunto, le va bien, ¿no es lógico que esta misma bonanza se extienda a estas trabajadoras? No obstante, lo que encontramos fue una gran disparidad entre los sueldos de otros trabajadores de la población económicamente activa (PEA) ocupada y aquellos percibidos por estas trabajadoras (Pérez & Llanos, 2015). Estudios subsiguientes constatarían que, para el caso peruano, en realidad estas trabajadoras no cuentan con la misma posibilidad de ascenso laboral y que comúnmente experimentan una suerte de puerta giratoria a través de la cual entran y salen del mismo sector de empleo doméstico. Este es el resultado de la particularmente alta tasa de informalidad económica del Perú, que se resume para ellas en pocas opciones laborales superiores; la falta de regulaciones eficaces que las protejan; y la discriminación —«pura y dura»— a raíz de la interseccionalidad de su procedencia, género, etnia o estatus migratorio (Pérez & Llanos, 2017).

En el Perú, como en otras partes del mundo, las mujeres empezaron a trabajar fuera del hogar más comúnmente a partir de la década de 1930. No obstante, recién a partir del decenio de 1990, la inserción de la mujer en el mercado laboral se ha mantenido estable (Abramo, 2004). Sin embargo, para la mayoría de las mujeres, la experiencia es que, al salir a trabajar fuera de casa, la carga del trabajo doméstico no se reparte de manera equitativa con sus parejas o varones de las familias en general. En la práctica, las tareas domésticas y los cuidados de niñas, niños u otras personas son asumidas por otras mujeres o adolescentes, contratadas de manera privada (a veces formalmente, pero comúnmente en la informalidad, con frecuencia sin una remuneración regular). Asimismo, en los casos en los cuales el Estado brinda algún apoyo en este sentido (guarderías y otros), la mayor parte de las proveedoras de este servicio son mujeres (Razavi, 2011).

Con todo, la creciente atención académica a la economía del cuidado en el ámbito global (Antonopoulos, 2009; Batthyány, 2015; England, 2005; Folbre, 2001, 2012, 2015; Razavi, 2007, Razavi & Staab, 2010) es de alta importancia porque ha servido para visibilizar un problema históricamente invisibilizado. Estudiosas feministas y otras y otros han llamado la atención sobre la falsa dicotomía entre trabajo productivo y no productivo (Folbre, 2015; Fraser, 2016), así como también acerca de la falta de conciencia sobre la contribución del trabajo doméstico no remunerado a la reproducción social (Fraser, 1987; Folbre, 2001), tema que se ha complejizado a medida que las mujeres están cada vez más empleadas en la fuerza laboral. Pues no solo hay que atender la «doble jornada» citada por feministas de la segunda ola (Friedan, 1963; Hochschild, 1989) en relación con la doble responsabilidad de la mujer que trabaja fuera de la casa y también dentro de ella, sino que además hay que preguntar quién se ocupa de los quehaceres de la casa cuando la mujer sale a trabajar, si es que no es ella misma, y por qué sigue siendo esta una pregunta dirigida hacia las mujeres y no a la familia y al Estado (Antonopoulos, 2009; Batthyány, 2015; Young, 2001).

Además, la investigación más reciente ha colocado este tema como uno de acción urgente en cuanto a políticas públicas concernientes a la igualdad de género y el desarrollo (Razavi & Staab, 2010; Staab & Gerhard, 2010; Molyneux, 2006, 2007). De hecho, si bien se ha progresado en la incursión de mujeres en el mercado laboral y en el sistema educativo, la barrera principal relacionada con su progreso laboral y profesional sigue siendo la maternidad y la comparativamente mayor responsabilidad que las mujeres mantienen con respecto al hogar (Organización Internacional del Trabajo, 2016). Pese a programas y políticas en pro de licencias maternas, y hasta algunas muy modestas licencias paternas en algunos países, las mujeres, en el ámbito mundial y en particular en América Latina, siguen siendo las principalmente responsables del sector doméstico y especialmente de lo que concierne al cuidado de niños y otros seres vulnerables. En el análisis final, en nuestra región, para aquellas que trabajan y pueden, la solución es contratar a una trabajadora del hogar, casi invariablemente una mujer de antecedentes andinos o afros y de escasos recursos. Y, en cuanto a aquellas que cuentan con escasos recursos, son ellas las que cumplen una doble o «triple» jornada (Abramo, 2006; Arraigada, 2009; Young, 2001) o se apoyan en otra mujer, con frecuencia una niña (Anderson, 2007; Pérez, 2018).

El problema, particularmente para países en vías de desarrollo, es que este trabajo no solo recae en mujeres altamente vulnerables por su pobreza, sino que siempre ha caído y sigue cayendo sobre los hombros de niñas y adolescentes. Para el caso de América Latina, Anderson (2007, 2010) ha contribuido a esta conversación desde la antropología como también desde una perspectiva de políticas públicas. Asimismo, Pereyra (2013) y Canevaro (2016) analizan los cambios que han pasado las mujeres dedicadas a este trabajo en el caso de Argentina y, junto con ellas, las empleadoras de estos servicios. Por otro lado, Saldaña (2013) estudia la discriminación existente en el caso de las mujeres mexicanas dedicadas a este trabajo. Además, Lautier (2003) ha estudiado el caso brasileño para entender las dinámicas de organización de estas experiencias. Dichos estudios, junto con otros, han aportado visibilidad a la situación de las trabajadoras domésticas desde distintos aspectos en América Latina.

La idea en torno a este reader, entonces, es que no solo sirva como instrumento pedagógico sino también para suscitar discusiones de políticas sociales sobre el actual modelo de desarrollo en América Latina y el rol de las mujeres en el mismo. Nuestro particular interés es proveer de un insumo adicional a la academia para que, a su vez, sirva como portador de algunos de los pensamientos vigentes de nuestro tiempo con respecto al trabajo doméstico y a la economía del cuidado.

Este reader no pretende brindar toda la literatura que existe sobre el tema. Se trata de una antología muy personal de artículos y capítulos que marcaron mi dirección en la academia y en el aula. Por ello, hay una combinación de escritos —algunos más antiguos y otros más recientes— que permite apreciar la evolución en el tiempo de la literatura relevante, que incluye el análisis de los temas principales en la primera parte del libro y que termina con algunas de las conversaciones en torno a las políticas sociales que han surgido en los últimos años.

El libro se divide en tres partes. La primera, «¿Cómo terminamos en la cocina?», ofrece un breve recorrido sobre la historia del trabajo doméstico en América Latina y algunos de los análisis de esta realidad en el tiempo. Comenzamos con el trabajo de Federici (2004) y seguimos con el clásico estudio de Kuznesof (1989), que nos brinda un resumen de la Colonia española en el Nuevo Mundo y sienta las bases para comprender la desvaloración del trabajo doméstico y el rol de la mujer, al considerar los diferentes roles ocupados por ellas a partir de su estatus social y procedencia. Asimismo, incluimos la investigación de Federici (2004) sobre el posicionamiento de la mujer —incluso antes de llegar al Nuevo Mundo— a raíz de su relación con el trabajador varón y el capitalismo, en la que ella es un instrumento clave en el proceso de acumulación primaria. Terminamos esta sección con el trabajo más reciente de Fraser (2016), quien describe las actuales tensiones entre el capitalismo y la economía del cuidado como una «crisis» histórica: por un lado, el capitalismo necesita de dicha economía para continuar con la reproducción social, pero, por el otro, está en constante antagonismo con ella.

En la segunda parte, «Cuidado (y tiempo) como bien común», dirigimos la mirada hacia las definiciones y debates recientes en torno a las políticas sociales internacionales e incluimos pistas para la investigación futura. El artículo de England (2005) nos brinda una diversidad de definiciones y aproximaciones modernas a la noción del cuidado. A este le sigue el artículo de Razavi y Staab (2010), en el cual las autoras comentan sobre los desafíos laborales enfrentados por los trabajadores de cuidados en diferentes partes del mundo en desarrollo. Asimismo, las investigaciones de Batthyány (2015) y de Beltrán y Lavado (2014) nos remontan al escenario latinoamericano. Batthyány analiza las posibles rutas de política social en torno al cuidado como cuarto pilar del Estado de bienestar y subraya el caso uruguayo y su recientemente establecido Sistema Nacional Integral de Cuidados (SNIC). A su vez, Beltrán y Lavado nos ofrecen un estudio comparado de casos sobre la pobreza del tiempo de mujeres en Argentina, Chile, México y el Perú.

La última sección del libro, «No sobre nuestras espaldas: algunas soluciones», reúne los artículos de Razavi (2011) y Blofield y Martínez (2014) sobre algunas de las soluciones que comienzan a aparecer en el horizonte. Razavi, en su introducción a la edición especial de la revista Development and Change, da a conocer cómo procesos económicos y sociales, así como avances en las políticas, juegan un papel importante en la definición de las necesidades de cuidado y quién debe satisfacerlas. Por su parte, Blofield y Martínez revisan los cambios en América Latina en torno a los conceptos de maternidad, cuidado y corresponsabilidad, y señalan algunas recomendaciones.

En resumen, este libro representa un esfuerzo por presentar parte de la literatura mundial y latinoamericana más relevante sobre el tema, con el objetivo de visibilizarlo, así como de señalar algunas posibles alternativas de política social. Esperamos que ello sirva como fuente para el pensamiento crítico y la reflexión respecto a los desafíos que siguen enfrentando las mujeres en su búsqueda por un posicionamiento igualitario en nuestras sociedades, así como sobre algunas de las alternativas de política que actualmente están a nuestro alcance.

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I. ¿Cómo terminamos en la cocina?