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Francisco Delicado

La lozana andaluza

Créditos

ISBN rústica: 978-84-96428-69-0.

ISBN ebook: 978-84-9897-784-4.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 13

La vida 13

Sexo y metáfora 13

Prólogo 15

Argumento en el cual se contienen todas las particularidades que ha de haber en la presente obra 15

Parte I 19

Mamotreto I. La señora Lozana fue natural compatriota de Séneca 21

Mamotreto II. Responde la tía y prosigue 21

Mamotreto III. Prosigue la Lozana y pregunta a la tía 23

Mamotreto IV. Prosigue el autor 25

Mamotreto V. Cómo se supo dar la manera para vivir, que fue menester que usase audacia pro sapientia 27

Mamotreto VI. Cómo en Pozo Blanco, en casa de una camisera, la llamaron 29

Mamotreto VII. Cómo vienen las parientas y les dice la Sevillana 30

Mamotreto VIII. Cómo torna la Lozana y pregunta 34

Mamotreto IX. Una pregunta que hace la Lozana para se informar 36

Mamotreto X. El modo que tuvo yendo con Aguilarico, espantándose que le hablaban en catalán, y dice un barbero, Mosén Sorolla: 38

Mamotreto XI. Cómo llamó a la Lozana la Napolitana que ella buscaba y dice a su marido que la llame 40

Mamotreto XII. Cómo Rampín le va mostrando la ciudad y le da ella un ducado que busque donde cenen y duerman, y lo que pasaron con una lavandera 43

Mamotreto XIII. Cómo entran en la estufa Rampín y la Lozana y preguntan: 54

Mamotreto XIV. Cómo torna su tía y demanda dónde ha de dormir Rampín, y lo que pasaron la Lozana y su futuro criado en la cama 58

Mamotreto XV. Cómo fueron mirando por Roma, hasta que vinieron a la Judería, y cómo ordenó de poner casa 64

Mamotreto XVI. Cómo entran a la Judería y ven las sinogas y cómo viene Trigo, judío, a ponelle casa 68

Mamotreto XVII. Información que interpone el Autor para que se entienda lo que adelante ha de seguir 73

Mamotreto XVIII. Prosigue el Autor, tornando al decimosexto Mamotreto. Que, viniendo de la Judaica, dice Rampín 77

Mamotreto XIX. Cómo, después de ido Trigo, vino un maestresala a estar la siesta con ella y después un macero, y el valijero de Su Señoría 80

Mamotreto XX. Las preguntas que hizo la Lozana aquella noche al Valijero y cómo la informó de lo que sabía 88

Mamotreto XXI. Otra pregunta que hace la Lozana al Valijero cuando se levanta 92

Mamotreto XXII. Cómo se despide el Valijero y desciende su criado, y duermen hasta que vino Trigo 94

Mamotreto XXIII. Cómo fue la Lozana en casa desta cortesana y halló allí un canónigo, su mayordomo, que la empreñó 97

Parte II 101

Mamotreto XXIV. Cómo comenzó a conversar con todos y cómo el Autor la conoció por intercesión de un su compañero, que era criado de un embajador milanés, al cual ella sirvió la primera vez con una moza no virgen, sino apretada. Aquí comienza la Parte segunda 103

Mamotreto XXV. Cómo el Autor, dende a pocos días, encontró en casa de una cortesana favorida a la Lozana y la habló 111

Mamotreto XXVI. Cómo la Lozana va a su casa, y encuentra su criado y responde a cuantos la llaman 114

Mamotreto XXVII. Cómo va por la calle y la llaman todos, y un portugués que dice: 117

Mamotreto XXVIII. Cómo va la Lozana en casa de un gran señor y pregunta si, por dicha, le querrían recibir uno de su tierra que es venido y posa en su casa 121

Mamotreto XXIX. Cómo torna su criado. Que venga presto que la esperan una hija puta y su madre vieja 124

Mamotreto XXX. Cómo viene su criado, y con él un su amigo, y ven salir las otras de casa 127

Mamotreto XXXI. Cómo la Lozana soñó que su criado caía en el río, y otro día lo llevaron en prisión 130

Mamotreto XXXII. Cómo vino el otro su compañero corriendo y avisó la Lozana, y va ella radiando, buscando favor 133

Mamotreto XXXIII. Cómo la Lozana vido venir a su criado y fueron a casa; y cayó él en una privada, por más señas 135

Mamotreto XXXIV. Cómo va buscando casa la Lozana 138

Mamotreto XXXV. Cómo, yendo a casa de otra cortesana, vino su criado, y lo hizo vestir entre sus conocidos 143

Mamotreto XXXVI. Cómo un caballero iba con un embajador napolitano, travestidos, y vieron de lejos a la Lozana y se la dio a conocer el caballero al embajador 146

Mamotreto XXXVII. Cómo de allí se despidió la Lozana y se fue en casa de un hidalgo que la buscaba, y estando solos se lo hizo porque diese fe a otra que lo sabía hacer 149

Mamotreto XXXVIII. Cómo la Lozana entra en la batería de los gentiles, y dice 154

Mamotreto XXXIX. Cómo la señora Terencia vido pasar a la Lozana y la manda llamar 159

Mamotreto XL. Cómo, yendo su camino, encuentra con tres mujeres y después con dos hombres que la conocen de luengo tiempo 162

Parte III 165

Mamotreto XLI. Aquí comienza la tercera parte del retrato y serán más graciosas cosas que lo pasado. Cómo tornó a casa y afeitó con lo que traía Las sobredichas, y cómo se fueron, y su criado con ellas, y quedó sola y contaba todo lo que había menester para su trato que quería comenzar. Y de aquí adelante le daremos fin 167

Mamotreto XLII. Cómo, estando la Lozana sola, diciendo lo que le convenía hacer para tratar y platicar en esta tierra sin servir a nadie, entró el Autor callando y disputaron los dos. Y dice el Autor: 169

Mamotreto XLIII. Cómo salía el Autor de casa de la Lozana, y encontró una fantesca cargada y un villano con dos asnos cargados, uno de cebollas y otro de castañas, y después se fue el Autor con un su amigo, contándole las cosas de la Lozana 173

Mamotreto XLIV. Cómo fue otro día a visitarla este su conocido Silvano, y las cosas que allí contaron 175

Mamotreto XLV. Una respuesta que hace este Silvano, su conocido de la Lozana 177

Mamotreto XLVI. Respuesta que da la Lozana en su laude 178

Mamotreto XLVII. Cómo se despide el conocido de la señora Lozana, y le da señas de la patria del Autor 179

Mamotreto XLVIII. Cómo vinieron diez cortesanas a se afeitar, y lo que pasaron, y después otras dos, casadas, sus amigas, camiseras 182

Mamotreto XLIX. Cómo vinieron a llamar a la Lozana que fuese a ver un gentilhombre nuevamente venido, que estaba malo, y dice ella entre sí, por las que se partieron 185

Mamotreto L. Cómo la Lozana va a ver a este gentilhombre, y dice subiendo 187

Mamotreto LI. Cómo se fue la Lozana corrida, y decía muy enojada 189

Mamotreto LII. Cómo la Lozana se encontró, antes que entrase en su casa, con un vagamundo llamado Sagüeso, el cual tenía por oficio jugar y cabalgar de balde, y dice 190

Mamotreto LIII. Lo que pasa entre todos tres, y dice la Lozana a Diviçia 193

Mamotreto LIV. Cómo platicaron la Lozana y Diviçia de muchas cosas 198

Mamotreto LV. Cómo la Lozana vido venir a un joven desbarbado, de dieciocho años, llamado Coridón, y le dio este consejo como supo su enfermedad 204

Mamotreto LVI. Cómo la Lozana estaba a su ventana y dos galanes vieron salir dos mujeres y les demandaron qué era lo que negociaban 207

Mamotreto LVII. Cómo salió la Lozana con su canastillo debajo, con diversas cosas para su oficio, y fue en casa de cuatro cortesanas favoridas y sacó de cada una, en partes, provisión de quien más podía 210

Mamotreto LVIII. Cómo va la Lozana en casa de la Garza Montesina y encuentra con dos rufianes napolitanos y lo que le dicen 213

Mamotreto LIX. Cómo la Lozana fue a casa de madona Clarina, favorida, y encontró con dos médicos, y el uno era quirúrgico, y todos dos dicen: 217

Mamotreto LX. Cómo fue la Lozana en casa de la Imperia, aviñonesa, y cómo encontró con dos juristas letrados que ella conocía, que se habían hecho cursores o emplazadores 221

Mamotreto LXI. Cómo un médico, familiar de la señora Imperia, estuvo con la Lozana hasta que salió de reposar la Imperia 224

Mamotreto LXII. Cómo la señora Imperia, partido el médico, ordenó de ir a la estufa ella y la Lozana, y cómo encontraron a uno que decía «Oliva, oliva de España», el cual iba en máscara, y dice la Imperia al médico 226

Mamotreto LXIII. Cómo la Lozana fue a su casa y envió por un sastre, y se vistió del paño que le dieron en casa del coronel, y lo que pasó con una boba. Y dice la Lozana 228

Mamotreto LXIV. Cómo vinieron cuatro palafreneros a la Lozana, si quería tomar en su casa un gentilhombre que venía a negociar, y traía un asnico sardo llamado Robusto y ensalmóles los encordios. Y dice uno 230

Mamotreto LXV. Cómo vino el asno de micer Porfirio por corona y se graduó de bachiller, y dice entre sí, mirando al Robusto, su asnico 233

Mamotreto LXVI. Cómo la Lozana se fue a vivir a la ínsula de Lípari, y allí acabó muy santamente ella y su pretérito criado Rampín, y aquí se nota su fin y un sueño que soñó 234

Cómo se excusa el Autor en la fin del Retrato de la Lozana, en laude de las mujeres 236

Carta de excomunión contra una cruel doncella de sanidad 241

Epístola de la Lozana a todas las que determinaban venir a ver campo de flor en Roma 245

Digresión que cuenta el autor en Venecia 246

Libros a la carta 249

Brevísima presentación

La vida

Francisco Delicado (1485-1535). España.

Parece que Francisco Delicado era judío converso, y se dice que huyó de España en 1528 perseguido por la Inquisición; estudió medicina y escribió sobre la sífilis; además de trabajar en una imprenta veneciana.

No se conocen muchos datos de su vida.

Sexo y metáfora

La lozana andaluza fue descubierta en el siglo XIX en la Biblioteca Imperial de Viena. En la edición no constaban ni el autor ni el impresor, por lo que durante cierto tiempo fue considerada anónima. Resulta irónico que sea un clásico mientras que la obra de carácter científico de Francisco Delicado hoy apenas despierta interés.

El texto describe los placeres eróticos de una ciudad, Roma, en la que conviven los judíos españoles recién expulsados junto a rameras de todas partes de Europa y España.

Se trata de un relato libertino en el que, sin embargo, las alusiones sexuales son metáforas de enorme fuerza expresiva:

¡Por mi vida, que tan bien batís vos el hierro como aquel herrero! ¡A tiempo y fuerte, que es acero! Mi vida, ya no más, que basta hasta otro día, que yo no puedo mantener la tela, y lo demás sería gastar lo bueno. Dormí, que almorzar quiero en levantándome.

Prólogo

Ilustre Señor:

Sabiendo yo que vuestra señoría toma placer cuando oye hablar en cosas de amor, que deleitan a todo hombre, y máxime cuando siente decir de personas que mejor se supieron dar la manera para administrar las cosas a él pertenecientes, y porque en vuestros tiempos podéis gozar de persona que para sí y para sus contemporáneas, que en su tiempo florido fueron de esta alma ciudad, con ingenio mirable y arte muy sagaz, diligencia grande, vergüenza y conciencia, «por el cerro de Úbeda» ha administrado ella y un su pretérito criado, como abajo diremos, el arte de aquella mujer que fue en Salamanca en tiempo de Celestino segundo; por tanto he dirigido este retrato a vuestra señoría para que su muy virtuoso semblante me dé favor para publicar el retrato de la señora Lozana. Y mire vuestra señoría que solamente diré lo que oí y vi, con menos culpa que Juvenal, pues escribió lo que en su tiempo pasaba; y si, por tiempo, alguno se maravillare que me puse a escribir semejante materia, respondo por entonces que epistola enim non erubescit, y asimismo que es pasado el tiempo que estimaban los que trabajaban en cosas meritorias. Y como dice el cronista Fernando del Pulgar: «así daré olvido al dolor», y también por traer a la memoria muchas cosas que en nuestros tiempos pasan, que no son laude a los presentes ni espejo a los a venir. Y así vi que mi intención fue mezclar natura con bemol, pues los santos hombres por más saber, y otras veces por desenojarse, leían libros fabulosos y cogían entre las flores las mejores. Y pues todo retrato tiene necesidad de barniz, suplico a vuestra señoría se lo mande dar, favoreciendo mi voluntad, encomendando a los discretos lectores el placer y agasajo que de leer a la señora Lozana les podrá suceder.

Argumento en el cual se contienen todas las particularidades que ha de haber en la presente obra

Decirse ha primero la ciudad, patria y linaje, ventura, desgracia y fortuna, su modo, manera y conversación, su trato, plática y fin, porque solamente gozará de este retrato quien todo lo leyere.

Protesta el autor que ninguno quite ni añada palabra ni razón ni lenguaje, porque aquí no compuse modo de hermoso decir, ni saqué de otros libros, ni hurté elocuencia, porque: para decir la verdad, poca elocuencia basta, como dice Séneca; ni quise nombre, sino que quise retraer muchas cosas retrayendo una, y retraje lo que vi que se debería retraer, y por esta comparación que se sigue verán que tengo razón.

Todos los artífices que en este mundo trabajan desean que sus obras sean más perfectas que ningunas otras que jamás fuesen. Y vése mejor esto en los pintores que no en otros artífices, porque cuando hacen un retrato procuran sacallo del natural, y a esto se esfuerzan, y no solamente se contentan de mirarlo y cotejarlo, mas quieren que sea mirado por los transeúntes y circunstantes, y cada uno dice su parecer, mas ninguno toma el pincel y enmienda, salvo el pintor que oye y ve la razón de cada uno, y así enmienda, cotejando también lo que ve más que lo que oye; lo que muchos artífices no pueden hacer, porque después de haber cortado la materia y dádole forma, no pueden sin pérdida enmendar. Y porque este retrato es tan natural, que no hay persona que haya conocido la señora Lozana en Roma o fuera de Roma que no vea claro ser sacado de sus actos y meneos y palabras; y asimismo porque yo he trabajado de no escribir cosa que primero no sacase en mi dechado la labor, mirando en ella o a ella. Y viendo, vi mucho mejor que yo ni otro podrá escribir, y diré lo que dijo Eschines, filósofo, leyendo una oración o proceso que Demóstenes había hecho contra él; no pudiendo expremir la mucha más elocuencia que había en el dicho Demóstenes, dijo: «¿Qué haría si oyérades a él?», Quid si ipsam audisetis bestiam? Y por eso verná en fábula mucho más sabia la Lozana que no mostraba, y viendo yo en ella muchas veces manera y saber que bastaba para cazar sin red, y enfrenar a quien mucho pensaba saber, sacaba lo que podía, para reducir a memoria, que en otra parte más alta que una picota fuera mejor retraída que en la presente obra; y porque no le pude dar mejor matiz, no quiero que ninguno añada ni quite; que si miran en ello, lo que al principio falta se hallará al fin, de modo que, por lo poco, entiendan lo mucho más ser como deducción de canto llano; y quien al contrario hiciere, sea siempre enamorado y no querido. Amén.

La historia o retrato sacado del iure cevil natural de la señora Lozana; compuesto en el año 1524, a 30 días del mes de junio, en Roma, alma ciudad; y como había de ser partido en capítulos, va por Mamotretos, porque en semejante obra mejor conviene.