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128B: 1678, Bernabé de Meza

130 B: 1678, íd.

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138 B: 1683, Vicente Ferrer

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T. 2

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Secciones: Civiles, Criminales, Judiciales

Archivo Arquidiocesano de Caracas

Sección: Judiciales

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Imagen capturada por el autor en internet.

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11. Correo del Orinoco en la escuela-30/04/2012.“La resistencia de las esclavizadas y los esclavizados. El Negro Miguel”. Ilustración de César Mosquera.

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12. Exposición histórica de los sucesos de abril de 2002 a partir de la realidad local. Instituciones educativas, AGN, Caracas, 2012. Foto del autor.

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CAPÍTULO PRIMERO LOS PRIMEROS TEXTOS DEL SIGLO XVI

El hipotexto que constituirá el eje de esta parte de nuestro estudio, o sea, la referencia de fray Pedro Aguado a la rebelión del negro Miguel, se inspiró posiblemente en las informaciones recogidas por su correligionario fray Antonio Medrano, sin que lo sepamos de un modo taxativo. Pero no se puede descartar que el franciscano, o sus émulos, tuvieran conocimiento de las relaciones escritas por varios motivos a las autoridades locales o metropolitanas por los responsables de la represión del movimiento contestatario. Quedan pocas huellas de los sucesos en la documentación depositada en los archivos y en particular en el Archivo de la Nación de Madrid o en el Archivo General de Indias, de Sevilla, como señala Guillermo Morón en el estudio preliminar a su edición de la Recopilación Historial de Venezuela, remitiendo en particular a los apuntes sacados de este depositario por el hermano Nectario María.

I. DOCUMENTOS ARCHIVÍSTICOS

1.1. Relación anónima (1555-1556)

El primer documento pertenece al Archivo Histórico Nacional de Madrid. Se trata de una muy corta relación, anónima y sin fecha, escrita en 1555 o 1556 al parecer de su editor Antonio Arellano Moreno. El texto evoca de una manera rapidísima la evolución de Venezuela desde el gobierno de los Belzares hasta la rebelión del negro Miguel. En la región de El Tocuyo –no se precisan las condiciones– se alzaron 250 negros que huyeron a la Nueva Segovia. Eligieron a un rey, siendo su propósito matar a los cristianos y casarse con sus esposas. Vino socorro de El Tocuyo

y aquel día que llegaron los cristianos luego en la noche dieron en el pueblo los negros con lanzas y mataron cinco o seis cristianos y un clérigo, y los cristianos mataron mucha cantidad de negros ; y por la mañana vino Diego de Losada con 40 hombres y halló que los negros que se habían escapado aquella noche que estaban en una fiesta, y fue tras ellos con la gente que traía, y con la más gente que tomó del pueblo, y fue donde ellos estaban y los mataron a todos salvo a las negras1.

Como se ve, no se demoró el autor en las circunstancias del acontecimiento que, sin embargo, ocupa una parte no desdeñable del texto. Le impresionaría el suceso resumido con gran fidelidad, como veremos luego. Lo único que no se encuentra en los textos posteriores es la referencia a la fiesta, manifestación de la alegría de los fugitivos inconscientes de lo que les estaba esperando.

1.2. Información de la ciudad de Segovia (1561)

Otro documento, mucho más detallado, corresponde a un informe presentado a la Corona por la ciudad de la Nueva Segovia (o más bien “Segovia” en el texto) a petición de su procurador general Cristóbal Gómez, redactado en 26 de noviembre de 1561, siendo Diego de Montes teniente de gobernador de la ciudad y el licenciado Pablo Collado gobernador de Venezuela. Se titula “Información de la ciudad de Segovia” y pertenece al legajo 221 de la sección de Santo Domingo del Archivo General de Indias2. Su finalidad es exponer la pésima situación de la ciudad, situada al noreste de la cordillera de Mérida. Remonta el informe hasta su fundación en la orilla del río Buría3 por Juan de Villegas, teniente de gobernador de Venezuela, quien salió de El Tocuyo, sito entre la cordillera y el pueblo fundado más tarde. Le acompañaron “muchos hombres honrados de los más antiguos de la gobernación” que descubrieron las minas de oro cuya explotación se enfrentó con la hostilidad de los naturales “belicosos” de la comarca. Desde el principio hasta la fecha fue necesario asegurar la protección del real contra sus expediciones que mataron a varios españoles y a muchos trabajadores, indios sometidos o esclavos negros. Lo malsano de la tierra obligó a los vecinos, después de la muerte de buen número de ellos y de sus servidores indígenas, a elegir otro sitio para edificar un nuevo asiento, nombrado Barquisimeto4, lo cual acarreó grandes pérdidas. Los testigos, escogidos entre los primeros pobladores, confirmaron el delicado estado en que se encontraba la ciudad. Según Diego de Escorcha, quien participó de la fundación del primer pueblo y del descubrimiento de las minas, con la mudanza “perdieron los vecinos todo lo que tenían edificado”. Este y otros, como Juan de la Torre, Diego de Herrera o Juan de Zamora, formaron parte de la compañía que intentaba pacificar la comarca y proteger el asiento de minas. Asegura el segundo que “a la continua es menester gente de guarda a cuya causa los vecinos pasan mucho trabajo y costas”. Corrobora sus dichos el tercero afirmando que “es menester sienpre que aya gente de guarniçion en las dichas minas a costa de los dichos vecinos”. La existencia de los esclavos negros padecería de tales condiciones: no sólo las exigencias de sus amos se harían más apremiantes y las condiciones de vida serían muy difíciles de aguantar, para cubrir los gastos, sino que incluso corrían el riesgo de perder la vida en manos de los indios indómitos para satisfacer la sed de lucro de los vecinos.

Los mismos testigos suministran en el informe unos datos en cuanto a la rebelión de los negros, suscitada en parte, a nuestro parecer, por las circunstancias arriba evocadas. Según el método clásico en semejante documento, las preguntas hechas a los testigos exponen la situación que habían de confirmar o no.

El alzamiento de los negros, que alcanzaban el número de ochenta, se produjo cuando todavía no se había acabado el pueblo5. Su propósito, según el informe, era “matar y destruyr todos los vecinos de la gobernación”. O sea, que, de tener éxito su empresa, los esclavos habrían intentado generalizar el alzamiento6. Con este propósito eligieron a un rey a quien se sometieron. Al llegar a las minas, procedentes del real, hirieron a un español (“un cristiano”) y mataron a un negro que intentó avisar a los amos. No se tuvo noticia de otro español, a quien también habrían matado. Frente a la agresión no les quedó otra solución que la huida al pueblo a los pocos españoles que permanecían en el asiento.

Unos diez días después de estos primeros hechos –el lapso de tiempo hace patente la indecisión de los vecinos o su incapacidad de reaccionar–, los rebeldes asaltaron la ciudad de noche, quemando algunos bohíos, edificios cubiertos de paja. Durante la pelea hirieron al centinela y a un clérigo y mataron a un vecino. Los españoles consiguieron ahuyentar a los insurrectos, matando o prendiendo a siete u ocho de ellos. Los negros tuvieron el tiempo de hacerse fuertes en los montes7 antes de que, unos ocho o diez días después, una expedición les desbaratase luego de acabar con su rey.

Al levantarse los negros, Gerónimo Alama se hallaba en el real de las minas. Le hirieron los esclavos y, durante el ataque del pueblo, recibió otra herida en su defensa. Diego de Escorcha estuvo presente en la expedición de represión: “…se halló en matar al negro rrey”, aunque no se demora en evocar su actuación. También participó de ella Juan de la Torre, quien insistió en las pérdidas de los españoles: “sabe que los vecinos desta çibdad perdieron harto en aquel alçamiento en negros que les mataron y otras cosas de sus haciendas”. Diego de Herrera se contentó con decir que se halló “en desbaratarlos”.

1.3. Testimonio del capitán Diego Fernández de Serpa

Al fin y al cabo, el informe, siendo su propósito más amplio, se limitó a generalidades. Pasemos ahora a otro documento, algo más prolijo por necesitar su autor valorizar sus servicios para solicitar algún premio de la Corona. Se trata de la “Relación de servicios del capitán Diego Hernández de Serpa”8. El extracto que nos interesa viene a continuación en el cuadro comparativo.

Informa primero sobre la identidad y los hechos del capitán Diego Fernández de Serpa. Partió de España en 1524 para el Nuevo Mundo. Al escribir su probanza, ya llevaba cuarenta años en las Indias. Se quedó siete años en las islas de Santo Domingo y de Margarita. En la de Cubagua prestó su ayuda contra los piratas franceses y los indios caribes antes de seguir al gobernador Diego de Ordaz en el descubrimiento del río Marañón y del río Via Pari. En el Nuevo Reino de Granada, se dirigió hacia Venezuela, donde participó de los sucesos evocados en estas líneas. Luego, en 1568, ajustó capitulación con el rey Felipe II para la conquista y la población de las provincias de Guyana y Caura, futura gobernación de Nueva Andalucía. Obtuvo el puesto de gobernador y de capitán general por tres vidas con un salario de cuatro mil ducados anuales procedentes de los frutos de la tierra. Se le concedió también el título de adelantado y pasaría a ser alguacil mayor con motivo de la creación de la primera Real Audiencia. Gozaría del privilegio de reservarse para él y sus descendientes 30 leguas cuadradas con los indios que la poblaran9. Las instrucciones impartidas en 15 de mayo de 1568 le dieron el permiso de llevar en cuatro navíos a 400 hombres de guerra y 100 labradores. Unos días más tarde, o sea, el 27 de mayo, obtuvo licencia para llevar a la provincia de Nueva Andalucía a 500 esclavos negros10. Y de esclavos, algo sabía como veremos ahora, volviendo a la probanza.

Encontrándose con su gente en el puerto de Maracapana, en la costa de Venezuela, decidió dirigirse hacia El Tocuyo, fundado por Juan de Villegas y distante 200 leguas. Acompañado por 70 hombres, emprendió el camino con los caballos y las armas necesarias, llevando también mucho ganado. Los hombres sufrieron no pocos trabajos y se perdió gran cantidad de caballos y yeguas. Llegado a destino, contribuyó a la “pacificación” de la tierra, reduciendo a obediencia a los naturales, por la cual gastó gran cantidad de oro y de ganado. Hecho esto, emprendió de nuevo el camino con su gente para fundar otra ciudad. Así se descubrieron las “muy ricas minas de oro” que llamaron de San Pedro, lo cual justificó la creación de la Nueva Segovia. La Relación pasa por alto la mudanza a Barquisimeto, llegando muy pronto al levantamiento de los esclavos de las minas de San Pedro.

De creerle, Diego Fernández no dejaba de animar a sus hombres a instalarse en el nuevo pueblo, dada la riqueza de las minas, situadas a siete leguas de la ciudad, donde trabajaban 200 esclavos negros11. Vivían en un real con tan sólo unos 15 o 20 españoles, entre los cuales se encontraba el capitán Fernández.

Un lunes, al dirigirse a las minas, 150 de ellos volvieron al real para agredirlo. Enterándose de su rebelión –no se sabe de qué manera–, y de la elección por los insurrectos del negro Miguel como capitán, Fernández decidió poner manos a la obra. Reunió a los pocos españoles y al clérigo del real, les repartió las armas que halló, y después de mandar avisos a la ciudad, se dirigió hacia los rebeldes. Éstos recibieron a los españoles con tan “gran ímpetu” que se dieron a la fuga. Rodeado por cuatro criados, Fernández se defendió con ánimo. Herido, uno de sus compañeros cayó en sus brazos donde los negros le acabaron con una lanzada. El relato, evocando las proezas del capitán, adopta un tono épico digno de las novelas de caballería:

y estando con ese coraje el dicho diego hernandez peleando como valeroso capitan y esforçado y fatigado de los golpes que avia reçibido despues de auer durado el conbate la mayor parte del dia y no pudiendo los dichos negros sujuzgar ni matar al dicho diego hernandez y visto que les hazia gran daño se le rretiraron…

No renunciaron por ello a su propósito, y prendieron fuego al real después de saquearlo. Habrían matado a algunos españoles y a los indios que se habían quedado en él, de no llegar Fernández a tiempo. Consiguió salvarles la vida y llevarles a la ciudad.

Pocos días después, de noche, los insurrectos atacaron Nueva Segovia, donde entraron hasta la plaza, quemando casas, con la ayuda de “un escuadron de indios naturales”12. Otra vez la Relación hace hincapié en el comportamiento heroico del capitán, que contribuyó no poco a la derrota de los esclavos, los cuales se vieron obligados a huir. Fernández prendió a muchos de ellos y persiguió a los otros por media legua hasta desbaratarlos. Los indios de la comarca acabaron a los que consiguieron escapar.

El énfasis de la evocación pasa por alto muchas de las circunstancias expuestas por las crónicas contempladas a continuación, haciendo caso omiso, por ejemplo, de la intervención de los tocuyanos y del capitán Losada, del ataque del palenque de los rebeldes y de la muerte del rey Miguel:

…en lo qual el dicho hernandez liberto a aquella gouernaçion que la tirania destos negros y anaconas [los indios sometidos] no la destruyesen y asolasen y siruio en ello y en lo demas que esta dicho a su magestad con su persona y hazienda sin que fasta agora aya sido galardonado.

Además de la Relación, se encuentra en el AGI la probanza de Diego Fernández13, que no examinaremos detalladamente por ser muy parecidas las preguntas hechas a los testigos al texto de la Relación. Nos contentaremos con citar las preguntas VI, VII y VIII:

VI-Yten si saben que labrandose las dichas minas de san pedro con mas de dozientos negros esclauos sucedio que los dichos esclauos se rrebelaron sobre los mineros y soldados y jente del dicho capitan diego hernandez que a la sazon se hallo en las dichas minas el qual con los pocos mineros y jente que alli tenia peleo con los dichos esclavos que avian quemado el rreal de las minas donde auia mas de quarenta casas.

VII-Yten si saben que sino fuera por el dicho capitan diego hernandez que rresistio la furia de los negros con quatro criados suyos no dexaran los negros hombre de las minas biuo porque estando en el conbate huyeron todos y el dicho capitan los rrecoj(i)o a todos y los truxo a la cibdad.

VIII-Yten si saben que despues de lo suso dicho los dichos esclauos vinieron sobre la dicha cibdad de segouia a media noche y truxeron consigo vn esquadron de indios naturales los quales entraron echando fuego a la cibdad y ganaron la plaça y la iglesia y mataron al vicario della el qual se llamaua toribio rruiz y a otro vezino de la dicha cibdad que se dezia christoval lopez y el dicho capitan acudio contra ellos en fauor de la cibdad y con la jente della y los desbarato y prendio muchos dellos y siguio el alcance de los que huyeron en lo qual el dicho capitan fue en mucha parte y todo para fauorecer a la dicha cibdad y vecinos della.

Presentan sin embargo las preguntas algunas referencias que no aparecen en la Relación. Así, nos enteramos de que el real de minas constaba de 40 casas y durante el enfrentamiento en la Nueva Segovia mataron los esclavos al vicario Toribio Ruiz y a Cristóbal López. Uno de los testigos suministró una información que no carece de interés para nuestro propósito: “…y por caudillo dellos se levanto vn negro biafara que se nombraua e nombro el rrei miguel…”. De modo que, si tenemos en cuenta el calificativo “biafara”, sería oriundo Miguel de una tribu de los ríos de Guinea, más precisamente de la Guinea Bissau actual. Otro aludió al hecho de que los indios alistados en la tropa de Miguel se tiñeron la cara: “…entonces vido este testigo que vinieron con los dichos negros muchos naturales indios de la comarca embixados con las caras negras como los negros…”. Los cronistas posteriores no se olvidarían de este detalle.

Al fin y al cabo, la documentación archivística más antigua disponible o no se demora en el asunto, pese a su gravedad, o lo utiliza, entre otras referencias, para valorizar la actitud de los jefes de la represión o la situación posterior de Barquisimeto.

2. TEXTOS ÉPICOS

2.1. Los actos y hazañas valerosas del capitán Diego Hernández de Serpa(1563-1564) de Pedro de la Cadena

En lo que concierne a la biografía del poeta Pedro de la Cadena, remitimos al estudio preliminar redactado por el historiador Pablo Ojer para la edición que hizo con Efraín Subero del poema épico14. Conoció el autor a Diego Fernández de la Serpa en la ciudad minera de Nueva Zamora, en el Ecuador actual, donde fungía como tesorero de la Real Hacienda. El capitán le escogió en 1564 como testigo para su relación de servicios. Se valió el tesorero de las informaciones recogidas así como, de un modo lógico, de las que obtendría oralmente para escribir Los actos y hazañas valerosas del capitán Diego Hernández de Serpa15. La obra, que no se distingue por su gran valor poético, se refiere a los hechos del capitán desde 1528 en Cubagua hasta la muerte del tirano Lope de Aguirre en 1561. Consagra dos actos, el XV y el XVI, a la rebelión de los esclavos de las minas de Buría.

La inspiración poética no alejó al autor de los datos suministrados por la Relación de servicios presentada por Diego Fernández. Los adoptó fielmente, tomando prestadas incluso gran número de expresiones, como lo demuestra el cuadro comparativo que viene más abajo. Tan sólo se notarán algunas exageraciones acerca del comportamiento de los españoles dirigidos por Diego Fernández:

Mas como el capitán Diego Hernández
allase ante sus ojos el estrago,
él con algunos de esta ciudad propia

dan en los enemigos con tal fuerza,
y trábase el conbate tan sangriento,
que a fuerça de su ánimo e destresa
vinieron a rrendir los enemigos
e achar negros e indios de su pueblo.

En este poema, ni una palabra sobre Miguel, a quien evoca sin embargo la Relación, aunque muy brevemente; o sobre el capitán Losada, que, es verdad, no aparece en la Relación. Al fin y al cabo, en las dos obras, el héroe había de ser Diego Fernández de Serpa, su único inspirador. Obviamente, la obra de Pedro de la Cadena se destaca más por su clara finalidad turiferaria que por su dimensión épica.

Relaçion de los seruicios que el capitan diego hernandez de serpa a hecho a su mag de quarenta anos desta fecha sacada de las prouanças que lleua. AGI, Patronato 156, Ramo 1, ff. 16 a-r, 17 a) Cadena, Pedro de la. Los actos y hazañas valerosas del capitán Diego Hernández de Serpa (1563-1564). En: Ojer, Pablo, Subero, Efraín. El primer poema de tema venezolano. Caracas: Ministerio de Educación, 1973, pp. 263-271. Estando pues el dicho diego hernandez mirando la lauor de las dichas minas y animando a sus soldados que se perpetuasan en aquella çibdad Acto XVEstando el capitán Diego Hernándesen las minas que digo descubiertas,animado y diciendo a sus soldadosque se perpetuasen en la tierra,pues estaua guarnecida de mucha gente y las dichas minas con dozientos negros esclauos para la labor dellas suçedio que un lunes de mañana como las dichas minas estuviesenpues era la ciudad bien guarneçidade gentes y rriquesas y desclauosque en labor de minas se ocupauansucedió, pues, un lunes de mañanacomo el rreal de minas estubieseapartadas de la çibdad siete leguas y en ellas solos quinze o veynte hombres salieron los dichos esclauos a labrar las dichas minas y en el camino apartados del dicho rreal se juntaron fuera de la çiudad por siete leguas,y allí estuviese solo con veynte honbressalieron los esclauos a las minaspara continuar la labor dellas.Y desque todos juntos se hallaron,y se rreuelaron y alçaron çiento y çinquenta negros dellos y asi juntos con mano armada rreboluieron sobre el dicho rreal donde a la sazon estaua el dicho diego hernandez con aquellos pocos españoles que auia y entendido por el como los dichos esclauos venian rrebelados al dicho rreal y trayian por su capitan a un negro dellos llamado miguelellos se rrevelaron breuementeque abría ciento e sinquenta, poco menos.Y así con nueua furia, y mano armada,dieron sobre el rreal de sobresalto ;y como el capitán esto entendiese,luego que el dicho diego hernandez lo entendio rrecogio los pocos españolesy el clerigo que alli estauan y les rrepartio las armas que pudo hallar en aquel rreal y despues de auer despachado la nueua a la çibdad salio con la dicha gente que alli estaba al campo a esperar los dichos negros. y el daño que el asalto avía causado,y questa poca jente avía huydo,fue a los rrecojer por varias partesy así los mouió y truxo a la pelea, y con palabras arduas les animaa mostrar el esfuerço despañoles,y les dió de algunas armas que tenía.Partió con ellos, y él salió delante,despues de aver enbiado a la çiudadel auiso del hecho y aleçamiento,
CUADRO COMPARATIVO (CONTINUACIÓN)Luego que llegaron arremetieron a los españoles con grandisimo inpetu lo qual visto por los españoles que con el dicho diego hernandez estauan le desanpararon y huyeron no pudiendo resistir el gran inpetu de los dichos negros y asi el dicho diego hernandez quedo solo peleando con los negros con grande animo y así estando ellos en su ordenvieron venir los negros con gran furiay su escuadrón formado a la batallay al tienpo de afrontarçe aquestas hasesdonde era menester mayor esfuerçotodos los españoles le huyeronpor no sufrir el ynpitu contrario,y ansí el buen capitán, viéndose solo,con gran heruor y ánimo y destrezacomiença a conbatir con los contrarios,y estando en el dicho conbate con solos quatro criados suyos que con el auian quedado le hirieron tan malamente a uno de ellos que vino con el a abraçar donde teniendole abrazado consigo le acabaron la vida los enemigos con una lançada que le tirarony con él otros quatro sus criadosque con él de verguença avian quedado,al uno de los quales le hirierontan malamente que le fue forzadoabrasarçe con él en este trançepor guareçer la vida en aquel punto.Y así estando con él, vino una lançaque dió al criado, y fue muerto en sus brazos.Desque esto, començó nueuo coraxe,nueuo esfuerço, y valor y eros golpesy estando con este coraje el dicho diego hernandez peleando como valeroso capitan y esforçado y fatigado de los golpes que avia reçibido despues de auer durado el conbate la mayor parte del dia y no pudiendo los dichos negros sujuzgar ni matar al dicho diego hernandez y visto que les hazia gran daño se le rretiraron ya que duró el conbate casi un día,hiriendo, rresistiendo y esperando.Y así viendo esta jente tan yniquala gran resistençia quél mostraua,se rretiraron y huyeron todos,e yendo rretirandose por el dicho rreal le pusieron fuego e quemaron las casas que en el avia y rrobaron lo que pudieron y mataron a algunos que alli avian quedado con los demas yndios e yndias si el dicho diego hernandez no sobreviniera a los socorrer y defender hasta que al Ȁ n los lleuo y puso en la dicha çibdad de segouia a todos los dichos españolesy de huyda fueron al rrealal qual le dieron fuego, saco, y rrobo,y mataron algunos ascondidossi el capitán no fuera en seguimientodesta vitoria suya en aquel punto,y les quitó la presa de las manos,y aquí los naturales y españolesque por allí quedaron derramadoslos rrecoxió y lleuó a su çiudaddonde entró con triunfo y magestad.
CUADRO COMPARATIVO (CONTINUACIÓN)despues de lo qual desde a pocos dias vinieron los dichos negros sobre la çibdad la qual entraron por fuerça de armas hasta la plaça y como los çibdadanos no pudieron rresistir este ynpetu por auer quemado çiertas casas y traer como trayan otro escuadron de yndios naturales con ellos que los ayudaron el dicho diego hernandez con algunos de la çibdad peleo tan fuertemente en la dicha plaza contra los dichos negros e yndios que despues que vuieron hecho los dichos daños Acto XVIE conclusa esta vitoria, y rrecoxidosen su çiudad, como es ya rreçitado,suçede que de ay a pocos díasaquesta gente oscura que nonbradovinieron con más número de jente,con armas y dos gruesos esquadrones,uno de naturales, y otro dellos,y entran por la çiudad dándole sacoy aziendo los más daños que podían,y allí dan luego fuego a la çiudad,por cuya causa los vezinos dellarresistir no pudieron esta entrada,y allí los enemigos la talaronhasta canpear vanderas en la plazaaȀ n los rrindieron en que fue gran parte para ello el dicho diego hernandez y en este rrequentro prendio muchos dellosy hazer otros daños que no cuentomatando sacerdotes y vezinos.Mas como el capitán Diego Hernándesallase ante sus ojos el estrago,él con algunos de esta çiudad propiadan en los enemigos con tal fuerza,y trábase el conbate tan sangriento,que a fuerça de su ánimo e destresavinieron a rrendir los enemigose echar negros e yndios de su puebloy siguio el alcance esa noche media legua hasta que del todo desbaratados constreñidos a fuerça de su espada.Y prendiéndose a muchos de este encuentro siguieron la victoria aquesa nochehasta quen los alcances acabaronde deshazer el campo denemigos,los pocos negros que quedaron los acabaron de destruyr y matar los yndios de aquella prouinçia en lo qual el dicho hernandez liberto a aquella gouernaçion que la tirania destos negros y anaconas no la destruyesen y asolasen y siruio en ello y en lo demas que esta dicho a su mag con su persona y hazienda sin que fasta agora aya sido galardonado.y allí como quedasen divididos,yendo huyendo por diversas partes,los naturales los mataron todosy dejaron sin miedo aqueste puebloel cual y su provincia dezir puedequel dicho capitán la libertóen lo qual nueua gloria consiguió.

2.2.Elegías de varones ilustres de Indias(1589) de Juan de Castellanos

En su crónica rimada, Elegías de varones ilustres de Indias (primera parte publicada en 1589)16, Juan de Castellanos, cura de Tunja, pone en escena el combate entre los españoles y el rey Miguel con un enfoque literario.

Antes de ingresar en las órdenes sagradas, Juan de Castellanos había vivido durante una temporada en Santo Domingo y pasado al Nuevo Reino de Granada, donde actuó al lado de los conquistadores cuyas proezas canta en su obra. En su dedicatoria a Felipe II, declaró: “Propuse cantar en versos castellanos la variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y costa del mar del norte destas Indias occidentales, donde yo he gastado lo más y mejor de mi vida…”.

Debió de conocer pues a varios de estos conquistadores de la actual Venezuela, cuyos nombres vienen bajo su pluma, como Diego de Vallejo, Diego de Ortega, Luis de Narváez, Damián de Barrios, Juan de Salamanca, Antillano, Pedro de Miranda, Mosquera y Juan Jiménez. No deja lugar a dudas en cuanto a su motivación, o sea, la de descubrir minas de oro. Lleguemos al momento en que, después de enfrentamientos con los indios, volvieron a su pueblo los vecinos de El Tocuyo17 donde poseían ganados. Buscaron un camino para ir a venderlos en el Nuevo Reino, y con el dinero compraron esclavos negros para sus minas. Damián de Barrios se instaló en 1552 en Las Noaras, cerca del río Buría18, donde encontró bastante oro. Y se abandonó el primer pueblo de la Nueva Segovia para fundar otro en tierra más sana19, o sea, en Barquisimeto.

Sin explayarse en las circunstancias, el poeta pasa a la represión del levantamiento de 150 negros, “gente feroz, bien puesta y arriscada” que se habían refugiado en la sierra donde, en una “áspera quebrada”, “hicieron una fuerte palizada”, o sea, un palenque. Si damos al calificativo “feroz” el sentido de la palabra latina ferox (‘intrépido, impetuoso, atrevido’), la visión suministrada por Castellanos no se diferencia de los tópicos tan trillados como llevados que corrían acerca de los cimarrones. En cuanto a la palizada del palenque, la harían los fugitivos a imitación de lo que solían hacer sus antepasados en África o de lo que practicaban ciertos pueblos de indios de la comarca. La descripción es de las más escuetas, por no relacionarse con el tema épico. El hábitat, dentro de la palizada, se parecería mutatis mutandis al muy rudimentario de Barquisimeto, tal como lo describe la relación de 1579:

…dijeron que las casas son hechas a manera de unos pajares, que se hacen en España en algunas partes, donde se encierra la paja para los ganados. Las paredes de las dichas casas están rodeadas de horconcetes de nueve o diez pies de altura fuera de la tierra, y luego la cercan con cañas atadas con un bexuco que se halla en mucha cantidad en la tierra, y que se cría por los montes. Sobre estos horcones se ponen unas soleras […] Pónense dos horcones en medio de la casa, y allí ponen una viga por cumbrera, y traen unas varas a trecho, de pie y medio la una vara de la otra, y después que (está) toda la casa llena de estas varas, se pone toda ella de cañas (a) cinco dedos unas de otras; y esto va atado con este bejuco que es a manera de atadura, a manera de bimbre, hendida, y después de hecho todo esto, se trae gran cantidad de paja larga y así se cubre que no se moja20.

Los cronistas posteriores no se demoraron más. Fray Pedro Simón habla de “casas fuertes” y José de Oviedo y Baños se refiere a “fuertes palizadas y trincheras”.

Volviendo al texto de Castellanos, los cimarrones sumieron en un gran temor a los pocos y aislados españoles de la comarca, quienes esperaban su acometida. Eligieron como rey a Miguel, “negro valiente”, criollo de San Juan de Puerto Rico, procedencia que conocería quizá el autor por haber vivido en la isla21. Nombraron también a un lugarteniente. Merced a la llegada de gente del Nuevo Reino, con el propósito de comprar ganado, como Pedro Rodríguez, que vino de Salamanca “con gente para guerra nada manca”, se pudo organizar la represión de la rebelión.

Treinta hombres, con Diego de Losada y Diego García de Paredes, se pusieron en busca de los negros fugitivos, por ásperos caminos y despeñaderos. Diego de la Fuente tomó la delantera, valiéndose como guía de un negro hecho preso. Éste le llevó a un río cerca del cual se erguía el palenque, en un ancón de la quebrada, protegido por una palizada por la parte de la tierra y por una tajada por la parte del arroyo. Dos puertas daban acceso a la ciudadela. Vieron los españoles a unas negras que estaban lavando ropa en la playa, pero no pudieron coger a los cimarrones por sorpresa. Los centinelas desde sus atalayas, al sentir su presencia, dieron el grito de alarma: “¡Arma, arma, que los barbudos vienen!”.

Palenque del rey Miguel

Diego García y Pedro Rodríguez encabezaron el ataque. Al ver a Miguel (“que de león es un trasunto”) entre los negros salidos a la defensa, los españoles le gritaron que se rindiese, a lo cual contestó con altivez que tenía “buenas manos / para derramar sangre de cristianos”, valiéndose de los almocafres2223